N. de la T.: Traducción subida a FF el día 25 de mayo de 2010 :DDD (pasaron doscientos años del primer gobierno patrio y España nos sigue tratando como si fuéramos basura, pero bleh, no importa).

Ésta es la traducción del fic de Blackened Wing Blood Moon, continuación de Crimson Door (cuya versión en castellano ─titulada "La puerta carmesí"─ pueden encontrar junto a mis otras traducciones). CN quiere decir castellano neutro, para leer la versión en castellano rioplatense elijan la historia que dice "CR". Lo que aparece entre comillas angulares («») son los pensamientos (le pifié en la traducción anterior :P).

Le quiero dar las gracias a Helena (quien no tiene ─todavía─ una cuenta en FF) por el gran esfuerzo que puso en la revisión de este capítulo y por su enorme paciencia a la hora de responder mi miríada de dudas. Todos sus comentarios, sugerencias e interpretaciones me resultaron inmensamente útiles y muchas de sus opciones quedaron en la traducción definitiva, así que…cuando lean van a estar leyendo sus giros de frase también :D Mil gracias a ella por todo su apoyo y a ustedes por la paciencia (me quedé sin Internet, por eso no puede subir antes el capítulo Dx).

Luna de sangre (por Blackened Wing)

Traducción: Imaginary Fushia

Título original en inglés: Blood Moon

Calificación: M

Resumen: La muerte de Yuki destroza a Zero y a Kaname, y los obliga a separarse. Distanciados por la culpa pero enlazados por la sangre, tendrán que elegir entre salvar su relación o enfrentar la realidad de que se destruirán mutuamente ¿Acaso habrá un punto medio al que puedan llegar estos dos corazones rotos y furibundos?

Advertencia: Algo de yaoi (h/h) y lemon gráficos. Sangre, violencia, vampirismo, recuerdo de la muerte de algunos personajes, intento de suicidio, golpes y una intensa angustia. Si los turba alguno de los precedentes, por favor no lean esta historia. Se agregarán otras advertencias en los capítulos individuales a medida que progrese el relato y dependiendo de cómo se vayan desenvolviendo las situaciones.

Parejas: Kaname x Zero

Series: Esta historia pertenece a las Duet Series, que continúa con la relación de Kaname y Zero basada en mi fic La puerta carmesí (Crimson Door).

Importante: Todas estas series son AU del manga de Vampire Knight desde el capítulo 33. En este universo Yuki es humana, nacida de padres humanos, amigos de los de Kaname. Rido asesina a los padres de Kaname y éste casi termina con la vida de su tío para vengarlos y evitar convertirse en su pupilo, lo cual resulta en el asesinato de los padres de Yuki. La muchacha pierde la memoria y Kaname tiene que cargar, solo, con la responsabilidad de proteger los intereses de ambos. Todo lo demás sigue de acuerdo a la versión de manga hasta que Kaname le pide a Yuki que sea su pareja. De ahí en adelante, lo ocurrido en La puerta carmesí es completamente diferente. Mientras sepan eso, no es necesario haberleído ninguno de mis otros fics para entender éste, pero tendrá más sentido y ciertamente significará más habiendo leído primero La puerta carmesí.

N. de la A.: Esta historia tiene lugar más o menos un año después de lo ocurrido en La puerta carmesí. Algunas partes, especialmente las de los primeros capítulos, son muy oscuras y fuertes. Por lo general trato de romper eso con algunos escapes de tensión, cosa a la que ya vamos a llegar, pero debido a la naturaleza de lo que está pasando y a las emociones que van apareciendo, no hay muchas oportunidades de hacerlo en los tramos iniciales. Así que, han sido avisados, va a haber escenas violentas por lo menos como para un par de capítulos.

Descargo de responsabilidad: Vampire Knight y sus personajes no me pertenecen a mí, sino que son de su inspirada creadora, Matsuri Hino. Yo los tomé prestados sin permiso, pero con gran afecto. Esta historia es sólo para fines de entretenimiento; no se está lucrando con ella en ninguna forma.

