Disclaimer: Por razones más que obvias, Naruto ni sus personajes me pertencen.

10/10

¡Hola a todos! ¿Cómo están? Bueno, he aquí el final de "Desierto", que espero les haya gustado. Dado que se trata del final (y creo que es una de las cosas más difíciles de escribir de una historia), que puede terminar positivamente la historia o terminar arruinándola por completo, me gustaría saber su opinión. Claro esta, si no es demasiado pedir. Por lo demás, y como siempre, quería agradecerles a todos. A todos los lectores, tanto aquellos que le dieron una oportunidad y quedaron el camino como a aquellos que llegaron hasta el final (espero por haberla encontrado lo suficientemente interesante). En todo caso, ¡gracias! Ya el que haya alguien que se haya interesado me hace muy feliz. Por supuesto, y aún más, gracias a quienes perdieron valioso tiempo de sus días para hacerme llegar un review con su opinión. En verdad lo valoré y lo valoro mucho, y espero poder aprender y mejorar gracias a sus comentarios. Gracias, indudablemente, también a aquellos que agregaron mi historia a Alertas y Favoritos. Espero no haberlos decepcionado. Por cierto, la próxima historia que estaré subiendo será también un GaaHina aunque desgraciadamente no estaré subiéndole inmediatamente después de esta -como me habría gustado-, pero intentaré hacerlo lo antes posible. Esto es simplemente por si a alguien le interesa... En fin, ¡GRACIAS! Espero el capítulo les guste... ¡Nos vemos y besitos!.


Desierto


X

"Hogar"


Oscilando suavemente, delicadamente, sus pestañas; abrió aturdida sus grandes e inocentes ojos perlados. Su largo cabello índigo esparcido sobre algo mullido. Arriba, pequeñas partículas de polvo orbitaban, igual de desorientas que sus pensamientos, en la luz de un rayo de sol que ingresaba desde la pequeña ventanita redonda. En Konoha, los cálidos rayos del sol en su rostro eran una caricia, más aún al despertar. En Sunagakure, sin embargo, la intensidad de este lo hacía sentir más bien como una bofetada; por lo que incorporándose lentamente –muy lentamente- se sentó donde fuera que se encontrara. Parpadeando desconcertada, notó que estaba de regreso en la que había sido su habitación durante su estadía en la aldea de la arena, la cual terminaba aquel día. A su lado, la cama restante estaba vacía y completamente estirada. Reposando con delicadeza las manos en su regazo, bajó la cabeza, su largo flequillo ocultando su rostro. S-Sakura-san... n-no esta… Pensó, notando que aún ella misma llevaba sus habituales ropas y que la cama sobre la que estaba sentada tampoco parecía estar desarmada. De hecho, no parecía que nadie hubiera dormido allí, a no ser por los pliegues que aquí y allá se formaban por el ligero peso de la chica sobre el colchón.

