Aquí estoy con un nuevo fic. Espero que les guste tanto como a mi escribirlo.
Advertencia: Soy lo más ignorante en lo que se refiere a Historia... de por si soy ignorante en casi todo (rubor) Por lo mismo este fic esta ambientado en uns años futuros, pero aun así debo saber un poco de los paises xD
La gran guerra.
1.- El trato.
Las reuniones siempre lo habían agotado, aunque aquello no indicara que le desagradaba ser una nación, en realidad era todo lo contrario, le gustaba saber que su esfuerzo era a favor de las personas y velar por el bien de sus ciudadanos, pero a veces el trabajo era tanto que no estaba seguro de poder aguantarlo siempre. Al fin y al cabo ya llevaba más de mil años haciendo el mismo trabajo, tal vez no de la misma forma que en aquellos tiempos, pero siempre esforzandose al máximo por la seguridad de su gente.
Sacó las llaves y se dispuso a abrir el portón, observó su jardín formándose una sonrisa, todo el cuidado había valido la pena, era tan bello y delicado como sus amigos. Su país de por si era frío y lluvioso, mas no fue impedimento para cultivar aquellas hermosas plantas, que incluso ahora estando nublado, todas se encontraban completamente abiertas y libres de plagas.
Le llamó un poco la atención de que ninguno de sus amigos le recibiera, siendo aquello la rutina de siempre, o que algunas hadas se encontraran jugando entre las flores, saltando de pétalo en pétalo. Sin tomarle mucha importancia y pensando que quizás aquellas criaturas se encontraban esperándolo dentro de la casa, como algunas veces habían hecho, pasó por el jardín hasta llegar a la entrada de su hogar.
- Hola.
Saludó mientras entraba a la casa, mas no recibió respuesta.
- Hola – Llamó nuevamente. - ¿Están aquí?
Y nuevamente el silencio fue su única respuesta ante su llamado. Aun extrañado, mas ahora sintiendo como la preocupación florecía en su interior comenzó a buscar a sus amigos.
Escuchó algunos truenos mientras se dirigía al living de su casa, aun pensando en el porqué sus amigos no aparecían.
"Muy pocas veces han hecho esto, normalmente se ocultan cuando tiene miedo o hacen algo malo"
Pensó mientras prestaba atención a su alrededor, pero luego palideció al pensar que sus amigos habían roto algún objeto importante, mas al llegar al living pudo percatarse de que ninguno de sus amigos se encontraba ahí, confundido se quedó parado en la sala, el ruido de la lluvia junto con los truenos eran ahora su única compañía, de pronto un extraño ruido detrás suyo lo alertó, mas antes de poder girar y ver el causante de aquello un fuerte golpe en la cabeza lo hizo caer al suelo, todo su alrededor comenzó a girar y lentamente fue perdiendo el conocimiento.
Poco a poco la conciencia fue tomando nuevamente sus sentidos. Confundido y adolorido intentó llevar su mano hasta la cabeza, la cual le dolía horrores, mas pronto se dio cuenta que era una acción imposible de realizar ya que sus manos se encontraban atadas fuertemente con unas cuerdas. Asustado miró a su alrededor percatándose de que se encontraba en su habitación, sentado en su cama y atado entre las cabecera de esta. Las luces estaban apagadas por lo que le impedía ver su alrededor, a veces el lugar era iluminado por los rayos que la tormenta de afuera causaba.
Intentó soltarse, pero las cuerdas estaban tan bien anudadas que le resultó una tarea imposible. Intentó analizar la situación, después de todo el que había preparado la trampa definitivamente era alguien que lo conocía, ya que gracias a sus años de piratería y vivencias varias se consideraba un experto en soltarse de amarras. Dejó de hacer fuerza al sentir como la piel comenzaba a quemarle ante el rose que ejercía por intentar liberarse.
Unos ruidos lo pusieron en alerta. La puerta lentamente comenzó a abrirse revelando a la persona que jamás creyó encontrar en su hogar. Intentó relajarse, pensando que quizás todo era una broma o de que al menos esta persona no era la responsable de tenerlo en este estado tan humillante, mas toda esperanza murió al verle sonreír.
- Veo que has despertado Inglaterra. – Habló con calma, mas Inglaterra tenía los ojos completamente abiertos por la sorpresa, aun sin querer creer en lo que estaba pasando.
- ¿R…Rusia? ¿Q… pero qué? – No pudo terminar la oración, aun le resultaba demasiado extraño todo esto ¿Por qué Rusia hacía esto?
La otra nación se acercó al lado del inglés y se sentó en la cama observando fijamente aquellos ojos esmeraldas de la nación. Su rostro infantil no reflejaba toda la maldad que sus ojos no podían ocultar, Inglaterra se tensó cuando una mano se posó en su mentón.