Capítulo uno: "Cenizas a las cenizas"

La luna brillaba con tonos plateados sobre la ondulante y negra superficie del lago impasible. Los cabellos color plata relucían con tenues resplandores bajo la luz de la luna, meciéndose lánguidamente al son de las oscuras e impecables olas, como un fantasma, como una sombra de aquello que ya no existía. Los ojos plateados miraron sin parpadear cómo la forma de la luna comenzaba a oscilar y a distorsionarse mientras la cabeza inmóvil se separaba lentamente de la superficie, hundiéndose junto a su cuerpo en el abrazo tranquilo y frío del lago. Invisible en la oscuridad del agua iluminada por la luna, el carmesí se expandía sin frenos a través de las olas envolventes para crear una creciente e interminable marea de rojo, sólo visible donde volvía color sangre los cabellos que se hundían bajo la luz de la luna, inalcanzable e indiferente. La luna… parecía tan grande esta noche, como si en cualquier momento fuera a bajar de los cielos con elegante gracia para aplastar suavemente la tierra bajo su peso y poner a descansar en paz a todos los nimios sufrimientos terrenales. Pero tal cosa no ocurriría lo suficientemente pronto… no para él.

Su corazón y su alma ya habían sido aplastados y ésta era su única manera de escapar. Ella ya no estaba, y su muerte se había llevado consigo todo lo bueno de este mundo, incluyendo las ganas de vivir de Zero Kiriyu.

Siempre había tenido la intención de protegerla hasta que su vida, sentenciada a un raudo fin, debiera terminar y, pese a que nunca había esperado que ella compartiera sus sentimientos, le alcanzaba con tenerla cerca, con asegurarse de que estuviera feliz y a salvo… pero tantas cosas habían pasado este año, tantas cosas habían cambiado. Las situaciones desatadas por el conspirador tío de Kaname, Rido, habían abierto un mundo de extrañas posibilidades en las que nunca antes había pensado. Las cosas no sólo habían cambiado de maneras inesperadas y maravillosas con Yuki, sino que… Kaname también había aparecido en el mapa. Cazador, humana, purasangre… impensable, pero los tres habían sido tan felices por tan poco tiempo.

Tan poco tiempo… Momentos tan cortos para vivir una hermosa mentira. Como un destello de sol a mediados de un invierno oscuro, de algún modo, los pocos momentos bajo la luz cálida solamente hacían que la oscuridad subsiguiente fuera mucho peor. La belleza irresoluta de la mentira que casi se había permitido creer hacía que la verdad fuera todavía más horrible e insoportable. De nuevo, la vida le había demostrado cuán cruel podía llegar a ser, como si alguno de ellos lo hubiera olvidado. De todas las cosas que Zero había esperado, nunca había contado con que ella lo dejara así, con que se fuera adonde él no la podía seguir… pero no, ahora la estaba siguiendo. Pronto… pronto… si es que encontraba en la muerte la misericordia que en vida no existía.

«Yuki… nunca imaginé que podrías morir antes que yo».

No soportaba pensar en ella, en cómo había estado estas últimas semanas; marchitándose lentamente como una flor luego de la escarcha invernal, tan pálida y sintiendo tanto dolor… fue un alivio, realmente, cuando todo terminó. Se veía tan tranquila recostada allí, donde el dolor ya no podía importunarla, donde podía soñar cosas hermosas por el resto de la eternidad. A Zero no le cabía duda de que Yuki se encontraba en el cielo, si es que éste existía. En vida ella siempre había sido un ángel y seguramente con ellos estaría en la muerte. El joven no creía que a él lo esperara un lugar tan brillante, pero aun así… algo le decía que la volvería a ver, en el más allá. No quería esperar. No podía vivir en un mundo tan vacío, y envidiaba la paz que había visto en el rostro de la muchacha.

