La puerta se cerró de golpe y pronto escucharon a Sekai alejarse. Sin embargo, eso no detuvo el beso que en ese instante sucedía. Era un gran alivio para la chica haber hablado con sinceridad con su ex mejor amiga y que su novio le apoyase. Le hacía sentirse querida, protegida, amada…

Porque, finalmente, debía de agradecerle a Sekai. Fue ella quien le convenció para que se acercara a Makoto, quien le dio ánimos cuando no se atrevió, quien los reunió para que pudieran conocerse mejor. A pesar de todo… fue ella quien hizo posible lo anterior…

Temía tanto que ese momento se rompiera, que fuese un sueño y despertase, para enfrentarse a la realidad y que Makoto y Sekai fuesen novios. Pero la calidez del cuerpo del chico le decía que no, que no soñaba, que por fin lo que anhelaba se cumplía. Podía llamarle "novio" cuantas veces lo deseara y sabía que él le nombraría por igual.

Sus cuerpos se separaron por la falta de aire. A pesar de que ahora tenía el valor para hacer cosas que nunca antes creyó posibles, sus mejillas se tiñeron de un débil carmín y bajó la mirada. El joven que estaba frente a ella sonrió sinceramente.

Hacía mucho que no descubría felicidad verdadera por estar con una chica. Hacía mucho que un beso había dejado de ser importante. Hacía mucho que olvidó que con simples palabras, miradas y roces de la mano se podía estar seguro de que la otra persona era la más importante para sí mismo. Kotonoha le había enseñado todo eso y ahora, nuevamente su corazón latía por y para ella.

-Kotonoha… –murmuró suavemente, mirándola enternecido.

-Ne, Makoto-kun… esto significa que… Sekai ya no significa nada para ti, ¿verdad? –le preguntó un poco dudosa, jugando con sus dedos.

-Nada –corroboró-. La única chica a la que quiero es a ti.

-Te creo…

La cabeza de ella se recargó en su pecho, el chico le abrazó por la cintura y permanecieron así unos segundos, sin decir palabra alguna. Era agradable el poder volver al inicio. La olla puesta en la lumbre silbó, comunicándoles que el agua estaba caliente. Kotonoha fue la que se soltó y dirigió a la cocina, en donde le apagó a la estufa. Sin embargo, al dirigir la mirada hacia un costado no pudo evitar notar que en la basura había una cena para dos. De pronto, alguien le abrazó por la espalda y sintió el aliento de esa persona en su cuello cuando se recargó en su hombro derecho

-Kotonoha… –murmuró en su oído.

-Makoto-kun… esta noche… ¿planeabas pasarla con ella?

La pregunta desconcertó al muchacho, quien no replicó nada. La chica sintió una presión en el pecho al notar el silencio y se reclamó mentalmente el haberle cuestionado. Sabía que por ese carácter le había perdido. Sabía que fue su actitud lo que le arrojó a los brazos de Sekai.

-Kotonoha… yo…

-Está bien, Makoto-kun… Ahora estás conmigo y eso es lo único que me importa.

-Kotonoha… –murmuró, dándole media vuelta-. Mañana comeremos juntos, como antes, almorzaremos en la azotea.

-Sí. Makoto-kun… me haces muy feliz. Quisiera poder hacerte feliz también.

La frase, dicha suavemente por ella, le extrañó. Si no la conociera… creería que… Sin embargo, notó cómo la chica tomaba con ambas manos una de las suyas y la colocaba suavemente en su pecho, desviando la mirada sonrojada. Él se quedó perplejo ante esto, sin poder reaccionar. Pesadamente tragó saliva.

-Ko… Kotonoha…

-Makoto-kun… –murmuró sonrojada-. Vayamos a tu cuarto.

-¿Eh? –se extrañó.

-Quiero ser una buena novia. Quiero poder hacerte feliz y que… te sientas orgulloso de mí. Quiero que me llames "tu novia" sin que te avergüences por ello.

-Ko… Kotonoha…

El chico la abrazó, notando que ella estaba dispuesta a todo sólo para complacerle. Su egoísmo le había nublado el juicio. Él había elegido a Sekai sobre Kotonoha, sobre la dulce Kotonoha que a pesar de todo nunca había dejado de amarlo. La Kotonoha que siempre creyó en sus palabras. La Kotonoha que le perdonó todas sus mentiras y traiciones.

-Kotonoha… en verdad… lo siento…

La chica sonrió, sin que él se diera cuenta porque aún le sostenía. Ella se recargó en él y correspondió al abrazo. Se separaron lo suficiente para besarse de nuevo, uniendo sus labios, degustando la boca del otro. Ella permitió que la mano de él comenzara a explorar su anatomía, bajando por su vientre. La ropa en ese momento le estorbaba, le impedía llegar a más.

-Si quieres… puedes tocarlas… –murmuró entrecortadamente.

-Hmp… –asintió él.

Suavemente deshizo el moño rojo de la escuela. Entonces tuvo más libertad, deslizó la mano dentro de su blusa y acarició su seno derecho por sobre el brasier. Sintió cómo se tensó, no acostumbrada a esas caricias. La mano de Makoto estaba cálida y, sin poderlo evitar, sintió su parte baja humedecerse. Mordió su labio inferior, tratando de reprimir un gemido.

-Ma… Makoto… kun…

Él se detuvo y besó suavemente su frente, confundiéndola. Tomó su mano, entrelazándola con la suya y, con un movimiento de la cabeza, le indicó que le siguiera. La quería y a pesar de que sabía que era muy diferente a Sekai y que todo el conflicto con ella fue precisamente por su ego, no podía evitar querer llevarla a su cuarto. La poca caballerosidad en él le indicaba que no era correcto hacerlo en la cocina.

Entraron a la habitación lentamente, sin prender la luz cerró la puerta detrás de ellos y la besó de nuevo. Devoró sus labios tiernamente y luego con pasión, acorralándola contra la pared. La detuvo de las muñecas, impidiéndole moverse. Juntó su cuerpo al de ella, colocándose entre sus piernas, ella no reclamó nada, dejándose conducir por él.

-Makoto-kun… –le llamó apenas se separaron sus bocas-. Tus… padres…

Una sonrisa se dibujó en sus labios al notar el nerviosismo de su acompañante.

-No podemos ir a tu casa, allí está tu hermana –justificó.

-Hai…

-Kotonoha… entiende que… si no me detienes ahora… yo no lo haré después…

Como respuesta, ella le volvió a besar.