Aún soñolienta, frotó sus ojos y volvió a pestañear sintiéndose sutilmente desorientada. Su mirada blanca se deslizó por toda la habitación. En un rincón, su mochila estaba lista y preparada para el viaje que emprenderían ese mismo día pero, ¿por qué sentía que algo no estaba bien con todo aquello? E-Estrellas... Abriendo desmesuradamente los ojos, recordó que la noche anterior había subido a la azotea a contemplar las estrellada noche del desierto por última vez, pero no recordaba haber regresado. Eso era, porque no lo había hecho por su cuenta. No, se había desmayado –algo que no había hecho en demasiado tiempo-, no desde que había logrado controlar las sensaciones que percibía siempre que estaba cerca de Naruto. ¿P-Por qué?... n-no... N-Naruto-kun no estaba allí... Negó con suavidad su cabeza. No, Naruto no había estado allí, sino alguien más. Poco a poco, todo regresaba a su memoria, y paralelamente el color de su rostro aumentaba gradualmente a medida que todos y cada uno de los recuerdos regresaban. No soy alguien cercano e importante para ti. No, era cierto, no lo era, alguien cercano. Antes de aquello, Hinata solo lo había visto en Konoha un par de veces pero nada más. Sin embargo, desde el momento en que lo había visto, había sentido como si lo hiciera. Como si lo conociera. ¿Por qué? No tenía idea, pero sospechaba que tenía algo que ver con sus ojos. Era extraño, no lo podía especificar realmente; pero verlo a él había sido como verlo a Naruto a los ojos, o como verse a ella misma. Sus ojos cargaban una intensidad que los de ella no poseían y, aún así, los había sentido idénticos. Él sabía... en algún momento de su vida, él se había sentido tan triste y desolado y perdido como ella lo había hecho de niña. Le causaba tristeza –una sensación de familiaridad-, Hinata debía admitir, pero en lo que se había convertido provocaba en ella admiración también. De alguna forma, aquel hombre era idéntico a Naruto y a la vez era completamente diferente. Había sido herido, pero se había sobrepuesto a ello y se había convertido en alguien fuerte, alguien útil para aquellos que amaba, y ese era también el deseo más profundo de ella. Ser útil. Ummm... Y-Yo... q-quiero s-ser útil a m-mi p-padre, q-quiero q-que me n-note..., a N-Neji-nii-san, a S-Shino-kun y a K-Kiba-kun también... q-quiero p-poder a-ayudar... N-No quiero q-quedarme a-atrás. Q-Quiero p-poder a-ayudar a... a N-Naruto-kun t-también... Ella le había confesado, ¿por qué?, por la misma razón. Él había entendido, él entendía. Y, por alguna razón, la hacía sentirse menos solitaria... cuando estaba en presencia de él –las pocas veces que lo había estado-, aún cuando rara vez hablara. No era necesario. Y ella había sido honesta cuando había dicho que sí lo consideraba importante, porque honestidad era todo lo que Hinata conocía. Solo... Siempre he estado solo... De alguna forma, ella también entendía. Ella también había estado sola, y de no ser por Naruto, Kurenai, Kiba y Shino, Hinata habría caído en el camino equivocado largo tiempo atrás, tal y como le había dicho al rubio cuando le había confesado sus sentimientos.

Aún sentada sobre la cama y con ambas manos sobre el regazo, enroscó nerviosamente los dedos alrededor del dobladillo de su chamarra y comenzó a jugar con este en silencio. Una y otra vez, con dedos ligeramente temblorosos. Sus ojos blancos, clavados en los movimientos inquietos de sus manos. Hinata dedujo que, como era habitual en ella, sus mejillas estarían sonrosadas. G-Gaara-kun... él... él... intentó decir la palabra, aún en su cabeza, pero no lo logró. Había temido que si lo hacía, si lo pensaba siquiera, volvería a perder el conocimiento y no quería aquello. Había trabajado muy duro para no volver a desmayarse cuando la tensión nerviosa se acumulaba en su cuerpo, por años se había esforzado y había ido subiendo el umbral de tolerancia. Y ahora había recaído en viejos hábitos. Entristecida, rozó sus labios con la yema de uno de sus dedos, ¿qué decía aquello de ella?

—D-Debe creer que s-soy una tonta... —susurró al vacío. Había veces en que desearía ser valiente como Naruto o Kiba y no preocuparse por lo que los demás pensaran de ella, pero no podía evitarlo. Desde niña, desde muy pequeña, había sido sometida a juicio tras juicio –de su padre, de los superiores del clan, del consejo, de su primo, de los sensei de la academia, de todos- y nunca había sido capaz de sacudir la tristeza que le provocaba sentirse un fracaso para todos ellos. Por esa razón, había decidido entrenar con todas sus fuerzas para mejorar, para cambiar, y quería creer que lo había logrado. Si bien un poquito. El que se hubiera desmayado definitivamente no era buena señal de ello.

Tomando aire, se armó de valor, tomó la mochila, y se apresuró a salir. Aún si aún no se sintiera lista para hacerlo. Después de todo, tarde o temprano tendría que salir pues partirían de regreso aquel mismo día. No podía decir que extrañaría el calor abrasante o el frío extremo, pero si había algunas cosas a las que se había acostumbrado y había llegado incluso a disfrutar. Como el atardecer, y como en ese particular momento del día el cielo parecía una gran llamarada pintada en acuarelas, que en contraste con el dorado de la arena hacía un bonito paisaje. O como la forma en que se podían ver las estrellas, y el color del firmamento cuando las primeras estrellas empezaban a aparecer.

Cuando abrió apresuradamente la puerta, sin embargo, se detuvo en seco e inmediatamente su corazón pareció imitar a su propio cuerpo, deteniéndose al instante para volver a latir luego con más fuerza, mucha más fuerza. Tanto que parecía doler. Allí, frente a ella, se encontraba erguida e imponente la figura de Gaara, cuya expresión –como era habitual- no delataba nada.

