Summary:.:: Él, era su perdición, un pecado andante que la deslumbraba con solo una mirada, pero también, era quién le rompía el corazón, día tras día, con su cinismo e hipocresía. Él, era un monstruo, él… era Sasuke Uchiha::.
..::The boy is a Monster::..
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Hasta que la muerte nos separe
Capítulo 11
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La cálida y suave brisa de verano mecía sus cabellos. Faltaba poco para que el sol se pusiera y Sakura adoraba observar la puesta de sol con sus pies enterrados en la arena. Con una mano acomodó sus rosadas hebras hacia atrás y trató de peinarlas, pero el viento solo lo hizo peor. Pensó que si ahora no tuviera el cabello tan corto seguro sería un desastre. Pero fuera de las cuestiones prácticas y lo conveniente que era, Sakura descubrió que adoraba llevar el cabello de ese largo.
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Cerró los ojos e inhaló profundamente, llenándose los pulmones de aire con sabor a agua salada. Mojó los pies en la orilla y caminó algunos pasos sin adentrarse demasiado. Aun así los bordes de su vestido se humedecieron pero nada podía perturbar la paz que sentía en ese momento, ni tampoco su felicidad.
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¿Cómo voy a decírselo? Pensó, mientras abría los ojos perezosamente, disfrutando la brisa.
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Sakura nunca había conocido el mar, y no lo hizo hasta hace seis años atrás cuando se subió a un barco junto con el moreno, rumbo a lo desconocido.
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Acompáñame. Le había dicho. De cualquier forma no tienes nada que te ate aquí.
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Y era verdad. No había nada que la retuviera en esa ciudad. Descubrió que era libre de ir a donde ella quisiera y que el abanico de posibilidades era inmensamente infinito. Así que solo tomó la mano amiga que le fue extendida y decidió empezar su vida en otra parte.
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Aunque la Universidad había sido algo por lo que realmente se había esforzado, era parte de la otra Sakura. En ese lugar ella era Sakura, la niña rata que jugaba a ser la novia de Sasuke. Él siempre estaría allí, ese era su reino, y ella no quería vivir con tanto rencor dentro de su pecho. Si seguía viéndolo todos los días probablemente iba a estallar y terminaría cometiendo algún acto imprudente. Sabía que cuanto más lo odiara más se hundiría ella, y a él no le afectaría en lo más mínimo. Así que simplemente optó por hacer borrón y cuenta nueva en su vida.
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Recordó el recelo con el que recibió la propuesta de Itachi la primera vez que se lo dijo. El moreno solo se encogió de hombros.
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-"Yo también tengo motivos para huir de aquí."-confesó. Aunque a Sakura le parecía algo difícil de creer, después de todo el Uchiha no parecía alguien que huía de los problemas. Pero sintió que la mirada de él era tan resoluta como la de ella, así que optó por confiar en él. La oportunidad de hacer algo diferente estaba parada frente a ella y no iba simplemente a dejarla ir. El tren no pasa dos veces en la vida, suelen decir.
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Lidiar con su padre era un gran problema en ese entonces. Había tenido la intención de denunciarlo esa fatídica noche con Sasuke, pero luego averiguó que Satsuki no había ido a su casa por días. Era un hombre el cual quería hacerle daño y ella no sabía dónde estaba él. Pero él sí sabía dónde estaba ella. Así que, como dos amantes prófugos, decidieron escapar.
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En ese momento Sakura no supo la verdadera motivación de Itachi. Temía que estuviera detrás de su empanada, como solía llamar ella a sus partes íntimas. Pero recordó vagamente esa última noche con Sasuke cuando este le dijo que el mayor iba a casarse.
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¿Matrimonio forzado? Quiso blanquear los ojos ante ese pensamiento. Creía que el comienzo del nuevo siglo había puesto fin a esas estupideces típicas de novela pero al parecer las familias ricas sí vivían en un mundo totalmente diferente.
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Itachi le había dicho que si tomaban un avión sería más fácil para su familia rastrearlo, y seguramente lo buscarían en algún lugar lejano. Jamás pensarían que viajaría a los archipiélagos que rodeaban la costa de Japón. A veces lo más difícil de encontrar está bajo nuestras propias narices, había dicho. Sakura estuvo de acuerdo en todo. No tenía intención de irse al extranjero tampoco.
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Cuando partieron en un barco desde las costas de Osaka hasta Okinawa en un viaje que duró un total de unas 40 horas aproximadamente, con una única parada en Kagoshima, ambos se sintieron tan ligeros como una pluma. Si el viento soplaba un poco más fuerte ellos se irían flotando con él. Aunque el viaje fue extenso Sakura disfrutó el paisaje, después de todo no tenía prisa.
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A pesar de que había tomado casi todos sus ahorros y lo que le quedaba del depósito del alquiler, Itachi había costeado todo el viaje, y se negó a aceptar cualquier dinero que quisiera darle. El hecho de que lo acompañara ya era parte del pago, le dijo. No le dedicó mucha atención a esas palabras, pero se lo agradeció nuevamente, y procuró ser una buena compañera de aventura.
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La noche que él fue a buscarla para aparecer con esa loca propuesta, estaba completamente empapado y parecía venir de otro lugar. Dijo que los preparativos iban a tomar una semana pero que mientras tanto armara sus maletas. Sakura miró de soslayo la única maleta que traía consigo cuando Sasuke la echó a patadas de su casa. Fue esa misma maleta la que trajo y la que aún conservaba. Lo llevaba como un amuleto, para recordar dónde comenzó y dónde estaba ahora.
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Al principio residió en Okinawa, situado en el archipiélago de Ryūkyū. Aunque estaba dentro del territorio del Mar de China Oriental, pertenecía a Japón. Sin embargo, no hablaban japonés. Así que tuvo algo de dificultades al respecto, pero Itachi era un maestro paciente y el lugar en el cual se asentaron estaba poblado en parte por personas de su misma habla. No estaban en el lugar más céntrico de la isla, Itachi decidió residir más al norte, cerca de los bosques. Creyó que el contacto con la naturaleza les sentaría bien. Sakura sintió amor a primera vista cuando estuvo frente a todas esas grandes playas, montañas y colinas cubiertas de bosque con clima subtropical.
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Tuvo la consideración de encontrar una cabaña donde pudiera vivir temporalmente hasta que ella encontrara la que quisiera para vivir después. No compartían el mismo techo, pero si eran vecinos. Si bien las cabañas de madera estaban en excelentes condiciones y podían considerarse un lujo en comparación de otras chozas que había por la zona, los alrededores estaban muy descuidados, teniendo en cuenta que todo era prácticamente selva, pero disfrutaron de su retiro espiritual limpiando la maleza y creando su propio huerto. Aún recordaba la estupefacción en su rostro al ver al Uchiha trabajando cual campesino en las tierras de los jardines. No era algo que se viera todos los días.
