Hola a todos se que querrán matarme por lo tardado de mis actualizaciones, pero la verdad he estado muy ocupada, agradezco sinceramente a todas aquellas personas que se toman el tiempo en dejarme sus comentarios, cada vez que los leo encuentro la inspiración y la motivación para continuar la historia.

La verdad mil gracias a todos y sin más preámbulos le dejo el nuevo capítulo, espero y les guste y espero sus comentarios. Atte. chepys

EL AMANECER

-Al fin solos- había dicho William, el silencio fue la respuesta que obtuvo.

Candy estaba tan pensativa había decidido decirle casi toda la verdad a William, esperaba que el entendiera las razones que la habían orillado a casarse con Max, después de todo el tenia un poco de culpa por haberse marchado sin siquiera darle la oportunidad de explicarse. Estaba tan concentrada en la manera de cómo hablarle con la verdad a su nuevamente esposo, cuando sintió que unas manos se posaban sobre sus hombros mientras escuchaba una dulce voz que decía AL FIN SOLOS, al escuchar aquellas palabras todo lo que estaba pensando se borro de su mente.

Minutos antes Albert estaba en su habitación lo dicho por su tía le daba ánimos, la anciana tenía razón, de el dependía que su ahora esposa borrara de su mente el recuerdo y las caricias de otro hombre, después de todo el había sido el primero en la vida de Candy una sonrisa se dibujo en sus hermosos labios al recordar cuando Candy fue suya por primera vez, cuando alguien llamo a su puerta.

-adelante

La mucama entro rápidamente

-señor, le informo que la señora ya esta instalada en su habitación

-gracias Amy, la señora esta en lo que será nuestra habitación-pregunto el rubio con duda

-no señor, la señora Elroy nos ordeno que su esposa debía de cambiarse a la recamara que se remodelo hace 3 años, pero si gusta yo misma la conduciré a la que serán sus habitaciones.

-no te preocupes Amy, yo le mostrare a la señora cual será nuestra habitación,

-se le ofrece algo mas señor

-nada Amy gracias,

-sí señor, hasta mañana.

La joven salió dejando a un Albert pensativo, había sido una buena estrategia de su tía dejar a Candy en la que alguna vez había sido su alcoba, aunque había sido remodelada y ahora estaba más grande albergaba muebles y todos los detalles con los cuales alguna vez Candy la había decorado. Esperaba que todo aquello le trajera buenos recuerdos. Moría de ganas por ir hacia la recamara y besar a su princesa eran años de estar lejos de ella, el tratar de recordar su olor, la suavidad de su piel, sus besos sobre todo aquel dulce beso dado minutos antes en el altar, hacían estragos en cierta parte de su anatomía.

-Como será su cuerpo ahora- hablaba el rubio en la soledad de su habitación-, la maternidad fue generosa con ella, sus curvas son muy llamativas, sus pechos generosos, pero que estoy diciendo, estoy hablando solo y para colmo en voz alta. Pero la amo tanto, ella deseaba solo un matrimonio de apariencias, pero yo no quiero eso, la amo, la deseo cada día con más fuerzas. Pero si me pide que, no la toque, respetare su decisión, no solo quiero poseer su cuerpo, quiero ser el único dueño de su corazón

El rubio salió de la habitación después de cerciorarse que no hubiera nadie en el pasillo se dirigió a la alcoba donde lo esperaba su esposa. Toco un par de veces como no obtuvo respuesta entro rápidamente temiendo que se hubiera escapado, el cuarto estaba a oscuras, busco con la mirada por toda la habitación preso del pánico, pero al verla pensativa recargada cerca de la ventana todos sus miedos desaparecieron, se acerco lentamente, la luz de la luna se colaba por la ventana iluminando el cuerpo de la joven, aquella luz resaltaba sobre la bata haciendo a esta invisible, la miro detenidamente por un par de minutos, que hermosa es, pensaba el rubio, estas tan cerca y a la vez tan lejos, que pensaras mi amor – se preguntaba a sí mismo. Su cuerpo reacciono ante el deseo de tocarla así que sus manos cobraron vida y se posaron en los hombros de la joven y de sus labios salieron aquella palabras que semanas atrás se moría por decir AL FIN SOLOS.