Llevando ambas manos a su pecho –el cual parecía que fuera a perforarse en cualquier momento-, instintivamente, bajó la mirada. Su semblante, que acababa de recuperar su tonalidad pálida, estaba ascendiendo en la escala de colores nuevamente. Armándose de valor, y con la voz muy pequeña, susurró —B-Buenos días... G-Gaara-kun... —cierto era, que no había creído que fuera a encontrarlo tan pronto. De hecho, había creído que quizá –solo quizá- él no fuera siquiera a presentarse cuando ellos se marcharan. Aparentemente, tal no era el caso—. ¿Ummm... B-Buscas a S-Sakura-san?

El pelirrojo, en ningún momento, apartó los ojos de ella —No.
Parpadeando, Hinata alzó el rostro a él —¿N-No...? Y... e-esto... uh... ¿b-buscas a a-alguien más...?

—A ti.

Nerviosa, comenzó a hacer girar sus dedos y a golpearlos el uno con el otro como solía hacer desde niña —¿P-Por qué...? —negó con la cabeza, con timidez—. E-Es decir... ¿p-por qué yo?

Gaara, ante esto, pareció desconcertado. Él podría haberle hecho la misma pregunta y habría sido, en todos los aspectos, más válida a la de ella. Él había sido un monstruo, un ex portador y contenedor del demonio de la arena, a lo largo de su vida había asesinado a un sinfín de personas e inclusive la habría matado a ella si se hubiera cruzado en su camino en los exámenes chunin. En ocasiones, inclusive, los demonios de su pasado regresaban a atormentarlo y en tales ocasiones no era tan estable como parecía serlo la mayor parte del tiempo. Temari y Kankuro lo sabían, y lo toleraban, porque tenían un lazo de sangre y un vínculo que los unía, y aún con ellos Gaara sentía que no era del todo apegado, pero lo intentaba. Y ellos también lo hacían. Con Kankuro, aún más que con Temari, las cosas habían ido mejorando. No era fácil, un vínculo no era algo que aparecía de un día al otro, debía ser construido y reforzado, como el vínculo que sostenía con Naruto lo había hecho a lo largo de los años. No obstante, no había creído que alguien fuera de ese círculo pudiera permitirle acercarse demasiado –y él no lo había deseado con anterioridad tampoco-, menos aún como lo había permitido ella. Por esa razón, no comprendía su pregunta. Ella no resultaba ninguna amenaza para él, él si lo era para ella. Aunque Hinata tenía el extraño efecto de bajarle la guardia cuando estaba alrededor de ella, quizá por lo mismo.

Serio, replicó, cruzándose de brazos —Tienes mis mismos ojos.

—O-Ojos... —repitió, asintiendo lentamente con la cabeza gacha. Lo sabía, si, lo había comprendido. Ambos lo habían hecho.

Sin darse cuenta, ambos habían abandonado el edificio y se encontraban caminando por las calles de la aldea. ¿A dónde? No tenía idea, aunque sospechaba que estaba siendo escoltada a la entrada, donde probablemente el resto de su equipo estaría aguardándola. Después de todo, ya se había hecho relativamente tarde para desayunar. Aún así, ninguno decía nada. Gaara, como siempre, caminaba erguido y con el semblante carente completamente de expresión alguna. Ella, por otro lado, caminaba tímidamente a su lado, con la vista siempre en sus propios pies como si estos fueran lo más interesante del mundo. Sus mejillas, inevitablemente coloreadas. Aunque, de vez en cuando, cuando creía que él estaba distraído mirando al frente, ella lo observaba silenciosamente de reojo. M-Me pregunto... si e-estará enfadado... Pensó, aún con sus ojos blancos fijos en el perfil de él. Antes de que pudiera advertirlo, sin embargo, Gaara la observó de reojo y ante esto Hinata rápidamente volvió la vista abajo. Avergonzada.

El Kazekage volvió la vista al frente y luego al cielo. Su voz, al igual que su semblante, neutral. Era extraño, porque parecía calmo y colecto –como siempre- pero sus ojos parecían no coincidir con esto. Por dentro, Gaara constantemente lucía como un alma turbada. Aún cuando su mirada era ahora infinitamente más benévola que aquella vez en los exámenes chunin, aún sin llegar a serlo, sus orbes continuaban revelando la misma contrariedad y la misma intensidad que años atrás —¿Cómo te encuentras?

—¿U-Uh?