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Sakura aprovechó ese tiempo para aprender a manejar lo básico del idioma y Itachi parecía estar tratando de asentar su propio emprendimiento. En tanto el moreno tuviera señal de internet podía trabajar a distancia. Al parecer, gran parte de la clientela que manejaba en su empresa familiar estaban encantados con el joven prodigio y se volvieron parte de la cartera de clientes del mismo. Lo seguirían a donde fuera. Sus influencias eran grandes y las personas que estaban interesadas en trabajar junto a él eran peces gordos en el mundo financiero. Al parecer se había vuelto algo así como un freelancer que asesoraba empresas especializándose en aquellas que presentaban situaciones de crisis, y quería dedicarse a realizar algunas auditorías para las que lo necesitaran, pero eso lo dejaría para después. Por ahora se sostenía con el dinero que juntó en cuentas bancarias separadas, totalmente ajenas al conocimiento de sus padres y que ganó por su propia cuenta durante años. Sakura imaginó que era una cantidad asquerosamente exorbitante de dinero, para costear de forma tan suelta esta pequeña aventura.
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Compartían gran parte del tiempo juntos, y no era tan tonta como para no notar la forma en que él la miraba. Jamás nadie la había mirado así, pero Sakura acaba de salir de una dolorosa y trágica relación y lo que menos pretendía era ligarse con el hermano de su ex pareja. Comprendió que ya había abusado suficiente de la amabilidad del mayor y decidió buscar un nuevo hogar por su cuenta. Comenzó a buscar trabajo en el centro de la ciudad y luego de dos meses encontró un puesto como enfermera en un pequeño hospital sanitario, no necesitaba el título para ejercer, por suerte. Allí las cosas habían sido muy duras al principio. Se encontró con personas que si bien compartían la misma nacionalidad que ella, tenían una cultura muy distinta. Personas de origen muy humilde. Adaptarse le llevó algún tiempo pero las prácticas en el hospital le sirvieron para poder ejercer los conocimientos que adquirió durante sus años en la Universidad. La encargada de las enfermeras, una mujer de unos cincuenta años y algo regordeta, notó su buen desempeño y le preguntó por qué tenía inconcluso sus estudios, pues tenía mucha pasta para la medicina. Ella solo se encogió de hombros y le regaló una sombría mirada. No tenía por qué dar ningún tipo de explicación. La mujer pareció captar el mensaje, y lo tomó mejor de lo esperado. Después de todo, no era la primera joven que abandonaba una carrera por problemas personales. Había visto muchos casos como esos en su vida.
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-"Te vendría bien comenzar tus estudios aquí, en Okinawa. Este lugar es una porquería y solo te echarás a perder."-
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Sakura agradeció su consejo y al día siguiente, leyendo las instrucciones que la mujer le escribió, se dirigió a La Universidad de Ryūkyū, también conocida como Ryūdai. Era una universidad pública (estatal) de Japón y la más grande de la prefectura. Se encontraba localizada en la ciudad de Nishihara, allí en Okinawa.
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Comenzó a averiguar cómo podía proceder con la inscripción y qué hacer para que le reconocieran sus años de estudio. No tuvo que pelear mucho en ese sentido con la administración. La universidad a la que había asistido era la mejor del país y sus calificaciones estaban entre los primeros puestos. Solo rendiría un par de equivalencias y comenzaría el próximo semestre, ya que este lo había perdido. También tendría que recursar las materias que abandonó pero eso no era importante. Su júbilo era demasiado como para reparar en nimiedades.
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Descubrió, para su agrado, que la universidad ofrecía residencia a los estudiantes. Se inscribió para obtener una vacante y le informaron luego de mes y medio que la había conseguido. Lo único que debía hacer era renovarla todos los años.
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Emocionada como estaba, se apresuró a aporrearle la puerta al moreno.
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-"¡Itachi! ¡Abre rápido, con un demonio!"- maldijo sin tapujos. No tenía que medir sus palabras frente al Uchiha. Escuchó del otro lado de la puerta unos lánguidos pasos y apenas la abrió se arrojó a sus brazos.
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Itachi al principio solo enarcó una ceja, pero luego le correspondió el abrazo. Se separó con la respiración aún agitada y lo observó por un segundo. Tenía el largo cabello recogido en un rodete flojo y llevaba lentes de lectura. La camisa con los primeros botones abiertos y los pies descalzos. Aprendió que a él le gustaba trabajar de esa manera desde la cabaña y la imagen desalineada del moreno era sumamente sexy. Pero eso no la afectaba en lo más mínimo, había ido allí a darle la feliz noticia esperando que él lo festejara junto a ella. La observó por unos breves segundos y volvió a abrazarla, frotando su espalda y apoyando el mentón en su cabeza.
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-"Felicidades."-le dijo sencillamente, y le regaló una sonrisa que hizo que le temblaran las piernas. Él realmente estaba feliz por ella. Por primera vez el corazón comenzó a bombearle con locura y se separó de él suavemente, roja hasta las orejas.-"Supongo que esta es la despedida ¿no?"-
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Sakura se sobresaltó y lo miró con grandes ojos alarmados. Quería poner algo de distancia entre ellos pero tampoco quería dejarlo, se había acostumbrado a tenerlo cerca. Sabía que estaba siendo egoísta, no podía corresponder sus sentimientos pero tampoco lo dejaba ir. Con un suspiro derrotado se soltó de él. No iba a mezclar las cosas, se había vuelto dependiente de Itachi y esta separación iba a ser buena para ambos. Él era demasiado bueno para ser cierto y merecía a alguien mucho mejor. Ella en cambio venía con una gran carga encima y era una mujer herida. No tenía nada que ofrecerle al Uchiha.
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-"No tiene por qué ser así. Esta es una isla pequeña, podremos vernos seguido."- Mintió miserablemente, y él lo sabía, pero asintió en forma de respuesta.
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-"Pues celebremos."-y la comisura de sus labios se torcieron en una sonrisa. A Sakura se le paró la respiración por un momento pero se recompuso tan rápido como pudo. ¿Llegaría alguna vez el día en que fuera inmune a esas devastadoras sonrisas? Su corazón era muy frágil e iba a tener problemas de salud. Suerte que no lo vería más.
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Esa noche tendieron una manta en el jardín que habían cuidado juntos con tanto esmero y comieron bajo la luz de la luna. Bebieron el sake que Itachi recibió como forma de regalo de uno de sus clientes y se emborracharon a más no poder. Bueno al menos ella lo hizo, porque él parecía tan fresco como una lechuga. Algo que lamentaba aún el día de hoy fue que por accidentalmente le reveló su hipótesis de que él estaba tras su empanada apenas iniciaron el viaje.
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Al día siguiente ella despertó con una terrible resaca y el moreno la esperaba con el desayuno listo y una pastilla para el dolor de cabeza.
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-"Mm, gracias. Muero de hambre."-Se le hizo agua la boca ante el elaborado desayuno y se sentó frente a Itachi.-"¿no vas a comer?"-preguntó antes de engullir una tostada. Este la miró serio y luego sonrió socarronamente.
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-"Prefiero las empanadas."-
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Sakura casi se ahoga y Itachi tuvo que palmearla en la espalda para que se calmara. A todo esto la sonrisa no abandonaba sus labios y Sakura quiso borrársela de un golpe.
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Desde ese momento se lo recordaba cada vez que podía y ella solo quería morir de la vergüenza. Más tarde se acostumbró y ambos bromeaban al respecto, hasta amasaron empanadas juntos.
