Mayo de 2020.- Llevo cinco años sin publicar este fic. A pesar de ello, hay personas que todavía me preguntan por Apócrifo (muchas gracias). Quiero decirles a todos los lectores de esta historia que para mí es muy difícil continuar con este fic por mis circunstancias actuales, pero, a pesar de todo, lo sigo intentando. Les pido disculpas por la tardanza y por no alcanzar sus expectativas.

En esta ocasión, solo les traigo un extracto de mis avances (no es en sí un capítulo completo), pueden considerarlo un intermedio o un pequeño adelanto. Puede que sea un texto medio cortado y no tenga mucha calidad, pero considero sano publicarlo, tomando en cuenta que esto tiene más de cuatro años en mi computadora. En realidad, tengo un documento con todo lo que iba a pasar con este fic, así que trataré de trabajar en la manera más sencilla de terminar esta trilogía por ustedes y por los personajes, a quienes les he tomado un montón de cariño. Mi plan es dar lo mejor posible hasta retirarme del fandom, así que deséenme suerte.

Muchas gracias a todos los que aún continúan esperando esta historia. Dedico este capítulo a mis amigas Karen y Hana-chan.

Resumen:

En el último capítulo de Apócrifo, los elegidos y sus hijos se dividieron en grupos para llevar a cabo varias misiones dentro de la dimensión oscura donde se encuentran. Sora Takenounchi y el hijo de Mimi, Ben Tachikawa, logran entrar a la guarida de los Demon Lord y se encuentran con Shin Kido mientras que Tai y los demás enfrentan al Leviamon. Por otra parte, los trillizos Yagami y Seiyuro Takaishi han empezado la batalla contra los reyes demonios y el pequeño Tulo Izumi se las ha arreglado para liberar los pensamientos de la curiosidad de su hermana Osen. Asimismo, en el grupo de Yamato el pequeño Satoru Ichijouji fue atacado por la oscuridad, mientras que en el grupo de Hikari y Daisuke, una versión rejuvenecida del señor Gennai se ha presentado frente a Toshiro Takaishi para hacer las paces.


Apócrifo

Por ChieroCurissu

Adelanto del 11.3.2


Grupo de Sora Takenouchi y Ben Tachikawa


Ben se horrorizó al ver al hombre que yacía en el suelo de la caverna. A pesar de la oscuridad, la piel del humano era pálida, desvaída, descolorida, o al menos así se veía con la escasa luz de la linterna que cargaba Sora. Lo peor: no tenía la mitad de un brazo… ¿acaso no estaba muerto?, era casi como un muerto viviente.

—¿Shin Kido? —preguntó el chico a la señora Ishida, antes de que ésta se hincara junto al hombre y comenzara a tomarle los signos vitales. —¿Pariente de nuestros Kido?

Sora le asintió a Ben, puso la linterna entre unas rocas y sostuvo, temblorosa, la única mano del herido.

—Por favor, saca el kit de primeros auxilios, Ben-kun.

El chico obedeció.

—No está muerto, ¿verdad?

—¡No podemos permitirnos que muera! —fue lo que dijo la mejor amiga de su madre.

Entre los dedos manchados de sangre y de mugre de Shin, había una flor de la armonía marchita, Sora la identificó y suspiró aliviada. Segundos posteriores pudo oírle el corazón y se consintió llorar de manera más ruidosa.

—Su latido es muy débil —susurró Sora, acariciando la cabellera del lesionado. Ben se estremeció, a pesar de que ese hombre tenía la barba crecida y canosa, tenía un parecido escalofriante con el padre de su amigo Doguen —. Hay que desinfectarle la herida, alguien lo ha suturado, pero…

—Estoy bien… —la interrumpió Shin, abriendo los ojos con lentitud, como si fuera un hombre encarcelado a punto de cumplir su sentencia de muerte.

—¡Shin-san!

—Eres… la amiga de Jyou… Sora, eres Sora ¿Cierto?… de verdad han venido, sabía que vendrían… —comentó sonriendo, mientras su respiración se relajaba un poco.

—Shin-san, no te preocupes por nada, te llevaremos con Jyou, él está aquí, se pondrá feliz de saber que estás aquí …

El médico negó. Su semblante estaba acongojado a pesar de que sonreía.

—Déjame aquí… deben ir a salvar a los niños —pidió—. Jamás pensé que los volvería a ver… aquellos pequeños siguen siendo tres…

—Sí, sé que ayudaste a traer al mundo a los trillizos, sé que gracias ti viven los hijos de mi amigo Taichi, pero no hables más, salvaremos a todos.

