Me llamo Joe Kido. Era un ciudadano japonés, de remarcada inteligencia, y por un momento, un elegido, el portador de la Razón. Fui acusado de actos horrendos y perdí a la única mujer que amaba. Desde entonces, caí en la depresión más absoluta, que me llevó a recluirme en mi trabajo de médico forense. Hace unos segundos, alguien desconocido disparó a mi pecho y sentí un dolor horrendo. Duró poco.

La muerte me acogió en su justo seno y sentí la pérdida de mi individualidad, de mi mente. No sé como describir el paisaje que hay a mi alrededor. Es una negrura absoluta, eterna, pero al mismo tiempo distingo en ella rostros fantasmales, imágenes perturbadoras...¿habré enloquecido en el momento de morir?

A lo lejos, distingo una silueta...¿será un muerto, como yo? ¿ o la misma parca? Corrí desesperado hacia la respuesta. Extrañamente, mi ropa empezó a desgarrarse en ese instante y cuando llegué, estaba completamente desnudo.

Había un sillón art deco en este vacío. Encima de él, se encontraba una figura leyendo un libro color rojo. No podía distinguir que era exactamente... parecía mas un animal que un humano. Tenía una larga cola amarilla y blanca, que la asemejaba a un zorro. Pero por otro lado, sus manos eran como las de una mujer madura...¿será una esfinge? ¿o quizá un ser digital?

Quería gritar...pese a todos mis esfuerzos, no conseguí hacerlo. Estaba profundamente avergonzado por mi cuerpo desnudo, así que me limité a sonrojarme en silencio. Pasaron unos segundos, y la figura dejó el libro apoyado en el sillón. Lentamente se dirigía hacia mí...y por fin, pude distinguir su verdadera forma:

Un zorro humanoide, color amarillo y blanco, me miraba desafiante. Sus esculturales piernas y sus pechos revelaban que su sexo era femenino...¿era un digimon esa criatura? Pero...¿cómo puede tener órganos sexuales si está hecho de información? Desconcertado, emití un sonido vago

H-Hola...¿eres un digimon?

El eco de mi voz resonaba fuertemente en ese espacio oscuro y frío. La criatura seguía mirándome, implacable, sin pronunciar una sola palabra. Giré la cabeza a un costado, y pude distinguir el título del libro que sostenía en sus manos. Nunca imaginé que un digimon leería, pero mucho menos Also Sprach Zarathrusta, de Friedich Nietzche. La vida está llena de sorpresas...¿o debería decir la muerte? Súbitamente, la criatura me contestó:

Soy Renamon, una digimon. Y tu debes ser Joe Kido. No estás muerto, después de todo.

Dios, nunca he creído en ti...pero...¿me estaré volviendo loco? ¿estoy encerrado en un sueño febril sin salida? ¿ESTOY REALMENTE MUERTO? Aun así...¿tengo algo que perder? Ofuscado, respondí:

¿Cómo sabes mi nombre? ¿Y qué es este lugar?

Respondió al instante...

No puedo decírtelo. Pero eso no es lo que te preocupa...¿no?

¿Es posible que una vez "muerto", se multipliquen los interrogantes? Quizá esta digimon lectora sea mi "premio" antes de la partida. Pero no puedo saberlo...no sin seguir preguntando:

Al menos responde esto...¿Quién me mató?

Sus ojos brillaron. Sentí un pequeño cosquilleo en mi entrepierna...ahora no, maldita sea. El sexo es para los vivos. Pareció notar esto...sorprendentemente, sonrió. Acto seguido, surgió una pantalla blanca desde la negrura. Como Alicia diría..."curioso y mas curioso". No estaba preparado, desde luego, para lo que el monitor mostraría...Renamon dijo, susurrando:

- No fue ella, si es lo que estás pensando.

En un instante, vi a Mimi Tachikawa, mi amada, en un sinfín de escabrosas escenas sexuales, con humanos de toda edad y animales...una espesa bilis subió sin consuelo hacia mi garganta. Estaba conteniendo las ganas de vomitar, pero no pude hacerlo...largué a llorar. En ese entonces me di cuenta, cobré conciencia, de que estaba vivo. Aún podía cambiar las cosas...torcer su cruel e inhumano destino. Pero no pude evitar llorar.

