Actualización rapida, lo sé. Nada que ver con lo que ha pasado ultimamente. Espero que disfruten este capítulo, por que el climax está sobre nosotros.


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Sello Diurno


La mirada tétrica del monarca atormentaba hasta el más pequeño de sus súbditos. El rey yacía encerrado en una oscuridad que parecía permanente. Habían pasado dos días, dos días en los cuales la vida no pudo ser menos difícil, no pudo ser más complicada y no pudo ser más dolorosa.

La culpa carcomía al señor de las vastas tierras que llegarían a ser, en una pequeña parte, Konoha. Se encontraba pues, en la segunda noche de tristeza luego de haber sepultado a Sakura, su hija pequeña.

No sólo tenía que sobreponerse al duelo de haber perdido a la hija que tanto adoró, sino que debía soportar una culpa autoimpuesta. Sakura había muerto cuando claramente no era su momento y esto, fácilmente dedicado por la causa de su fallecimiento.

Asesinato.

Fácil el saber el por qué, lo verdaderamente complicado era el buscar el quién. Sakura era la hija mejor de Hashirama, la última hija nacida del matrimonio real, una verdadera princesa. Siempre iba de aquí para allá con una estela llameante de felicidad, siempre entrometida y altruista, la pequeña Sakura era la alegría del castillo entero. Tanto sus tíos como su hermano y sirvientes adoraban la forma en la que sus piecitos hacían ruido en la madera del piso, para que después una risa infantil surcara el aire, en aras de que la hija menor del rey había hecha una travesura inocente.

Pero ahora, el sonido de sus piecitos contra la madera jamás volvería a sonar. No volvería a aparecer la risa infantil de la nada después de ver un pergamino fuera de lugar o un rastro de agua en el corredor principal, prueba de que la pequeña solía bañarse en la fuente de las carpas.

No, ahora nada de eso existiría… y Hashirama se odiaba intensamente por permitirlo. Sakura había muerto durante un viaje, en el cual Hashirama había descuidado a su hija al dejarla marchar libremente en el bosque, el resultado de esto fue que la encontró degollada y sin ciertas piezas reales que la caracterizaban como miembro de la nobleza. Seguramente la pobre chiquilla había llorado, implorado por su padre, incluso hasta maldecirlo, pero lo cierto era que jamás lo sabría, pues cuando se dio cuenta que Sakura no regresaba luego de determinado tiempo y que además un palpitar incómodo lo atormentaba constantemente decidió ir a buscarla para encontrar su cuerpecito frio y mortecino.

Era por eso que jamás se lo perdonaría. Por su descuido Sakura había muerto, por él era que su hija no llegaría a la edad de experimentar los mejores años de su vida. Todo porque no consideró lo que podría pasar, y varias veces lamento su falta de imaginación.

—Majestad. – la voz de uno de sus subordinados lo trajo en sí luego de haber estado ido en sus pensamientos.

—¿Sí? – se reincorporó.

—¿Querrá que traigan la cena a su habitación? Su majestad, la reina, está muy preocupada también, desea saber si asistirá a la ceremonia de luto. – las palabras del siervo eran suaves y prudentes.

—No, gracias. No cenaré y dile a mi mujer que hoy no me apetece ir, será mañana. – Hashirama también fue cortes, pero sin dejar de lado aquella tristeza estoica.

—Sí, majestad. – el sirviente se fue, dejándole solo y en aquella penumbra de depresión.

No obstante, nuevamente los pasos de un extraño se acercaron a su habitación, y pese a que no eran muy duros, le eran incómodos. Esta vez no tocaron a la puerta, sino que la abrieron y cerraron con poca fuerza, Hashirama yacía de espaldas, por lo que pensó que sería su esposa.

—Ahora no, Mito. – cerró sus ojos, esperando a escucharla partir, mas no fue así. —¿Acaso no te lo dijo el mensajero que enviaste? No me apetece ir a la ceremonia.

—Es una pena, era una niña simpática. – los ojos de Hashirama se abrieron hasta casi salirse de sus cuencas, la voz que escuchaba no era la de su esposa, si no la de un demonio que conocía de forma impersonal. Se giró rápidamente hasta verlo de frente y la imagen que recibió fue horripilante.

—¿Naruto? – negó rápidamente con la cabeza. —No, eres ese demonio, ¿Verdad? Kyuubi no Youko. El demonio que traicionó a Minato y Kushina, quien atacó la aldea hace un poco más de tres años.