—¿Por qué está este hombre aquí? ¿Lo tenían capturado? ¿Y por qué sabe de los trillizos? —preguntó con torpeza Ben Tachikawa, sacando vendas.

—Están en peligro… los trillizos… y ese pequeño pelirrojo…

—¡Tulo! —Se exaltó Benjamín, soltando el material de curación —¡¿Sabes dónde está mi hermano?!

—Es un niño muy valiente… —susurró Kido, señalando hacia donde había partido la comitiva—. Deben ir a salvarlos…

—Lo haremos, Shin-san, pero no te abandonaremos —precisó Sora. Justo en ese momento, Ben se irguió tembloroso, aunque decidido.

—Tanemon, vamos a rescatar a mi hermano y a los Yagami, no hay tiempo que perder —ordenó a su digimon, el cual, a pesar de que estaba convertido en Palmon, no era la Palmon de su madre, por lo que prefería seguir llamándole Tanemon.

—Iré, Benji —dijo su digimon, embarrándose en la ropa de su humano, como si quisiera mimarlo.

—No, Ben-kun, aunque tengamos la luz de la digievolución, no puedes ir solo—. Sora pidió—. Iremos los dos en cuanto termine de atender a Shin-san.

—No, yo ya no espero más, tía Sora —renegó el castaño —. Se trata de mi hermanito, está a la merced de esos monstruos, no voy a permitir que me lo arrebaten de las manos… ¿sientes la tierra?, parece que tiembla, estoy seguro de que algo anda mal, muy mal.

—Taichi y los demás no tardan en llegar —aseguró Sora —. Debemos esperar y planear una estrategia.

—¡No tengo tiempo de planear ninguna estrategia, tía Sora! ¡Por cada segundo que pasa existen más posibilidades de hallar a mi hermanito de cinco años muerto o herido! —gritó Ben —. No permitiré que me lo vuelvan a arrebatar, acabaré con todos, ¡los destruiré! ¡Vámonos Tanemon!

—¡Sí, Benji!

Sora se mordió los labios tras ver que se alejaban corriendo.

—Sora-san…— interrumpió el malherido hermano mayor de Joe —. Soy médico, deja el botiquín, yo me curaré… ese chico tiene razón, los Demon Lord no son como otros villanos… no dudarán en acabar con niños, quieren hacer un ritual, durante todos estos años no han dejado de hablar de que quieren hacer un emblema apócrifo.

La pelirroja asintió, conmovida por Kido.

—Yo… ¡Yo prometo llevarte con Jou-senpai, Shin-san!, por favor, sólo espéranos un poco más, necesito detener a Ben, todo estará bien, los elegidos estamos aquí para rescatarlos.

La pelirroja se levantó y apuró los pasos.

—¡Biyomon!

—Estoy lista, Sora.


Grupo de Hikari, Daisuke, Kyosuke y Toshiro


—¡Este no puede ser Gennai! —opinó Kyousuke, apuntando con frenesí a un niño de piel trigueña y ojos azules —. Yo me acuerdo perfectamente de la apariencia de ese sujeto y les aseguro que no era un niño, era más bien un anciano.

Toshiro se soltó del agarre de Kyosuke y retorció la espalda. No dejó de gritar; Hikari intentó consolarlo pero éste la alejó.

—Hijo, tranquilo.

—¡¿Por qué me juegas tan sucio, Mar de la Oscuridad?, ¿por qué lo tienes qué representar como un niño?! —se quejó Toshi.

—Elegido de la Luz, mi sombra te perseguirá hasta tu muerte —dijo el niño Gennai con la voz calmada. Hikari y Kyosuke se pusieron en alerta.

—¡No me importa quién seas, deja a mi camarada en paz! —exigió Kyosuke Motomiya.

—Pero mi sombra no debe impedirte brillar, elegido de la Luz —insistió el niño misterioso —. Mi sombra debe hacer que resplandezcas como cuando eras pequeño.

Kari se estremeció. Se acuclilló, acarició el cabello de su hijo mayor, quien temblaba en posición fetal. Lo que estaba sucediendo era demasiado para él. ¿Por qué además de lidiar con la llegada de su bebé tenía que enfrentar esos fantasmas?, ¿por qué tenía qué encogerse como un perdedor?

—Toshi, vamos, ponte de pie; encara tu pasado —pidió Hikari.