Renamon, sorprendida, me abrazó fuertemente. No sé como no tuve una erección...ese cuerpo escultural destilaba un erotismo que incitaba a otras cosas, no precisamente a llorar. En ese momento, noté un quejido...ella también estaba llorando. Estaba estupefacto por tal evento...me recordaba otros tiempos, no exentos de dolor, pero bajo alguna retorcida mirada...mejores. Escuche su voz, fuerte y clara...

Sh...tranquilo, ya pasará todo. Estas aquí conmigo, seguro.

Sus palabras me calmaron, pero no podía mitigar mi dolor. No después de verla a Mimi en esa situación...quería gritar, y lo hice:

¿CÓMO PUDO TERMINAR ASÍ?

Quitó suavemente sus manos de mi espalda y me miró fijamente. Acercó sus manos a mi barbilla. Sonrió. Inmediatamente, acercó su boca a la mía...yo cedí, y nuestras mentes se unieron en un tierno y cálido beso. No será una mujer humana, pero actúa como una. Luego del beso, ella se relamió y me dijo, tranquila...

Joe, se que estás malherido, pero no creo que a ella le hubiese gustado que estés en este estado. Tienes toda una vida por delante. Y los humanos cambian.

Un estallido de luz invadió el lugar. No podía ver nada, y mi mente era como un mazo de naipes desparramado en el suelo...¿cómo puede pasarme esto? Renamon tiene razón, pero...¿me queda algo por lo cual vivir? El estallido terminó y vi a una chica japonesa besar a Renamon. Era pelirroja y tenía un sobretodo demasiado grande para su esbelta figura. Sostenía en su mano derecha un cigarrillo prácticamente consumido. Iba a decir algo, pero la chica agarró mi mano y se quedó mirándome en silencio, sonriendo. Hay un ligero desprecio en su gesto. Iba a decir algo, pero se me adelantó...

- Sé que últimamente no tienes razones para vivir, Joe, y a decir verdad...respeto tus motivos. Pero esto, no depende de mí...depende de...

OXX

Capítulo 3

"Cenizas"

"El valor es como el amor: necesita una esperanza que lo alimente"

Napoleón

Madre.

Hace 10 minutos que estoy balbuceando esa palabra, mirando al cielo desconcertado. Tengo un arma en mis manos. Un muerto yace a mis pies, sosteniendo un ramo de rosas. La sangre parece brotar de las flores. Estoy sudando de la excitación, me cae la baba como a un perro. Pateo al cadáver para asegurarme de que esto no es un sueño. Aún no lo es.

La policía vendrá en cualquier momento. Tengo ganas de masturbarme acá mismo, pero debo irme. Tengo que saber que carajo me está pasando...pero antes, debo despedirme de alguien. Me puse en cuclillas y susurré algo al oído del desfigurado rostro del muerto:

Adiós, Joe. Nos veremos en el infierno.

Guardé el arma en el bolsillo de mi pantalón y eché a correr, desesperado. Quería ir a mi casa, pero la gran cantidad de gente en las calles ayudaba a que pierda la noción del lugar. Mi paranoia aumentaba a cada paso. En mi mente, todo era rojo. Veía cuerpos despedazados devorarse a sí mismo, fetos de ácido gritando en un panal...he luchado con él, lo juro...han pasado años, pero no me ha dejado solo. Lo que pasó hoy es una muestra de su poder. Pero lo detendré. Pude hacerlo en el digimundo...¿qué impediría hacerlo ahora?

Mientras Tai enfrenta sus demonios, Sora e Izzy disfrutan su cena. No todo está dicho aún, pero por lo pronto, están conversando sobre temas triviales sin demasiada profundidad...sus respectivos trabajos, la escuela...él está a punto de empezar la universidad y se siente expectante de participar en un ámbito donde pueda discutir sobre temas más elevados. Ella ayuda a su madre y está en el último año del secundario. Luego de terminar de comer y levantar los platos, se sientan en el sillón, en silencio. Por la camaradería y la familiaridad que tienen, hay quien diría que son pareja. Desde luego, eso no es cierto...aun así, hay una ligera incomodidad en el aire...hacía tiempo que ella no disfrutaba un momento de paz con un chico. Él, por otra parte, piensa que debería invitarla más seguido...ambos son demasiados tímidos como para interrumpir el silencio, pero Izzy decide avanzar y pregunta:

¿Cómo anda Tai?

