Disclaimer: Todos los personajes de este libro pertenecen a Stephenie Meyer, solo la historia es mía.

N/A: Aviso: Este capítulo contiene escenas para mayores de 18 años. La historia en sí finalizó en el capítulo anterior, así que si no quieres leer, no te pierdes nada de la trama.

CAPÍTULO QUINCE

Nada más traspasar el umbral de su habitación por esa noche, se lanzaron uno en brazos de otro, besándose como si no hubiera un mañana. Pronto los trajes de novios quedaron esparcidos por la toda la habitación olvidados por el inmenso placer de estar piel con piel. Edward la depositó suavemente en la cama, como si con solo mirarla se pudiera romper y se dedicó a observarla como si fuera su posesión más valiosa. Sus ojos se posaron en los de ella, con una mezcla tan intensa de amor y lujuria que hizo que Bella ardiera en anticipación.

—Llevo soñando con hacer esto, -dijo mientras deslizaba el dedo índice por su cuello, su clavícula, bajando por su pecho, hasta llegar al pezón que ya lo esperaba dispuesto y terminando en su ombligo-, desde aquella noche que te vi bañándote desnuda.

—Pero si entonces no sabías que era yo.

Protestó Bella haciéndose la ofendida.

Edward nervioso se pasó la mano por el pelo pensando que había roto la magia del momento.

—Shh, dijo ella mientras le acariciaba la mano que él tenía en el pelo y la volvía a devolver a su cuerpo. Sé lo que quieres decir, era una broma.

—Pues nada más que por eso voy a castigarte.

Dijo él siguiéndole el juego.

Y la torturó hasta la saciedad, con miles de caricias y besos, murmullos de amor y susurros en su oído, provocando pequeños gemidos que escapaban de su boca sin que ella les diera permiso. Cuando tras recorrer toda su piel oliéndola, confirmando así que tenía el mismo olor que sus cabellos que él tantas veces había soñado y saboreándola, provocando un frenesí en sus papilas gustativas, Edward se acercó a su feminidad, Bella estaba ya en un punto en el que no podía hacer nada aunque quisiese, transportada a un mundo donde solo importaban las sensaciones y lo que el cuerpo de Edward le provocaba. Cuando él la besó íntimamente, los fuegos artificiales estallaron en su cabeza y mucho antes de que el último estallara, volvieron a surgir con más ímpetu cuando por fin sus cuerpos fueron uno. Movidos por la danza más antigua de los tiempos, escalaron cumbres de placer insospechadas que los dejó felices y exhaustos uno en brazos del otro, hasta que desnudos al anochecer los encontró la luna.

FIN

N/A: Muchas gracias a los que se han tomado la molestia de leer.

Este es mi primer lemmon, no sé qué tal quedó, me parece que demasiado dulce para ser un lemmon, pero bueno, así es como lo concebí. Como, tal vez, alguien se haya dado cuenta, la última frase es un guiño a una de mis canciones favoritas. Espero que les haya gustado. Y como siempre: gracias por llegar hasta aquí. Saludos.

M. Carmen.