Sus manos bajaron hacia la cintura de la joven abrazándola por la espalda, su nariz se hundió en aquellos rizos con los que tantas noches había soñado, para su deleite aquel aroma no había cambiado, beso el cabello de su amada sus manos dejaron su cintura para acariciar aquellos rizos que había crecido mucho y que ahora llegaban casi a la cintura.

Candy se sentía entre nubes, el sentir la manos de Albert acariciando sus cabellos la hacia olvidar hasta su nombre, pero algo dentro de su corazón le gritaba que tenían que hablar antes de llegar mas lejos.

Pasaron varios minutos y Albert continuaba acariciando el cabello de su hermosa esposa cuando esta por fin hablo.

-William-dijo Candy nerviosa- necesitamos hablar

Al escucharla, William dejo de acariciar el cabello de su esposa, odiaba que lo llamara William, la hizo girar sin soltarla de los hombros para que estuvieran de frente.

-de que quieres hablar princesa,-dijo mirándola con la más infinita ternura

-quiero hablarte de Maxwell- dijo seriamente

El rubio se quedo helado al escuchar aquellas palabras, acaso Candy deseaba hablar de su ex marido precisamente en su noche de bodas. Celoso soltó a la joven

-Y tiene que ser precisamente ahora-dijo molesto mirándola fijamente

-tiene que ser ahora,-suspiro- necesito hablarte de Max, para mí es muy importante-dijo mientras se cubría el cuerpo con la bata, la mirada de Albert hacia su cuerpo la hacía sonrojarse.

-todo lo que deseo saber sobre ti y Maxwell ya lo sé, -hablo muy serio tratando inútilmente de controlar sus celos-

-aun así hay cosas que ignoras y me gustaría que supieras, así que por favor escúchame- dijo nerviosa- después no tendré el valor de hablar

-desde que te vi en Nueva York- la interrumpió haciendo caso omiso a lo ultimo dicho por la joven- inicie una extensa investigación sobre la misteriosa y poderosa Catherine Vandervit-Wilson la gran dama de hielo inglesa, deseaba saber mas de ti, mi corazón me decía que eras mi Candy, pero tu actitud y tu forman tan fría y altiva de mirarme me hizo dudar, aunque pensaba que era demasiada casualidad que 2 personas fueran exactamente iguales.

-veo que a pesar de mi amnesia y de ser alguien totalmente distinta a la chiquilla tonta, con la que te casaste tiempo atrás hayas podido reconocerme- dijo dolida-pero es hora de hablarte de mi relación con Maxwell es muy importante que sepas que….

-que tienes que decirme que yo no sepa,-dijo en tono molesto interrumpiéndola nuevamente- se todo sobre su feliz matrimonio, que te embarazaste de Freddy a los pocos meses de mi partida, razón por la cual te casaste embarazada, que vivieron 2 años en Londres, que fueron la pareja dorada de la sociedad europea, hasta la Reina sucumbió ante su amor y felicidad, hasta los hizo sus amigos, que tus hijos tienen el honor de ser ahijados de su majestad, y al quedar viuda decidiste alejarte de todo lo que te causaba dolor, y que nadie salvo tu familia y algunos amigos cercanos sabían de tu amnesia.

-vaya si que estas al tanto de mi vida en Londres- dijo sorprendida

- Si te digo todo esto es porque te amo Candy, que siempre te he amado, no me importa tu pasado, no me importa que haya habido otro hombre después de mi, por que se que fui el que te hizo mujer.

Las últimas palabras del rubio lastimaron a Candy, ella estaba dispuesta a decirle la verdad sobre su relación con Max, pero lo celos de Albert salían a flote nuevamente, haciéndole perder el control, entendía erróneamente que Albert se tragaba su orgullo de hombre solo por que el había sido el primer hombre en su vida.

-Al parecer eso es lo único que te importa, que fuiste el primer hombre de mi vida- dijo molesta mirando fríamente a su ahora esposo-

- y como quieres que reaccione, no puedo creer que quieras hablar de Maxwell precisamente en nuestra noche de bodas-dijo molesto tomándola por los brazos

-desde el principio te deje muy claro que nuestro matrimonio era de apariencias-dijo furiosa soltándose y dando 3 pasos atrás- me obligaste aceptar tus condiciones, pero no aceptas las mías, de haberlo hecho nos evitamos muchos problemas y discusiones.