Vaya, me tomó por sorpresa. No creí que diría eso...la estaba pasando tan bien. Debería decirle la verdad...pero imposté la voz y exclamé, ofuscada:

Supongo que estudiando...a decir verdad, no lo he abandonado del todo.

Izzy me miró, intrigado...parecía sospechar algo. Miró al techo y dijo, cansado...

¿No te ama, verdad?

Esto es tan...difícil. No puedo creer que esté haciéndole esto a Koushiro. Y pensar que la estaba pasando tan bien. Callé unos segundos, lo suficiente para que voltease su mirada hacia mis ojos. Intentaba descifrarme, como si fuese un mero acertijo matemático. Había melancolía en su mirada. Quise soportarlo, pero no pude. Le dije crudamente:

- No quiero responderte, estoy cansada...

Nunca le hablé de esa forma, ni siquiera cuando fue el asunto de Joe y Mimi. Se levantó del sillón abruptamente, sin decir una palabra y volvió a mirar al techo. Pero esta vez, me daba la espalda. No tardó en hablar:

Quería arreglar las cosas...¿sabes? Había invitado a Joe, pero no ha venido. Cada vez está peor...gracias a tu amiga y tu novio, por supuesto. Yo te respeto, y sé que estas lastimada...pero en el fondo, sabes la verdad.

Mi corazón latía nerviosamente. Jamás creí que su voz tendría un cariz tan siniestro...me agarré al sillón, temblando de miedo. Pensaba cualquier cosa...¿y si el violador fue...? No, sería imposible.

En otro lugar, un no-muerto, una digimon y una tamer se encuentran inmersos en una nada oscura que abarca un plano de la realidad mas allá de todos nosotros. Joe Kido está preso, encerrado, en sus pensamientos.

Desconfío de ella...pese a sus palabras, no me siento cómodo con su presencia...quizá es la novia de Renamon, y eso me molesta. Pero es imposible, los digimons, aún femeninos, no pueden tener relaciones con los humanos...¿acaso no son solo información? De cualquier forma, tengo asuntos más urgentes por los que preocuparme...de mala gana, respondí:

¿Quien eres tú? ¿Qué es este lugar? ¿Qué significa "Oxx"?

Su falsa sonrisa se transformó en un gesto de indignación y desprecio, casi como si mis palabras fuesen insultos hacia ella. Sacó un encendedor del bolsillo derecho de su alicaído sobretodo y con él encendió lo poco que quedaba del cigarrillo. No pude evitar toser al recibir el asqueroso humo del tabaco en mi rostro. Ella ni se inmutó...seguía fumando, sin mirarme ni dirigirme la palabra. Recién cuando lo poco del cigarrillo terminó de consumirse, respondió:

Soy Rika Makino. Y este lugar, este oscuro lugar...es tu mente.

Al fin llegué a casa. No puedo dejar de pensar que estuve a punto de ser descubierto. No quise matar a Joe...fue otro. Aún puede dominarme, controlarme...dios, como lo odio. He tratado de hacerle entender que los tiempos han pasado...que el poder ya no está con nosotros...pero no conoce el bien y el mal. Solo sus impulsos, enfermos impulsos.

Estoy demasiado nervioso...tendré que darme un baño. Seguro eso conseguirá despejarme. Debo reconocer que no he tenido mi mejor semana...mamá tuvo dificultades en su trabajo, sumado a las peleas con los idiotas de Odaiba...sé que debo enmendarme, mirar hacia el futuro...ojalá fuera tan fácil. Joe merecía morir, esta claro...pero no por mis manos, sino en la cárcel. De algún modo, le he ahorrado sufrimiento. Quizá si estuviese ella...no Sora, desde luego. En verdad, no la he amado...aunque está loca por mi. Claro que debo reconocer que lo hace de maravillas, pero eso no es amor...es quizá, algo más importante: adrenalina.