—Tus palabras son ciertas, menos una. Yo jamás traicioné a Minato y Kushina. – la sorpresa de ver la figura del pequeño Naruto de tres años, mientras unos ojos rojos, colmillos un tanto sobresalientes y un flujo nebulosa de oscuridad y energía rodeándole su cuerpecito, era perturbadora y amenazante. —Lamentablemente, aún después de este tiempo no puedo revelar al causante de aquel evento, pues con tan sólo decir su nombre mi lengua explotaría, ¿Muy astuto, no?

—¿Ah sí? – el perfil de Senju cambió rápidamente, su duelo se remplazó por precaución y asertividad.

—Hashirama Senju, el nombre del hombre más poderoso del mundo. – se sentó frente a él, escuchar la voz tenebrosa del zorro en la boquita de Naruto le causaba escalofríos. —Te veo muy triste, ¿Puedo saber por qué?

—Ya lo sabes, todo el reino lo sabe.

—Claro, claro… - soltó una pequeña carcajada.

—Dudo mucho que este sea un ataque directo hacia la aldea, de lo contrario, ya hubieras destruido la mitad del castillo.

—Ciertamente. Mi presencia aquí no es para declarar la guerra, estate tranquilo.

—¿Entonces? – hubo un silencio estoico entre los dos, era como si ninguno tuviera la facultad para seguir hablando. Luego, sin nada más, el demonio sonrió para después dejar salir un suspiro.

—He vivido mucho tiempo, Hashirama. Más de lo que crees o que tú llegarás a vivir. No soy inmortal, pero sí eterno, poseo la capacidad de vivir mucho tiempo y una vez que muero… renazco en una época diferente.

—Solían llamarte Dios Zorro, ¿Era por ese dote?

—Eso y más. – se vanaglorio. —Pero no es mi intención hablar de mis cualidades. La razón es otra. Quizás muchos se pregunten, y lo digo por los testigos de aquella vez, por qué decidí dejar vivo a Naruto y no escapar cuando tuve la oportunidad.

—En realidad es un misterio que me gustaría saber. – confesó el rey.

—Minato y Kushina salvaron mi vida hace mucho tiempo y tras liberarme de aquel sello pude regresar a lo que era antes.

—¿Dices que mi pequeña sobrina y su esposo destruyeron un sello sagrado de siglos de permanencia?

—El poder del Sennin se debilitó con el tiempo, pero sólo un experto en poderes de sellado sería capaz de romperlo, Kushina era excelente, si me permites decir.

—Sí, tenía mucho talento. – exclamó con tristeza.

—El sello de Rikoudo Sennin debia matarme poco a poco, drenando mi energía al punto en el que muriera sin ninguna capacidad divina. Luego de que tu sobrina me liberara recuperé mis habilidades, pero no del todo. Realmente me costaría mucho tiempo reponerme, tardado sí, pero no imposible. El hombre que me invocó en tu reino para destruirlo sabía que estaba débil en ese aspecto y se apoderó de mi poder para su beneficio. Minato me detuvo, pero a coste de su vida. Como agradecimiento por ello y por el pasado, decidí unirme al alma de Naruto y brindarle vida.

—Es decir, que tu alma y la de Naruto están unidas a un nivel tan fuerte… que tu muerte significaría la suya o viceversa, ¿Cierto? Es lo que parece ser.

—Sólo en cierta medida. La verdad es que su alma y la mía son dos distintas y convivimos en el mismo cuerpo, por lo que si nuestros espíritus se mezclan demasiado se realizaría una batalla por el dominio, que dudo mucho que el chico pueda ganar.

—Resultando en la muerte de uno.

—O ambos, dependiendo la situación.

—Me estás dando mucha información interesante, ¿De qué va esto?

—Naruto depende de mí para vivir, pero en cierta medida. Sus funciones orgánicas son las mismas, incluso su poder y capacidades físicas serán propias, pero… sin mí esa energía vital desaparecerá lentamente. A penas es un niño, por lo que su voluntad es pobre, así que me encargaré de darle de mi fuerza para que viva.

—Si lo pones así, es cómo si Naruto fuera un parásito y tú su comensal.

—Lo es en cierta medida, yo le proveeré de fuerza hasta que sea capaz de vivir sin mí. Pero para ello tardaría mucho, incluso dudo sobre el tiempo exacto. Dado que nació muerto, su alma abandonó su cuerpo, el que me haya unido a él sólo es una forma de anclarla para permitirle crecer, de que ésta energía se queda o no con él, ya dependerá de Naruto.