No se mostró afectado por su pregunta, ni por lo que dijo a continuación —Pediste el conocimiento.

—O-Oh... ¡n-no... —negó rápidamente, nerviosamente, moviendo sus manos frente a su pecho. Debajo de su piel, la sangre continuaba acumulándose, tanto que sentía que en cualquier instante su rostro se prendería fuego— ...y-yo...!

—Asumo que fue a causa mía.

Hinata volvió a negar con la cabeza, esta vez más suavemente, y con la mirada en sus manos cuyos dedos movía con igual nerviosismo —N-No... G-Gaara-kun... l-lo siento... y-yo... ummm... —¿cómo decirle que no era su culpa? ¿Cómo hacerle entender que era una cuestión de ella, una que había pensado capaz de controlar hacía tiempo? ¿Cómo hacerle saber sin que pensara que era rara?

—Te causo miedo —no parecía una pregunta. De hecho, sonaba más como una certeza. Pero no era eso, no era miedo lo que Hinata sentía a su lado. No era por eso que había perdido el conocimiento.

—N-No...

Él la observó de reojo, una vez más, el caos se arremolinaba en su interior y en sus ojos podía verse la tormenta de arena —¿No me temes?

—Y-Yo... e-esto... n-no... —susurró, aún jugando con sus dedos—. Lo s-siento Gaara-kun... y-yo... uh... h-hacía mucho q-que no... m-me desmayaba... Le p-prometí a Kiba-kun y a Shino-kun que no lo haría m-mas... L-Lo siento.

La tormenta en sus ojos pareció aplacarse ligeramente. En vez de ello, la contempló con el entrecejo fruncido y repitió —¿No me temes?

Se forzó a sonar lo más convincente posible, porque lo que decía en verdad lo creía pero al parecer él tenía problemas para creerlo —No. Y-Yo... ummm... Y-Yo solo m-me puse n-nerviosa —confesó, temiendo la reacción de él. Nada. Gaara no dijo nada. Sin embargo, cuando alzó la vista se sorprendió de verlo mucho más cerca de lo que antes había permanecido. De hecho, estaba ahora prácticamente frente a ella. Tragando saliva, alzó su rostro encendido al de él. ¿P-Por qué Gaara-kun e-esta tan cerca...?

—¿Ahora estás nerviosa? —la cuestionó, y Hinata pudo ver cómo dentro de sus ojos la arena de sus pensamientos se empezaba a arremolinar una vez más. Aún así, por lo demás, Gaara parecía relativamente colecto. Aunque, internamente, parecía estar luchando con algo. ¿Qué? Hinata no tenía idea.

—Ummm... —asintió, bajando la mirada. El pelirrojo continuaba observándola en silencio, ahora observando su coronilla. Delante de él, y aún presionada contra él, Hinata lucía pequeña y frágil. Y, por alguna razón, quería repetir el suceso de la noche anterior. No comprendía bien las razones, ni qué era aquello que lo pulsaba desde adentro a hacerlo. Pero era demandante. Y fuera lo que fuera estaba causándole una especie de extraño dolor en el pecho, pero uno que irónicamente no dolía como recordaba de niño. Aferrándose el exacto punto del pecho que parecía oprimírsele, se curvó ligeramente hacia adelante, inconscientemente. ¿Qué era aquello? ¿Por qué se sentía así, y dolía y no lo hacía? Enterrando una mano en su cabello, cerró los ojos. Quizá yo también estoy herido, como el resto. Siempre duele aquí... No sangro, pero siempre mi pecho duele aquí. No, no era aquello. Era parecido, dolorosamente parecido e insoportable, como una punzada, pero no lo era. No lo era. ¿Qué? ¿Cómo puedo curar esto...? Negó con la cabeza, sintiendo cada rincón de su mente inundado.

—Ummm... ¿G-Gaara-kun?

Él abrió los ojos y sumido en el propio conflicto de su mente la observó en silencio. Y ahí estaba nuevamente, la sensación que lo incordiaba tanto. Era ella, ella gatillaba la reacción en su interior. En el pasado, los ojos fríos y cargados de odio dirigidos a él habían tenido ese efecto y habían desencadenado el dolor en su pecho. Esta vez, en ese sentido, era exactamente similar. Pero por más que quería etiquetarlo como aquello, no podía.

—Y-Yo... esto... —continuó golpeando un dedo con el otro, demasiado concentrada en armarse de valor como para notar la completa parálisis mental que estaba teniendo él en aquel momento—. U-Ummm... a-ayer... ayer t-tu...