Mi amor verdadero, está perdido en los velos del pasado. Como te añoro...Gatomon. Pero eso ha sido perdido...solo me queda enfrentar el futuro y ser uno más...estudiaré, me casaré, trabajaré, moriré. Y solo si ahí hubiese probado haber hecho el bien en la tierra, me encontraré en el futuro con el pasado que tanto añoro...con mi hermana, Gatomon, el digimundo en todo su esplendor...con los amigos ausentes. Por el momento, solo puedo soñar.

Me levanto bruscamente y preparo la muda de ropa. Tiemblo como una hoja...querría pincharme, pero no tengo las fuerzas para hacerlo. Me bañare y luego iré a dormir...mañana será otro día. Quizá, al fin y al cabo, matar a Joe ha sido lo correcto. Es gracioso: he matado a un hombre y no siento remordimientos...dirán que estoy loco, pero...¿no es cierto que los pecados, aún los más terribles, son perdonados? ¿Me perdonarás, querido Dios, por matar un violador?

Todo esto pasa por mi mente mientras llego al baño y me quito la ropa. En ese instante, siento una liberación, como si me quitaran pesadas cadenas...como si el asesinato que cometí no hubiese pasado nunca. Estoy frente al espejo, admirando mi rostro. No es perfecto, pero es bello. Sin duda, es la cara de un líder.

Cierro los ojos, y suspiro...al abrirlos, una imagen distinta me observa en el espejo. Sonríe maliciosamente, tiene los ojos desorbitados y pupilas dilatadas. Sus manos están sucias y en su pecho sangrante distingo el dibujo de un sol. Es mi emblema, es el Valor.

La distorsionada imagen me mira, y ríe...acto seguido, saca unas antiparras y se las coloca encima de su mugrosa cabellera. En ese instante, lo veo. En ese instante, lo escucho. En ese instante...

Grito. Es el otro.

Y con su voz de vidrio, pronuncia las siguientes palabras...

Llegó la hora de que tomes una decisión. No hay lugar para los dos

Quizá estoy siendo demasiado duro con ella...pero aunque le duela, necesito saber quién fue. Presiento que algo sucedió para que Joe este ausente...algo terrible. El mismo presentimiento que tuve aquel día. El día de la violación.

Sora me mira asustada, temblando de miedo. Es demasiado emocional, está claro. No me importa en lo absoluto. Hago esto por su bien, el bien de todos. Así que agarro suavemente sus manos, y exclamo:

No lo volveré a repetir...¿QUIÉN LA VIOLÓ? ¿FUE TAI?

Sus ojos expresan un temor irracional, como si la estuviese forzando a...no importa. La verdad debe ser revelada. Y debo saber. Ella calla, cerrando los ojos. Llora. Pero su semblante se convierte en furia, y me responde, gritando:

¡IZZY, BASTA! ¡TE ESTOY DICIENDO QUE NO LO SÉ!

Estaba equivocado. Creía que ella tenía las respuestas, no había margen de error en esto. Malditas probabilidades. Debo hacer algo: Sora sigue llorando, aferrada a un respaldo del sillón, y no puedo creer el daño, el dolor, que he removido en su mente. Como dije antes, emocional. Pero no justifica lo que hice. Así que me acerco a ella y la miro a los ojos. Su depresión, los golpes de la vida...no han mancillado en un ápice su deslumbrante belleza. Ella me mira fijamente, enojada, como esperando mis disculpas. Accedo a su petición:

Sora, yo...lo siento, estoy muy nervioso. Escucha, todo irá bien. La vida te ha golpeado demasiado y necesitas recuperarte. No volveré a tratarte de la forma en que lo hice, lo prometo. ¿Me crees?

