¡Hola!
wow!
Me asombran por la grata respuesta que tuvo este primer capítulo; muchas gracias por sus mensajes, de verdad. También quiero agradecer a todas aquellas persona que leyeron el capítulo anterior, a todas, a todas... A TODAS... les envío un fuerte abrazo y un beso.
Ahora si... las dejo leer!
OoOoOoOoOoO
Disclaimer: Bleach y todos sus personajes pertenecen a Tite Kubo & Cía. La historia la hago sin fines lucrativos.
Ciudad de Karakura.
Miércoles 26 de mayo.
23:19 horas.
DÍA 2: Desahogo.
El ambiente era acalorado, aún estando en plena noche y con fuertes vientos; la transpiración de su cuerpo recorría la piel incesantemente, muestra fiel de lo que estaba viviendo. Se retorció de forma abrupta sobre su cama. El diminuto grano de raciocinio que le quedaba se preguntaba repetidamente por qué estaba haciendo esto, en qué momento había caído en esta pequeña tentación. ¿Era tan frágil como la gran mayoría de sus congéneres masculinos?
Pero lo que estaba realizando era necesario, casi indispensable.
Un gruñido casi silencioso se escuchó en la habitación; la imagen vista un día anterior llegó a su mente una vez más y todo parecía que se quedaría establecida por largo tiempo. Esa era la causa de su aflicción, del tormento que lo victimaba vigorosamente. Pero de tan sólo remembrar la apariencia de esa piel seguramente firme, de las líneas dibujadas por los pliegues de los glúteos femeninos y de aquella tela negruzca; originaban y aumentaban el pequeño regodeo que experimentaba.
Todo había sido culpa de ese viento inquieto que jugó con la pequeña falda de la shinigami.
Y de la suerte que tuvo al tirar sus cosas en el momento oportuno.
Continuó con su trabajo de saciar aquella hambre generada de tan fantástica visión. Sobre su costado derecho y con una premura desesperada, su mano cubrió nuevamente su virilidad que ya se encontraba rígida. Subía y bajaba con un ritmo medianamente veloz cubriendo desde la base hasta la punta. Sus ojos fuertemente cerrados enfatizaban en su rostro una mueca de dolor y placer al mismo tiempo, ¿cómo era posible que pudiera sentir ambas cosas de forma simultánea?
Las maravillas enigmáticas de la naturaleza humana, algo difícilmente de comprender.
La sensación de hormigueo que hasta ese instante únicamente surcaba en el área pélvica, ahora se extendía poco a poco en todo su cuerpo siguiendo el camino de la columna vertebral llegando hasta la nuca.
"Su piel…"
Inconscientemente oprimió con mayor fuerza su miembro, a la vez que el ritmo de los movimientos ascendentes y descendentes de su mano aumentó frenéticamente con la intención de querer satisfacer su minúsculo episodio de depravación.
A final de cuentas estaba en su derecho.
Esa imagen que inundaba su mente era su aliciente.
Sudor, movimientos extraños, pensamientos enmarañados, necesidades insólitas, todo aquello acumulados en un sólo ser.
"Rukia…"
Si las sensaciones anteriores las consideraba insoportables, ahora no sabía como describir lo que percibía en su cuerpo y en su mente. Con un gruñido mucho más sonoro, culminó de vaciar aquel pesar inquietante que arrastró por dos tortuosos días.
Se sintió aliviado, satisfecho, pero con cierto sabor amargo.
Debía agradecer la ausencia de Kon, estaba completamente seguro que éste se encontraba en la habitación de sus hermanas, Yuzu debió haberlo llevado a ese lugar. Con un sonrojado rostro y un ligero agotamiento se reacomodó en su cama; lanzó un suspiro, debía admitir que por muy vergonzoso que fuera lo acaecido con él momentos atrás, el resultado fue un literal desahogo. De alguna manera Rukia fue la que provocó este inusual evento, pero de forma indirecta, también lo calmó.
El lunes pasado fue un día difícil, no sólo porque estuvo más tiempo en la escuela, sino que también tuvo que atravesar un bochornoso suceso del cual apenas salió librado; sin embargo, estaba sufriendo las consecuencias y que mejor muestra que lo que acababa de suceder.
—Contesta Ichigo —exigió la pelinegra.
La hora de la verdad había llegado.
¿Cómo debía salir de esta circunstancia?
