Disclaimer, esto no me pertenece, todo es idea de JK y su maravillosa mente.
Capítulo 1
El ruido de una radio encendida le estaba tallando la cabeza, y ni hablar del tremendo dolor de espalda que la estaba mortificando. Sin poder despegar los ojos ella se giró a un lado e intento estirar las manos, lo hizo una vez, dos veces, pero a la tercera algo se lo impidió; extrañada comenzó a abrir lentamente los ojos, no sin antes apretarlos con fuerza ante el molesto sol que caía sobre la cama.
Un sonido a su lado la hizo abrir los ojos de repente.
- Maldición…- susurró al ver lo que había a su lado, y maldijo aún más a verse a si misma en aquella cama, junto a ese hombre, sin nada de ropa.
Rápidamente tomó la primer prenda que vio tirada en el suelo, se vistió con ella y de un salto llegó a la puerta del baño que estaba abierta.
Ginny se miró al espejo, tenía el rostro cansado, los labios inflamados y los ojos rojísimos; su cabello era un desastre total y su cuello tenía unas cuantas marcas. Rápidamente se lavó con agua bien fría e intentó peinar un poco su larga cabellera, sin embargo aquello no tenía remedio, necesitaba urgente un cepillo con el cual peinarse.
Miró a su alrededor descubriendo un baño muy bonito, la cerámica de la pared era de un color azul muy claro y el espejo tenía muchas luces a los costados haciendo juego con la exquisita grifería de toda la habitación. Unos pequeños cajones junto al lavabo le dieron la idea de que podía encontrar allí lo que buscaba, sin embargo al meter la mano en uno de ellos, algo en su mano izquierda le llamó su atención.
De inmediato se acercó la mano a sus ojos notando como su corazón comenzaba a latir tan rápidamente que pensó que se le saldría del pecho.
- No puede ser…
Con su otra mano y de forma rápida quitó el anillo de su dedo anular y miró la inscripción, la fecha era del día anterior y una linda frase terminaba de redecorar toda la circunferencia "Porque el amor es impulsivo".
- Carajo- Ginny se guardó el anillo en el pequeño bolsillo de aquella camisa masculina y volvió a mirarse al espejo, por dentro, rogaba a todos los magos habidos y por haber que aquello que pensaba no fuese verdad, se había casado con un muggle totalmente desconocido.
Algo recompuesta abrió la puerta del baño, y para su completa sorpresa la cama se hallaba vacía, miró a un lado y con los ojos abiertos como platos observó como la espalda de un hombre, bastante trabajada, se inclinaba sobre un cajón buscando una camiseta que luego se puso. El hombre solo llevaba unos boxer bastantes ajustados que le marcaban bastante el trasero.
- Eh…- Ginny carraspeó intentando llamar la atención del hombre-. Disculpa, pero yo…
- Estás disculpada- el hombre se dio vuelta mostrando sus hermosos ojos verdes-. Tú me tienes que disculpar a mi por no recordar tu nombre.
- Ginevra, ese es mi nombre- ella se sonrojó al notar como él la miraba con interés.
- Es bonito- le sonrió con galantería-. Si quieres bañarte puedes usar mi baño, yo preparé el desayuno- ella asintió-. En el estante junto a la ducha tienes toallas, usa lo que necesites.
- Gracias- Ginny se volvió a encerrar en el baño y se llevó las manos al rostro.
Era Harry Potter.
La gran estrella de quidditch.
Estaba casada con él, y seguro que él aun no se daba cuenta.
Ya agotada de pensar tantas cosas a la vez decidió que tal como había dicho él, no mejor era darse un baño. Algo cansada revolvió aquel armario encontrando una linda bata blanca que eligió para salir de la ducha, en otra de las puertas se encontró con los artículos para el cabello, al igual que pequeñas cajas de perfume completamente cerradas, tanto femeninos como masculinos. Era entendible, Harry Potter era famoso, había hecho varias campañas mágicas, era normal que él utilizara esos productos, al igual que su chica de turno.