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Pasaron los últimos días como si estuviera en estado de trance. Se sentía como un ave que estaba por abandonar el nido. Juntó las pocas pertenencias que poseía y se negó rotundamente a que el moreno la acompañara a llevar sus cosas a la residencia. Ya bastante había abusado de él.
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-"Bien"-le contestó resignado. Estaba vestido con un traje y a punto de realizar un viaje de negocios en China, así que él también debía partir.
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-"Nos mantendremos en contacto ¿sí?"-preguntó esperanzada. No estaba lista para dejar de oír su voz.
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Vio cómo la mirada serena del Uchiha cambió repentinamente a una más oscura.-"Bien."-volvió a decir. Sakura lo observó extrañada y miró cómo su espalda se encorvaba hasta quedar a la altura de su mejilla. Se sobresaltó visiblemente y él rió entre dientes. Sin más preámbulos, depósito un rápido pero firme beso muy cerca de la comisura del labio. Sintió mucho frío cuando él se alejó, y se tocó la mejilla como acto reflejo. Itachi solo poso su mano sobre la de ella y le dirigió una profunda mirada.
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-"Estaré esperando tu llamado."-
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Ella solo atinó a asentir, medio embobada, y lo vio marcharse. Era la primera vez que un acto tan inocente como un beso en la mejilla le pareció tan sensual y erótico.
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Así dio inicio a su vida universitaria nuevamente. La vida en el campus fue mucho más sencilla y la que fue la niña rata hace menos de un año ahora era una joven muy atractiva que hacía a más de uno voltear a verla. Sus ojos no eran los de una chiquilla, eran los de una mujer. Había madurado mucho en poco tiempo, y eso poseía un cierto efecto magnético en los hombres. Pero las relaciones sentimentales pasaron a segundo plano desde su ruptura con Sasuke, y se volcó de lleno a los estudios. Mantuvo su trabajo en el pequeño hospital hasta que tuvo que comenzar a hacer las prácticas en el Campus de Uehara, conformado por la facultad de medicina y el Hospital Universitario de Ryūkyū. Eso consumió casi todo su tiempo, y ya que estudiar era lo único que hacía, logró posicionarse entre los mejores estudiantes de la carrera y recibió media beca por ello. Más que suficiente para comprar materiales y vivir con lo justo y necesario.
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Tres años transcurrieron en los que sólo se avocó al estudio. En ese tiempo se mantuvo en contacto con Itachi por teléfono y lo hacían de forma esporádica, ambos estaban sumamente ocupados, pero cuando hablaban buscaban hacerlo cuando sabían que el otro estaba relativamente libre, ya que pasaban horas al teléfono. Había algo así como un acuerdo tácito de no verse en persona que Sakura impuso y que Itachi entendía perfectamente. Dentro de un año comenzaría con los últimos peldaños que faltaban para recibirse como doctora y durante las vacaciones universitarias Sakura optó por realizar trabajos de caridad junto a grupos de ayuda para personas de bajos recursos en vez de salir con amigos a tontear. En los días que trabajó allí, conoció a personas que la recibieron con los brazos abiertos y que no tenían nada más que lo que traían puesto. En esos días donde se partió el lomo trabajando para ayudar a los enfermos Sakura comprendió cuán efímera era la vida, y que ella tenía más de lo que otros podían siquiera aspirar. Había personas que la habían pasado igual o peor de mal que ella y no tenían a nadie. Al menos ella pudo salir adelante, y tenía a Itachi.
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Su corazón comenzó a bombear con fuerza y decidió dar un paso a una parte de su vida que había sellado bajo llave desde hace años. Tecleó el número de teléfono que ya se sabía de memoria y escuchó el conocido tu tu tu del otro lado de la línea hasta que atendió.
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-"Hola."-dijo una voz grave del otro lado, y a Sakura le dio un vuelco al corazón.
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-"Hola."-respondió el saludo en un tono suave. Se mordió el labio y tomó coraje.-"Mm ¿cómo has estado?"-quiso palmearse la frente y chasquear la lengua por lo poco natural que había salido esa frase, no era exactamente lo que quería decir.
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Lo escuchó reír al otro lado de la línea y se sonrojo.-"Me encuentro bien, gracias."-y así intercambiaron información durante unos minutos hasta que Itachi finalmente preguntó.-"¿puedo saber a qué se debe el llamado? no que me moleste, pero no sueles llamar en esta época."-
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Comenzó a enredar sus dedos en el cable del teléfono fijo y lanzó un suspiro al cielo.
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-"Me preguntaba si… podíamos vernos un día de estos, ya sabes…"-Silencio del otro lado.-"... ¿Itachi?"-preguntó ansiosa, casi sin voz.
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-"Si… estoy aquí."-dijo finalmente.-"Me encantaría."-
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Su voz se había vuelto más cálida cuando dijo lo último, y a Sakura contuvo la respiración hasta que la exhaló de golpe.
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Acordaron encontrarse dentro de una semana cuando él volviera de Taiwán. Sakura contó los días en el almanaque como una quinceañera lo hace cuando aguarda su fiesta de cumpleaños. No notó lo sudorosas que se ponían sus manos y ni el tic nervioso al alisar sus ropas constantemente. Era la primera vez que mostraba ese comportamiento después de un largo tiempo.
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Se encontrarían en la playa a las seis de la tarde, cuando el sol ya no encandilaba pero estaba lo suficientemente cálido como para no llevar abrigo.
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Llegó el día y esperó frente al mar la llegada del moreno. Respiró profundamente y los pulmones se le llenaron con el sabor salado ya tan familiar para ella.
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Rogaba por hacer las cosas bien. Necesitaba saber qué era lo que sentía para darle un corte limpio a esa relación. No quería tener nada que ver con los Uchiha. Bastantes problemas le causó el menor como para hacer lugar al más grande en su vida de esa manera. Le diría que esto no podía continuar, y que ella ya era lo suficientemente fuerte como para no necesitarlo más.
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Sin embargo su convicción se esfumó en el momento en que lo vio llegar con los pies descalzos sobre la arena y sus oscuras hebras danzando al compás del viento. Era el hombre más hermoso que jamás había conocido, en todos los sentidos.
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Las mordaces y crueles palabras se atoraron en su garganta y formaron un nudo que no podía ser deshecho. No cuando él le regaló esa sonrisa con la que tantas veces le salvó la vida. Como si fuera atraída hacia un imán, caminó lentamente, y luego comenzó a correr hasta arrojarse en sus brazos. Los mismos brazos que tantas veces le brincaron confort. Y Sakura supo que eso no era dependencia, habían pasado más de dos años y había sido tiempo más que suficiente para darse cuenta al no tenerlo cerca, podría haberlo olvidado y conocer a otra persona, pero no lo hizo. Lo quería a él, y deseaba ser querida de vuelta. Levantó la cabeza y con los ojos humedecidos le transmitió todos sus miedos, sus anhelos y más.