De pronto, y haciéndose presente sin invitación previa, la culpa inundó a Zero cuando otro rostro pasó por su mente.

«Kaname».

Dañaría al purasangre al morir… pero sólo físicamente, por el lazo que compartían. Zero quería que esto le importara poco y nada, pero su ser no estaba libre de remordimiento por más que el joven tratara de que así fuera. Kaname iba a estar bien… tenía que creer en eso. El cazador no había dejado nada en manos del azar y llevó a cabo todos los hechizos correspondientes para tratar de sellar su parte del lazo antes de tirarse al lago. Un lazo de sangre no se podía disolver ni deshacer, pero había maneras de silenciarlos temporalmente y disminuir su impacto, o por lo menos eso decían los libros. Incluso en su estado mental actual, incluso con todo el dolor y la furia que sentía en estos momentos hacia el purasangre, Zero no quería hacerlo pasar otra vez por lo que lo había visto sufrir tras la muerte de Ichijo, razón por la cual había tomado tantas precauciones como le fue posible. Kaname había sobrevivido a eso, y también iba a sobrevivir a esto, aunque Zero no estaba seguro de por qué le tendría que importar después de… después de lo que había hecho.

Zero simplemente… no podía seguir así. Lo había intentado, pero no podía. Necesitaba dejar de sentir tanto dolor.

Esto era lo mejor para ambos y Kaname sin duda estaría contento de haberse deshecho de él, una vez que pasara lo peor. El purasangre podría ser libre otra vez, para algún día formar un lazo con alguien que realmente hubiera elegido, alguien a quien no tuviera que ocultar. Además, tampoco los unía nada que no fuera puramente biológico después de todo. Zero casi había pensado que tal vez eso no era todo, había dejado que Kuran jugara con su cerebro y su corazón hasta pensar que a él realmente… le importaba. Tanto como para…para… casi… pero no. Evidentemente, no se había tratado más que de hormonas y feromonas vampíricas haciendo de las suyas, y a Zero lo había confundido una cultura de la cual no era nativo. Desde que Yuki enfermó… el cazador y el purasangre apenas hablaban con el otro. La tensión de estas últimas semanas había destruido los comienzos frágiles de su relación, abriendo otra vez entre los dos un abismo enorme y helado.

Habían estado juntos cuando Yuki fue atacada, pero tendrían que haber estado con ella… la tendrían que haber protegido. De ese modo, las cosas hubieran terminado de una manera completamente diferente… pero no había sido así cómo ocurrieron las cosas. Y desde ese momento, Kaname no había vuelto a mirar ni tocar a Zero. Por alguna extraña razón, el cazador se sentía traicionado, pero luego de esa noche se había separado de Kaname con igual tenacidad. Se había sentido igual de culpable e igual de responsable, y evadía con furia cualquier posible intento de reconciliación.

«Yuki estaría viva si no hubiera sido por mí. Si no hubiera sido por Kaname».

El dolor burbujeaba en su pecho, como sangre manando de una herida. No. Kaname no lo iba a echar de menos. El purasangre le había dejado bien en claro cómo lo veía, cuál era su lugar y lo poco que le importaba.

«─¡Cierra la boca, Kiriyu! ¡No te debo nada! No pienses que tienes alguna clase de poder sobre mí solamente porque te acostaste conmigo. Tú bebes mi sangre; yo te mantengo con vida; pagué por tus servicios. Así que ni se te ocurra volver a hablarme así…»

