–No… –pidió suavemente, intentando apartarlo con ambas manos– No es… correcto…

Makoto le miró confundido unos segundos, realmente no quería que la chica le detuviera; tenía mucho tiempo deseando tocar a Kotonoha, mas su novia siempre se había negado a ello, por eso mismo prefería pasar tiempo con Sekai… sabía que ella no opondría mucha resistencia. Controlándose para no perder su confianza y relación decidió detenerse… aunque eso no significaba que se rendiría.

Y supo que su decisión había sido la correcta cuando, días después, terminó en casa de la adolescente, sabiendo perfectamente que su madre no se encontraba en esos momentos. Comprendía que podía hacer cosas con Sekai que Kotonoha jamás le permitiría, por lo cual no pensó en esos instantes en su novia o en la traición que estaba cometiendo.

Podía sentir cómo temblaba ligeramente la azabache ante cada caricia, cada muestra de afecto; cada vez que su lengua recorría su cuello ella parecía derretirse en sus brazos, entonces se sujetaba a su ropa con fuerza y un gemido escapaba de sus labios, gemido que devoraba de inmediato, sabiendo que le pertenecía sólo a él. La temperatura comenzó a elevarse y pronto la ropa le estorbó, necesitaba deshacerse de la misma sin que ella lo impidiera.

Poco a poco le fue empujando por el pasillo de su apartamento, llevándole cada vez más cerca de su cuarto, lugar que ya había visitado con anterioridad para algunas sesiones de prácticas. Entre cada paso aumentaba las caricias, recorriendo el cuerpo de la chica, metiéndose hábilmente bajo su ropa.

Le tenía arrinconada contra la pared, besándole con desesperación, con deseo, con lujuría, escuchando cada uno de los gemidos que escapaban de su boca. La adolescente por instinto abrió un poco más sus piernas, permitiéndole a él posicionarse entre las mismas, adoraba que en esos momentos usara falda, eso le ahorraba muchos problemas.

Sekai gimió con mayor fuerza al sentir sus dedos en sus muslos, acariciándolos mientras subía por los mismos, quiso detenerlo pero su fuerza de voluntad era nula. La mano derecha de Makoto comenzó a estimularla, describiendo pequeños círculos sobre la delgada tela de sus braguitas, sintiendo cómo empezaba a humedecerse.

–¿Te gusta? –preguntó en su oído.

–S-Sí… –confesó apenada, sabiendo que era estúpido negar lo que él ya había comprobado.

Apretó suavemente su clítoris, ocasionando que ella se aferrara con mayor fuerza a su camisa y rehuyera el contacto visual mientras algunos gemidos involuntarios se hacían presentes. Sin prisa comenzó a quitarle la diminuta prenda, aventándola al primer sitio que encontró, buscó su mirada y besó en los labios mientras continuaba estimulándola sin adentrarse en ella… aún.

Sus lenguas se enredaron dentro de la boca de ella, comenzando una pequeña batalla mientras los dedos de él provocaban una serie de reacciones en la chica, quien inútilmente trataba de cerrar las piernas ante la atención recibida. Se separaron por la falta de aire, mirándose fijamente… él detuvo su mano.

Sin decirle nada se inclinó, ante la desconfianza de ella, fue entonces cuando le vio enterrar la cabeza bajo su falda y comprendió sus intenciones.

–No… –le dijo– Detente…

–Tú también lo deseas… –contestó.

Se mordió el labio al saber que era verdad. La lengua de Makoto comenzó a recorrer cada rincón de su intimidad, degustándola por completo, probándola sin prisa alguna, presionando suavemente cada área que sabía era sensible, lo cual no era difícil sabiendo el sitio donde se encontraba. Sintió el momento en que comenzó a lubricarse y probó sus jugos como si de un mangar se tratara, Sekai enterró los dedos en las hebras de pelo que asomaban por la nuca del adolescente.