Mientras tanto, Harry se hallaba en la cocina buscando algo qué cocinar, su madre la última vez que lo había visitado, le había llenado la alacena con cereales y cajas de leche, en la nevera tenía muchos huevos y cajas de comida para calentar, era simple, él nunca cocinaba, casi nunca estaba en la casa, y cuando lo hacía pedía algo para comer. El chico continuaba con su dilema cuando unos pasos a su espalda lo hicieron girar. Allí estaba la muchacha pelirroja con la que había pasado la noche, ya estaba vestida, con un simple pantalón vaquero y una camisa algo ajustada; realmente era bonita, no debía negarlo, aún estando ebrio su gusto continuaba siendo bueno.
- Todavía no he preparado nada- le dijo al verla acomodarse el cabello mojado sobre uno de sus hombros.
- ¿Tienes algo para hacer?
- Si, en la alacena hay unas cuantas cosas, en la nevera también…
- Ya… deja que me fijo- Ginny pasó a su lado, él aún no se daba cuenta de lo que estaba pasando, ¡no lo podía creer!-. Creo que algo puedo preparar…- susurró.
- La cocina es toda tuya- le sonrió Harry-. Me iré a dar un baño yo también.
Ginny asintió mientras buscaba unas ollas en el lugar donde Harry le había indicado, mientras comiesen hablarían de eso que los incumbía a ambos.
Harry al igual que ella, no tardó nada en darse un baño y volver cambiado, ahora el vestía un simple pantalón deportivo con una de esas sudaderas sucias y desteñidas que uno comúnmente utilizaba para andar en casa.
- Eso huele bien…- le dijo él mientras se sentaba en una de las altas banquetas que tenía alrededor de una pequeña mesa en la cocina.
- Sólo es algo simple… y rápido- Ginny apagó la llama y sacó la última tortita del fuego-. Hay un poco de mantequilla y tienes unas cuantas cajas de leche y harina, así que improvisé esto- él le sonrió mientras la ayudaba con las tazas de café.
- Está perfecto- tomó un sorbo de su taza.
- ¿Lo tomas sin azúcar?
- Me da igual… ¿a ti te gusta dulce?
- Es la única forma en que lo puedo tomar- le sonrió tocándose las manos nerviosa-. Tienes un departamento muy lindo.
- Gracias.
- Te puedo llamar Harry ¿no?- él arqueó una ceja sorprendido.
- ¿Cómo sabes mi nombre?
- Es imposible no conocer a Harry Potter, la gran estrella de Quidditch.
- ¿Eres una bruja?
- Sip.
- ¿Y qué hacías en una disco muggle?- ella hizo un gesto con su nariz mientras tomaba su café.
- Digamos que quería olvidar a un novio con el que me pelee ayer por la tarde- se encogió de hombros-. Igual no era nada importante.
- Pero por algo lo querías olvidar…
- Digamos que no es la primera vez que me pasa- miró la mano de Harry atentamente viendo como el anillo decoraba su dedo anular.
- ¿Qué miras?- le preguntó él dirigiendo la vista hacia el mismo lugar-. ¿Y este anillo?- Ginny de inmediato se puso rojísima y ocultó su rostro detrás de la taza.
- No quiero ni saberlo…
- "Porque el amor es impulsivo" y… la fecha de ayer…- miró a Ginny que estaba totalmente colorada y observó su mano izquierda, con un anillo igual al suyo.
- Todo esto tiene una explicación…
- ¡Claro que la tiene!- Harry se paró muy enfadado-. ¡Eres una arpía, me quieres embaucar para obtener fama y dinero, eres igual que todas las otras!- Harry estaba sacado, le estaba gritando a esa pequeña mujer de la cual solo sabía su nombre.
- Mira…
- ¡Yo no lo puedo creer!- Harry se revolvió el cabello con nerviosismo.
- Yo tampoco lo puedo creer, pero me parece que estás un poco equivocado conmigo- le dijo ella extrañamente calmada, muy raro con el carácter que solía tener. Harry la observó levantarse de la mesa y caminar hacia la habitación.