Habían estado discutiendo. El enorme enojo de Kaname lo había hecho empujar a Zero contra la pared y algunas costillas del ex humano se rompieron por el golpe, pero eso no fue en realidad lo que dolió. Las palabras y el tono de voz le habían hecho más daño, aunque Zero negaba cuánto. La verdad… la horrible verdad… eso era lo que dolía. Aunque era cierto. Zero había hecho eso. Por voluntad propia. Se había acostado con el purasangre como un juguete sexual cuyo único fin era ser usado y luego desechado. Se había engañado a sí mismo tratando de creer que se trataba de algo más. Se había dejado convertir en el esclavo de un vampiro, en un adicto indefenso a esa droga que era la sangre de Kaname. Tal vez Kaname también se había engañado al principio, o tal vez había manipulado a Zero desde el comienzo. El cazador no sabía qué pensar; pero ¿cómo podría si la persona de la que dudaba era tan inteligente y habilidosa para salirse con la suya? No importaba. El resultado final era el mismo. Rido se había dado cuenta al principio, él sabía cómo funcionaba la mente de los purasangres e incluso había estado dentro de la cabeza de Kaname en ese momento, pero Zero había pensado que estaba equivocado. Había pensado que Kaname no era así. Pese a todo, una parte pequeña y terca de su ser seguía pensando lo mismo, seguía negándose a creer que se había equivocado tanto con respecto a Kuran.

Daba pena. Era como si el maestro Toga hubiera perdido su ojo otra vez. Zero nunca aprendía, ¿cierto? No confíes en los vampiros. No son como nosotros. «Nosotros…» pero ¿quiénes formaban parte del "nosotros"? ¿Cuál era su identidad, cuál era su propósito? No tenía. No tenía nada. No era nada.

Zero no podía odiar a Kaname, aunque lo había intentado. El purasangre no había hecho de él nada en lo que el cazador no hubiera estado dispuesto a convertirse. Se odiaba demasiado para poder sentir algo por alguien. Dios… ¿por qué no se había muerto con su familia años atrás? En ese entonces, la vida había cometido un error cósmico al dejarlo vivir. Ahora lo único que estaba haciendo era enmendar la equivocación de la naturaleza.

Le había prometido a Yuki que no haría esto. Ése era su único remordimiento. O por lo menos, el único que podría llegar a admitir.

«─Zero, prométeme que… que no te podnrás muy triste. Prométeme que encontrarás una razón para volver a sonreír, que vivirás una vida plena y feliz… por mí, Zero, lo tienes que hacer por mí, por favor… prométemelo».

Por supuesto que se lo había prometido; le hubiera prometido cualquier cosa. Pero no podía cumplir con su promesa y ella lo tenía que saber. Yuki lo perdonaría… siempre lo hacía.

Unas burbujas pasaron por el rostro de Zero cuando el aire se escapó de sus pulmones heridos por el agua. Pero no luchó. No le importaba, y ya estaba demasiado débil. Había nadado hasta alejarse de la orilla y se había cortado las muñecas bajo del agua. La daga anti-vampírica que había usado se aseguraría de que las heridas no cerraran demasiado rápido, y el que su sangre se estuviera derramando directamente en el agua, diluida y tragada por el lago, provocaba que los vampiros de la escuela no llegaran a sentir su olor hasta que fuera demasiado tarde. Flotando boca arriba sobre las aguas tranquilas, había mirado la luna mientras su vida se desangraba de a poco hasta que el mareo finalmente comenzó a apoderarse del cazador y lo hizo hundirse bajo la superficie.

Zero pensaba que sentiría paz en estos momentos pero, en cambio, todo lo que sentía era dolor ¿No encontraría paz ni siquiera en la muerte? ¿Alguna vez podría volver a sentirse completo?