Puse mis manos en su rostro y quité sus lágrimas. Había bajado su cabeza...parecía avergonzada. He sido duro con ella, debí considerar otros factores. Oxx...¿qué será el? ¿qué quiere de nosotros? Los enigmas no terminan de captar mi atención, porque Sora se levanta repentinamente, y me abraza. Sentir su cuerpo con el mío...evito pensar en el sexo, y lo logro. Coopero en el abrazo, y su sollozo termina. Acto seguido, responde:

Te…te creo, Izzy. Perdona, he sido una tonta. No debí venir a tu casa en este estado, estoy muy mal...

Pobre Sora. Ella no lo sabe, pero es tan desgraciada como Joe, como Mimi...¿acaso por el hecho de ser elegidos estamos propensos al dolor, la muerte, la desaparición? No merecemos esto, como tampoco merecemos el poder. La normalidad no está permitida, nuestras despedidas serán violentas, inhumanas, feroces. No seremos recordados, ya que nacimos en el olvido. Pero ahora, cuando abrazo a esta vieja amiga y siento la miseria, la fragilidad que encierra el ser humano, algo se altera, trastocando el status quo imperante en mi mentalidad, me doy cuenta de que esta escena, patética por donde se la mire, esta llena de ternura. Así que respondí, firmemente:

De ninguna manera, yo soy el que te ha maltratado sin razón. Vos no tenés la culpa de nada.

Soltó sus brazos de mi cintura, y acercó su rostro hacia el mío. Me ruboricé, por supuesto. Parecía burlona, insaciable...claramente, había algo mas. Pero claro, esto es solo una probabilidad...¿qué chica se enamoraría de un nerd creador de la página web Eva Zone? Estaba por analizar dicha afirmación, pero Sora interrumpió mis cavilaciones:

Bueno, digamos que ambos tenemos un poco de culpa...¿no? Después de todo, fuimos elegidos...

Sus palabras ansiaban deseo. Aun así, estaba más ruborizada que yo. En ese entonces, llevó su mano hacia mi entrepierna...quise detenerla, pero no pude. Ella sonreía. Pese a que disfrutaba la situación, decidí hacer un último intento para que interrumpa sus manoseos, esta vez mediante la palabra:

Sora...esto está mal...tu no...

Pero me interrumpió, por supuesto. No había preocupación en su rostro, mientras yo estaba sudando de los nervios y la incomodidad que me generaba este juego (casi) sexual con ella. Acercó su boca a la mía, y susurró:

Izzy, seas agresivo o no, he pasado una estupenda cena contigo...y quiero decirte que...

No terminó su frase...porque nuestros labios se encontraron, ignorantes. En ese instante, sentí algo correr por mis venas. Hay quien lo llama amor. Pero yo lo llamo...recuerdos. Recuerdos de tiempos mejores, donde ganaba el bien, donde Tentomon y su insoportable parloteo acompañaban mis tardes, donde Joe Kido era feliz, Tai no era un demente...un tiempo sin ausentes ni corrupción. En ese tiempo, ellas eran hermosas, flores en primavera, afroditas posibles...hacía mucho que no me sentía así. Me equivoco: lo que invade mi cuerpo no es solo amor, o felicidad...es algo aún más difícil de hallar: Esperanza.

Lejos de los romances humanos, Joe Kido, el asesinado que vive, escucha las palabras de Rika Makino. No es agradable, desde luego. Pero no significa que no tenga (de un modo bastante retorcido) una deslumbrante belleza. Claro está, Joe piensa que si Renamon fuese humana, la invitaría a salir al instante...suponiendo que tenga el coraje para eso. De cualquier forma, Rika lo informa de su actual situación:

Estoy algo cansada de estar aquí, así que seré breve. Tenés dos opciones: Si eliges vivir...te ayudaré a reponerte, nos juntaremos con tus asociados y podrán volver al digimundo sin problemas. Aunque claro, también puedes elegir ser el mierda de siempre y morir...es tu decisión, tu responsabilidad. Pero maldita sea si eliges mal, carajo...tendrás serios problemas.

¿Cómo puedo soportar tales injurias, difamaciones? Mi desconcierto había sido reemplazado por una furia descomunal, inhumana...estaba débil, pero la ira me mantenía en pie. No merezco ser tratado de esta manera, aún estoy vivo. Así que me lancé hacia Rika y puse mis manos alrededor de su cuello. Ella no decía nada, solo miraba hacia mis ojos, como si lo que estuviese a punto de hacer no le importase en absoluto. Es una hija de puta, la odio. Así que grité, con todas mis fuerzas...