- Vine a hablar y… tal vez a unir fuerzas.
El rostro de asombro fue cambiado por uno serio y molesto, movió la cabeza con fuerza para alejar aquella mano, mas en ningún momento quito el contacto visual con Rusia.
- Nunca. – Fue su firme respuesta, Rusia se mostró un poco desilusionado al respecto.
- Oh, pero si aun no me has dejado explicarte mis planes.
- ¡Y una mierda de planes! – Gritó mientras nuevamente intentaba liberarse de aquellas ataduras.
- Bueno… tú lo has dicho. – Rusia se levantó con cuidado para luego dirigirse a la puerta. – Supongo que no te importará que destruya a América entonces.
- ¿Qué…? – El inglés palideció ante aquel comentario ¿De qué se trataba todo esto?
- Bien, me voy.
- ¡No! ¿Qué…? ¡Escucharé! – Comenzó a gritar con desesperación. - ¡Maldita sea no toques a América!
Inglaterra se movía con fuerza ante la desesperación de soltarse y detener a Rusia para que dejara de decir aquellas estupideces. El dolor de sus muñecas había pasado a segundo plano.
- Entonces… ¿Tengo tu atención? – El tonó de Rusia era burlesco.
- Primero suéltame y luego escucharé lo que quieras.
- Oh no. – Rusia volvió a la cama sentándose cerca del inglés, su rostro de encontraba a pocos centímetros del rubio y tranquilamente comenzó a susurrarle, Inglaterra tuvo que hacer todo su esfuerzo por escucharlo, el ruido de la lluvia no lo estaba ayudando en estos momentos. – Intentaras golpearme y bueno… ¿Quieres que te cuente o no?
Inglaterra lo miró con odio, mas era de América el tema de Rusia. Se mordió el labio para no decir algo sarcástico y sólo se limitó a asentir con la cabeza en señal.
- Bien. – Rusia acarició los cabellos del inglés. – Me gusta tu cabello, es rebelde como tus ojos. Debiste haberte visto esplendido en tu era de pirata, planeando, peleando y conquistando. – Nuevamente tomó el mentón de Inglaterra, obligándolo a verlo. – Si… aun conservas todas esas emociones.
- Ve al punto Rusia. - Le miró directo a los ojos con toda la furia que sentía, mas el otro continuo sonriendo con indiferencia.
- Tengo en mi poder misiles de último modelo y con una tecnología tan avanzada que ni hasta Japón o la nación más actualizada podría captarlo.
- Es… mentira, no puede haber algo así. - Fue su simple respuesta, temblando ante la sola idea de que existiera algo así. Rusia ensanchó la sonrisa.
- Claro que hay y son mías ¿Quieres una demostración?
Inglaterra lo miró horrorizado aun sin poder comprender todo ¿De qué mierda se trataba todo esto? Y lo más importante ¿Por qué Rusia le hablaba sobre estos misiles?, ¿Y América?, ¿Acaso quería lanzárselos a América?
- No… - Logró pronunciar luego de unos minutos.- Te creo.
- Así se habla. – Rusia se acostó al lado del inglés, apoyando su cabeza en el pecho de la nación. Inglaterra se tensó ante aquella acción, pero se mantuvo en silencio. – La cosa es la siguiente Inglaterra. Te unes conmigo y me ayudas a crear la tercera guerra mundial…
- Estas… - Iba a protestar cuando el otro lo interrumpió.
- ¡O! le lanzo los misiles a tu querido América y a todos los demás países dejándonos solamente a nosotros con vida. – Se movió hasta quedar frente a Inglaterra, deleitándose con la expresión de la nación. – Tú decides.
Luego de aquellas palabras se levantó con tranquilidad para luego proceder a quitarle las cuerdas.
- Te doy una semana para decidir y luego…
- No hay necesidad de esperar… -El tonó de voz de Inglaterra se encontraba completamente apagado, sus manos ya libres se quedaron encima de la cama, se encontraban rojas y un poco desgarradas ante el esfuerzo ejercido momentos antes al intentar liberarse. El inglés movió la cabeza a un lado sintiendo la frustración invadirle, sabía que Rusia hablaba en serio y por lo mismo tenía claro lo que debía hacer, aun así hablar de una tercera guerra mundial era algo demasiado arriesgado y peligroso. – Prométeme que nadie morirá. – Pidió dirigiendo su mirada al ruso, viendo como este sonreía tranquilamente.
El ruido de la tormenta, acompañado con los rayos y truenos fue el único sonido en aquellos minutos de silencio, en los cuales ambas naciones se dedicaron a mirarse a los ojos, cada una expresando una emoción diferente.
- Sabes que aquello es imposible. – Inglaterra se mordió el labio inferior.