—Es un espejismo, madre, una pesadilla más… ¿Es que el Digimundo no se da cuenta de que estoy suficientemente roto?... tenía 12 años cuando la voz maligna de la fusión prohibida hizo un eclipse en mí y terminé matando a Gennai… ¿por qué siento la misma energía de aquella vez?

—La Homeostasis recicló y purificó mis datos, elegido de la Luz —dijo Gennai—. He renacido, justo como un digimon. Te he venido a otorgar mi perdón, porque en esta guerra, debes brillar con más intensidad que nunca.

Toshiro quedó silente, hipeó. Hikari no dejó de acariciarlo, de susurrarle frases al oído.

—Es que… —admitió Toshiro—… tengo miedo de volver a hacerte daño, señor Gennai… no importa que estés de nuevo aquí, yo te quité la vida una vez cuando fui poseído, la oscuridad está muy cerca de mí, no hay pecado que pueda borrarse…

—Mis datos estaban corruptos aquella vez, niño elegido, pero tu alma nunca terminó de corromperse.

Gennai caminó hacia Toshiro. Kyosuke miró a Hikari, pero ésta asintió y permitió que el agente de datos llegara hasta su primogénito y le extendiera la mano. El muchacho lo percibió, porque de inmediato levantó el rostro enrojecido por la histeria y sus ojos color carmín chocaron con los orbes de Gennai.

—Mi alma también está corrompida —aseguró Toshiro—. No sé si pueda vencer a la oscuridad… si la voz de la fusión prohibida vuelve y me posee, es posible que pierda y, si pierdo contra la voz, podría hacerle daño a quien sea…

—¿Hasta a Shinobu Takaishi? —retó el niño-Gennai.

Toshiro reaccionó con fiereza. De un solo movimiento, empujó al niño Gennai y lo tomó de las ropas, en actitud amenazante.

—¡Él no ha nacido! —exclamó —¡¿cómo sabes de él?!

—¿Le harías daño con tu oscuridad a ese bebé, elegido de la Luz?

—¡Contesta!, ¿cómo sabes de Shinobu?, ¿Le has hecho daño a él o a Yuri? —el arrebato de furia, propio de sus genes Yagami e Ishida, terminó por desinflarlo al notarse violento. Él mismo soltó al agente de datos, totalmente alarmado por su conducta —. Escucha, Gennai, haré lo que sea, puedes vengarte de mí, pero a él no lo involucren…

—Shinobu Takaishi es un elemento clave para esta misión, elegido de la Luz. Él está aquí desde antes de que ustedes llegaran.

—¿A qué te refieres con eso, Gennai-san? —cuestionó Hikari.

—Haré de nueva cuenta la pregunta, Toshiro Takaishi —. Gennai ignoró a Hikari, se puso de pie y enfocó a Toshi —. Si tu alma es corrompida, ¿harías daño a quien sea, incluyendo a Shinobu Takaishi?

—¡NO! —gritó Toshi —¡Jamás! ¡Nunca! ¡No permitiré que la oscuridad me posea! ¡Salvaré a mi hijo y volveré a la tierra para que pueda nacer en paz!

El cuerpo del muchacho resplandeció junto a sus palabras. Kyo abrió la boca, impresionado y Hikari notó que su propio cuerpo también se iluminaba.

—El emblema de la Luz debe brillar así de fuerte ante la oscuridad —sonrió Gennai—. Niño elegido, te perdono. No fuiste tú quien lo hizo, lo entiendes, ¿verdad?

Toshiro no dijo nada, sólo desvió la mirada al cielo: estaba oscuro y nublado. No había lunas ni soles, sino un manto opaco y grisáceo.

—No fui yo quien lo hizo… —murmuró quedamente el castaño, como en otra dimensión.

—¿Te perdonarás a ti mismo? —insistió Gennai.

Toshiro por fin bajó el rostro y miró detalladamente a Gennai en forma de niño. Se talló los ojos, caminó unos pasos y, trepidando, tomó las manos de ese ser.

—Tus manos están cálidas, señor Gennai.

—Estoy hecho de datos digitales, pero puedo emitir calor.

—Eso significa que estás lleno de vida —manifestó Toshi —. Me hace feliz que estés con vida a pesar de lo que pasó, ¿me perdonas de verdad, señor Gennai?, yo me perdonaré a mí mismo cuando Shinobu y Yuri estén a salvo, solo hasta ese momento superaré mi pasado.

—Tu Luz debe ser una guía en esta guerra, he venido a tu encuentro para que tu emblema y el de los demás niños elegidos, brille con máxima fuerza en esta batalla.

