Título: Healing.
Fandom: Twilight.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, la trama sí.
Claim: Edward/Rosalie.
Rated:T
Advertencias: Al raiting me remito.
Summary: Ellos siguen siendo los mismos enemigos de siempre; no se soportan, no se hablan, no se miran.
Notas: Para el reto Palabras para el recuerdo, del Foro LOL. (Palabra clave: Medicina).


Healing.

Interrumpe las notas que tocaba en el piano, repentina y extrañamente interesado en los pensamientos de la rubia. Ella, por primera vez desde que la conoce, no está pensando en los devastadoramente hermosa y letal que luce.

Ella está pensando en un pequeño niño, ojos dulces y cabellos rizados. Ella lo quiere, ella quiere un niño así. Ella, se da cuenta, tiene sentimientos; ella sufre, recordando miles de veces las manos arrancándole el sombrero, las mismas manos recorriéndole las piernas.

Es aterrador, piensa, más aún de lo que imaginó cuando Carlisle se lo contó. Ella, realmente, merece estar destrozada.

«Apreciaría mucho que dejaras de entrar en mi mente, ¿sabes?» piensa ella, de repente recordando que él puede escuchar todo lo que ella piensa. Él se levanta del piano blanco y camina hacia la habitación de Rosalie.

Abre la puerta, luego de tocar, y la encuentra mirando por la ventana.

—Aléjate, Mansen —gruñe, a la defensiva. Edward no la obedece, incluso se acerca más.

—Me equivoqué contigo —admite, avergonzado. Ella le dirige una mirada escéptica.

—Gracias, ahora podré dormir tranquila —murmura Rosalie, falsa dulzura bañando su tono—; oh, espera, nunca más podré dormir.

«Qué vida del asco» agrega en su mente, Edward sonríe.

—Estoy totalmente de acuerdo.

Ahora le toca a ella ser gratamente sorprendida. Él, se da cuenta, no es un maldito bloque de hielo que no siente nada.

Comienzan a hablar un poco de lo que los llevó a estar allí en ese momento, ambos sincerándose el uno con el otro (no podían hacerlo con nadie más, eran sólo ellos dos y la feliz pareja).

Desde ese momento, las tardes en las que Esme acompaña a Carlisle, ellos se dedican a hablar o tocar piano en dúo. Pero nadie lo sabe, ellos siguen siendo los mismos enemigos de siempre; no se soportan, no se hablan, no se miran.

Él le escribe una canción, es melancólica y suave, es dulce y a la vez con un toque de peligro; comienza alegre y termina repleta de angustia. Es como ella, como él. Como ambos.

Y entonces ambos sienten que sanan un poco, como ninguna otra medicina hubiera sido capaz de sanarlos.