—¡Ichigo! —la voz de la pequeña shinigami resonó más enérgica.
—Es que…—miró atentamente como su compañera se inclinó quedando así al mismo nivel que él —yo…—titubeó —yo vi…—¿le diría la verdad? ¿Acaso estaba loco?
—(…)
—Yo vi…
Rukia se cansó y acercando su rostro al del pelinaranjo, le susurró prácticamente al oído.
—Si te preocupa esta herida —le señaló una lesión reciente que se hallaba al costado externo de su rodilla izquierda —no me la hizo ningún hollow —afirmó —yo misma me la causé en un descuido en la clase de deportes.
Parpadeaba acérrimamente. La propia Rukia lo redimió de cualquier explicación.
Con dificultad, recobró la tranquilidad, se levantó al igual que la shinigami.
—De acuerdo... —con esa frase lerda, el hombrecillo dio por terminado el incidente.
Uno de los peores sustos que pasó en su vida.
Lo inquietante de todo es que Rukia era la desencadenante de esta nueva faceta llena de incertidumbres.
Fogosas incertidumbres.
¿Fue correcto lo que hizo?
Era muy normal que un joven a su edad pasara por esos acontecimientos; moralmente podría ser mal visto, pero por naturaleza era justificable; y a nadie tenía que rendirle cuentas; era algo muy suyo, y si tenía que recibir reprimendas, eso únicamente le correspondía a él mismo.
¿Debía sentirse culpable?
Para sorpresa de él, no, no se sentía culpable. No obstante era lastimero, le hubiera encantado desahogarse con ella y no conformarse con este acto, he ahí el porque de ese extraño sabor amargo. Una sorpresa mayor, tenía la sensación de que por primera vez estaba siendo sincero, por lo menos en cuanto al tema de las mujeres.
Se revolvió dentro de su cama; acaba de decidir que borraría cualquier indicio que revelara lo sucedido con él a la mañana siguiente, muy temprano; lo mejor era tratar de dormir, sólo esperaba que no tuviera un sueño similar como el de la noche anterior, porque de ser así, era definitivo que no podría descansar; Rukia no lo dejaría dormir. Ya estaba dispuesto a hacerlo, pero hubo algo que lo alertó. Tenues golpes se hicieron sonar en la puerta de su habitación.
Tensionado, actuó con rapidez, se sentó en el borde de la cama; iba a responder al llamado cuando de repente entró la persona que lo buscaba.
—¡Rukia! —aterrorizado —¿qué haces aquí?
La pelinegra casi sin tomar en cuenta el estado anímico del shinigami sustituto, terminó por cerrar la puerta. Como era de esperarse ya llevaba puesta su pijama que era un camisón sencillo, pero con una característica a resaltar; aunque la prenda pareciera infantil, el largo de ésta apenas llegaba a la mitad de los muslos. El clima lo ameritaba.
Desde luego que Ichigo no pasó por alto esta característica. Las manos del muchacho cubrieron con la ayuda de una sabana la entrepierna; esto no podía estar pasando, no debía estar pasando.
Nuevamente un momento incomodo, respiración agitada, sudoración nerviosa.
—¿Qué haces aquí? —ahora él exigía una respuesta.
—Vine únicamente a dejarte esto —se acercó al escritorio del joven donde colocó una charola con la cena que se supone Ichigo debió haber consumido aquella noche.
—No era necesario… —habló con temor.
—A tus hermanas y a mí nos preocupó que ayer y hoy no quisieras cenar, por eso decidí traerte la comida.
—Te repito que no era necesario —desvió la mirada — de todos modos te lo agradezco.
Nadie habló más.
Un par de minutos después, nadie se dignaba a hablar. A Ichigo se le hizo raro que Rukia permaneciera tan quieta, aún con miedo, volteó a mirarla y la encontró muy concentrada viendo algo…
—¡¿Qué ves? —chilló alterado.
—(…)
—¡Maldita Rukia!, ¿qué estás viendo? —cerró sus piernas lo más que pudo.
—¿Qué escondes en las manos Ichigo? —se aproximó al muchacho sin perder de vista el bulto que ocultaba el muchacho.
—¡Aléjate! —gritó.
Rukia se asombró por la actitud de su amigo, ¿qué había de malo en que ella preguntara? ¿De verdad Ichigo era tan retrasado mental que no tenía la capacidad de responderle de forma tranquila? Si bien quería él que ella no se enterara, pues se lo hubiera dicho así de fácil y asunto arreglado, no era necesario llegar a gritar.
