Epílogo

El sol se filtraba a través de las cortinas cerradas del dormitorio, indicando el arribo de la mañana, y tiñendo todo a mi alrededor de suaves y cálidos colores anaranjados.

Como en un sueño, pensé, observando con cuidado la atmósfera surreal que la luz generaba alrededor del cuarto.

Como en un sueño.

Sabía que debía estar durmiendo entonces. Sabía que debía descansar. Podía sentir cada fibra de mi cuerpo exhausta, igual de mi mente. Pero de alguna manera, el sueño me eludía.

Los eventos de la noche se arremolinaban en mi conciencia, yendo y viniendo. Sensaciones, olores, sentimientos. Entrando y saliendo. Jugando con mi cordura. Haciendo que me regocijara en el recuerdo del placer y me estremeciera con el temor en partes iguales.

Pero aún así no podía concebir la idea de dejarme rendir al sueño.

Estaba demasiado atemorizado como para descansar.

¿Y si realmente estaba dentro de un sueño? ¿Y si dormirme era como despertar? Eso significaría volver a la pesadilla de mi realidad, en donde nada era como debía ser, en donde nada de lo que ahora recordaba había ocurrido, en donde estaba nuevamente solo.

Y no quería volver a esa realidad. No podía perderla de nuevo. No ahora que era finalmente mía. No ahora que me había atrevido a reclamarla como había deseado desde el primer momento.

Moví mi mirada desde la ventana cerrada y su luz hacia la figura durmiente de la mujer que amaba. Ella estaba recostada de costado en la cama, a mi lado, con su rostro hacia mí, con su pequeña mano apretando la mía entre nuestros cuerpos, igual que la primera noche que habíamos dormido juntos.

Sonreí con ternura al mirar a sus facciones mientras descansaba tranquilamente. Estaba exhausta, igual que yo. Pero comprendí que, a diferencia de las semanas anteriores, el cansancio era ahora un cansancio feliz. Un debilitamiento producto del modo en que nos habíamos amado toda la noche.

Se veía tan en paz. Tan joven. Tan inocente. Y tan imposiblemente hermosa.

Al observarla, todas mis cavilaciones parecieron hacerse a un lado y lo único que quedó en mi mente fue ella. Ella ocupando todos los espacios, todos los pensamientos, toda mi conciencia.

Ella con su sonrisa, con sus besos, con sus manos, con sus aromas, con su piel, con su cuerpo.

Ella.

El universo, mi universo, giraba ahora en torno a ella.

No podía imaginar un modo mejor de vivir el resto de mi vida que dejar que mi existencia se arremolinara a su alrededor; sentir su presencia y su calor durante cada hora de cada día del resto de mis años.

Sentirla. En cada poro, en cada fibra y en cada cabello. Absorberla, amarla, protegerla, cuidarla.

De repente, me di cuenta de que había sido tan estúpido. Era tanto el tiempo que había perdido analizando, razonando, buscando explicaciones lógicas donde nunca habría ni serían necesarias.

Lo único importante era ella. Era estar a su lado. Era dejar que me amara, y perderme en lo que significaba para mí.

Sin medir, sin pensar, sin esperar un porqué. Solo ser y existir.

Y caer.

Caer en el abismo de su existencia, de su calidez, de su humanidad.

¿Importaba si nos habíamos conocido en un sueño antes de vernos en la vida real? No, porque aunque yo no podía recordarlo, estaba seguro de que yo la había esperado también, igual que ella lo había hecho pacientemente durante siete años.

Hacer el amor con ella, conocer la sensación de estar en su interior, había sido suficiente para convencerme de que toda mi vida la había buscado, sin saberlo. Y ahora estaba ahí, a mi lado, rendida al más completo abandono y placidez de la resaca de lo que habíamos experimentado juntos al encontrarnos.

Sonreí al rememorar los momentos que habíamos compartido, cuerpo con cuerpo, durante toda la noche.

Ya tendríamos tiempo de pensar en el mañana. Ya tendríamos que lidiar con su aún no aceptada fama, con su éxito y con el hecho de que me había convertido en un personaje literario sin saberlo.

Ahora, nada me importaba excepto ella. Y sabía que ya nunca podría irme de su lado cuando había probado la adictiva sensación de sus labios, de su cuerpo y de su aroma. Jamás podría dejarla porque ningún temor podría persistir por sobre lo que sentía por ella. Me había tenido en sus manos desde el primer instante en esa playa, cuando sus ojos se encontraron con los míos y se derramó en mis brazos, dejándome cautivo de ese rostro que sin saberlo ya conocía y amaba.