-te dije que no estaba de acuerdo, yo no puedo tener un matrimonio de apariencias, te deseo-dijo mientras la abrazaba con fuerza, es que no te das cuenta de todo lo que provocas en mi

-pero yo no puedo ser tu mujer-dijo empujándolo, su cercanía le dolía-

-por que Candy, acaso no ves lo mucho que ….

-lo siento William, pero no te conozco-lo interrumpió alejándose aun mas

Al escuchar lo dicho por la joven Albert se quedo sin palabras, solo Candy era capaz de dejarlo sin palabras, sin pensamientos, y sin aliento el silencio los invadió por unos minutos

-como que no me conoces-grito molesto saliendo del Shock- soy Albert mírame, soy el hombre siempre estuvo a tu lado desde que eras niña, soy el hombre que lloro amargamente al creerte muerta, soy tu Albert mírame- dijo tomándola de lo brazos para que lo viera de frente

-creí conocerte William- dijo recalcando el nombre- pero no fue así, a la primer duda de tu parte hacia mi me juzgaste sin ni siquiera darme la oportunidad de explicarte, y lo que es peor huiste dejándome sola y con el corazón hecho pedazos- se defendió con la frente en alto

-lo se y no sabes cuanto me arrepiento, pero todo te acusaba- la interrumpió- los anónimos, tus salidas mal justificadas

-a mi también me llegaban anónimos,-lo interrumpió- me deban celos el saber que estabas con Megan Andretti en la oficina, no era de piedra William pero confiaba en ti, en el gran amor que decías tenerme, por eso nunca, óyeme bien nunca, te dije de los anónimos que me llegaban. Pero ya no quiero hablar mas de eso ya es parte de mi pasado- dijo haciendo su cabeza aun lado para que su esposo no viera las lagrimas que salían de sus ojos

-Candy-dijo Albert dulcemente controlando sus celos, pero sin notar las lágrimas de la pecosa- dime con toda sinceridad que sientes por mí

-no lo se William- contesto sin pensarlo- lo único que siento en este momento es que no puedo confiar en ti,

-Candy- dijo tomando su rostro con sus manos mientras limpiaba las lagrimas que acababa de notar- te amo, siempre te he amado, eres el amor de mi vida y la mujer que siempre espere, dame la oportunidad de ganarme nuevamente tu amor y tu confianza, déjame de mostrarte cuanto amor he guardado para ti a lo largo de estos años.

-déjame pensarlo un poco William por favor-dijo mirando fijamente al rubio en sus ojos había anhelo y ternura

De pronto el rubio no pudo mas, sentía que si no la besaba explotaría, tomo con sus manos el rostro de la joven y comenzó a besar la frente de Candy, lleno el rostro de su amada con pequeños besos calidos y suaves, que la pecosa poco a poco fue bajando la guardia, el rubio al ver que la joven cerraba los ojos como dejándose llevar por el momento, tomo la boca de su esposa y la beso con tanta pasión e intensidad que ambos olvidaron hasta de que estaban discutiendo. Pasaron varios minutos y Albert no dejaba de besar aquella boca, quería recobrar en una noche casi 5 años de soledad. Poco a poco los besos fueron cambiado de intensidad de calidos y suaves a intensos y urgente ambos deseaban mas uno del otro, las manos de Albert morían por recorrer ese cuerpo que otras veces había explorado, lentamente las manos deseosas de tocar acariciaron aquellos hombros suaves tersos, bajando lentamente a la cintura, no podía resistir mas, en un rápido movimiento que sorprendió a Candy, Albert la tomo entre sus brazos y la llevo a la cama depositándola suavemente, la luz de la luna llegaba hasta la hermosa cama haciendo que la rubia pareciera como salida de un cuento de hadas, de pronto para sorpresa de Candy, Albert se quito la camisa frente a ella dejándola sin aliento, pero a su mente volvió aquella verdad que deseaba decirle.

