¡Hola!
Cuanto tiempo sin leerlas y leerme... algunas me conocerán, otro tanto estarán enojadas por mis escasas actualizaciones, otras ni siquiera me han de conocer...en fin.
Digamos que estoy tratando de regresar al negocio de los fics... O_O
Antes de continuar, quiero agradecer a todas las chicas que me enviaron un mensaje preguntando por mi estado de salud; para mi fue una grata sorpresa saber que amigas de este portal se hayan enterado de lo que estaba pasando conmigo y que tomaran el tiempo de expresar su interés por mí. Se me acaban las palabras, ¡MUCHAS GRACIAS! Y como se darán cuenta, pues ya ando dando lata nuevamente.
Este mini-fic es el pago de un apuesta que tengo pendiente con Ela (conocida aquí como JaNy). Después de los tres cortos capítulos, procederé a mostrarles lo que es el regalo para ella por su pasado cumpleaños.
Si notan que este escrito no cumple con sus expectativas… ¡pues díganmelo!, he perdido forma, pero eso no quiere decir que no lo haya escrito con cariño.
OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO
Resumen: Una tela sencilla y común, le demostrará a Ichigo que tiene hormonas, ¿quieres saber cómo?
Disclaimer: Bleach y todos sus personajes pertenecen a Tite Kubo & Cía. La historia la hago sin fines lucrativos.
ENCAJE NEGRO
Ciudad de Karakura.
Lunes 24 de mayo.
17:07 horas.
DÍA 1: Visión.
Hace tan sólo cinco minutos seguía refunfuñando por la mala suerte que llevaba a cuestas. Ser shinigami sustituto era una gran responsabilidad que cualquiera valoraría, claro, siempre y cuando supiera en que consiste dicho oficio. Desde ciertos puntos de vista, era admirable que brindara su tiempo para tan noble labor, encaminar a las almas de los recién fallecidos; sin embargo, no todo podía ser tan fácil. Siempre existían los sacrificios. Para poder cumplir con la encomienda de la Sociedad de Almas, debía tomar prestado de su tiempo como estudiante y ahora estaba sufriendo las consecuencias.
"¿Sufriendo las consecuencias?"
Sí y no.
Con su mirada fija en aquel punto que encontró interesante seguía preguntándose si realmente estaba sufriendo ante aquella escena.
En teoría, él ya debería estar descansando plácidamente en la comodidad de su casa; no obstante, la paulatina caída de sus calificaciones y las imposiciones de su profesora lo obligaban a estar hasta esas horas en la escuela preparatoria, tomando clases extra para nuevamente nivelarse a los alumnos de alto rendimiento. Para su fortuna y no menguar más a su ya humillado orgullo, sus compañeros Chad, Inoue e Ishida también estaban en ese instante compartiendo la misma aula. No sólo ellos se encontraban en el recinto, también estaba ella, aunque eso no era una sorpresa sabiendo la calidad de estudiante que era.
La novedad es que Rukia tuviera el interés que ahora mostraba al tratar de resolver un problema de matemáticas.
Y él, Ichigo Kurosaki, estaba sentado en su pupitre con la menor intención de solucionarlo.
Con un leve sonrojo, se cercioró que sus compañeros no lo descubrieran en su tan delicada tarea. Una vez más tragó saliva; cerrando el puño izquierdo con mayor fuerza y recargando su cabeza en su mano derecha tratando de simular su vista, nuevamente dirigió su mirada hacia al frente. Debía admitir que Rukia era una chica hermosa, pero en su pose actual, la notaba mucha más atrayente.
Para él era inevitable no mirarla; con perfección, detalló el movimiento de las piernas femeninas; ahora la derecha estaba delante de la izquierda quedando levemente flexionada. Ichigo se ruborizó con mayor intensidad. Las cualidades de la shinigami eran varias, lo aceptaba, incluso el carácter temperamental de la mujer formaban parte del imán que ya había analizado con anterioridad; sin embargo, hablando físicamente, la pelinegra bien podría presumir de dos grandes cualidades; y no, no se refería a las delanteras formas anatómicas femeninas.
Una pequeña gota de sudor recorrió el costado de su rostro, si bien el clima era caluroso, el hombrecillo de cabellera naranja sudaba más por lo que sus ojos observaban a gran pincelada. Las extremidades inferiores de Rukia ameritaban el momento de tensión que estaba viviendo. Una gran incógnita surgió en sus pensamientos, una pregunta que despertaba su curiosidad masculina, curiosidad que sólo sería alimentada si él lograra…
"¿Tocarlas?"