—¿Por qué hacer esto? Según los relatos, eras una bestia despiadada que odiaba la humanidad, no cuadra contigo. – Hashirama se cruzó de brazos.

—No me importa sacrificar cincuenta u ochenta años de mi existencia, después de todo, nunca envejezco. Además, el sello de Rikoudo no sólo me debilitó, sino que en su proceso purificó mi alma en cierta medida.

—¿Qué ganaría de todo esto? A mi parecer el único que está aventajándose de este trato eres tú.

—Esa hija que tanto querías… yo sé cómo puedes volverla a ver.

—Te escucho… - acababa de dar en el clavo.

—Poseo una habilidad, que aunque no es exacta es real. Puedo ver el futuro.

—¿Enserio? – le miró con una mueca de incredulidad.

—Sí. No veo lo que pasará con exactitud, sino que veo pequeños retazos que tarde o temprano formarán parte de un hecho ya sea bueno o malo.

—¿Y… que ves?

—Veo un evento catastrófico que tiene que ver con Naruto y un desequilibrio en su alma. Veo también la muerte de muchos, pero no se quienes, así pues, un suceso relacionado con una persona de ojos rojos y que es capaz de controlar el fuego como una extensión más de su cuerpo.

—Ya veo. – Hashirama dejó de reír internamente para prestar atención.

—También un hombre, que intentará destruirme y conmigo a Naruto. No sé cuándo llegará, pero se postrará ante ti y tú sabrás su cometido al instante.

—Has visto cosas muy interesantes. – reflexionó el monarca. —¿Qué es lo que debo hacer?

—Protege a Naruto. No dejes que muera ni que su alma explote, por qué, si él lo hace una parte de mí también lo hará o algo peor.

—Ya veo, intentas protegerte de eso. – acusó malicioso.

—Precisamente.

—¿Y por qué no proteges tú a Naruto? Según veo puedes brindarle algo de tu poder, ¿Por qué no usarlo para luchar?

—Ah, sí, podría. Pero no sé cuándo sucederá. Si intentó pelear con un niño de escasa experiencia éste enloquecerá.

—Entiendo. Bien, lo haré. De hecho, aunque no me lo pidieras lo haría de todas formas, se lo prometí a Kushina y a Minato.

—Es bueno escuchar eso.

—Ahora, respecto a mi hija…

—Claro, tu hija. – Naruto se cruzó de brazos y se relajó. —Tú la verás, eventualmente.

—¿Acaso lo has visto en tus viajes al futuro? – le miró malhumorado.

—Lo he hecho. Sakura ha muerto, pero su alma y tiempo corren en un bucle temporal diferente. Ella y tú se volverán a ver y pese a que no sé las circunstancias, prometo hacer que pase.

—¿Cómo?

—Te ayudaré a que te conectes con ella. Te daré una parte de mi habilidad.

—¿Cómo sé que no serán engaños?

—Por qué si es así, podrás destruirme. No opondré resistencia. – dijo sonriendo.

—Ya veo. – Hashirama cerró los ojos y pensó un momento. —Bien, hagamos el trato.

—De acuerdo. – los dos estrecharon sus manos.

—¿Prometes que se hará realidad? ¿Qué veré a mi hija sana y salva? – no era el rey quien se lo pedía, sino el padre dolido que acababa de perder a su adorada hija.

—Lo prometo. – y tras decir esto la presencia del zorro desapareció, dejando a un inconsciente Uzumaki Naruto en sus brazos.

—Confiaré en ti. – susurró el rey antes de tomar al pequeño y llevarlo a su dormitorio.

La sonrisa del rey azoraba a Sakura hasta más no poder. Su cuerpo se sentía tan liviano y saludable, que había perdido la noción de lo que estaba haciendo o pasaba.

—¿Hija? – preguntó aturdida.

—Sí, pequeña. – la sonrisa del hombre la hizo sentirse bien. —Pensé que pasaría la eternidad y no te vería nuevamente. Estoy contento de poder hacerlo, por años estuve encerrado en aquel colgante, con la esperanza de verte.

—¿Colgante?

—Bueno, una parte de mi alma. Me alegra que al fin pudiera comunicarme contigo. Tenemos mucho de qué hablar.

—No sé qué decir.

—Está bien, está bien, todo a su tiempo. – le dio un beso en la frente y para Sakura fue como una película rápida, pues sus recuerdos la asaltaron repentinamente.