-William-dijo sin aliento tratando de recuperar la poca cordura que le quedaba pero sin apartar la mirada de aquel hermoso cuerpo masculino -mientras cubría sus pechos con sus manos

Al escucharla el rubio se sentó junto a ella, tomo su rostro con sus manos la beso con pasión -mi amor no hay nada de ti o tu pasado que deba saber- dijo mirándola fijamente- dejemos el pasado en el pasado te amo y es lo único que importa. Déjame ser parte de tu vida, no solo ser tu esposo, quiero ser tu amigo, ayudarte con la crianza de tus hijos ser un ejemplo para ellos, cuidarlos y amarlos como si fueran míos, déjame ganarme nuevamente tu amor y ser el dueño absoluto de tu corazón

-William yo…. Volvió a interrumpir la pecosa, sabia que si no decía la verdad ahora no tendría el valor para decirla nunca más, de pronto el sentimiento de culpa comenzó hacerse presente

-no digas nada mas mi amor, por favor solo déjate amar-dijo volviéndola a besar

Aquellos besos dados con pasión hicieron olvidar a Candy todas sus quejas, Albert poco a poco fue besando el cuello de su amada, sus manos suaves y calidas acariciaron los blancos hombros y bajaban lentamente a la cintura, pero necesitaba quitar esa estorbosa la bata que le impedía sentir su piel. Sin dejar de besar a su amada quito de manera ágil aquella prenda tan hermosa y frágil, y al ver a su princesa con aquella ropa interior atrevida su deseo se agudizo más, pero sabía que tenia que ser paciente y no solo pensar en su satisfacción.

-te amo tanto Candy- dijo mientras le acariciaba el vientre y volvía a besarla

La rubia se habia quedado sin palabras y sin aliento, los besos apasionados de su William la dejaban solo con el oxigeno suficiente para respirar. Una de sus manos se posó en uno de sus pechos haciéndola gemir de placer, y la otra mano bajo a acariciar aquella parte intima haciendo a la rubia gemir de placer.

Al sentir en su cuerpo las caricias de Albert el deseo nacía en Candy, eran años de soñar con su príncipe y ahora que al fin estaban juntos a pesar de que el prácticamente la había obligado no desaprovecharía la oportunidad lo amaba mas que antes pero no daría totalmente su brazo a torcer, sabia muy bien lo celoso y posesivo que era Albert y que tarde o temprano esos infundados celos le traerían problemas, pero solo por ahora, solo por esa noche se olvidaría todo y disfrutaría de aquellos besos y caricias que tanto había extrañado.

Pasaron toda la noche amándose, Albert estaba tan feliz que no podía dormir, el ver a su amada dormida cansada de amarlo tanto le llenaba el pecho de una inmensa felicidad. Paso un par de horas mirando aquel hermoso cuerpo desnudo junto al suyo.

-la maternidad fue muy generosa contigo mi amor- dijo en un susurro- eres tan hermosa, te amo tanto, juro que pasare el resto de mi vida haciéndote feliz, nada ni nadie opacara nuestra felicidad. Al terminar de hacer el juramento el sueño poco a poco fue venciendo la voluntad de Albert que antes de dormirse profundamente abrazo a su amada, al sentir el calor de aquel cuerpo junto al suyo, una sensación de felicidad lo invadió.

Los rayos de sol poco a poco entraron por la venta levantado a la rubia, había sido una noche maravillosa pero ya era hora de despertar y volver a la realidad, tenía que ir a su antigua casa por sus hijos y el resto de su equipaje, recordaba lo ansioso que estaban los niños por vivir en lakewood, como ella misma le había dicho la casa tenia un hermoso jardín en el cual podrían explorar y estar en contacto con la naturaleza, movió la cabeza un poco y vio a su amado príncipe profundamente dormido, aquella visión la dejo sin aliento que guapo era, siempre lo había sido aquel rostro tan perfecto, aquellos labios tan suaves y apetitosos, la joven no pudo resistir las ganas y beso aquellos labios con cuidado para no despertarlo y con suavidad se levanto de la cama. Después de bañarse y vestirse salio de la habitación sin hacer ruido ya que el rubio seguía durmiendo, bajo hasta la cocina donde solo había 3 personas ya que los demás sirvientes seguían durmiendo por que habían pasado el resto de la noche limpiando.