Acaricié con cuidado su mejilla, y noté que el rincón derecho de sus labios se elevaba, como si en sueños me sonriera.

Y tal vez me estuviera sonriendo en sus sueños. Tal vez estuviera sonriendo al Edward de sus noches, en el claro del bosque, mirándolo a los ojos.

¿Era coherente estar celoso de mí mismo? Tratando de borrar el estúpido pensamiento, meneé la cabeza.

El zumbido de algo interrumpió la línea de mis pensamientos. Me estiré para tomar mi teléfono celular abandonado en el suelo, donde mis pantalones habían aterrizado. Miré a la pantalla: Alice. Por un ínfimo segundo sopesé la posibilidad de no atender la llamada, pero mi hermana merecía mucho más que eso. Ella había creído en nosotros desde el principio. Ella lo había hecho posible.

Abrí el teléfono y la saludé. "Hola hermana" murmuré, esperando no despertar a Bella.

Por un largo minuto, solo el silencio me respondió del otro lado de la línea. "¿Está Bella bien?" preguntó Alice con precaución.

"Si" respondí.

"¿Y tú?" inquirió.

Sonreí. "Agotado, pero feliz"

Sentí su risa armónica en mi oído.

"Mamá quiere hablar contigo" dijo finalmente. "Te quiero" agregó antes de pasarle el teléfono a Esme.

"¿Edward?" la voz de mi madre sonaba colmada de dudas.

"Si, mamá" respondí. "Aquí estoy"

"¿Estás bien?" preguntó preocupada. No había hablado con ella en demasiado tiempo. Solo entonces el peso de la añoranza me golpeó, haciéndome conciente de cuánto había extrañado ese afecto en su voz.

"Si" contesté. "Lo siento"

"Lo sé" dijo ella suavemente. Entendió mis razones para disculparme y no preguntó nada más.

"¿Dónde estás?" quiso saber.

"En el apartamento de Bella"

"¿Cómo está ella?" la voz de Esme sonó cargada de dudas, incapaz de discernir mi reacción. La comprendí, sabiendo que me había comportado como un idiota en el pasado.

"Está durmiendo a mi lado". Bajé nuevamente mis ojos para mirar a la figura quieta de Bella, su cabello castaño desparramado sobre la almohada y sus pestañas escondiendo la belleza de sus ojos. Era la imagen de la más pura inocencia.

"Hijo" Esme me trajo de vuelta de mis contemplaciones. "Necesito pedirte un favor"

"Claro mamá" respondí. "¿Qué es?"

"Cuando Bella despierte, por favor llévala adonde pertenece" me dijo.

No comprendí sus palabras, por lo que permanecí en silencio esperando.

"Tráela a casa, Edward" murmuró Esme con dulzura. "Tráela con su familia. Tráela con nosotros"

Sonreí al entender. "Por supuesto mamá"

Esme cortó la comunicación entonces. Miré a la mujer a mi lado entonces. Recostándome a su lado nuevamente, tomé su mano y besé sus dedos con suavidad.

Sintiéndome finalmente en paz, cerré mis ojos y me rendí al descanso.

Esa noche Bella y yo dormimos sin sueños por primera vez en siete años.

Este es el final. Espero que haya valido la pena la espera, el leerme y el encontrarse con esta historia.

Ciertamente, para mi, ha sido una experiencia maravillosa. En principio, porque escribir es lo que más amo en el mundo. Y segundo, porque me dio la chance de encontrarme con ustedes.

Quiero agradecerles a todos y cada uno de los que siguieron esta ficción. A quienes me lo hicieron saber con sus comentarios he tenido la chance de responderles, aunque a veces tarde más de lo que quisiera en hacerlo.

Pero también gracias a aquellos que la leyeron aún sin atreverse a dejarme un comentario.

Me siento realmente bendecida de que me hayan dejado entrar en sus vidas con este pequeño pedacito de mundo que cree para ustedes.

Ojalá me sigan en mis otros proyectos. Ya en marcha Blancanieves es mi proyecto más ambiocioso, uno que espero se convierta en mucho más que una fanfiction algún día. Mientras el Mundo se Derrumba, ya acabado, es el que más cerca tengo de mi corazón. Y muchas otras ideas están dando vueltas por mi cuadernito, esperando su momento para conocer la luz.

No se pierdan!

Y espero sus reviews que son más adictivas que nada que haya conocido antes!