- Entonces prométeme que no matarás a América, no le tocarás, no lo mirarás. Haré tu maldita tercera guerra mundial, pero a América no lo tocas.
Ambos se continuaron observando a los ojos, la determinación del inglés era única. Rusia sabía que el inglés estaría dispuesto a todo siempre y cuando América no resultara herido. No evitó sonreír en respuesta.
- Muy bien… es un trato entonces. – Se acercó al rostro del inglés y sin más lo besó. Inglaterra quedó en shock, mas no fue impedimento para intentar apartarse de aquel contacto, resultándole imposible al estar tan apegado a la muralla. – Ahora perteneces a Rusia. - Susurró para luego lamerle los labios.
El ruso se levantó con cuidado observando con su sonrisa de siempre al inglés. Antes de que Inglaterra pudiera recriminarle algo sintió un fuerte dolor en su brazo izquierdo, observó hacia su brazo notando como una gran mancha roja comenzaba a teñir su camisa y como un cuchillo invisible le rasgaba lenta y dolorosamente la piel de su brazo. No gritó, se mordió la lengua con fuerza y sólo dirigió su vista hacía el ruso quien seguía observándolo con aquella molesta sonrisa.
- Quería que probaras la efectividad de mis misiles… pero no te preocupes fue uno pequeño. – Ya conforme Rusia se dirigió a la puerta. – Fue bueno hablar contigo, nos mantendremos en contacto.
Sin esperar respuesta se marchó. Inglaterra rápidamente se sacó la camisa para ver la herida, se sorprendió por el largo de esta y sin esperar o hacer algo por su brazo tomó su celular para llamar a su jefe.
- ¿Dónde atacaron? - Fue la única pregunta que hizo cuando le contestaron, escuchó con cuidado todo lo que aquella persona tenía que decir.
Mientras intentaban solucionar los problemas Inglaterra observó por la ventana como Rusia se marchaba tranquilamente de su hogar, no evitó sentir la rabia por todo su cuerpo, mas lo ignoró, había cosas más importantes que atender.
- Un atentado de mal gusto. – Exclamó el primer ministro con molestia. – Atacar un puerto de Inglaterra merece la pena de muerte[1]
- No podría estar más de acuerdo. – Apoyó su cuerpo contra una muralla, necesitaba dirigirse al baño para limpiar su herida.
- Todos sabrán de esto… me encargaré que el mundo se entere de…
- No…
- ¿Qué? – El tono tranquilo en el que Inglaterra habló preocupó al primer ministro, conocía un poco el carácter de la nación y estaba seguro de que hubiese deseado que todos se enteraran.
- Necesito… necesito que mantengas esto en secreto… o por último que se tome como un accidente ¿Me entiendes? – Inglaterra prendió la luz del baño, sólo para ver su rostro decidido. – Nadie sabrá de esto.
- Pero…
- Luego lo llamo.
Sin esperar respuesta colgó el teléfono, dejándolo en un mueble de la habitación. Abrió las puertas del mismo mueble y sacó el botiquín de primeros auxilios, necesitaba atender la herida y pensar… sobre todo pensar.
- Inglaterra… - Inglaterra levantó la vista para encontrarse nuevamente con sus amigos mágicos, supuso que una vez Rusia se había marchado ya no sentirían el peligro.
- ¿Inglaterra estas bien? – Se veían preocupados mientras las hadas volaban a su alrededor, para luego percatarse de la herida.
- ¿Qué pasó? ¿Qué te dijo?
- Nada… no es nada.
Intentó sonreír, dándose cuenta que aquello le era imposible, mas tratando de estar lo más calmado posible continuo limpiando la herida para luego vendarla. Una vez lista la tarea se colocó el pijama y prendió la tele, las noticias ante el extraño "accidente" en el puerto Bristol Channel Yacht Club ubicado en Swanea [2] no se hicieron esperar. Inglaterra no evitó sonreír con sarcasmo al escuchar a la reportera.
"Esto tiene que ser una pesadilla"
Pensó con tristeza mientras se acostaba en la cama, mas el dolor en su brazo le indicaban que todo era real, cerró los ojos tratando de ignorar a sus hadas que continuaban volando a su alrededor completamente preocupas.
Había aceptado un trato con el diablo, ahora debía pensar en el futuro. Era el momento de planear y destruir una guerra.
Continuara…
Inicio – 04 – 02 – 10
Termino – 16 – 02 - 10
[1] No estoy segura si hay pena de muerte en Inglaterra… pero al menos tengo entendido que sí. Disculpen la ignorancia.
[2] Busqué en google un puerto, espero que este bien.
Ojalá les haya gustado... voy en el capítulo cuatro, así que podré actualizar pronto.
Cualquier cosa me avisan.
Gracias por leer.