¡NO ME VUELVAS A HABLAR ASÍ! ¿QUIÉN MIERDA TE CREÉS QUE SOS?

Inmediatamente sentí los brazos de Renamon agarrando mis hombros, deteniendo mi violencia contra su novia. Me resistí, por supuesto, pero era más fuerte que yo. Solté repentinamente mis manos de la garganta de Rika y quedé enfrentado a los ojos de Renamon. Se la veía furiosa, y por un momento pensé que iba a lastimarme. Pero no lo hizo. Me abrazó nuevamente y sentí sus uñas rasguñar levemente mi espalda. Para mi sorpresa, no me incomodaba...pero Rika nos veía a nosotros dos con desprecio...quizá era su forma de tener celos. En ese momento, Renamon dijo.

No vuelvas a tratarla así, Joe. Es mi novia, lo que más quiero en el mundo. Si te metes con ella, te metes conmigo...¿entendiste?

Ahí entendí que el vínculo entre ellas era más fuerte que el trueno. Que yo, con mis infantiles deseos, no podía aspirar nunca a entablar un vínculo tal con esa bella zorra amarilla de ojos azules. No podía entender qué tipo de amor la unía a Rika, tan desagradable, abusadora del mal lenguaje y sin embargo, lo veo...son tal para cual. Ella es el hombre, claramente, la fuerza, la arrogancia...y Renamon es la tímida y soñadora chica que lee, con cuidado, a Friedich Nietzche. Así que mi rostro cobró un semblante más alegre...me solté de Renamon, y me dirigí hacia Rika. Ella encendía un nuevo cigarrillo y sacaba unas cartas brillantes de su bolsillo izquierdo, ignorándome. Así que le dije:

Me disculpo por los insultos anteriores. Considérame vivo...pero antes, quiero una respuesta.

Me miró fijamente, sonriendo...parecía saber lo que iba a preguntar. Lo reconozco, soy predecible. La razón siempre lo es, a diferencia de la religión. Pero eso no tiene importancia...aún queda mucho por hacer, por vivir. Quizá hasta pueda solucionar algunos asuntos pendientes...mientras ellas estén a mi lado, no temo a Dios o al Diablo. Así que me pongo de rodillas ante Rika, y le suplico:

Si como dicen, no fui yo el violador de Mimi...¿quién la violo? Por favor, necesito saberlo para seguir mi camino...

Ella seguía sacando cartas fosforescentes, sosteniéndolas entre el pulgar y el índice cuidadosamente. Yo volvía a estar preocupado...no sabía que iba a pasar exactamente conmigo al volver a la vida y retomar mis heridas cotidianas...pero ya no estaba solo. Rika me ayudaría a superarme a mi mismo, a mis temores y al universo...¿o no? Mientras la duda acuchillaba mis pensamientos, ella me respondió:

Ahora debemos irnos, Joe. Pero...está bien, te lo diré, así dejas de joder con toda esa mierda de la culpa...el violador fue...

Aviso: A partir de ahora, recomiendo leer el segmento de Tai con este (apropiado) tema musical:

.com/watch?v=4Oi2ohw6ltk

Taichi Yagami. Soy Taichi Yagami. Debo recordarlo, grabarlo a fuego. No soy el otro, el que me está mirando, riéndose, en el espejo. Ese no soy yo. Pero...¿cómo evitarlo, si su voz es igual que la mía? Intento taparme los oídos, cerrar los ojos, pero no sirve de nada: en mis adentros, lo veo y lo escucho igual (o mejor) que en la realidad. Y alrededor de él, veo colores...horribles colores...pero sobretodo, fuego. Todo está en llamas. Me arrastro tiritando hacia el espejo y le hablo a mi su rostro. El mío.

- ¿QUÉ QUERÉS?