—¡Oh, Dios mío! – parpadeó exaltada y el rey le miró curioso.

—¿Qué pasa?

—¡Naruto y Sasuke! – sus nombres cambiaron la cara del rey. —Padre, ellos han… - calló al darse cuenta de lo que acababa de decir.

—¿Sucede algo con ellos? – Hashirama sonreía muy feliz.

—Están en un terrible peligro. Una marioneta cadavérica proveniente del clan Sennin intentó destruir a Naruto y a Sasuke, si no hago algo ellos dos…

—¿Sennin? – la expresión del padre cambió a una llena de seriedad. —No me digas que… ese hombre sigue con vida. Cielos, pensé que con el tiempo se rendiría.

—¿Lo conoces?

—Su vida y la de Naruto están entrelazadas por una misión consagrada en siglos y siglos de existencia. La descendencia de Rikoudo Sennin, el captor original del Kyuubi, tomaron la tarea de cazar al zorro una vez que éste escapara de su prisión. Igual con el resto de las bestias con cola. Su plan es aniquilar a la bestia, para que el honor de su familia sea restaurado.

—Entiendo. – Sakura asintió y se cruzó de brazos, Hashirama sonrió otra vez, esa pose era muy característica de ella cuando en sus años de infancia le aleccionaba y ella asentía entretenida.

—Hay cosas que nunca cambian. – dijo él con ternura.

—¿Eh?

—Nada, nada. – repuso. —¿Qué pasa con ellos?

—Van a asesinarlos. – dijo con pesar.

—¿Por qué no luchan entonces?

—Ambos están malditos, no pueden usar sus poderes durante la luz del día.

—Oh, cielos, lo olvidaba. – se dio un golpecito en la cabeza. —Mi niña, que tonto fui. Es cierto, en ese entonces no pensé que algo como esto resultaría.

—¿Hay alguna forma de ayudarles? Sé que soy su guardiana pero…

—¿Guardiana? Ya veo. Bien, es cierto, cree la maldición para contenerlos y sólo tú puedes liberarlos.

—¿Cómo?

—Usando el sello diurno.

—¿El sello diurno?

—Sí, con él prácticamente romperías la maldición. Pero sólo funcionaría si ambos guerreros estuvieran de acuerdo o tuvieran un propósito en común. En aquel entonces Sasuke deseaba asesinar a Naruto por que le culpaba de muchas cosas, seguramente ya lo sabes. – Sakura asintió. —Por lo que era casi imposible que ambos estuvieran de acuerdo y así detener el sello nocturno.

—¿Qué debo hacer?

—Nada más, mi pequeña. – le tomó de las manos. —El sello sólo se mostrará si tú puedes unir los corazones de los tres. Crear un puente y abrir la llave. Debes creer que podrás hacerlo y pasará.

—Entiendo. – miró sus manos, que seguían cobijadas por las de él. —Padre. – Hashirama le miró atentamente. —¿Por qué lloras? – el hombre sonrió con melancolía.

—Porque estoy feliz, mi pequeña. Durante mucho tiempo sentí que había fallado a mi promesa de protegerte, que fui un mal padre, que te abandoné en el peor momento. Lo lamento tanto, Sakura. Por mi culpa…

—Tranquilo. – Sakura lo abrazó, la cabeza de Hashirama descansó en su hombro. —La verdad es… que no recuerdo que pasó. Pero siento una gran tristeza en tu interior que muero por disolver. Sé que eres mi padre, pero no guardo ninguna clase de rencor, por lo que no debes llorar.

—Eras tan pequeña… es por eso que no recuerdas. Además que has madurado.

—Te agradezco mucho que me hayas dicho cómo salvar a mis amigos. También quiero que estés tranquilo, yo soy feliz, ¿Por qué no lo eres tú?

—Ahora lo soy. El zorro cumplió su palabra y le agradezco, pero quiero obtener aquel merecido descanso luego de escuchar que me perdonas.

—No te culpo de nada. – repentinamente la figura de Sakura cambió a la de aquella pequeña niña de antaño. —Te quiero mucho, papá.

—Y yo a ti, mi pequeña flor de cerezo. – le abrazó con firmeza y depositó un beso en su frente. —Me siento mucho mejor. – ella rio y Hashirama con ella. —Siempre estaré contigo, Sakura. No dudes eso.

—Lo sé. – la niña sonrió.

—El secreto está en el dorso de tu mano. – dijo de forma aleatoria.

—¿Qué?