- Oye…- Harry la tomó con rudeza del brazo.
- Más cuidado que no soy de tu propiedad- Ginny se soltó de su agarre y caminó a hacia la habitación buscando sus cosas.
- ¿Te vas?
- Por supuesto, no tiene sentido que converse con una persona sin escrúpulos como tu- respondió tomando su campera y sus zapatos de tacón.
- ¡Perdón! No sé como quieres que me tome el haberme casado con una completa desconocida sabiendo solamente su nombre.
- Lo mismo digo…
- Al menos tu sí sabías mi nombre… y sabías quien era.
- ¿Estás insinuando que lo hice a propósito?- Ginny se acercó a él amenazante.
- No lo estoy insinuando, lo afirmo- ella se giró sentándose en la cama poniéndose los zapatos.
- Piensa lo que quieras, total no me interesa. Ten por seguro que esto quedará entre nosotros, tengo una abogada amiga que seguro sabrá como terminar con esto, ella es hija de muggles y estará al tanto de cómo anular estas cosas.
- Pienso lo mismo.
- Y no te preocupes, no me hace falta ni tu dinero ni tu fama. Con lo que tengo es suficiente, y no me agrada nada la idea de salir en la portada de Corazón de Bruja.
- Más vale que sea así…- le susurró él amenazante.
- Por supuesto- Ginny se puso su chaqueta y metió la mano en el bolsillo en busca de sus pertenencias, sacó un extraño papel y sonrió con ironía al ver el certificado de matrimonio firmada por ambos, en una de esas capillas improvisadas en el medio de la nada-. Toma…
- ¿Qué es eso?
- Nuestro certificado de matrimonio- se prendió unos botones de su chaqueta.
- ¿Ya te vas?
- No tengo nada que hacer aquí…
- Me parece que tenemos que hablar…
- Tú y yo no tenemos nada que hablar, ya te enviaré una carta por parte de mi abogada y solucionaremos esto al instante. No quiero tener problemas contigo ni con mi trabajo, fue un error y ambos somos responsables de eso; creo que la mejor forma es solucionarlo al estilo muggle.
- ¿Sin que nadie se entere?
- Sin que nadie se entere, yo te doy mi palabra, te aseguro que no me aprovecharé de esto para obtener parte de tu fama.
- Yo no quise decir eso…
- Sé bien lo que quisiste decir- caminó hacia el living del departamento mientras intentaba sacarse el anillo de su dedo-. Toma, no necesito algo que me recuerde lo que hemos hecho.
- Quédatelo, haz lo que quieras con él, véndelo, regálalo…
- No me hace falta venderlo- le respondió con acidez, detestando la actitud prepotente del chico-. Quédatelo como un recuerdo- la misma Ginny abrió la puerta del departamento-. Nos vemos en el juzgado.
Harry se quedó parado mirando como esa desconocida llamaba al ascensor y desaparecía cuando este cerró su puerta. No podía creer que aquello hubiese pasado, de un día para el otro estaba casado con una mujer muy pero muy extraña. Cualquier mujer normal hubiese aprovechado la situación en la que se encontraban, ella al parecer, o al menos eso esperaba, no quería nada. Cerró la puerta sin creer aun en aquello. Miró el anilló en su mano y miró el anillo que tenía en el dedo, también observó el certificado que ella había sacado de su bolsillo.
- ¡No lo puedo creer!
Harry se dejó caer en el enorme sillón de la sala, su vista quedaba justo frente a la entrada de la cocina, en donde la mesa con el simple desayuno que ella había preparado aún estaba sobre la mesa.
- Al menos debo disfrutar de eso…- susurró caminando hacia allí y llevándose a la boca una de esas tortitas tan buenas que hacía esa mujer; tomó su taza de café aún caliente y le puso unas cucharadas de azúcar, tal vez ella tuviera razón.