Las voces continuaban haciendo eco en su cabeza. Yashamaru, Naruto, nuevamente Yashamaru. Lo que puede curar una herida del corazón es... Amor. Amor. Vínculos. ¿No era aquello lo que tenía con sus hermanos? ¿Por qué sentía que la sensación en su pecho lo estaba enloqueciendo como lo había hecho una similar en el pasado? ¿Por qué no podía controlarla como lo hacía con las otras?. Porque me salvaron del dolor de la soledad... Ellos reconocieron mi existencia... Son personas que aprecio. Eso había dicho Naruto de Sasuke y Sakura y había manifestado un tipo de vínculo como el que tenía su hermana con el shinobi de la hoja, Nara Shikamaru, con la joven ninja médica que los acompañaba. No era lo mismo que el vínculo con Sasuke, eso le había explicado brevemente una vez, pero no había sido capaz de ahondar más. Naruto nunca había sido demasiado elocuente, de todas formas. Ahora, sin embargo, deseaba que lo hubiera sido. Que lo hubiera prevenido de lo que fuera que le estaba sucediendo en aquel momento, a causa de esa extraña chica de ojos blancos y tristes, como los de él.

Y, una vez más, sintió ese deseo removerse en su interior. Deseo de dañar, en el pasado, lo había conocido perfectamente. El placentero sonido de los gritos de horror, de los huesos quebrándose –huesos que no volverían a sanar-, de la sangre que se escurría entre su ataúd de arena. Pero este no era una deseo de tal naturaleza, pues no deseaba dañar a la persona frente a él. Muy por el contrario, parecía necesitar preservarla –por una razón u otra. Deseo de preservar. Preservar. Amor es la devoción y dedicación que le das a alguien cercano e importante a ti... Se expresa cuidando y protegiendo a esa persona. ¿Acaso era aquello de lo que Yashamaru había estado hablando? Ese deseo casi compulsivo de querer preservar la vida de alguien. Con Naruto también lo había sentido, y estaba dispuesto aún a dar su vida por el rubio. Por el bien del mundo shinobi y como Kazekage de la arena lo haría, sin dudarlo. Pero esa emoción siempre había estado bajo control, y nunca había tenido un tinte tan intenso. Uno tal que había removido las heridas de su pasado y había resucitado a los fantasmas de sus recuerdos más enterrados. Aquellos con los que había creído llegar a término.

—¿Gaara-kun? —su delicada mano se alzó cautamente hacia él y, en el aire, Gaara la tomó con fuerza y firmeza, aunque sin dañarla. Ante esto, la joven Hyuuga se sobresaltó y una vez más comenzó a sentirse nerviosa. Sin dudarlo, él colocó los dedos de ella sobre su frente, sobre la marca que él mismo había tallado en su carne. Hinata, forzándose a tranquilizarse, rozó con las yemas la zona cortada alguna vez por arena. Entristecida y preocupada, lo contempló tímidamente—. ¿D-Duele...?

Gaara negó con la cabeza y cerró los ojos, deslizando la mano temblorosa de ella –que aún sostenía firmemente- por su rostro. Era extraña, la sensación de un contacto físico deseado y consentido era extraña. La última vez que recordaba haber tenido un contacto físico de cualquier tipo había sido cuando Naruto y Kankuro lo habían ayudado a regresar –tras volver de la muerte- a Sunagakure, y cuando había estrechado la mano del rubio momentos luego de su regreso.

Se detuvo en seco cuando rozó los dedos de ella contra sus labios e inmediatamente abrió los ojos, aún perturbado, observó uno de ellos más extendido que el otro y hacia arriba. Abriendo la boca ligeramente, colocó la punta en su interior. Ante esto, la sintió tensarse.

Con el rostro violentamente rojo, Hinata tuvo que contenerse de no volver a desmayarse. N-No debo... Y-Yo... n-no me desmayaré... e-esta vez... Recordando que aún se encontraban en la aldea, miró a los alrededores, avergonzada de que alguien fuera a verlos de aquella forma. Sin embargo, parecían estar un tanto alejados de la calle y la gente, y nadie se percataba de su presencia.