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Tan pronto como sus ojos hicieron contacto, Itachi no emitió una sola palabra y se lanzó voraz a sus labios. La besó profundo, con dulzura, con el amor que cultivó durante todos esos años. Sakura tembló y se dejó llevar. Era un hombre maravilloso y era solo para ella. Pensó, cuando los ojos se le llenaron de lágrimas, que todas las cosas malas que le sucedieron en la vida fueron con la sola finalidad de conocer a ese hombre. Había valido la espera y cada maldita lágrima. Encajaba perfectamente en sus brazos, y decidió devolverle todo lo que le había dado.
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Sakura terminó sus estudios a los veinticinco años y se casó al año siguiente. Sin embargo ya llevaban dos de convivencia antes del matrimonio. El hogar que compartía junto con el mayor estaba lleno de felicidad y buenos recuerdos. Él comenzó a trabajar más desde casa y ella comenzó a trabajar en el Heart Life Hospital, en la parte más céntrica de la prefectura. Estaba a cuarenta minutos de distancia en auto del trabajo a su nuevo hogar, en Cape Maeda. Allí la vegetación era abundante y rebosaba de turismo, atraídos por sus aguas turquesas y el amable clima.
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De vuelta a la realidad, se preguntó: ¿Cómo voy a decírselo? mientras acariciaba su vientre plano, por ahora.
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No temía contárselo, sólo disfrutaba imaginando la situación en la que lo haría y la reacción que Itachi tendría cuando le dijera que estaba embarazada.
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Ser madre era algo que soñó desde siempre y ese sueño se había ensombrecido con los trágicos acontecimientos que ocurrieron en su vida. Llegó a pensar que si alguna vez traía un hijo al mundo este sería tan infeliz como ella, porque Sakura ya no sabía qué hacer para darle felicidad a alguien, cuando ella misma no lo era.
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Pero ahora todo era diferente. Ella era diferente, y su marido era una persona con un corazón de oro. Si era tan buen padre como amante, sería uno excelente.
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Pues sí, Itachi demostró ser muy apasionado en el lecho marital. No había un solo instante en que no se desearan y terminaran haciéndolo en cualquier lugar. Era muy habilidoso y procuraba darle placer a cada rato. Estaba maravillada con lo bien que congeniaban.
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Alzó la vista y contempló su hogar a pocos metros. Era una casa inmensa, de una sola planta, color crema y con un frente de grandes ventanales que brindaban una vista panorámica al inmenso océano azul. Por las mañanas mientras desayunaban ambos veían al sol salir y al cielo fundirse con las cristalinas aguas en un todo. Sakura estaba tan enamorada de esa vista como del hombre que se sentaba junto a ella.
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Itachi tuvo muy buen gusto con el diseño de la estructura y ella se encargó de decorarla por dentro. Tenían su propio espacio en la playa y allí solía pasear por las tardes del fin de semana. Se deslizó hasta la entrada de la casa y sacudió los pies en la alfombra que descansaba en la puerta principal. Dejó las sandalias a un costado y buscó con la mirada a su esposo. Sonrió cuando lo encontró y con sigilosos pasos se acercó hasta tenerlo de espaldas.
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-"¿Quién soy?"- le ronroneó al oído, cubriéndole los ojos con las manos. Aun estando de espaldas, pudo imaginarse la ladina sonrisa que comenzaba a surcar su rostro. Lo escuchó lanzar un suspiro resignado.
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-"Cariño, te dije que no podíamos encontrarnos en mi casa. Mi esposa vendrá en cualquier momento y podría pillarnos juntos."-le reprimió. Sintió un duro golpe en la espalda.
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-"¡Pedazo de asno, si te llego a encontrar poniéndome los cuernos…!"-no pudo terminar la frase porque él se volteó y la calló con un beso. Sakura ahogó un suspiro entre sus labios y le correspondió poniendo los brazos en su nuca. Lo sintió reír contra su boca.
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-"¿Realmente crees que te engañaría? ¿Después todo el trabajo que me costó hacer que aceptaras casarte conmigo?"-
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Sakura se revolvió entre sus brazos y lo miró desde abajo, lanzando una risita nerviosa. Se puso de puntitas de pie y le dio un suave beso en los finos labios. Luego le rodeó la cintura, envolviéndolos en un cálido abrazo.
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-"Ya lo sé, pero me revuelve el estómago pensar que otra mujer se te eche encima. Bastantes dolores de cabeza tengo cuando salimos a hacer las compras. ¡No puedo dejarte solo que los buitres te acechan como moscas a la miel!"-refunfuñó entre dientes, y frunció los labios al pensar en todas las mujeres que suspiraban atontadas cuando su marido pasaba caminando junto a ella, ignorando completamente sus manos entrelazadas. Sakura se le pegaba como una garrapata y las miraba desde arriba, lanzando una sonrisa victoriosa. Itachi solo reía, encantado.
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-"Si alguien alguna vez te dijo que te ves hermosa cuando estas celosa, miente."-otro golpe, pero en las costillas. Lanzó una dolorida risa.-"Ya entendí. Es broma."-y le dio un profundo beso que la hizo desfallecer. Pero Sakura no podía dejar que la pasión la distrajera de su objetivo.
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-"Mm Itachi ¡Ah!"-gimió cuando él le succiono su sensible cuello.-"Ne-necesitamos hablar."-dijo mordiéndose los labios. Él se quedó tieso por unos instantes y la miró desde abajo, ya había comenzado a quitarle el vestido.
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-"Oh vaya… eso no se oye muy bien."-dijo medio en broma medio en serio.
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-"Tranquilo, tigre. Son buenas noticias."-le tomó el rostro entre sus manos y besó sus labios, que se habían convertido en una fina línea, rompiendo con el rictus de seriedad.
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-"Pues, tienes toda mi atención."-
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Sakura se puso algo nerviosa y le pidió ir al sofá. Fueron tomados de la mano y se sentaron uno al lado del otro, sin soltarse.
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-"Veras yo… em ¿te acuerdas hace un mes y medio cuando fuimos de paseo a la orilla del mar por la noche?"-
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Él lo pensó unos segundos y luego asintió, en sus ojos tenía un brillo pícaro. Sakura se sonrojó.
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Esa noche habían ido a cenar a un restaurant frente a la costa. Luego para hacer la digestión salieron a pasear y terminaron haciendo el amor en la playa.
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-"Pues… desde entonces he estado sintiéndome un poco rara. La regla no me vino, decidí hacerme un test y lueg-"
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-"¿Estás embarazada?"-le cortó.
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A Sakura le sorprendió un poco el tono en que lo preguntó, pues fue algo seco. Lo miró a los ojos y se veía serio y preocupado.
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Asintió con la cabeza y bajó la mirada. Creyó que se pondría feliz. ¿Se habría equivocado? ¿No quería tener hijos con ella? ¿Acaso…?
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No pudo seguir hundiéndose en un mar de preguntas porque él le alzó el mentón para encontrarse con sus ojos color ónix. Quiso retirarle la mano porque se le estaban empezando a humedecer los ojos y no quería que la viera llorar. Malditas hormonas.