Dios, no me había fijado en sus ojos. Están...rotos, sus iris expresan putrefacción...¿será un zombie? Quizás. Pero representa lo peor de mí mismo. Intenté medicarme...matarlo con drogas, pero a la noche tomaba el control de mi cuerpo, y lograba vomitar las pastillas. A veces, hacía cosas peores...intento rememorarlas, pero es tal el horror, que no puedo pensar nada. El me observa, se relame asquerosamente, y habla:

Todo. Quiero ser libre. Y si tengo que matarte, lo voy a hacer.

No...esto...es imposible...¿cómo podría hacerlo? Es solo un estado mental...que ha cobrado forma, pero no tiene sustancia. Aun así, estoy nervioso, casi mareado...prácticamente me duele mirar...intento articular una palabra, pero mis labios no me responden. Algo anda mal. El habla por mi:

Naturalmente, has creído durante todos estos años que solo soy un mero juego intelectual, una locura pasajera. Nunca te has planteado de donde salía tu valor, tu arrogancia, tu...violencia, en definitiva. Naciste malo, Tai. Como yo.

Me invaden imágenes horribles, perversas...sus planes. Temo por la vida de los que me rodean. Es cierto, me he convertido últimamente en un ser despreciable...pero tengo mis motivos. Salvé al mundo, fui un líder...¿qué obtuve a cambio? Olvido. Y la muerte de mi hermana...¿es tan malo querer aspirar a ser algo más que un hombre normal? Reclamo lo que es mío por derecho...reclamo el poder.

"el violador fue..."

Eso escuché, pero...¿dónde estoy ahora? Tengo los ojos cerrados, y la verdad sea dicha, dudo en abrirlos...quien sabe con lo que encontraré ahora. Pero no es necesario el temor. Una voz me despierta. No es dulce.

¡carajo Joe, despierta de una vez! Hace 10 minutos que estás inmóvil en ese charco de sangre...me estaba preocupando por ti, y odio preocuparme. Al menos abre tus ojos.

Lo hice. Abrí los ojos, vi toda mi sangre. Me asusté. Por suerte mi herida ya había coagulado, pero aun así sentía debilidad, no podía levantarme. Rika se acercó hacia mi rápidamente, y agarró mis manos. Estaban frías. En ese momento, me regañó:

Me diste un buen susto, idiota. La próxima vez, te pateo las bolas...¿entendiste?

Asentí con la cabeza. Hice un esfuerzo y con la ayuda de Rika, pude ponerme de pie. No sé como agradecerle haber aclarado mis ideas...a ella y a su pareja. Abandonaré el trabajo en la morgue apenas me recupere...no quiero volver a estar cerca de la muerte. Nunca más. Rika me hace señas para que camine. Doy un paso, y es un gran esfuerzo...pero con ella a mi lado...quiero decir algo, hablar, pero mi boca esta cerrada. Es la sangre, que se ha coagulado y me impide mover los labios. Apenas vivo, me doy cuenta cuanto extraño el lenguaje.

Escucho música. La reconozco al instante. Es música, música Punk. Los Sex Pistols, para ser más exactos. Debe ser el celular de Rika. Ella revuelve en sus remendados bolsillos, y saca un aparato minúsculo. Parece un audífono. Lo coloca en su oído, y deja de caminar. Parece en trance. Sus ojos se vuelven verdes. Veo números en ellos...unos y ceros, repetidos hasta el infinito. Dura un instante. Rika libera su oído, saca el aparato y lo guarda cuidadosamente en su bolsillo. Vuelve a hacer señas para que camine y accedo. Quisiera preguntarle algo, pero no es necesario. Ella habla.

Seguramente estarás preguntándote que fue todo eso. Ese aparato es un ExeCom, el comunicador que uso para contactar a Oxx. Está satisfecho por tu decisión, y no ve la hora de conocerte. También hablamos de asuntos de seguridad Multiversal...pero no te preocupes, no tendrás que luchar contra esos putos de mierda de los Royal Knights.

No entiendo ni una palabra de lo que está diciendo, pero sonrío...ella se ruboriza. Quizá le gusto, al fin y al cabo. Seguimos caminando, y acerca su cara a mi oído y me susurra:

No debí decirte eso. Se supone que son cosas que irás sabiendo con el tiempo...pero no le digas nada a Oxx, me mataría. Es un cabrón muy exigente con esto...créeme, te ayudará. Los ayudará. Ahora iremos a la casa de Koushiro para curarte y sacar esa sangre. Y por cierto, no creas que he olvidado esto...

