Finalmente, segundo capítulo.

Les agradezco todos sus comentarios, y pues que se tomaran la molestia de leerlos. Lamento no agradecer persona por persona, pero ffnet no me deja ver los reviews. Así que comentarios y demás serán respondidos en el siguiente (y probablemente último) capítulo de este fic.

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Felices fiestas! Y buena suerte con sus santas. XP


Crónicas Hatake.

Misión Clase-D… ¿Criminal –S?

Capítulo Dos.

Nada es Tan Fácil Como lo Pintan.

Luego de superar la crisis con solamente una que otra secuela psicológica, los dos jounnins procedieron a revisar la lista de Sakura.

-Aquí dice que toca alimentarlo –leyó Rock.

-¿Qué comen los bebés? –interrogó Naruto-. ¿Ramen?

-Déjame ver… Página 17 párrafo 4… "Los bebés no comen ramen, Naruto. ¡Sólo a ti se te ocurre! Los bebés toman leche y comen papilla. Revisen el anexo D, apartado VII para mayor información."

Anexo D, apartado VII… ¡Aquí está! Debemos darle un biberón (que encontraremos en el refrigerador; calentarlo cuarenta y cinco segundos en el microondas y asegurar con el brazo que no esté demasiado caliente) y papilla de chícharos (el frasco está en la alacena). Hay que alimentarlo hasta dónde quiera y no obligarlo a comer más si no quiere.

-Suena fácil –replicó el kitsune.

Llevaron al indefenso infante a la cocina y lo sentaron en su sillita alta. Mientras Lee buscaba el puré, Naruto se encargaba de preparar la leche.

-Ya tengo la papilla –anunció Lee con orgullo.

El microondas indicó que la leche estaba lista. Naruto sacó la botella y ya iba a dársela al bodoque…

-¡Espera, Naruto-kun! –indicó el cejotas-. Primero debes asegurarte de que no esté demasiado caliente.

-¡Está perfecta! –replicó el de naranja al tiempo que dejaba caer unas gotas de líquido en su muñeca.

-¡Argh! ¡Está caliente! ¡Duele!

El shinobi corrió a poner su quemadura de tercer grado bajo un chorro de agua fría.

-¿Lo calentaste cuarenta y cinco segundos? –preguntó Lee.

-No, le di en inicio rápido –respondió Naruto, examinando las feas ampollas que comenzaban a aparecer en su brazo.

El moreno suspiró.

-Con razón.

-¡Qué! ¡Yo siempre le doy en inicio rápido cuando preparó ramen! –se defendió Naruto.

Sabiamente, Rock Lee prefirió callar.

-Habrá que esperar a que se enfríe –dijo encogiéndose de hombros y tomando el frasco de puré de chícharos.

Muy bien, Sakumo-kun, abre grande porque aquí viene el jutsu.

El aludido miró el verde contenido de la cuchara, luego a Lee, otra vez la cuchara y le dedicó a su niñera una mirada que bien podría ser interpretada como "no bromees".

-Vamos, Sakumo-kun, come tu comida. Está deliciosa.

El niño se cruzó de brazos y giró la cabeza en un claro acto de rebeldía.

-Por favor, Sakumo-kun.

Sakumo-kun no quiso.

-¡Está riquísma! –aseguró Lee-. Mira.

El hombre se metió la cuchara en la boca y sufrió un infarto gustativo. Tragó la cosa, esforzándose más allá de lo humano por no llorar.

-¿Lo ves? Está deliciosa.

Habría resultado más convincente si su rostro no tuviera el mismo color que la papilla. Pero cierto ninja no notó esto.

-¿En serio? –se sorprendió Naruto y le arrebató el frasco-.A ver.

-¡No, Naruto-kun!

Muy tarde, Uzumaki ya estaba tirado en el piso echando espuma por la boca.

-¡Esto sabe horrible! –chilló al tiempo de ponerse de pie-. ¡No es posible que Sakura-chan no pueda ni preparar una papilla decente! ¡Deberían prohibirle cocinar!

-Jijiji.

El jinchuuriki miró al pequeñín, malhumorado. Sonrió de forma macabra y hundió la cuchara en la papilla una vez más…

-Abre grande, Sakumo-chan… -dijo en tono cantarín-. Es hora de que pruebes la deliciosa comida de tu mami…

Sakumo-chan no era tonto; rápidamente se cubrió la boca con ambas manitas y se encogió en su periquera.