-buenos días señora-dijeron las 3 personas presentes-

-buenos días- respondió la joven-

-necesita algo señora Andrew no era necesario que viniera hasta aquí-dijo el mayordomo sorprendido de ver a la esposa de su señor, vestida y arreglada como si fuera a salir-

-gracias, pero necesito ir a mi casa a buscar a mis hijos y el resto de mi equipaje- dijo amablemente-podría darme las llaves de uno de los autos por favor

-enseguida señora-respondió el mayordomo-iré por Bruno el chofer para que la lleve donde usted necesite

-no es necesario, -dijo al ver el cansancio en la cara del hombre-imagino que ustedes no han dormido nada, solo necesito las llave yo misma conduciré

-de ninguna manera señora, el señor William ni me perdonaría esta descortesía hacia su esposa

-no se preocupe se conducir, además todos ustedes están cansados y no acepto negativas-hablo sonriente

-esta bien señora, traeré las llaves del auto de señor,

El hombre salio y tardo solo unos cuanto segundos en volver, entregándole las llaves. La joven salio rápidamente y mientras conducía a su casa, extrañaba tanto a sus 3 pequeños hijos que acelero para llegar cuanto antes y desayunar con ellos. Al llegar a su casa el mayordomo la recibió con alegría, Candy saludo a cuanto empleado encontraba a su paso pero su mente estaba en sus hijos.

Los niños ya estaban despiertos al ver a su madre corrieron a su encuentro,

-mama, mama, gritaban los 3 al mismo tiempo

-mis amores, los extrañe tanto-dijo mientras los abrazaba a los tres

Casi era medio día, cuando Albert despertaba de la noche más maravillosa de su vida. Renuente en abrir los ojos, con sus manos buscaba a su ahora esposa y grande fue su sorpresa al descubrir que estaba solo en la cama, rápidamente abrió los ojos y busco con la mirada a su pecosa, el silencio fue la única respuesta, sin pensarlo dos veces se levanto, en su búsqueda, en la habitación no estaba, se vistió a prisa, cuando de repente vio el reloj que estaba cerca de la pequeña chimenea, ya pasaba de medio día, nunca en su vida había dormido hasta esa hora, lógicamente pensó que su esposa estaba ya tomando el desayuno conociendo el gran apetito de Candy era lo mas lógico, de pronto el mismo reconoció que estaba mas que hambriento. Salio de la habitación se asombro al ver que la casa ya estaba más que reluciente, quien no hubiera estado en la fiesta de día anterior hubiera jurado que en esa gran mansión no se había llevado a cabo la boda del año.

-el señor desea tomar el almuerzo- dijo el mayordomo al verlo

- si por favor-respondió con una sonrisa

-enseguida señor

-la señora desayuno-

-no señor la señora se levanto muy temprano, pidió un coche según sus propias palabras deseaba ir a su casa.

-QUEE- grito el rubio sorprendiendo al mayordomo- esta es su casa ahora- dijo mas molesto que sorprendido-

Mientras tanto en la mansión Vandervit uno de los empleados terminaba de subir las maletas en el auto. Esperaba que la señora terminara de hablar con su prima. En el despacho la ahora señora Andrew revisaba algunos documentos, mientras Kate trataba inútilmente de obtener información sobre la noche de bodas de su prima.

-entonces se aclararon los malos entendidos entre ustedes. Le contaste la verdad sobre los gemelos, por favor Candy cuéntame, muero de curiosidad

-te juro que intente hacerlo Kate, pero el no me dejo, me dijo que ya sabia todo mi pasado con Maxwell, que había contratado a un investigador privado, para que le diera santo y seña de vida en Londres, - dijo desilusionada.

-y que piensas hacer Candy, tarde o temprano debes decirle la verdad

-lo se Kate, pero no será ahora, según sus palabras no hay nada de mi pasado que el quiera saber. Además después de lo de anoche no creo volver tener el valor de decirle la verdad, al contrario tomare medidas que crea convenientes para guardar mis secretos.

-pero Candy -dijo Kate tristemente

- sabes Kate he pensado que si le cuento a William la verdad, de que mi matrimonio con Maxwell fue solo de apariencia no me creería,

-por qué dices eso Candy- respondió Kate

-no me creería y sabes porque, por que aun no confía plenamente en mi, y tiene toda la razón, porque yo aun no confió en el.