Lentamente, Gaara retiró el dedo de entre sus labios y soltó su mano, dando un paso más hacia ella y acortando la distancia entre ambos. Su mirada siempre fija en ella. Por alguna razón, aún intentaba encontrar signos de terror o repulsión en ella. Signos de rechazo o de falsedad. Pero no podía encontrar nada. Nada en ella. Ningún rastro de maldad. Era como si, en verdad, creyera que todas las personas eran merecedoras de una segunda oportunidad, aún un monstruo. Quizá, ella, era su segunda oportunidad. Si es que había tal cosa para él.

Una vez más, preguntó terriblemente serio —¿Estás nerviosa? —enterrando tímidamente su rostro en el pecho de él, intentando ocultar su vergüenza, Hinata asintió—. ¿Perderás el conocimiento?

Esta vez, alzando sus ojos blancos hacia él, negó vacilante con la cabeza. Sus pequeñas manos temblorosas apoyadas gentil y ligeramente contra el pecho de él, para evitar caer en caso de fallar y terminar desmayándose de todas formas —Umm... n-no... Gaara-kun... n-no creo...

Él asintió, con ambos ojos cerrados, y descendió su cabeza hasta quedar sus labios contra los de ella. Solo que esta vez la besó con más brusquedad, y más deseo contenido. Sintiendo que el nudo que parecía haberse formado en su garganta descendía finalmente y la sensación turbadora de su pecho desaparecía al instante. Contra su cuerpo, la oyó dejar escapar nuevamente un pequeño gemido de sorpresa; pero no se detuvo esta vez tampoco. Resultaba adictivo, aquello, y no ayudaba el que ella estuviera respondiendo positivamente al gesto. Tanto que era desconcertante. Desconcertante que, repentinamente, se encontraba dependiendo de alguien más para apaciguar su turbulencia interior. Pero hay algo que puede curar una herida del corazón. Es una medicina difícil, y solo puedes recibirla de otra persona. ¿Qué? ¿Cómo puedo curar esto...? Lo que puede curar una herida del corazón es... Amor.


El resto del camino transcurrió en silencio. Sin embargo, tímida e inciertamente, lo miraba de reojo sonrojada, aunque algo más relajadamente que antes. Sus ojos miraban fijo al frente, aunque eventualmente los deslizaba hasta el rabillo para observarla de reojo a ella. Avergonzada, por supuesto, Hinata regresaba la vista al frente. Sin embargo, no podía evitar sonreír casi ligeramente, muy sutilmente, con una mano delicadamente contra su pecho, mientras se deslizaban por las calles de Sunagakure. En un par de ocasiones quiso decir algo pero, sin saber qué realmente, volvió a unir sus labios en una débil sonrisa.

No entendía porque, no realmente. Pero, por alguna razón, se sentía bien. Allí, aún con el silencio, junto a él. Se sentía correcto, desconcertantemente correcto. Tanto que sentía que estaba dejando algo allí, en el desierto que no le había agradado. Entristecida, bajó la mirada, algo que no pasó desapercibido al pelirrojo.

Ladeando ligeramente la cabeza hacia ella, preguntó —¿Qué sucede?

Hinata negó rápidamente con la cabeza, bajando la mirada hacia el movimiento nervioso de sus dedos —¡N-Nada... Gaara-kun...! Yo... estoy bien...

El Kazekage asintió y volvió la vista al frente, pero Hinata permaneció sumida en sus propios pensamientos. ¿Acaso... v-voy a extrañar a G-Gaara-kun...? ¿Era eso posible siquiera? No lo sabía, no realmente, pero su cuerpo reaccionaba extraño cada vez que pensaba en que ya se estaba marchando. Como si algo agrietado en su interior crujiera anunciando que se rompería y desmoronaría en cualquier momento. Como si hubiera perdido una parte de ella en aquella aldea y fuera a dejarla atrás en el instante en que la abandonara. Por su parte, él no manifestaba nada y no había manifestado demasiado más desde que se había inclinado sobre ella para besarla.

—G-Gaara-kun... ummm... tú… —m-me extrañarás...?

—¿Hmp?

No, no podía preguntarle aquello. No era lógico siquiera, que sintiera tal cosa. Si lo hiciera, era probable que Gaara pensara que era una tonta por siquiera haber malinterpretado sus acciones. Aunque Hinata no comprendía el porque de sus acciones. Nadie antes se había acercado a ella de esa forma, no realmente. Ella no era ni había sido bonita como Ino o Sakura, ni había sido alegre y jocosa como Tenten. Y aún entonces no se parecía en nada a ellas, entonces, ¿por qué? ¿Por qué alguien como él se había aproximado a alguien como ella?