-¡Vamos, enano! No seas melindroso.

Uzumaki sujetó al niño y trató de forzar la cucharada de veneno en su boca; pero Sakumo lo sujeto de la muñeca (justo donde se había quemado) y apartó su brazo con tanta fuerza que la cuchara salió volando, yendo a clavarse en la pared. El contenido del frasco se volcó en la paleta de la silla del bebé.

-Au… Eso dolió… -murmuró Naruto sobándose la parte agredida. Se quedó de piedra al ver la impresión dejada por los deditos-. Creo que será mejor que vende esto…

-Sin duda, Sakumo-kun heredó la fuerza de Sakura-san –opinó Lee, tratando inútilmente de desincrustar la cuchara de la pared.

El nuevo Hatake estaba muy ocupado embadurnando el puré en su periquera.

Finalmente, Lee consiguió sacar la cuchara… y como había quedado deshecha, la tiró a la basura.

-Ese mocoso… -murmuró Naruto regresando a la cocina con el brazo vendado.

El ninja de verde abrió la despensa y sacó otro frasco de comida para el bebé.

-Espero que esto sepa mejor –dijo de corazón.

Sacó la tapa, metió una nueva cuchara y cuando se disponía a alimentar al niño, se dio cuenta de que éste ya no estaba.

-Naruto-kun… -llamó con su poblada ceja contrayéndose en un tic.

-¿Qué?

-Por favor, dime que tú te llevaste a Sakumo-kun.

-No, ¿para que lo quiero? –El rubio miró a la sillita del bebé y se le heló el corazón.

¡¿PERO DÓNDE DIABLOS SE METIÓ EL PEQUEÑO MONSTRUO?

Un bebito vagaba solo por allí, en una casa llena de objetos peligrosos, punzo cortantes, inflamables, tóxicos y demás adjetivos que pudieran calificar cualquier cosa factible de ser encontrado en la residencia de un ninja.

Y se trataba del bebito de Sakura, una madre con fuerza sobrehumana y un carácter del demonio… que estaría fuera de la aldea por varios días, tiempo suficiente para escapar… si es que Tsunade-baachan, la "abuelita", no los pescaba antes.

O el padre, que llegaría de un momento a otro y tenía una jauría de perros ninjas, magníficos rastreadores, a su disposición, así como un ojo capaz de desaparecerte de la faz de la tierra.

-¡Sakumo!

Ambos shinobis corrieron hacia la periquera y la examinaron con atención, como si esperaran que Sakumo fuera aparecer milagrosamente allí de un instante a otro.

-¡¿A dónde se fue? ¡¿A dónde se fue? –gritaba Uzumaki una y otra vez.

-Es un bebé, ¡no puede estar muy lejos! –aseguró Lee, más para tranquilizarse a si mismo que a su compañero.

Oye, Naruto-kun, ¿ya viste este dibujo? –interrogó Rock señalando el diseño de papilla-. ¿No crees que se parece a un sello…?

El puré explotó, dejando a los dos ninjas cubiertos de la receta secreta de chicharos tóxicos de Sakura.

Lee abrió la boca y dejó escapar una nubecilla de humo verde.

-Sí, definitivamente eso parecía un sello explosivo.

-o-o-o-

Encontraron a Sakumo en la habitación de sus padres, acostado panza abajo en la cama y dibujando muy contento con el maquillaje de su madre.

¿Cómo llegó allí el bodoque de medio año y cómo le hizo para transportar el equipo completo de belleza de su madre? Misterio.

-Vas a pagar, Sakumo…–siseó el tipo de naranja-. Vas a pagar

-Olvídalo, Naruto-kun; lo importante es que lo encontramos y no le pasó nada –trató de calmarlo su amigo.

-En seguida me encargó de corregir eso –gruñó el rubio arremangándose y mirando al pequeño de forma asesina.

-¿Da? –balbuceó bebé Sakumo antes de volver a concentrarse en su dibujo.

El discípulo de Gai se acercó a la cama disimuladamente, interponiéndose entre el kitsune y su pronta a ser presa.

-¡Pero mira que lindos dibujos hizo Sakumo-kun! –exclamó Lee levantando una de las hojas utilizadas por el bebito y pegándosela a Naruto a los ojos.

