Apenas terminaba de golpearle, cuando se disipaba la ira, su sangre se enfriaba y la adrenalina sentida momentos atrás se inhibía, lo primero que hacía era abrazarle, ignorando el escozor que podría producirle al inglés el rose de su ropa contra sus heridas abiertas.
Maquinalmente a esto le seguía que Arthur se abriese al abrazo y sus músculos se destenzaban, entonces Francis le abraza de nuevo, estrechándole más contra si, con más afecto, con todo el amor que teme no demostrarle y apoyando la barbilla en el pie del cuello de su pareja se odia en silencio. Y llora, llora por ya no poder controlarse, aún al punto de dar la vida por hacer desaparecer cada una de las marcas en el cuerpo de Arthur; porque le jura, le chilla que no lo volverá a hacer y teme volver a hacerlo. Teme también que a Arthur un día le aburra, que se aburra de el y de la situación y le deje.
Pero a Arthur no le molesta. E incluso después de chillar y arañarle la cara al francés del dolor se deja porque sabe que el dolor físico pasará con el tiempo. Pasará en función de los besos que reparta el francés por su cuerpo, por cada una de sus heridas abiertas y por las manchas amoratadas, por las que tienen costras y aún de aquellas que solo queda la cicatriz por recuerdo. Se disolverá el dolor cuando el francés con la nariz enrojecida por el llanto y las mejillas rosáceas de arañazos le mire. Le mire capaz de volver a bromear sobre sus gustos, cuando cierra la boca, para mirarle. Y le mira, no sin lujuria…pero también con infinita ternura y por sobre todo amor, amor... entonces se acomoda sobre el con cuidado y le quita la camisa. Y cuando hunda la cabeza en el cuello de Arthur, este le amará, le va a amar mas de lo que lo hizo el día anterior y aún cuando le golpeaba, va a cerrar sus ojos suspirando al compás de los movimientos de su amante.
Coinciden en que temen. Arthur teme, no por el (aunque no niega hacerlo a veces cuando termina su jornada o cuando se sirve una tasa de té y se pone a pensar.) Teme con más fuerza cuando enreda sus piernas en las caderas del francés y sus manos pasan por la melena dorada que le eclipsa la luz del cuarto. Teme cuando piensa que un día el francés cumplirá su promesa y no v a volver a tocarle ni un pelo, nunca más. Y ese es el problema, Arthur quiere que lo toque, que le bese y que en sí le ame… Todo lo demás no existe, no importa.
Francis ama a Arthur (se lo dice cuando suspira junto al oído del inglés) y Arthur ama a Francis (él solo lo mira en silencio, jadeando y cerrando los ojos un poco, complacido); el sentimiento es mutuo y pleno. Entonces se besan y el rose eléctrico les recuerda que la sangre ahora seca en el cuerpo de Arthur y las mejillas marcadas y los ojos secos y lustrosos de Francis por las lágrimas, son el cielo de ambos.
Y cuando el inglés suspira de placer y sonríe un poco, Francis le abraza, de nuevo.
No sé que hago yo escriviendo sobre esta pareja y con un tema asi, pero será... :D