—N-Nada... —volvió a negar con la cabeza. Quizá estaba confundida. Después de todo, aquellos habían sido sus primeros besos y su primer acercamiento de ese tipo a otra persona, y quizá –solo quizá- había magnificado todo, pues había deseado sentirse de esa forma por mucho tiempo. Había deseado que Naruto la hiciera sentirse de esa forma, pero nada había resultado como ella había deseado –para variar- y aún así se encontraba no arrepintiéndose de los resultados. Naruto amaba a Sakura, eso era un hecho, y eso era algo que ella no podía cambiar. Era demasiado terco para hacerlo, y por ende se aferraría a lo que creía, y ella no lo desearía de otra forma. Aún si el rubio no fuera capaz de amarla como ella deseaba, Hinata nunca había deseado que él cambiara. Pues lo amaba, y siempre lo amaría –en algún rincón de su corazón- por ello. Por haberla salvado, por haberla sacado de la soledad. Si hubiera sido Gaara, quien se hubiera cruzado en su camino por aquel entonces, quizá habría sido él. Quizá todo habría sido diferente para ellos, pero no lo había sido. Aún así, allí estaban después de todo. Después de años de sufrimiento y soledad. En el mismo espacio y tiempo. Irónico, pensó, con una gentil sonrisa mirando al pelirrojo. C-Creo... que en v-verdad te extrañaré Gaara-kun...

La voz de alguien gritando impacientemente la trajo nuevamente a la realidad. Mirando al frente, abochornada, se encontró con el resto de su equipo y los hermanos de la arena. Naruto, que era quien había gritado, alzaba su mano en el aire alborotadamente dando pequeños saltitos —¡Oy, Hinata! ¡Gaara!
Sakura, por otro lado, la miraba confundida. Era un hecho que no había creído que fuera a llegar allí escoltada y acompañada por el Kazekage de la arena, más aún cuando la pelirrosa sabía que este rara vez abandonaba el despacho. Aunque, también era un hecho que Naruto resultaba una excepción para Gaara. Temari, al igual que Sakura, lucía de forma idéntica. Shikamaru, a su lado, parecía completamente desinteresado y aburrido, lo cual Hinata agradeció por dentro. Ya era bastante incómodo tenerlos a todos mirándola como si fuera lo más interesante del mundo –cuando definitivamente no lo era. Kankuro, extrañamente, sonreía. Aunque, tal vez no era tan extraño. El hermano mayor de Gaara siempre se había mostrado jocos y jactancioso.

Avergonzada, por su demora, hizo una pequeña reverencia —Ummm... L-Lamento mi demora... Sakura-san... N-Naruto-kun, S-Shikamaru-kun...
El rubio carcajeó sonoramente —¡¿De qué hablas Hinata? ¡No hay problema, de veras! Pero... —exclamó, inclinándose ligeramente hacia adelante y examinándola con los ojos entrecerrados—. ¿Dónde te habías metido? —rascó su nuca, genuinamente desconcertado. Sin embargo, Hinata no pudo evitar sonrojarse—. Es decir, Sakura-chan fue a buscarte al cuarto pero no estabas y...

—Y-Yo... Yo... ummm... e-esto... uh... —los hermanos de la arena la observaron divertidos. Era de esperarse, suponía, pues Hinata no sabía mentir y la sola idea de decirles la verdad le provocaba deseos de volver a desmayarse.

Sakura, comprendiendo el dilema en que Naruto –y su ignorancia y estupidez- la había metido, decidió intervenir; dándole un buen golpe en la cabeza —Idiota, ¡¿qué demonios te importa?
El rubio, adolorido, frotó su cabeza y la miró —Ouch... Sakura-chan... eso dolió...

La pelirrosa se cruzó de brazos —Te lo merecías Naruto.

Hinata, con timidez, observó la interacción de ambos y luego inciertamente, sus ojos blancos fueron a parar al perfil del hombre de pie a su lado. Evitando sonrojarse, pues todos lo notarían –y fallando increíblemente en el intento-, lo contempló por un instante hasta que los ojos de él también se fijaron en ella. Una vez más, la intensidad de la mirada aguamarina de él la abrumó. Estaba allí, en él, cada vez que la miraba.

Forzándose a no tartamudear tontamente –otra de las cosas a las que parecía haber regresado desde que había llegado a la arena- susurró, esta vez lográndolo con bastante satisfacción —Umm... Gracias por acompañarme G-Gaara-kun... —de reojo observó la reacción de todos al notar que no le había llamado Kazekage o Gaara-sama y avergonzada intentó ignorarlo.