Así disiparía algunas dudas.
"¿Cómo será su piel?"
Aparentemente era tersa
"Pero yo…"
Una diminuta bocanada de aire aumentó su nerviosismo.
Él era hombre y el hecho de que no estuviera tras las mujeres como la gran mayoría de sus compañeros, no significaba que estuviera totalmente ciego ante los encantos de las féminas y mucho menos que careciera de aquel instinto masculino que le gritaba a los cuatro vientos que Rukia Kuchiki causó el nacimiento de una extraña sensación, de un deseo.
"¿Deseo?"
...
"¡Mierda!"
Una cosa es que apreciara las piernas de su compañera y otra muy diferente que él la deseara como mujer.
Esta idea no consiguió distraerlo del todo; para él, inconscientemente, era un quehacer importante, así que, con una taquicardia acompañada con el aumento de sus respiraciones nuevamente vio a su distracción.
De verdad que era inevitable.
Rukia quien se había comprometido a desempeñar el papel de una auténtica estudiante y no poner en vergüenza el gran apellido del cual era portadora; se encontraba discutiendo algunos puntos del fastidioso problema de matemáticas con las profesora. Ya llevaba un buen rato en ello, incluso ya estaba cansada al estar de pie delante del escritorio de la institutora al grado de que prácticamente su tronco estaba recargado en el mueble, resaltando de esta manera su trasero hacia el lado de sus compañeros.
Pero todos estaban concentrados en sus ocupaciones y no se daban el tiempo de admirar el espectáculo que ofrecía la shinigami, salvo uno.
Y ella ignoraba lo que le estaba causando a éste.
De haberlo sabido, hubiera preferido seguir arrastrado el título de 'mala estudiante'.
¿En qué momento comenzó a jugar con la pluma? Ichigo seguía prefiriendo concentrar toda su atención a la ojivioleta o lo que ella le mostrara. Con la punta del bolígrafo comenzó a golpetear la mesilla del pupitre; cualquiera que lo viera, pensaría que se encontraba en verdaderos aprietos al no hallar como resolver su problema; sin embargo, esa realidad se encontraba muy alejada de los pensamientos del pelinaranjo.
Más tensión.
Hasta desesperación.
"¿Pero a qué?"
Uno de los tantos golpes que daba al pupitre cobró mayor fuerza y sucedió algo inevitable.
Un ruido no estrepitoso, pero lo suficiente para distraer a los presentes del salón de clases, hizo que todos voltearan hacia Ichigo quien había tirado sus libretas y lapiceros.
—Lo siento… —sin más, con movimientos discretos se dispuso a alzar sus cosas.
Ichigo, agradeciendo al viento que entraba por la ventana para mermar su vergüenza, se agachó para cumplir su cometido; y desde ese punto, percibió que su pequeño incidente no fue la gran cosa, pues sus compañeros habían vuelto a su faena. Examinó a cada uno de ellos, incluyendo a Rukia. Sin pensarlo, los siguientes tres segundos cambiarían su vida.
…
Una fuerte brisa se hizo presente en el aula.
…
Él quedó atónito, sus ojos reflejaban el azoramiento de sus pensamientos.
Un temblor en sus piernas impedía que se pusiera de pie.
Después de todo, era justificable que se encontrara en tan penosa situación.
¿Qué había sido eso?
Se preguntaba una y otra vez si lo que había visto era real o únicamente producto de su imaginación.
¿Qué había sido eso? Se formuló otra vez la pregunta.
"¿Encaje negro?"
Su sorpresa aumentaba.
"¿Ella usa encaje negro?"
¿Qué esperaba? ¿Encontrarse con una braga que su principal decoración fuera un odioso Chappy? Conociéndola, esa idea era razonable. Rukia era capaz de utilizar esas prendas. Pero lo que vio superaba cualquier imaginación que haya tenido hasta ese momento.
Otro ruido la obligó a voltear hacia su compañero y se encontró con un pelinaranjo boquiabierto.
Él observó como la distancia con Rukia disminuía. Su corazón se aceleró. Ella se había dado cuenta.
—¿Qué miras?
La imponente pregunta no ayudó en nada a sus nervios, pronto su reputación estaría en los suelos.
—Yo… —balbuceó afligido.
—Contesta Ichigo —exigió la pelinegra.
La hora de la verdad había llegado.
Continuará…
Notas de la autora: ¿Les gustó? deseo que sí. espero sus comentarios