-A mi me parecen sólo manchas –replicó el prospecto de Hokage, entrecerrando los ojos y bizqueando ante los coloridos borrones.

-¡Es un muy buen dibujo para un shinobi tan joven! –aseveró Lee.

-¿Qué es esa cosa verde? –interrogó el adicto al ramen, olvidando momentáneamente su enojo.

-Creo que es un árbol.

-¿Y esa cosa naranja y negra?

-Creo que tiene bigotes… debe ser un gato.

-¿Y esa cosa rosa y roja? ¿Qué está haciendo?

-Parece un… una… No lo sé –contestó Lee-. ¡Pero creo que está saludando al árbol y al gato! ¡Mira como mueve las manos!

Los está saludando, ¿verdad, Sakumo-kun?

El bebé asintió tranquilamente con una mirada maliciosa.

-Cejotas… no me gusta cómo nos está viendo.

-o-o-o-

-Después de la comida, sigue la siesta –anunció Lee revisando la lista.

-Muy bien –dijo Uzumaki lentamente y con una sonrisa curel-… Maldito enano, ya es hora de que te duermas.

¿Cómo se las arregló Naruto para que "duermas" sonara tan parecido a "mueras"?

Pañal limpio, niño en la cuna, bien arropado, biberón a la temperatura adecuada y niñeras fuera de la habitación...

-¡Bbbuuuuuuuaaaaaahhhhh!

-¡¿Ahora qué? –chilló el kitsune.

-Olvidamos leerle el cuento –respondió Lee golpeándose la frente con la lista de Sakura.

-Los cuentos son para los niños buenos –razonó Naruto.

¡Y TÚ NO LO ERES! –le gritó a la puerta cerrada.

-¡BBUUUUUUUUAAAAAAAHHHHHH!

-¡ESTÀ BIEN! ¡TÚ GANAS! –gritó el rubio a todo pulmón, abriendo la puerta de una patada.

-Ga –Sakumo sonrió satisfecho.

-Engendro de Kakashi –murmuró Naruto sudando frío al ver el arco del ojito feliz por partida doble.

Un minucioso registro de la habitación reveló la ausencia del libro.

Nada bueno considerando que Sakumo-chan quería dormirse y no podía hacerlo sin antes escuchar el mentado cuento. Así que quiso hacer partícipes de su sentir a sus cuidadores.

-¡BBBBUUUUUUAAAAAAAHHHHHHH! ¡BUUUUUAAAAAHHH!

-¡WAAAAAHHHH! –Naruto amenazaba con conocer la calvicie prematura.

¡Se acabó! –colocó sus manos llenas de pelo amarillo en posición-. ¡Kage Bunshin no Jutsu!

El ejército de jinchuurikis corrió por toda la casa, revolviéndolo todo en busca del libro perdido.

-¡Lo encontré! –anunció uno de ellos.

Ovación.

El libro llegó al cuarto del bebé y los clones desaparecieron.

-Muy bien, acabemos con esto. -Naruto carraspeó, sosteniendo el libro en alto.

-Uhm, Naruto-kun…

-¡Ahora no, Cejotas! ¿No ves que voy a leerle su maldito cuento al mocoso?

-Pero es que…

-"Había una vez, en una villita muy muy lejana, una escultural y atractiva princesa que gustaba de lucir una escotada caperuza roja, tacones de aguja y…"

El rubio abrió sus azules ojitos tanto como grandes platos soperos llenos de ramen.

-Oye, Lee, creo que éste no es el cuento de Sakumo-chan.

-Más bien parece el de Kakashi-san –asintió Rock.

-Sí, eso explica este dibujo de Caperucita con el lobo… y por qué usa así el látigo.

-Pero, ¿dónde está el libro de Sakumo-kun? –preguntó Lee.

-¡BBBBBUUUAAAAAAHHHH!

-¡Piensa! ¡Sakura-chan nos enseñó el estúpido libro antes de irse! –vociferó el de naranja, tratando de hacerse oír.

-¡Sí! ¡Era naranja y tenía un perrito en la portada! –chilló Lee.

-¡¿Y dónde está? –gritó Naruto.

-¡No lo sé!

-¡BUAH! –lloró Sakumo.

-¡BUAH! –lloró Naruto.

-¡BUAH! –lloró Lee.

Y los tres siguieron llorando hasta quedarse dormidos.