Por su parte los 3 pequeños toman cada uno un juguete para llevar a la que seria su nueva casa, pero Freddy en vez de tomar su juguete favorito tomo uno de los retratos favoritos de sus padre aquella fotografía donde su padre estaba detrás de su madre abrazándola ambos con una hermosa sonrisa, eso era para el pequeño su mas grande tesoro, recordaba poco a su padre y una fotografía de el era lo que necesitaba para no olvidarlo. Como en su maleta ya no cabía nada, guardo su tesoro en la pequeña maleta de objetos personales de su madre, imaginando que ella sabría donde ponerla en cuanto llegaran a su nuevo hogar.

En la mansión Andrew Albert daba vueltas de un lado a otro como león enjaulado, su pobre tía ya no sabia que decirle, la partida de Candy en la mañana era desconcertante.

-cálmate hijo tu esposa volverá de un momento a otro- decía con calma la anciana

-te juro tía que no la entiendo, creí que las cosas estaban claras entre nosotros, -dijo pero guardo unos segundos de silencio al recordar su apasionada noche de bodas- mas bien yo hable mas que ella, creí que ambos iríamos por los niños para que poco a poco fueran familiarizándose a mi presencia.

-entonces no entiendo William, si las cosas son como dices no entiendo el proceder de Candy, al menos que su salida tenga que ver con sus negocios, ella al igual que tu tiene muchas responsabilidades hijo no lo olvides.

-pero claro como no se me avía ocurrido esa posibilidad. Cuando se trata de Candy olvido hasta la noción del tiempo.

Ya era mas de la tres de la tarde cuando la señora Andrew llego a su ahora casa, los niños entraron junto a su madre y se quedaron maravillados al ver aquella casa un poco mas grande que la que su madre tenia en la ciudad.

-las maletas de los niños están en el auto- dijo la rubia al ver al mayordomo- por favor que alguien las suba

-enseguida señora la habitación de los niños ya están listas. El señor esta en el comedor con la señora Elroy, gusta la señora y los niños gustan acompañarlos a comer

-no gracias, mis hijos y yo comimos en casa, pero por favor avísele al señor que volví y que estoy con mis hijos desempacando.

El mayordomo fue al comedor a informarle a su patrón que su esposa acababa de llegar con sus hijos.

-gracias-dijo Albert al mayordomo- por favor indique a mi esposa cuales son las habitaciones de los niños. El hombre salio rápidamente a cumplir la orden.

-estoy tan feliz hijo- dijo Elroy sin ocultar su sonrisa-otra vez se escucharan sonrisas, y el alboroto de niños en esta casa, solo espero que dentro de poco se escuche el llanto de un bebe

-es muy pronto para decir eso tía- dijo el rubio sonrojado

-pero si es lo mas natural hijo, Candy es joven hermosa, ustedes están casados y es lo mas normal que dentro de unos meses nos sorprendan con la noticia de que el heredero de los Andrew viene en camino.

La sola idea lleno de felicidad a Albert el tener un hijo con Candy seria la realización de uno de sus mas grandes sueños, el formar una familia. Y serian una gran familia por que dentro el crecía un gran amor por aquellos pequeños hijos de su esposa a los cuales había visto varias veces

-ojala tía- dijo el rubio perdido en sus pensamientos.

Por su parte Candy acomodaba a sus hijos en su habitación cuando de pronto el mayordomo

-señora las habitaciones de los niños ya están listas, sígame por favor-

El buen hombre condujo a Candy a la habitación de los niños, la cual era enorme un ventanal al fondo que iniciaba en el techo y terminaba en el suelo daba una hermosa vista del jardín, tres pequeñas camas junto a sus cómodas lucían hermosas, los cuadros y la tapicería con motivos infantiles le daban un aire de ensueños a la gran habitación que desde hoy ocuparían los 3 hermosos hijos de la rubia. Después de desempacar y acomodar la ropa de sus hijos, la joven madre dijo

-espero que todo sea de su agrado mis caballeritos, desde ahora este será nuestro hogar

-todo es hermoso mama- grito Freddy

-el jardín es enorme- dijo Eddy

-segura que podemos jugar sin que nos reten mama- dijo Tony preocupado

-muy segura mi amor siéntanse como en su casa, adema la señora Elroy estará contenta de tenerlos aquí, y William quiere ser su amigo y ser un padre para ustedes.