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-"Gracias, Sakura."-la Haruno lo contempló dolida. El Uchiha afianzó el agarre en su mano y con la otra le acarició dulcemente la mejilla.-"Gracias."-repitió, con la voz quebrada. La joven comenzó a llorar y se apretó contra él. Itachi besó cada una de sus lágrimas y la estrechó con fuerza.-"Lo siento, es solo que… no sé qué cara he puesto. Lamento si te asusté. Realmente me hace muy feliz la noticia."-se separó de ella suavemente, pero aún estaban tan cerca uno del otro que podían sentir sus respiraciones entremezclándose. Sakura asintió despacito, y se restregó con la mano lo que quedaba de lágrimas.
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-"Ah, estoy hecha un desastre. Seguro ya no me ves atractiva, menos cuando tenga la panza como un globo."-le dijo con una mirada recriminadora. Itachi volvió a callarla con un beso, con lengua incluida.
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-"Dudo que haya un momento en que no piense que estés hermosa."-soltó cuando la dejó libre. A Sakura comenzaba a subirle la presión cada vez que el Uchiha tenía esos arranques de sinceridad. Era muy bizarro verlo decir cosas tan vergonzosas con una cara tan seria.
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-"Voy a darme una ducha."-dijo luego de tratar de limpiarse el rostro. Lo miró de reojo y con un ligero sonrojo le preguntó:-"¿vienes conmigo?"
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Lo vio ahogar un gemido y le palmeó el trasero cuando ella se levantó.
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-"Ve tu primero, voy en un rato."-
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La contempló mientras se alejaba y dejaba sus ropas regadas por el suelo, provocándolo. Finalmente, cuando escuchó el ruido de la ducha y a la muchacha adentrarse en ella, fuera de su vista, soltó todo el aire de golpe en un largo suspiro.
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Se masajeó la sien y arrugó de manera pronunciada el ceño. Se apretó el puente de la nariz.
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De repente tosió, y a ese le siguió un ataque de tos que lo dejó casi sin aire. Corrió tan rápido como pudo a la cocina y se sirvió un vaso con agua. Tosió una vez más y trató de ahogar el sonido cubriéndose la boca con la mano. Cuando la retiró estaba cubierta de sangre. Torció el gesto en una mueca de disgusto y sacó un frasco de pastillas del bolsillo de su pantalón. Se llevó la píldora a la boca y lo bajó con un trago de agua.
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Apoyando los brazos en la mesada de la cocina, enterró el rostro entre sus manos.
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Un hijo…
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Itachi pensó con ironía que él había creado una vida en el vientre de su esposa cuando la suya propia estaba acabándose.
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No podía dejarla sola en este mundo. No ahora.
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Limpió cualquier rastro de sangre que pudiera haber en él y escondió el frasco de pastillas en un cajón entre los manteles.
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Recompuso su postura y caminó como si nada hasta el cuarto de baño, donde su mujer lo esperaba, al tiempo que se desprendía de sus propias ropas.
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Pensó para sus adentros, sin saber, lo mismo que Sakura había estado pensando hace instantes.
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¿Cómo voy a decírselo?
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-"Así es, Temari."-le dijo mientras acomodaba la tabla para picar las cebollas. Tomó un cuchillo y comenzó a cortar.
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-"No puedo creerlo… ¡Felicidades, Sakura!"-le contestó su rubia amiga al otro lado de la línea.-"Imagino la cara que habrá puesto cuando se lo dijiste ¿no?"-respondió juguetona.
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Sakura cesó sus movimientos por un segundo y se quedó en silencio. Luego lanzó una risita nerviosa.
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-"Ni te lo imaginas."-
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-"¿Estas llorando?"-
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-"Estoy picando cebollas, jamás pude acostumbrarme a esta mierda."-gruñó cuando sintió los ojos arderle. La otra rió suavemente. Se lavó las manos una vez que terminó y arrojó las cebollas a la sartén.-"¿y tú qué tal con Enrique?"-
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-"¿Ese? Pff era un patán, no duramos ni tres meses. Sin embargo, Chistoph es otra cosa…"-dijo refiriéndose a su novio americano, y Sakura comenzó a escuchar la numerosa lista de los candidatos de su amiga.
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Aparte de Itachi, Temari era la única de su pasado con quien se mantuvo en contacto durante esos años. Solo vino a visitarla a Okinawa tres veces, dado que la pareja no quería llamar la atención. Temari solo iba a con la excusa de tomarse unas vacaciones y aprovechaba a visitarlos. La rubia era una mujer muy ruda. Desde hace unos años se convirtió en gerente general de su propia empresa la cual era presidida por su hermano menor, Gaara. El rubro de la misma era de la construcción, así que varias veces la joven tuvo que ir y poner en línea a más de un obrero o capataz que se pasaba de la raya en medio de una obra. Era capaz de calzarse un par de zapatillas y ponerse ella misma a martillar junto con los demás para que siguieran los planos al pie de la letra. Debido a ello ganó mucho respeto entre su gente y ahora su empresa seguía creciendo gracias al trabajo de los tres hermanos. Sakura sentía algo de envidia por ese lazo fraternal que los unía, después de todo, ella era hija única. Quizás no se hubiera sentido tan sola en su sufrimiento, pero luego pensó que no querría un hermano que pasara por su misma situación. Así que estaba conforme con las cosas como estaban. Después de todo, ella ya había creado su propia familia, y ahora se iba a agrandar. Acarició su vientre por inercia cada vez que pensaba en el bebé que estaba en camino.
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-"Aguarda un momento, deja que me lave el rostro. Me arden los ojos como el infierno."-
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La oyó reír y dejó el teléfono a un costado, en modo altavoz. Tanteó con la mano en busca de algo para limpiarse pero no lo encontró.
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-"¡Itachi! ¡¿Dónde está el paño de cocina?!"-le gritó desde donde estaba, no obtuvo respuesta. Gruñó y siguió buscando por los alrededores pero no lo vio. Abrió un par de cajones al azar tratando de buscar algo con que limpiarse la cara, pues ya estaba goteando y mojándole la ropa. En el último de todos, donde guardaba los manteles para las ocasiones especiales vio un trapo algo viejo y se secó con eso. Estaba cerrando el cajón cuando un ruido la detuvo. Miró con detenimiento y se encontró con un frasco de pastillas escondido entre los manteles. El ruido de las pastillas que se agitó con el movimiento fue lo que le llamó la atención.
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-"¿Sakura? ¿Sigues viva?"-
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-"Si… dame un momento."-contestó luego de un rato. Tomó el frasco entre sus finos dedos. Leyó la prescripción y se quedó de piedra. Su mente comenzó a trabajar a mil por hora y solo despertó cuando Temari volvió a llamarla.-"Te llamó después."-y le cortó enseguida, sin darle tiempo a despedirse.
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Con el frasco en la mano, salió de la cocina y se encaminó hasta su cuarto, donde creyó que Itachi estaría.
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¿Qué hacía ese frasco en su casa?
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Cuando abrió la puerta, lanzó un grito. Aflojó el agarre de su mano y el frasco cayó al suelo, rodando hasta chocar con el cuerpo inerte de su marido.
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Como un cohete se tiró al piso junto a él.-"¡Itachi!"-lo llamó varias veces. Tenía los ojos cerrados y respiraba con dificultad, pero respiraba. Un hilillo de sangre se le escurría por los labios.
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Con el corazón en la boca, corrió hasta la mesa al costado de la cama y tomó el teléfono inalámbrico para llamar a la ambulancia.