—Volveremos a vernos… en tus sueños. – se levantó y comenzó a caminar. —Te amo. – luego, una brisa fresca hizo que su imagen desapareciera en una ventisca de hojas.

Cuando Sakura recuperó la noción de lo que acababa de suceder, no pudo frenar el rio de lágrimas que emergían de sus ojos.

—Gracias, papá.

Una sensación cálida y el olor de la sangre llamaron enteramente su atención. Sakura abrió los ojos despacio, puesto que la luz le molestaba demasiado. Parpadeó un par de veces y luego percibió el resto su alrededor. Un sollozo terminó por despertarla y buscó la posibilidad de tocar lo que fuese que estuviese sosteniéndola. Tocó una mejilla, la cual era cálida y mojada, elevó la barbilla para encontrarse con Sasuke, quien le miraba angustiado.

—¿Sasuke-kun? – el muchacho reaccionó al momento y le miró angustiado.

—¿Sakura? – jadeó, no sólo del dolor, sino de verla viva.

—Me duele mucho… - se quejó en un susurro.

—Tranquila. – él le acarició el rostro. —Todo estará bien.

—¿Sakura-chan? – Naruto también reaccionó ante ello.

—Naruto, Sasuke… están heridos. – intentó moverse, pero el dolor se lo impidió. —Ya recuerdo… el Sennin me hirió, los hirió también a ustedes.

—Sí, pero no te preocupes. – consoló Sasuke. —Lo importante es que estés viva.

—Quiero sanarlos.

—No, Sakura-chan, debes evitar moverte. – Naruto estaba al lado, aun clavado a la tierra.

—Naruto… tus manos. – se quejó lastimosa. —Sasuke-kun, tu estómago. – los dos chicos se veían fatales. —Por favor… quiero ayudarlos. – como pudo estiró sus manos para tocarlos y logró colocar su mano derecha tocó las manos de Naruto y con la izquierda el estómago de Sasuke, ante esto comenzó a emanar una energía de color verde que, sin prisas, comenzó a sanar sus heridas.

—Sakura… - Sasuke reprochó pero ella le miró con una sonrisa. —Tú también sanaste. – informó.

—¡Ahí viene! – informó Naruto, quien estaba tardando más en curarse dada la barra en sus manos.

La marioneta se había sacado la barra de hierro de una sola estocada y caminaba lentamente hasta ellos. Los dos guerreros se tensaron. Aun si Sakura los sanaba no podrían luchar y se convertiría en un círculo vicioso.

—Maldito monstruo. – gruñó Sasuke, una vez sano.

—¿Desean derrotarlo? – preguntó Sakura.

—No podemos. – increpó Naruto. —Aunque queramos, si no podemos usar nuestros poderes…

—Sakura, debes mantenerte a salvo.

—Yo quiero que ustedes estén a salvo. ¿No quieren lo mismo? – insistió.

—Claro que sí. – inquirió Naruto. —Pero sin nuestros poderes…

—Pero… fuera de todo, ¿También quieren que los tres estemos salvo?

—¿A qué vas con eso, Sakura? – gruñó tenso Sasuke.

—Tan sólo digan que sí.

—Sí, yo quiero que estén bien. – confesó Naruto.

—Gracias, ¿Y tú, Sasuke-kun?

—También. – asintió.

—Gracias. – dijo aliviada juntó sus manos y automáticamente una línea negra que iba desde sus manos hasta su frente en un rombide tatuado. Los dos se quedaron en una pieza, aquello jamás lo habían visto.

—¿Qué es eso? – exclamó Naruto.

—Sello Diurno. – proclamó Sakura. —¡Liberado! – una opresión se liberó del pecho de los tres y de forma fugaz los dos muchachos compartieron una mirada cargada de sentimientos encontrados.

De pronto se sentían muy poderosos.

—Sasuke, ¿Lo sientes?

—Sí. – se levantó junto a Sakura. —¿Qué has hecho?

—Romper su maldición. – dijo sin más. —Mi padre me lo dijo. – sonrió.

—¿Tú padre?

—¡Sasuke! – Naruto advirtió, pues la marioneta atacaba de frente.

—¡Sakura, atrás de mí! – por instinto hizo unos sellos manuales y juntó un gran bocanada de aire. —¡Goukakyu! – la bola de fuego emergió como una exhalación más. La marioneta retrocedió ante esto y Sasuke admiró sorprendido el cambio. —Podemos usar nuestro chakra.