Yuki había sido envenenada, aunque tal vez "infectada" sería un término más adecuado. Todavía no sabían quién lo había hecho, ni por qué. Una noche mientras patrullaba los terrenos de la escuela, el agresor, a quien nadie llegó a ver, la había atacado y dejado inconciente a fuerza de un golpe. Zero tendría que haber estado patrullando con ella… pero Kaname lo había sorprendido en una de las aulas vacías y el ex humano había estado bastante dispuesto a dejar que el purasangre lo distrajera. Oh, Dios… si tan sólo hubiera estado ahí, donde tendría que haber estado. Si tan sólo pudiera volver el tiempo atrás…

La habían llevado al hospital y al principio había parecido un incidente menor que nada más le había dejado un par de moretones y un pequeño pinchazo en el brazo… pero después el análisis de sangre mostró el comienzo de una enfermedad que estaba destruyendo su sistema inmunológico y atacando las células de su cuerpo. Era una afección que no se asemejaba a nada antes documentado por la medicina y los doctores no sabían qué hacer. Era una enfermedad sanguínea que compartía algunas características con el Lupus y el VIH, pero no era ninguno de los dos y todos los tratamientos convencionales resultaban inútiles. Había sido puesta en cuarentena al principio hasta que los médicos se aseguraron de que la única vía de transmisión de este virus altamente destructivo era por contacto directo con la sangre del enfermo.

Se había hecho de todo para tratar de salvarla. Kaname había usado todo el poder y el dinero que poseía para conseguir a los mejores especialistas que el mundo vampiro y humano pudieran ofrecer. La persecución masiva que había llevado a cabo para encontrar a los responsables de esto hizo que la búsqueda de ciertos líderes terroristas de alto perfil pareciera en comparación la búsqueda del tesoro de algún cumpleaños infantil. No resultó motivo de sorpresa que Kaname fuera un donante universal, y el purasangre había estado a punto de matarse por darle a Yuki transfusiones constantes de su propia sangre para reemplazar el plasma enfermo de la muchacha, poniendo cada gota de su energía en el cuerpo de Yuki, luchando para evitar lo inevitable. Le había conseguido algo de tiempo, pero obviamente eso no iba a ser suficiente.

Desesperado, Kaname finalmente la mordió, pese al débil pero real peligro de que pudiera contraer la misteriosa enfermedad por beber la sangre de la joven. La había transformado para tratar de salvarla, pensando que tal vez la fuerza vampírica retrasaría la enfermedad, que ayudaría a su cuerpo a regenerarse más rápido y pelear contra lo que estaba pasando… incluso curarla. También la dejó beber su sangre con toda libertad y prácticamente forzándola a casi dejarlo seco.

Desafortunadamente, eso resultó ser un error. El proceso de cambio de una raza a otra ─por alguna razón inexplicable e inesperada─ había acelerado los efectos de la enfermedad e, irónicamente, salvado a Kaname de los efectos de la formación de otro lazo destinado a la ruina debido a la forma en que la enfermedad había corrompido y alterado la sangre de Yuki y la composición de su cuerpo, haciendo que fuera imposible el establecimiento de un lazo pero también, desafortunadamente, significaba que el mordisco y la sangre de Kaname le hicieron a Yuki más mal que bien.

Kaname había quedado completa y profundamente devastado. A Zero lo había enfurecido que Kaname hubiera decidido de buenas a primeras hacerle eso a Yuki sin decírselo a ninguno de ellos. Por eso habían tenido la discusión que terminó rompiéndole las costillas.

Ninguno de ellos había dormido durante semanas mientras Yuki se marchitaba lentamente a causa de la larga y debilitante enfermedad para la que no había cura. No se regatearon esfuerzos ni dinero, pero al final nada de eso tuvo importancia. La muerte había salido victoriosa y ellos la habían perdido.

A medida que su visión se volvía borrosa y negrusca, Zero creyó ver el rostro de Yuki, que lo miraba a través del agua. La muchacha parecía triste, perturbada «¿Qué haces, Zero? ¿Cómo has podido? Me prometiste que vivirías por mí… que harías y verías todas las cosas que yo no pude… me prometiste que no abandonarías a Kaname… ¿cómo has podido hacer esto?»

Pero ya era demasiado tarde; le quedaba muy poco tiempo y no podía deshacer lo que había hecho. Sus ojos casi ciegos le rogaron que entendiera. «Perdóname, Yuki… pero no puedo hacer esto solo…»