—Pues yo no me fío de este Gennai, sea anciano, joven o niño, eso no quita que nos mintió en varias ocasiones, como en el 2005 o en el 2027— riñó el hijo de Daisuke —. ¡Siempre habla en clave! ¡Siempre nos deja solos!, en los libros de tío Takeru se indica que en los tiempos de Tri fue uno de los principales enemigos, ¿no es verdad?, ¿y qué me dicen de lo que pasó durante la fusión prohibida?, yo no voy a confiar nunca en cualquier Gennai que se me aparezca diciendo ambigüedades.

—Señor Gennai, ¿qué es lo que está pasando?, ¿sabes dónde estamos? Necesitamos saberlo cuanto antes— exigió Hikari, encarando a la entidad de datos —. Kyosuke-kun tiene razón, si no hablas con la verdad, esta vez no habrá tregua.

Ya habían caído en la misma trampa en demasiadas ocasiones.


Grupo de Yamato, Koushiro, Ken y sus niños


Los pensamientos de la curiosidad de Osen fueron absorbidos por el cuerpo de la chica y su piel, por unos instantes, adquirió una coloración mortecina, azulosa, como si le hiciera falta oxígeno. Ella, en voz alta, agradeció a su hermano menor por ese regalo en forma de mariposa que había llegado desde el cielo, para regresarle una de sus mejores cualidades.

Zetaro Ichijouji se sonrojó. Sintió las mejillas calientes al ver que la hija de Koushiro se ponía más hermosa que nunca tras recuperar su curiosidad. Era verdad que en un primer momento lucía amoratada, sin embargo, segundos después había recobrado la luz de sus ojos tostados. Las cejas gruesas y rojizas dejaron atrás ese gesto compungido y el cabello, inclusive, pareció crecerle. De no ser porque estaba preocupado por su hermanito, Zetaro, sin duda alguna, habría vuelto a declarársele a la pelirroja.

—¿Por qué le agradeces a Tulo-chan? —preguntó Kotaro Ishida, con rostro de asombro —¿Estás bien, Osen?

Osen dejó de mirar hacia arriba. Los presentes suspiraron tranquilos al notar que la adolescente tenía su mirada cotidiana: una incauta y profunda. Koushiro dejó de morderse los labios y se permitió una sonrisa; Yamato parpadeó. Ken, quien era el único que no prestaba atención a lo que sucedía con la chica Izumi, siguió tratando de desaparecer la reacción adversa que mostraba Satoru después de haber tocado esa pintura tornasol.

—Oí la voz de Tulo cuando tomé mis pensamientos, él los ha rescatado para mí… pero está en peligro… su voz se oyó casi como un sollozo…

—Mi niño… —Koushiro apretó de nuevo la boca y se olvidó de sonreír.

Cof cof… papá, ah… y-yo, tambi-én s-o-y valiente, cof cof, como Tulo —dijo, con esfuerzo Sato, revolviéndose en los brazos de Ken. Estaba sudando un líquido helado y tenía la frente hirviendo.

Zetaro, Osen y Kotaro dejaron de hablar de los pensamientos de la curiosidad y miraron con aprehensión al pequeño. El brillo de la mariposa violeta se fue desvaneciendo: nada quedó de ella, pues la dimensión donde los elegidos yacían volvió a cubrirse de oscuridad.

Cotidianamente, Satoru Ichijouji era un niño sano, no era común verlo resfriado o con algún tipo de dolencia, por eso causaba consternación verlo sufrir esa reacción alérgica. Ken volvió a administrarle antihistamínico al pequeño, lo envolvió en una cobija.

—No puedo comunicarme con Jyou o Miyako —dijo con frustración Izumi; ni siquiera los walkies-talkies parecían funcionar —. Creo que la penumbra es más densa en esta zona, esa pintura puede ser la razón.

—Debemos regresar a la base entonces, recojan todo, nos volvemos —dio la orden Yamato. Había dejado pistas para regresar por donde habían andado. Era verdad que la misión de su grupo era encontrar la puerta a Witchelny, pero nada estaba por encima de la salud de los niños.

Osen caminó decidida hasta donde Ken arropaba con desesperación a su hijo pequeño.

—Sato-kun, ¿tú escuchas alguna voz dentro de ti? —preguntó ella, nerviosa.