—¿Qué? – Naruto se concentró y de la misma forma un remolino de aire despego la estaca que lo contenía. Miró sus manos maravillado y se rio quedito. —Parece que es nuestro turno. – tronó sus nudillos. —Gracias, Sakura-chan. ¡Adelante, Sasuke!

—Por supuesto.

—Se ven más confiados, pero eso no significa nada. – Pain juntó sus manos e invocó un ataque destructivo. —¡Chibaku Tensei! – sobre ellos los fragmentos del piso unieron en una enorme esfera hasta parecer un meteorito sostenido por el enemigo.

La gente alrededor comenzó a correr y gritar asustada, pero Sakura, Naruto y Sasuke miraron atentamente, ambos tenían un halo diferente, los dos muchachos se miraron entre sí y asintieron, Sakura sonrió por su parte, algo en ella le decía que todo iba a estar sumamente bien.

—Desde el cielo tormentoso y los mares furiosos, ven a mí por el poder de mis ojos… ¡Susanoo! – la figura completa del muchacho se cubrió de un fuego violeta, Naruto miró sorprendido a su compañero, era la primera vez que observaba esa técnica. Ante sus ojos lo que parecía ser un esqueleto a medias se convirtió en un guerrero cuya armadura era incluso más antigua que la de Sasuke. Las personas de alrededor dejaron de gritar y prestaron atención al mismo dios antiguo del mar que se manifestaba ante la orden del jovencito del Clan Uchiha.

—Sorprendente. – Naruto tragó saliva.

La figura miró al cielo, en donde se formaba el choque planetario y tras una orden mucha, extendió un brazo frente a él, se trataba de un arco y colocaba al frente una espada de energía que le serviría de flecha.

—Dispara. – susurró el moreno y el ser obedeció. Un grito de guerra acompañado de un disparo limpio.

Pain observó muy quieto lo que sucedía, pues la flecha dio en el medio y sin más destrozó la formación perfecta que acababa de hacer. Los escombros volaron por todos lados, acababan de destruir una de las técnicas más poderosas que poseía.

—¡Esto no ha terminado! – Naruto saltó en el aire, sus ojos habían cambiado de forma y el resplandor de la energía natural rodeándolo fue una maravilla más para los presentes. —¡Rasen Shuriken! – en sus manos se formaron dos cúmulos con aspas de viento y chakra, estas volaron a través de las nubes, explorando y pulverizando todo l entrar en contacto con los escombros.

—Es rápido. – comentó el cadáver.

—Lo soy. – Naruto estaba detrás de él, no supo en que momento había aparecido. —¡Rasengan! – la esfera espiritual se impactó en su espalda causándole mucho daño y mandándolo a volar contra Sasuke. —¡Su punto clave es en el pecho! – informó.

—Lo sé. – no había nada que escapara a su Sharingan. —¡Chidori! – simplemente no hubo nada que pudiera hacer, los ojos de la marioneta se quedaron en la nada una vez que los relámpagos de Sasuke atravesaron su pecho.

—Ya veo. – susurró Pain antes de morir. —Esto cambia las cosas. – tras decirlo su cuerpo entero se apagó suavemente.

—Sasuke-kun, Naruto. – Sakura se acercó cuidadosamente hasta ellos.

—¡Sakura-chan! – Naruto fue el primero en correr donde ella y abrazarlo. —¡Gracias, gracias! – la cargó para deleite.

—¡Naruto! – se sintió apenada.

—Sakura. – Sasuke llegó donde ella, limpiando la sangre de su mano y abrazó a Sakura con su mano derecha, uniéndola a su pecho por unos segundos. —Gracias. – dijo al separarse.

—No hay de qué, Sasuke-kun. – cruzó sus dedos apenada y sonrojada.

—Vaya, vaya. – los tres miraron a Kakashi, quien les miraba desde la sombra de un árbol. —Ustedes siempre desafían mis capacidades. Veo que han roto la maldición. – él aplaudió y después les miró con seriedad. —Ahora debemos enfrentar las consecuencias. – Kakashi miró hacia lo lejos y los jóvenes lo imitaron.

El Rinnegan se les enfrentó directamente.

—Ese hombre. – Naruto sintió un escalofrió familiar.

—Es el amo de las marionetas. – convino Kakashi.

—Muchacho travieso. – murmuró Nagato desde lejos. —Al fin nos vemos las caras.

Algo muy malo iba a pasar.

Continuará…

La batalla final, el Sennin contra los Guerreros. ¿Que pasará?

¿Merece un comentario?

Yume no Kaze.