Con la taza en la mano se dirigió a la habitación y observó el desorden de la cama, su ropa aún desparramada por el suelo, sin embargo lo que le llamó la atención fue algo resplandeciente que había sobre la mesita de noche que había junto a la cama, una cadenita finita y muy brillante descansaba sobre ella, un pequeño dije redondeado culminaba con la prenda, lo tomó entre sus manos observando la imagen que mostraba, era simplemente un trébol de cuatro hojas, y detrás una pequeña y corta inscripción que decía: "Para la mejor y mi única hija"
- Volverás a buscarlo- Harry sonrió tirándose en la cama del mismo lado donde ella había dormido. Podía sentir el aroma a su perfume femenino impregnado en las sábanas, generalmente él no solía tomar a tal punto de hacer ese tipo de cosas, recordaba alguna que otra escena, bailando junto a ella, besándola, tomándose fotografías, haciéndole el amor…
Realmente no podía olvidar eso, esa mujer sabía muy bien lo que hacía en la cama. Harry no pudo evitar sonreír como un tonto, luego de divorciarse tal vez le podría proponer alguna que otra aventura, total, ninguno de los dos tenía ningún compromiso. Se giró a un lado, y tomó de uno de los cajones de la mesa de noche una pequeña cajita vacía en donde venían unos gemelos que una de sus admiradoras le había mandado por correo, sin pensarlo dos veces, dejó ambos anillos, la joya y el certificado de matrimonio en ese lugar, era mejor que todo eso estuviera junto.
Debía hablar con Hermione urgente, igual seguramente estaría con Ron, no era de extrañarse, al fin y al cabo prácticamente convivían. Ella seguro que sabría que hacer en una situación como esa.
Tenía que buscar su teléfono celular y llamar a su amigo, además debía ordenar el desastre que era su habitación, pero eso con una simple fluorita de su varita sería suficiente. Tomó el pantalón del suelo y metió la mano en uno de los bolsillos buscando el aparato, al levantar la pequeña tapita observó como una foto de él mismo con aquella mujer pelirroja decoraba el fondo de su pantalla. No pudo evitar sonreír, hasta se había adueñado de su teléfono. En el mismo bolsillo había un pequeño sobre blanco, mientras marcaba el número de Ron tomó aquella cosa extraña y sacó lo que había dentro.
- Hola…- respondieron al otro lado de la línea.
- ¿Ron? ¿Qué haces amigo?
- Más vale que sea importante para arruinar mi sueño…
- Te aseguro que lo es, ¿está Hermione contigo?
- Está durmiendo ¿te paso con ella?
- Por favor…- Harry escuchó como Ron despertaba a Hermione y como ella se quejaba.
- Si…- dijo la voz somnolienta de su amiga.
- Lo siento tanto, pero necesito tu ayuda lo antes posible.
- ¿Tiene que ser ahora?
- En lo posible, es de vida o muerte.
- ¿Me puedes adelantar algo?
- Necesito tus servicios como abogada…
- ¿En qué lío te has metido Harry?- él sonrió mirando lo que tenía en la mano, era más fotos de ellos dos, al parecer mientras se estaban casando.
- No me lo creerías si te lo cuento. ¿Te parece que bien que vaya esta tarde?
- Te espero…
- Eres un sol…
- Si… hasta luego Harry- Hermione le cortó, seguro que continuaría durmiendo, siempre y cuando Ron la dejara.
Harry dejó el teléfono a un lado y continuó mirando las fotos, una en donde ella lo agarraba del cuello y lo besaba, otra en donde ambos mostraban sus anillos, y otra en donde él la abrazaba por la cintura y la alzaba por los aires.
Estaba casado, su madre lloraría de la felicidad.
Este mini fic está dedicado a la muy linda de Asuka Potter que fue la primera en leerlo y la que me incitó a publicarlo. No tendrá muchos capítulos, no creo que pase de los seis o siete, y generalmente serán cortos como este.
Les mando muchos pero muchos besos, especialmente a aquel que me deje un comentario.
Un abrazo enorme, Jor.