Esta fic son ESCENAS EXTENDIDAS de Amanecer, de Stephenie Meyer . Los personajes le pertenecen a ella.

AMANECER – CAPÍTULO ISLA ESME – PAG. 102 - ENTRE LINEAS 16 Y 17.

NOCHE DE BODAS DE BELLA Y EDWARD

Empiezo citando Amanecer:

Te prometí que lo intentaría – me susurro él, de repente tenso – pero si… si hago algo mal, si te hago daño, debes decírmelo corriendo.

Asentí con solemnidad, manteniendo mis ojos fijos en los suyos. Di un paso hacia delante a través de las olas e incliné la cabeza contra su pecho.

- No tengas miedo- le susurré – Somos como una sola persona.

De pronto me abrumó la realidad de mis palabras. Ese momento era tan perfecto, tan auténtico. No dejaba lugar a dudas.

Me rodeó con sus brazos, me estrechó contra él y hasta la última de mis terminaciones nerviosas cobró vida propia.

- Para siempre – concluyó él y después nos sumergimos suavemente en el agua profunda.

Rodamos en un beso, enredando nuestros cuerpos, con el agua envolviéndonos, salimos a la superficie antes de que yo me quedara sin aire.

Me dedicó una sonrisa mientras apartaba un mechón de mi pelo, y deslizó su mano por mi columna, deteniéndose al final de mi espalda, me apretó fuerte contra él, me estremecí al ser consciente de su cuerpo desnudo y fresco, contra mi cuerpo desnudo ardiendo, aunque el contraste de temperatura, estuvo lejos de refrescarme, porque en ese momento prendí por dentro, y perdí toda la precaución que había querido tener, para no sorprenderle y hacérselo difícil.

Incliné mi cuerpo para encajarlo a la forma del suyo, enredando mis manos en su pelo mojado. Y clavé mis ojos encendidos y nublados en los suyos.

Él besó mis labios con urgencia, y los míos respondieron igual, absorbiendo su aliento.

El contacto de su frío y duro cuerpo, sus manos fuertes acariciándome, y sus labios entre los míos buscándome, devorándome sin reservas por primera vez, alimentaron mi fuego, que cada vez prendía más y más, me hicieron perder la conciencia de la realidad y me perdí en un mundo nuevo de sensaciones, abandonándome a mis instintos, buscando satisfacer lo que mi cuerpo deseaba…

Noté el aire de la noche contra mi cuerpo húmedo, cuando Edward me llevó de nuevo a la habitación, sin dejar de besarme, aunque una vez dentro se deshizo de mi abrazo con facilidad.

– No!- le exigí, sintiendo un fuerte dolor en mi vientre por la separación.

Me mantuvo, separada de él, de pie a los pies de la cama, con sus manos reteniéndome en mi cintura. Intenté enfocar mi vista, nublada por la pasión y el deseo, con miedo de que me estuviera rechazando, como siempre, pero no vi nada de eso en sus ojos, cuando conseguí enfocarlos solo vi… amor.

Se sentó al borde de la cama y me atrajo suavemente hacia él, apoyando su oído contra mi pecho para escuchar mi corazón. Cerré los ojos y sostuve la respiración emocionada, enredando mis dedos de nuevo en su pelo, sus brazos rodearon mi cintura. Cuando empecé a marearme cogí aire de nuevo, y mi corazón empezó a latir desbocado. Como si fuera una señal, Edward empezó a incorporarse, lentamente, deslizando sus labios y su lengua por mi pecho, subiendo muy despacio hacia mi garganta. Me quedé muy quieta, sintiendo como olas ardientes recorrían todo mi cuerpo por dentro, él beso mi hombro y se paro en el hueco de mi cuello, yo sostenía de nuevo la respiración, expectante, subió sus manos hasta mi cara, él estaba de nuevo de pie, frente a mi, escuche como aspiraba el olor de mi cuerpo, supe que olía mi sangre, se le escapó un gemido, sus labios se separaron, sentí su frío aliento, abrió su boca rozando mi piel con sus dientes, arañando con sumo cuidado mi cuello, esta vez fui yo la que gemí mientras una descarga eléctrica sacudía mi cuerpo.

En ese mismo momento sus ojos estuvieron en los míos, descubrí en ellos la fiereza del primer día, su mirada negra, pero sus labios se torcieron en una sonrisa traviesa, mi favorita, y esta vez, al contrario de lo normal, me devolvió el aire.

Con un movimiento imposible, rápido pero delicado, me estiró en la cama, quedando sobre mí. Note su piel en mi piel desnuda, siendo consciente de todas las partes de nuestros cuerpos. Rozo sus labios contra los míos, pude sentir su lengua acariciándome, en un beso suave y dulce. Mis manos, sin orden por mi parte, empezaron a recorrer los músculos de su espalda, el hueco de su columna. Se separó y clavo sus ojos enfermos en mí.

- Bella…- dejo la frase sin terminar, no hizo falta, su expresión era de súplica.

- Confío en ti, confía en ti – le susurre mientras acariciaba sus bellos labios con las yemas de mis dedos. Cerró los ojos y suspiró, se acercó a mi oído.

- Te amo- me susurro con voz ronca, y volvió de nuevo a mis labios, para abandonarnos en un beso sin recelos, por fin.

Esta vez nuestras lenguas se encontraron, y saboreé al fin el sabor dulce de su saliva ¡Dios mío! Quería más, mis manos apretaron su cuerpo con fuerza, tocando sus brazos, su espalda, sus nalgas, apretándolo con todas mis fuerzas, no conseguía sentirlo suficientemente cerca, él también me abrazo fuerte, con pasión. Me sujetó la cara mientras me besaba todavía con más fiereza, mis piernas rodearon su cintura y su cuerpo se movió como por instinto y entonces sentí como intentaba entrar en el mío.

Levantó la mirada, sorprendido, yo me mordí el labio y se me entrecerraron los ojos, el se movió despacio, entrando en mí, haciéndose camino, entrelazamos nuestras manos, y mi cuerpo se balanceó solo, hacia su dirección, invitándole a entrar más… solo quería más, lo necesitaba.

- Edward…- se me escapó en un suspiro, me pareció escuchar en un susurro ¿un rugido?.

Volvió a cubrir mis labios con los suyos y nos abandonamos, disfrutando de nuestros cuerpos como de uno solo, meciéndonos como si las olas de la playa volvieran a envolvernos, y me perdí en un mar de urgente y dulce placer.

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