–Ma… Makoto… –murmuró suavemente– Mi madre puede venir…

Salió de su intimidad, relamiéndose los labios al haber aún parte de ella en los mismos y entonces le tomó de la mano, conduciéndola al interior de su cuarto. Sekai no opuso resistencia, entrando suavemente. Procedieron a quitarse la ropa sin decir palabra alguna, la habitación estaba casi en penumbras, él la recostó en la cama, quitando las sábanas para meterse bajo ellas.

–Deberíamos continuar… ¿desde donde lo dejamos? –le miró a los ojos, pero ella no dijo nada, completamente sonrojada y a su merced– Lo de antes… era una práctica… para hoy…

–No… déjalo… –intentó negarse pero fue callada con un beso.

Correspondió a su muestra de afecto aun cuando sabía que estaba mal. Makoto recargó más su peso en ella y se posicionó entre sus piernas, su miembro rozando peligrosamente su intimidad.

–No… ahí no… –le avisó, sabiendo que seguía siendo impulsivo en ese aspecto.

Si no lo hacía con cuidado no estaría lo suficientemente mojada para cuando entrara en ella.

–Mi madre va a volver –le avisó.

Le sintió entrar en ella de una sola vez, rompiendo la delgada tela que indicaba su virginidad, gimió ante ello sabiendo que se había entregado por completo a él y apretó con fuerza sus dedos entrelazados en los suyos hasta relajarse.

–Sekai… –murmuró.

–Ahhh… Te dije que pararas…

Y era tonto porque ella no deseaba que lo hiciera, quería desde hace mucho que él le llevara al octavo cielo, pero no deseaba admitirlo en voz alta. Rodeó su pelvis con ambas piernas y comenzó a moverse sugestivamente, indicándole que estaba lista.

No necesitó de más, liberó sus manos y las colocó en su cadera para tener un mejor agarre y control de la situación, le embistió dudoso por primera vez, no sabiendo si lo hacía de la manera correcta, notó una muestra de placer en su rostro, indicándole que iba por buen camino, por lo que repitió la operación, liberando ahora un gemido ahogado. La tercera vez que empujó su pene dentro de ella escuchó su nombre surgir de sus labios.

–Más… rápido… –demandó la joven bajo su cuerpo.

–¿Realmente? –le dijo– Quizá no pueda controlarme –avisó.

–S-Sí… –demandó.

No necesitó de más, ahora no le importaba tener o no su aprobación, elevó ligeramente las caderas de la chica y comenzó con embestidas cada vez más rápidas y violentas, sintiendo gran placer al sentir cómo las paredes de ella apretaban su miembro erecto. Los gemidos de ambos comenzaron a inundar el cuarto.

–Ahhh… Makoto…

–Sekai…

Necesitaba más. Podía sentir cómo el cuerpo de ella temblaba ante cada embestida recibida, cómo sus pequeños montecitos se movían de acuerdo a la fuerza con que arremetía en su interior; se deleitó viendo las muecas de placer en su rostro, cómo su boca formaba una pequeña "o" mientras gemía suavemente; notó que enterró las uñas en las sábanas y chilló con fuerza su nombre.

–¡A-Así! –le dijo– ¡Sigue!

Más rápido.

Más fuerte.

Más duro.

Más…

Más…

¡Más!

Estaba alcanzando el séptimo cielo dentro de la chica, viendo cómo el sudor perlaba su frente, cómo se arqueaba ante cada espasmo producido.

–¡Ahhh… Ma-Makoto!

Y por un instante el recuerdo de Kotonoha volvió… era ella la que estaba bajo su cuerpo, eran sus senos los que se movían frenéticamente ante cada una de sus estocadas, era su voz la que gemía su nombre, era su boca la que se contraía en una mueca deliciosa…

–Ma… Makoto… Makoto-kun… ¡Ahhh, Makoto-kun! ¡Makoto-kun!

Cerró los ojos ante tal visión sin poder sacarla de su mente, era como hacerlo con las dos al mismo tiempo… y no había nada más delicioso que ello. Se corrió pensando en su novia.

Salió de su interior, dejándola exhausta, se acostó a su lado y besó en los labios. Definitivamente deseaba repetirlo.