Pero conociéndolo, pedía mucho; lo más prudente era dejar las cosas como estaban.
—Pues quédate con tu cosa... —no encontró la palabra adecuada, así que soltó lo primero que se le ocurrió —mañana bajas a cenar porque tus hermanas y yo no somos tus sirvientas, si te quedas con hambre es muy tu problema —habló con indiferencia mientras caminaba a la salida.
—Zorra… —murmuró.
Se apaciguó cuando la vio dejar su recamara, relajó una vez más su cuerpo.
Este problema debía resolverlo, ¿pero cómo? Sería una tontería decir que era necesario separarse de ella, pues para comenzar vivían bajo el mismo techo, además estaba esa advertencia hecha por el líder del clan Kuchiki y no estaba dispuesto a enfrentar a un hermano enfurecido por no haber cuidado a la hermana de éste.
¿Evitarla?
¿Cómo?
Volvería a caer en una tarea imposible.
Aunque era lo idóneo, tenía muy presente que si comenzaba por esforzarse en dejar de fantasear con la menuda Rukia, sería el mejor inicio. También seria necesario, casi urgente, rezarles a todos los dioses para que la suerte le sonriera y que la vida dejara de exponerlo a la chica, y más cuando ésta poseyera ropa peculiar.
No quería estar de nuevo en un evento donde Rukia fuera la protagonista y él un ferviente espectador.
Sería su acabose.
—Ichigo… —la ojivioleta entró abruptamente a la habitación —¿mañana tenemos clase de natación?
"¡Jodida suerte!"
Ni rezándole a los dioses se libraría de ella.
Continuará…
Notas de la autora: Cuando se necesita... a desahogarse! hahahahahahahahaha -pobre Ichigo-
Espero que no les haya parecido grotesco este capítulo, obviamente esa no es mi intención, yo sólo pretendí exponer a un Ichigo común frente a un "problema" que bien lo puede atormentar de esta manera.
Nuevamente agradezco sus mensajes, quisiera escribir sus nick (como ya lo estaba haciendo), pero aunque no lo crean... me mareo (?) O_O, de verdad... se los juro... me mareo... T_T, pero a al próxima pondré a mi secretaria (Mónica que tiene diarrea) a que ella los escriba.
Les dejo un chiste muy al estilo IchiRuki, auqnue no sale Ichigo... ustedes lean!
OoOoOoOoOoOoO
El par de hermanos Kuchiki se encontraban en su departamento… —Hermano, ¿podrías arreglar la gotera de la llave del baño? —pidió atentamente la pelinegra. —¡Ubícate Rukia! —habló con fastidio el hombre —¡No soy plomero! Cinco minutos después. —Byakuya, ¿podrías pintar la pared? —¡Ubícate Rukia! —la miró firmemente —¡No soy pintor! Cinco minutos más tarde. —Hermano, ¿podrías arreglar la luz de la cocina? —¡Ubícate Rukia! —exclamó con enojo —¡No soy electricista! Al día siguiente en la noche, Byakuya regresó muy cansado, sólo esperaba que su hermana Rukia ya tuviera lista la cena. Al entrar a su hogar, se percató que la pared estaba pintada, que la luz de la cocina ya se encontraba encendida, fue rápidamente al baño y ya no halló gotera alguna. —¿Quién hizo todo esto? —miró extrañado a la ojivioleta —¿contrataste a alguien? —¿Recuerdas al vecino del departamento de arriba… Kurosaki Ichigo… el de cabellos anaranjados? —preguntó la chica. —Sí… —Bueno… le pedí a él que arreglara todo. —¿Cuánto te cobró? —Es que… —dudó un poco —me dio a elegir dos formas de pago. Uno donde yo le hiciera un pastel de chocolate con fresas o… —bajó el tono de voz —la segunda forma de pago era que le regalara una tarde de pasión donde hubiera lujuria desenfrenada. —¡¿Cómo se atreve? —gritó, pero aún conservando la calma —¿Te sobró pastel? Rukia lo mira seriamente. —¡Ubícate hermano… no soy repostera! OoOoOoOoOoOoOoO Hahahahahahahaha ¡Hasta el siguiente capítulo, se cuidan mucho!