Zet se talló los ojos. No quería, por nada del mundo, que su hermano sufriera lo mismo que él… por años había escuchado a la voz de la fusión prohibida, la cual había agrietado su corazón… Osen y Toshi también conocían esa voz, pero por ningún motivo permitiría que Satoru también se viera afectado por la misma.

El pequeño negó a la Izumi, pero ya no se podía confiar en sus palabras, a cada segundo soltaba palabras sin sentido. No solo se le estaba cerrando la garganta, sino que tenía fiebre alta. Su piel se estaba llenando de mancha rojizas y sus respiraciones eran cortas, desesperadas.

—Para ser sincera, a mí me enferma la Oscuridad del Digimundo… mi asma se debe en gran medida a ello —confesó la pelirroja a los presentes —. Papá, he perdido mi brazalete digital… pero tú y mamá Mimi siempre cargan mi medicamento contras el asma, ¿cierto?

Koushiro entendió a lo que su hija se refería. Desfragmentó el inhalador y se lo cedió a Ken, quien de inmediato se lo administró a Satoru.

—Trata de respirar hondo y profundo, Sato-kun —indicó la muchacha. El niño obedeció y, de alguna manera, su respiración se fue regularizando poco a poco.

—Ha mejorado el ritmo de su respiración, se está desinflamando…—observó Kotty con alegría.

—Pero la reacción alérgica sigue—dijo Ken.

—¿De verdad a ti te enferma la oscuridad del Digimundo, hija? ¿Por qué nunca nos lo dijiste? —preguntó Koushiro, con melancolía, como si recordara las innumerables ocasiones que había pasado en el hospital, cuidando a su niña.

—Perdón, papá… es solo hasta este momento que puedo confirmar que la oscuridad me enferma…—respondió apenada —. A nosotros, que somos elegidos, la Oscuridad del Digimundo tiene distintas maneras de afectarnos… Satoru-kun, por su carácter y su emblema, parece ni siquiera tolerarla…

—Y, sin embargo, yo puedo absorber esa oscuridad y cambiar mi esencia, ¿no es irónico? —se lamentó Zet, mirando las puntas de sus dedos pigmentadas.

—Dense prisa en recoger sus cosas, chicos. No podemos arriesgar a Satoru, lo mejor será que Joe lo revise —. Yamato de nueva cuenta dio la orden. Zet corrió a recoger sus dibujos, Kotaro se echó al hombro la mochila y Koushiro guardó la computadora. Ken se amarro a Satoru en la espalda con su chamarra.

—Papá… ¿puedo dormir?, cof cof —preguntó debilitado.

—¡No, Sato! —le gritó Zetaro —. No cierres lo ojos, tienes qué prometérmelo.

—La fiebre sigue subiendo —Ken gruñó.

—¡Vámonos! —la orden de Yamato se dio con fuerza y todos obedecieron.

—Las serpientes tienen veneno, las arañas tienen veneno, los escorpiones tienen veneno, pero los niños son tan antivenenosos como las nubes… —el brillo plateado de unos ojitos refulgió entre la maleza.

Un niño pequeño, de piel muy clara, saltó llevando en hombros a una niña aún más pequeña.

—Takkun, ¡qué brusco eres! ¡Y qué entrada tan poco épica!

Kotaro soltó un "wooa" de asombro. Zet, por inercia, se puso frente a Osen, como si quisiera protegerla. Los adultos se detuvieron. Tanto Yamato como Koushiro dejaron caer las manos en los costados y sintieron que se les aceleró el corazón.

—Lo épico es que los niños antivenenosos se envenenen, como ese niño —apuntó el pequeño de cabello dorado.

Yamato sonrió de forma parecida a como le sonreía a su mujer e hijos. De nueva cuenta podía ver a ese pequeño tan parecido a él, que lo había ayudado.

—¡Olvídalo! —rugió su acompañante —. Todo lo tengo qué hacer yo. Hola a todos, nosotros somos Takumi y Koemi, y hemos venido a salvar el día.


Fin del adelanto del 11.3.2


Continuará próximamente…


Muchas gracias por leer este adelanto, me disculpo si tiene errores y si no pudieron reconectarse con la trama. Intentaré hacerlo mejor para la próxima.

Ordinariamente en este fic había votaciones para elegir a los fantasmitas más queridos y a la pareja ideal para Osen Izumi, pero por el momento no voy a contabilizar los votos, porque este solo ha sido un adelanto del capítulo. Espero que pronto pueda de verdad trabajar en lo que sigue para este fic, que es uno de los más importantes para mí.

Saludos y cuídense mucho.

Atte. ChieroCurissu