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-"Buenas tardes, habla con el Heart Life Hospital. ¿En qué podemos servi…?"-
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-"Manden ayuda, es una emergencia."-Sakura cortó a la monótona voz de la recepcionista y le indicó la dirección de su casa para que enviaran una ambulancia.
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A lo lejos, podía sentir el aroma de la cebolla quemándose.
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Lo primero que escuchó fue el pitido de la máquina que marcaba los latidos de su corazón a un costado. Luego el respirador que subía y bajaba al compás de su respiración. Abrió los ojos lentamente y la luz lo cegó inmediatamente. Parpadeó un par de veces hasta que sus irises se adaptaron a la luz. Cuando logró enfocar la vista lo primero que vio fue… rosa.
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Sakura estaba inclinado sobre él escaneando su rostro y buscando con los ojos cualquier indicio de que volvería a desfallecer. Suspiró aliviada y le tomó la mano que descansaba inmóvil a un costado.
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-"Gracias a Dios."-dijo apenas sin voz. Itachi apretó su mano, débilmente, pero lo hizo. Aun no recuperaba sus fuerzas.
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-"Supongo que ya lo sabes ¿no?"-le preguntó, como un niño que hizo una travesura y sus padres lo descubrían en el acto. Sakura lo contempló largamente y asintió muy despacio.
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Fibrosis Pulmonar Idiopática. Una enfermedad debilitante y crónica que se caracteriza por una disminución progresiva de la función pulmonar que dificulta cada vez más la respiración, y que ocurre como consecuencia de una insuficiencia respiratoria que se agrava con el tiempo.
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Para los médicos, y para todo el mundo, era conocida como una de las enfermedades más raras, silenciosas, y potencialmente mortales del mundo. No se ha descubierto una cura para tal cosa en la actualidad. Eran muy difíciles de detectar e incluso el tiempo promedio desde los primeros síntomas hasta el diagnóstico es de entre uno y dos años. La mayoría de los pacientes mueren dentro de los 3 años posteriores a haber recibido el diagnóstico. Hasta el cáncer era más fácil de salvar que esto.
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-"¿Desde cuándo lo sabes?"-le preguntó con un nudo en la garganta.
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-"Lo descubrí hace seis años."-
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Seis años… eso fue cuando ambos se fugaron.
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-"¿y no planeabas decírmelo nunca? Estabas muriendo de a poco todos los días y yo no tenía la menor idea… "-ahora si lloró, pero más por frustración que otra cosa. Sentía que había fallado completamente como médico, y como mujer, al no notarlo antes. No quería reprocharle nada estando él en ese estado, pero se sentía traicionada, y lo odió un poco por ello.
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-"No es tu culpa, Sakura."-trató de reconfortarla, pero no pudo.-"Sabes que si me lo propongo, jamás lo hubieras sabido."-le aseguró. Sakura le creyó. Si había algo que descubrió del Uchiha en todos esos años, es que era muy bueno ocultando cosas, incluso una enfermedad mortal a su propia esposa. Pero eso no la hizo sentir mejor, ella debería haberlo notado. Debería…
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-"¿Por eso comenzaste a trabajar más desde casa? ¿Por eso pusiste esa cara cuando te dije que estaba embarazada? Oh Dios…"-ahogó otro sollozo. Su hijo.-"Lo siento, lo siento tanto."-se disculpó constantemente, mientras las lágrimas caían por sus mejillas.
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El moreno levantó el brazo con mucho esfuerzo hasta llegar a su mejilla, trató de limpiarlas pero casi no podía mover los dedos de las manos. Sakura cubrió su mano con la suya propia, y restregó su húmedo rostro contra la áspera palma de su marido, buscando su calidez.
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-"No pienso darme por vencida"-le aseguró, mirándolo fijamente a los ojos. Moriría antes de dejar que la enfermedad se llevara a su esposo.-"no dejaré que te vayas, menos ahora. Te necesito, te necesito tanto."-guió la mano del moreno hasta su vientre.-"Ambos lo hacemos"-le recordó con desesperación en la voz. Itachi acarició su estómago por sobre las ropas y sonrió tristemente.
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-"Los médicos han dicho que he vivido más de lo previsto. No se suponía que viviría más de dos años. Ni mucho menos que lo haría del modo en que lo hice. Tendrían que haberme internado hace años"-tendría que haber muerto hace años, eran las palabras correctas, pero trató de calmarla con eso. Ella noto como la voz de él se quebraba con poco.-"No quería morir aún."-a Sakura le recorrió una descarga de sudor frio cuando escuchó la palabra morir.-"Quería vivir… quiero vivir."-se corrigió. Afianzó el agarre en su mano casi tanto que dolía. Pero a Sakura no le importaba, si ella podía sentir aunque sea una milésima de su dolor, lo recibiría gustosa.
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Al final, le confesó que muchas veces sus viajes de negocios eran para encubrir su tratamiento. Recorrió varios países en busca una cura, algunos pudieron ayudarlo a mejorar, pero no a curarse. Contra todo pronóstico Itachi había vivido más y mejor de lo que los médicos habían dicho; después de todo, él era sumamente fuerte y tenía más voluntad que nadie. Su diagnóstico precoz fue crucial para aplicar tratamientos con fármacos, con oxígeno o la rehabilitación pulmonar.
En cuanto a los medicamentos que se le administraron estaba la pirfenidona y nintedanib, acompañado del uso de oxígeno dependiendo de las ocasiones. En lo que respecta a la rehabilitación pulmonar, ésta no curó la enfermedad, pero lo ayudó en sus dificultades para respirar e, incluso, una menor progresión de la enfermedad. Sakura le juró entre lágrimas que haría todo lo posible por encontrar una cura, y le rogó que no se diera por vencido.
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Le pidió a sus colegas que le habilitaran los archivos de Itachi y así seguir de cerca el tratamiento que recibió su esposo. Comenzó a estudiar más a fondo cualquier tratamiento que estuviera destinado a la mejora de sus pulmones. Lo extraño era que esta enfermedad solo se presentaba en personas de más de cincuenta años, mayormente en los hombres. Pero Itachi tenía veintitrés años cuando supo que la adquirió. Un caso extremadamente raro, y lamentable. La falta de oxígeno podía provocar una deficiencia en el resto de sus órganos, principalmente en el corazón. Podría tener un ataque en cualquier momento.
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Luego de ese día ella se desvivió por atenderlo lo mejor que pudo, sabía que él odiaba que lo tratara como un inválido, así que no insistió en que dejara de trabajar. Pero le rogó que lo hiciera desde la casa, y que si alguien necesitara verlo, pues que se cruzara todo el continente para encontrarse con él. Ya no lo dejaría viajar por el mundo como antes, eso deterioraría su salud. Procuró atender todas sus necesidades apenas volvía del hospital, y pasaba mucho tiempo con él recostada en la cama o caminando por la playa. Contrató a una mujer para que la ayudara con las tareas del hogar (no dejaría a una muy joven entrar a su casa y revolotear alrededor del moreno) así ella no perdía tiempo con las tareas del hogar. El embarazo estaba comenzando a notársele, y a medida que le crecía la panza, la enfermedad de Itachi también lo hacía. Tuvieron que comprar un respirador porque había ocasiones en las que le faltaba el aire de tal manera que parecía que iba dar su último aliento.