Abre su sobretodo y no puedo evitar que caiga una lágrima de mis ojos. Es el ramo de flores que llevaba. Pese a la sangre, distingo la inscripción de su tarjeta. Después de todo, no era un mal epitafio si hubiese muerto en realidad...

"Para Sora, con amor"

Joe

Ya basta, no podes negarme, reprimirme, aniquilarme. Quizá en otros tiempos. Pero no hoy.

Estoy tirado en el piso del baño, balbuceando...el Otro ha controlado mis movimientos toda mi vida, y recién ahora me doy cuenta. Yo soy el falso. No he sido nada más que un clon, una pobre imitación de humanidad. No soy real. Solo palabras escritas en la novela del más perverso de los escritores. Él me habla, pero no lo escucho...al menos no de la forma en que lo hago normalmente. Es como si yo moviese la boca, frente al espejo...aunque no lo veo, se que está ahí. No dejará de perseguirme. Hago un esfuerzo, y entiendo su voz. Dice que me levante.

Siento que tengo cadenas y diversos herrajes clavados a mi cuerpo, pero es una alucinación. Logro levantarme pese al mareo...el otro me mira. Ha perdido su piel. Ahora es carne expuesta, la verdad que todos ocultamos. Pero tomé una decisión, por una vez en mi vida. No ganará. Mientras se relame la sangre de su boca, el Otro dice:

¿Me quieres?

Estrello mi cabeza contra el espejo. Rojo. Veo rojo. El abrazo del vidrio me satisface, sus punzantes besos desgarran mi cara...se me cae parte de mí...un ojo estalla, explota, violado por el vidrio. Hay sangre en toda mi cara. Mi mente. Mi casa. El mundo es sangre. Mis manos intentan agarrar lo poco que queda de mi cara, pero no pueden, ya que no son manos. Son muertos.

Ahora veo negro...y hay alguien, en esa ceguera, que me observa. Es Yo. El Otro. El Mismo. El único. Inmortal. Dependiente. Cruel. Amante. Olvido es su condición, poder su leche materna...aunque no puedo ver, muevo mi cuerpo para salir del baño y dirigirme hacia mi cuarto. Hay sangre por toda la casa...mamá y papá se enojarán. Ellos no son culpables, deberían morir limpios. Pero todo tiene su precio.

A duras penas llego a mi habitación. Me dirijo hacia el armario. Abro sus puertas. Revuelvo entre las revistas porno, los videojuegos y encuentro lo que necesito: mi baúl. En el bolsillo tengo llaves. Intento con cada una de ellas, y a la tercera vez cumplo mi objetivo. Su objetivo.

El baúl está lleno de polvo, telarañas e insectos. No me molesta. Alargo mi mano hacia uno de ellos, y puedo distinguirlo. Es una cucaracha. Besa mis manos y no puedo evitar sentir una ligera excitación...ahora que soy uno, mis impulsos no llevan ataduras. Busco durante unos minutos, manchando de sangre todos mis objetos, y los hallo. El digivice, mi emblema del Valor, y algo más importante.

Lo había usado en Halloween de pequeño. Siempre me fascinó. Ahora soy libre, vuelvo a ser un niño. Es justo que la reclame. La ato a mi cara y me siento a gusto. Es una máscara anti gas. De ahora en más, será otra cosa. Algo más que un rostro, incluso. Será el momento, el instante...en que nací. Estoy tan emocionado, que no puedo evitar gritar:

¡SOY UNO, CORRUPTO Y ABSOLUTO! ¡REGALO EL FRUTO PROHIBIDO DE LA TIERRA! ¡NO ES EL CONOCIMIENTO, RAZÓN O PUREZA, O ALGUNO DE ESOS VACÍOS EMBLEMAS...ES ALGO MÁS IMPORTANTE...

ES EL HORROR!

"Dad una máscara al hombre y os dirá la verdad"

Oscar Wilde