-eso no, grito Freddy- nadie ocupara el lugar de mi papa

Candy se sorprendió ante la reacción de Freddy el niño jamás se expresaba de esa forma

-Freddy tiene razón mama, nadie ocupara el lugar de mi papa-decía Tony fijando sus hermosos ojos azules en su madre-

-lo se hijos nadie ocupara el lugar de su papa, -dijo dolida ya que nunca imagino que sus hijos mayores defendieran al que creían su padre, el sentimiento de culpa se hacia presente nuevamente en su corazón- pero me gustaría que conocieran un poco a William que fueran sus amigos, se que tienen poco tiempo de conocerlo pero se que el los esta empezando a querer

Candy abrazo a sus hijos transmitiendo todo su amor de madre

-prométanme que serán buenos con William, además será un gran compañero de juegos para ustedes,

-cierto- dijo Eddy – recuerdan aquella vez que jugábamos a la pelota, el nos puede enseñar como jugar mejor, además con mama no podemos jugar juego de hombres

-como dices Eddy- dijo la rubia fingiendo enojo-

-si – dijeron los hermanos mayores

-todos nos divertimos mucho- Eddy estaba emocionado- será como si fuera otro tío Alex

-tienes razón Eddy- dijo Freddy -ya tenemos otro compañeros de juego

-el señor William nos puede enseñar el bosque y llevarnos a acampar, a pescar y tal vez sepa trepar arboles como mama y el tío Alex

-claro que si mis pequeños- dijo Candy sonriente- además William les enseñara todo lo que quieran saber sobre los animales y la naturaleza.

Mientras tanto en la alcoba de los señores una de las mucamas dejaba una pequeña maleta con los objetos personales de la señora en su tocador. Albert entraba a su ahora nueva recamara para ver si ya estaban acomodadas las cosas de la señora en el armario.

-falta mucho Mari- pregunto a la mucama-

-no señor solo falta acomodar los objetos personales de la señora en su tocador- dijo abriendo la maleta que para sorpresa de la joven una fotografía voló por los aires, siendo este atrapado rápidamente por el seño que estaba mas cerca, ignorando el contenido de la foto la joven continuo con su labor al terminar se despido con reverencia y salio rápidamente de la habitación.

Por su parte William no daba crédito a aquel papel o más bien aquella fotografía un poco arrugada que tenía en sus manos, una y otra vez miraba con atención aquella imagen Maxwell y Candy lucían radiantes y a juzgar por la dedicatoria tenían poco tiempo de casados.

Mi amada esposa Te amo, gracias por darme tan hermosa familia, soy muy afortunado al tenerte a mi lado.

Eres y siempre serás el amor de mi vida

Maxwell V.

Aquello era el colmo-pensaba William- pero no dejaría que sus celos dominaran su buen juicio, seguramente había una explicación para que esa foto estuviera en las cosas personales de su esposa. Era absurdo sentirse celoso por una fotografía pero no lo podía evitar.

A los pocos minutos Candy entro a lo que seria a partir de ahora su nueva habitación, se sorprendió al ver a su esposo, estaba muy serio en su rostro no se reflejaba ninguna emoción,

-pasa algo-dijo rompiendo el tenso silencio

-que significa esto-dijo mostrando la fotografía

La joven se quedo paralizada al ver aquel retrato pues sabía lo que significaba.

-como obtuviste esa fotografía- se defendió

-no respondas mi pregunta, con otra pregunta, respóndeme que hace esta imagen en tus cosas personales.

-al parecer no has comprendido, ese retrato es del padre de mis hijos,

-sé que es del padre de tus hijos,-grito furioso- acaso lo tendrás en nuestra habitación para consolarte al estar junto a mí.

Candy inhalo lo más profundo que pudo, su agonía comenzaba.

Mientras tanto los 3 pequeño niños, daban un paseo por la casa para conocerla mejor, cuando sin querer entraron en una habitación donde Elroy Andrew tomaba su te vespertino, al verla los niños se sorprendieron.

-hola-dijo anciana dulcemente, por favor acérquense niños no tengan miedo

-buenas tardes dijeron los 3 al mismo tiempo.

Los 3 pequeño se colocaron frente a la anciana, Elroy Andrew al fin pudo ver a los 3 niños de cerca y se sorprendió en gran manera al ver a Tony

-no puede ser- dijo sin aliento- es William vuelto a nacer.