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Era de noche, el viento soplaba gentilmente colándose por su gran ventanal y haciendo danzar a las cortinas. Entró al dormitorio y vio a Itachi con el cabello suelto y los ojos cerrados, dejando que el aire se le colara por los doloridos pulmones. Su marido ni una sola vez hizo una expresión que mostrara dolor ni se quejó al respecto. Entendía en cierta forma como fue capaz de engañarla todos esos años. Sakura era doctora y sabía cuán dolorosos eran los síntomas, pero el semblante de Itachi era siempre el mismo.
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-"Itachi."-lo llamó desde el marco de la puerta, anhelante. Él abrió los ojos y se volteó a verla. Sakura transmitía en sus ojos todo lo que sentía por él y lo preocupada que estaba. Sin moverse de su lugar, el moreno le extendió su mano. Como si estuviera hechizada, Sakura caminó hasta donde él estaba parado. Cuando estuvieron frente a frente, detuvo sus pasos. Se quedaron mirando el rostro del otro por un rato, escudriñando cada pequeña marca, cada línea de expresión. Itachi estaba más delgado y ella ya tenía la panza de cuatro meses. Grababan en su memoria cada pequeña cosa y la guardaban en sus recuerdos como si fuera la última vez que se verían.
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Sin salir de su transe, ambos acercaron sus rostros hasta juntar los labios en un beso cargado de sentimientos. Primero lento, y luego desesperado, como si la vida se les escapara con cada respiración. Sakura lo rodeó por la nuca y él comenzó a guiarla hasta su lecho, quitándole el camisón que llevaba puesto. Sakura no lo dejó tomar las riendas y lo empujó suavemente hasta que se recostara en la cama. Desde abajo, él la miró con los ojos llenos de preguntas, y deseo.
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-"Déjamelo a mí, machote."-le sonrió sensual, al tiempo que lo montaba. Alcanzó a ver la mirada de preocupación que le lanzó a su redondeado vientre y le sonrió para reconfortarlo. Comenzó a frotarse contra su abultada pelvis. Lo vio gemir con placer contenido y tomarla por las caderas para detenerla.-"Tranquilo…"-le dijo suavemente. Se reclinó contra su cuerpo y Itachi pudo apreciar como la luz de luna se colaba por su ventana y se volcaba sobre la espalda Sakura, haciendo parecer que tenía un halo de luz sobre ella. Su mujer parecía un ángel, y embarazada se veía más hermosa que nunca.-"solo estoy de cuatro meses, aún podemos. Te deseo mucho"-le dijo medio jadeando.
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Entonces Itachi se olvidó de su enfermedad y del embarazo por un momento. Se estaba muriendo por hacerla suya y quería que cada maldito segundo juntos valiera la pena. La tomó por la nuca y la besó con pasión, con ahínco. Mordisqueando sus labios llenos y explorándole la boca con la lengua. Entre jadeos, Sakura comenzó a desvestirlo y cuando lo dejó sin ropas lo observó desde arriba. Sí, estaba más delgado, pero a sus ojos seguía siendo el hombre más apuesto del mundo. Sin más preámbulos, lo acomodó entre sus piernas y dejó que entrara en ella. Gimieron de placer cuando sus cuerpos se unieron y se quedaron así por unos segundos, saboreando el momento. Pero solo por unos segundos. Itachi se incorporó levemente, quedando medio sentado, y ayudándola a cabalgarlo.
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-"Itachi… te amo."-le dijo entre gemidos, abrazándolo con fuerza. Él le devolvió el abrazo y la besó una vez más, bebiendo todos sus suspiros y palabras.
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Esa noche conectaron como ninguna otra y se amaron como nunca. Cuando terminaron Sakura tuvo que alcanzarle el respirador para que recuperara el aliento y se recostó junto a él, ambos abrazados y con los pies entrelazados. Tratando de fundirse con el otro.
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Esa fue la última noche antes de las cosas empeoraran.
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Los meses que le siguieron fueron los más duros hasta la fecha. Itachi debía tener un respirador conectado todo el tiempo para ayudarlo a realizar el trabajo que sus pulmones no hacían. La falta de oxígeno generó una insuficiencia respiratoria que requirió de oxigenoterapia. Al principio utilizaron el método más sencillo, donde se incorpora el oxígeno a diferentes concentraciones, normalmente entre el veintiuno y el cien por cien. La administración se podía realizar mediante cánulas nasales o mascarillas, entre otras opciones. Pero la enfermedad estaba creciendo de forma acelerada y tuvieron que recurrir a un tratamiento hiperbárico, donde el oxígeno se administra siempre al cien por cien de concentración. Para incorporarlo Itachi tenía que utilizar un casco u una mascarilla. La administración se realizaba mientras él estaba en el interior de una cámara hiperbárica. Tuvieron que trasladarlo más de una vez de urgencias al hospital en los últimos meses. Este era su octavo mes de embarazo y el moreno ya llevaba dos semanas internado.
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-"¿Tienes alguna novedad?"-preguntó Sakura. Su voz sonaba cansada y cargada de nervios.
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-"Tengo un par de amigos que han averiguado algo."-le contestó Temari al otro lado de la línea telefónica. Ya estaba al tanto de la situación y se había puesto en marcha para ayudar en todo lo posible.-"Por lo visto, el único lugar donde se están generando avances respecto a la investigación de una cura es aquí, en Japón."-hizo una pausa.-"pero tendrás que volver a Tokio, Sakura."-le dijo seriamente.
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Sakura tenía los nervios de acero, desde que supo de la enfermedad de Itachi ya no sentía nada de la misma forma que antes. Nada más ocupaba su mente ni la distraía atender a su marido. Pero cuando escuchó la palabra volver a Tokio, algo en su interior le retorció las entrañas como gusano. Una sensación que no tenía desde hace años, cuando dejó todo atrás. Pero no era tonta, sabía que la pequeña isla donde vivían no tenía el equipo ni la medicación adecuado para tratar a su esposo. Había movido cielo y tierra y llevaba gastando una cuantiosa fortuna en el tratamiento de su enfermedad. Pero ni todo el dinero del mundo ni ningún ex novio o padre psicópata se comparaba con perderlo. Él le había dado todo para salvarla, ahora le tocaba a ella.
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-"Por favor, dime qué tengo que hacer para salvarlo."-contestó con determinación.
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Escuchó un suspiro del otro lado antes de que volviera a hablar.
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-"Dame unas semanas. No, dame una semana para arreglar todo. Tú prepárate para viajar aquí con Itachi. Pero Sakura… será muy costoso."-
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-"No te preocupes por el maldito dinero."-dijo entre dientes.
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-"Bien."-asintió desde el otro lado de la línea.
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A la semana siguiente Sakura tomó un vuelo junto a Itachi en primera clase, donde él pudiera estar más cómodo y reservó todo el sector clase business para poder atenderlo lo mejor posible y que no haya gente revoloteando por allí. Quizás el viaje en barco hubiera sido lo más saludable, pero su marido no tenía mucho tiempo que perder en un viaje de más de 40 horas. De esta forma viajarían en menos tiempo y podrían trasladarlo inmediatamente al hospital.