Él solo asintió con la cabeza en respuesta y aguardó en silencio, no realmente muy seguro de cómo proceder. Al final, no hizo nada. Ningún movimiento o ademán hacia ella, nada. Una vez, Naruto le había dicho que en las despedidas se estrechaba la mano –y esa misma vez había sido exactamente lo que había hecho- pero no estaba seguro que aquello se aplicara a esta situación. Después de todo, Hinata no entraba en ninguna categoría que hubiera previamente sostenido.

Naruto, recobrado del golpe, exclamó entusiasmado —¡Genial! ¡Entonces nos vamos!
Sakura negó con la cabeza y Hinata entristeció. Era una tonta, como siempre, había perdido todo el valor de decir lo que pensaba y sentía. Con Naruto, había llegado a ese punto tras años de esfuerzo, pero con Gaara era como empezar todo de nuevo. Además, estaba el hecho de que las situaciones eran en absoluto parecidas. Naruto jamás había manifestado nada en su dirección –y aún así ella había rezado por ello- y Gaara si, fuera lo que fuera aquello que había manifestado en relación a ella. Pero, aparentemente, el resultado era el mismo. Cada vez que se acercaba a él e intentaba decirle algo, se ponía nerviosa, se sonrojaba y empezaba balbucear como una niña pequeña. Y las palabras que había pensado y planeado decirle se borraban completamente de su cabeza. Aún así, armándose de valor, tomó aire y se concentró en elevar su voz al nivel superior de un mero susurro fantasmagórico.

—E-Esto... Gaara-kun... creo... q-que me gustaría r-regresar... s-si no molesto... ¡es decir, n-no quiero s-ser una molestia p-para nadie! Y-Yo solo...

Él asintió, aún inmóvil en su lugar. Su semblante indiferente y sus voz neutral decían una cosa, que aquello era estrictamente una cordialidad, sus ojos sin embargo decían otra cosa. Hinata comprendió, con una débil sonrisa, y asintió; volteándose a su equipo.

—Y-Yo... estoy lista... —todos asintieron y se dispusieron a marcharse. Antes de irse, no obstante, Hinata dedicó una última mirada hacia atrás, y hacia la figura alta del chico pelirrojo, la cual iba alejándose más y más a medida que avanzaban.

Ahora lo comprendía, finalmente lo había entendido. Lo había encontrado, ese lugar. Ese que todos estaban buscando. Ese lugar al que regresar. Hogar, así le llamaban. Y en una ocasión había oído decir a Naruto que hogar era donde tu corazón estaba. Y sabía que estaba en lo cierto. Irónicamente, había encontrado el suyo a más de 1.000 kilómetros de Konoha. En un lugar árido y desierto, que no le había agradado para nada. Pero, como el desierto, Gaara era un gusto adquirido. Y si se lo miraba con los ojos correctos –y ella los tenía-, si se lo miraba atentamente, Gaara –como el mismo desierto que habitaba-, no era tan adusto como parecía. Era más, mucho más. Y, como el desierto, Gaara era un gusto adquirido, por supuesto, pero uno que no tomaba demasiado en arraigarse.

Si, finalmente lo comprendía, lo veía perfectamente, el panorama completo. Finalmente él también lo había entendido. Hogar, vínculos, amor, todo ello parecía ahora más claro –si bien sabía que aún le quedaba demasiado camino por recorrer-, parecía más traslúcido. Pues lo había entendido. Lo había encontrado, ese lugar al cual pertenecer. Esa persona importante y cercana que daba importancia a su existencia. Hyuuga Hinata...

Alzando la vista gentilmente, la joven observó unos granos arena elevarse y arremolinarse hacia el cielo, para luego caer sobre la palma pálida de su mano abierta. Sonrojada, y con una delicada sonrisa en los labios, observó los pequeños granos danzar ligeramente en el interior de su mano. Era extraño, definitivamente, porque aquel día no había viento alguno en el desierto.


Agradecimientos especiales a: okashira janet, Klan-destino, layill, Love Sephiroth, Misery Tonks, daniela, juno, hinataxd, QTI y uzumaki zoe. (Perdón si me olvidé de alguien y/o repetí, no fue mi intención. El orden es aleatorio y no tiene ningún tipo de jerarquía por importancia).