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Cumpliendo con su palabra, Temari consiguió que le habilitaran una plaza en el hospital central de Tokio, preparó incluso una discreta camioneta negra con vidrios polarizados en vez de una llamativa ambulancia para realizar el traslado hasta las instalaciones. Durante todo el trayecto al hospital, Itachi tuvo un breve ataque de asfixia al cual tuvieron que asistirlos los paramédicos. Sakura solo observaba horrorizada. Cuando terminaron de asistirlo, corrió a su lado para tomarle de la mano, él correspondió el gesto apretándosela suavemente.
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-"Ya casi llegamos, Itachi."-le habló con dulzura. Pudo ver a través del vapor que generaba su respiración dentro de la mascarilla la leve sonrisa que esbozó. Luego cerró los ojos y dejó que los sedantes hicieran su trabajo.
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Apenas llegaron y ya los estaban esperando para llevarlo en camilla a la habitación privada que adquirieron para su uso exclusivo. Estaba sellada de forma hermética para evitar que las bacterias y el aire se colaran, agravando la condición del moreno. Observaba desde la ventana a prueba de sonidos cómo desnudaban a su inconsciente esposo y le vestían con las monótonas ropas turquesas de hospital. Una mano se posó sobre su tenso hombro. Volteó y se encontró con una Temari con el rostro lleno de preocupación y empatía. Sakura la miró sin mirarla realmente.
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-"Todo estará bien"-
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No pudo siquiera asentir, solo observaba como Itachi era agujereado por todos lados con inyecciones llenas de sedante e ingresaban un tubo por la boca hasta la tráquea para brindarle aire a sus pulmones.
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-"Todo estará bien."-repitió ida, acariciándose inconscientemente su abultada panza.
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Había comenzado a oscurecer, y ella había alquilado una habitación en un hotel a cinco cuadras de distancia, pero ni Temari ni la seguridad habían conseguido hacerla desistir de abandonarlo.
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-"Debo estar con él."-dijo testaruda.
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-"No puedes ayudarlo ahora, solo entorpecerás las cosas. Hay médicos ahí adentro atendiéndolo."-
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-"¡Yo soy un médico! ¡Y su esposa!"-dijo al borde de la histeria. No quería que esté ahí, solo. Entre tantos desconocidos, sintiéndose como un marginado. Sabía de la desolación que sentían los pacientes cuando estaban entre esas cuatro paredes blancas.
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-"Sakura ¡Basta! Piensa en el niño, por Dios. Tienes que dormir. Además, él está sedado. Tu presencia ahí no sirve de nada ahora. Descansa, y mañana cuando despierte te verá mucho mejor, tu estarás mucho mejor también."-le gritó zarandeándola, pero no con demasiada fuerza para no lastimarla.-"Me preocupas, querida. Sé que estás pasando por un mal momento, pero ya no actúas como tú misma. Has salido de peores ¿recuerdas?"-le recordó amablemente.
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Sakura se quedó un momento meditando. Había pasado por situaciones muy duras. Pero nunca nada fue tan duro como esto.
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Nunca digas nunca…
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Sacudió la cabeza y asintió, recargándose en el hombro de su amiga, la cual la recibió con los brazos abiertos y le frotó la espalda, reconfortándola aunque sea un poco.
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Bajaron juntas a tomar un taxi, y Temari se subió a trompicones con ella. La acompañó hasta el hotel y subió a su habitación, donde ordenó una descomunal cantidad de comida para traer hasta su cuarto. Quiso obligarla a comer pero la joven no tenía apetito desde hace días.
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-"Tienes que comer."-le dijo pujando un tenedor con carne contra sus labios, los cuales ella tenía fruncidos. Ladeó la cabeza, rechazándolo.
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-"No puedo comer nada."-dijo con desgano, el olor a carne asada le estaba revolviendo el estómago, dándole ganas de vomitar, y eso hizo. Corrió lo más rápido que pudo al cuarto de baño sujetándose la panza y tapándose la boca. Una vez que levantó la tapa del inodoro expulsó la inexistente comida que había en su estómago. Temari la miraba desde el otro extremo del cuarto con mirada consternada y llena de preocupación. Contempló el trozo de carne y lo dejó a un costado en el plato, ella también había perdido el apetito.
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Al día siguiente durante el horario de visita, le permitieron ingresar a verlo.
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-"Itachi."-lo llamó añorante. Rápidamente fue hasta su lado y le tomó de la mano. Aún estaba dormido, pero respiraba apaciguadamente. Sakura bendecía a los cielos con cada inhalación del moreno.
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Estuvo alrededor de una hora sumida en un completo silencio contemplado el delgado y angular rostro de su esposo hasta que unos ruidos tras la puerta se hicieron notar. Eran voces.
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-"Por aquí, Señor."-escuchó hablar a la enfermera con respeto, su voz sonaba apagada por los pasillos hasta que los pasos se detuvieron del otro lado de la puerta.-"Es horario de visita, y el paciente ya está acompañado por su mujer. Quizás…"-trató de disuadirlo.
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-"Puedes retirarte."-ordenó una profunda y autoritaria voz. Todas las alarmas se encendieron dentro de Sakura y volteó la cabeza justo para ver cuando la puerta se abría. Una figura alta y masculina se adentró a la habitación, la cual pareció descender varios grados con su frío temple. Y a Sakura se le cayó el mundo a pedazos cuando él la contempló con sus penetrantes y desdeñosos ojos negros.
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-"Sasuke."-
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N/A: Contando las palabras, este capítulo me salió aún más largo que el anterior, y me llevó menos tiempo escribirlo. La verdad tuve que leer mucho sobre enfermedades y sobre la geografía de Japón para describir ciertas situaciones con mayor precisión, pues no se absolutamente nada de medicina ni de Japón. Gran parte de los lugares que se mencionan o las enfermedades existen, así que traté de apegarme lo mejor que pude a la realidad en ese sentido. El resto hay mucho que solo es ficción.
Siento que se desarrollaron muchas cosas en esta parte y me costó una barbaridad contar todo lo que pasó en esos años con Itachi y Sakura, para finalmente concluir con el encuentro con Sasuke: Fue un desarrollo muy largo, y lo último sentí que quedó algo apresurada y medio tirado de los pelos, pero tenía que terminar este capítulo hasta llegar a ese punto y se me estaba haciendo eterno.
Me encantó saber de ustedes a través de sus comentarios y lo que opinaban del capítulo anterior. Leí conjeturas muy divertidas y algunas que rogaban que esta historia no fuera como "lo típico" o previsible de siempre. Espero haberlas sorprendido. Este capítulo fue puro ItachixSakura, algunas no estarán del todo contentas, otras sí. Pero bueno, no se puede hacer feliz a todo el mundo.
Agradezco las correcciones que hacen en cuanto a la narrativa o las faltas de ortografía, siempre espero mejorar en ese aspecto.
Ojalá pueda tener el próximo capítulo tan rápido como hice este pero no puedo prometer nada. Al menos sé que me gustaría terminar esta historia. Así que pues, nos leemos!