¡Hola a todos! Después de estar prácticamente desaparecida desde hace siglos, he vuelto. La verdad es que ha sido en parte por motivos de curro y en parte porque tuve un bloqueo de escritor bastante fuerte, todas las ideas que se me ocurrían para historias me parecían malísimas y no sabía por dónde empezar. Además, he perdido un poco el interés en Junjou, ahora mi nueva obsesión yaoi es One Piece (ZoSan, sobre todo).

Antes que nada me gustaría agradecer a todo el mundo que ha leído mis otros fics y que se ha molestado en dejar una review. La verdad es que durante mucho tiempo he tenido la cuenta bastante abandonada y no ha sido hasta las últimas semanas que he vuelto a entrar. He tenido una temporada bastante mala en lo personal (y el curro tampoco ayudó mucho XD) y estuve bastante apática y deprimidilla. Ahora que ya estoy mejor pensé en responder a cada una de las reviews dejadas pero muchas ya tenían mucho tiempo y seguramente la gente ni se acordara. Las he leído todas y os agradezco de corazón que os molestárais en escribirlas. No pondré aquí vuestros nombres por separado porque se haría muy largo pero que sepáis que me hicieron mucha ilusión (a pesar de haberlas leído con retraso). Además prometo solemnemente responder a todas las reviews que reciba a partir de ahora.

Sin embargo, debo hacer una excepción y mencionar a Shui-chan, porque la historia que estoy posteando se la debo a ella, que en una review dijo que le gustaría ver a Hiroki de marinerita. Sin ese comentario, este fic no existiría. Al principio dudé que pudiera hacerlo porque sólo se me ocurrían dos opciones que no me convencían nada: el alcohol (que ya lo usé en "Deseo" y no hay suficiente alcohol en el mundo para que Hiro-san se vista de colegiala XD) y una fiesta de disfraces (Hiro-san antes se haría el seppuku que ir de esa guisa). Finalmente di con la respuesta: Tsumori-senpai (el senpai de Nowaki en el hospital).

Es largo, porque es la longitud que sentí necesaria para que resultara (mínimamente) creíble, por eso también lo he dividido en varios capítulos.

Espero que os guste.

Título: Llámame sensei.

Serie: Junjou Egoist

Anuncio: No poseo ningún derecho sobre la serie o sus personajes. No gano nada con esto.

Etiquetas: OoC (es la única forma de que Hiro-san se ponga un traje de marinerita), Romance, Humor (espero), Lemon, Hard, Lenguaje subido de tono.

N/A: Hay bastante OoC, el que más probablemente Nowaki, dado que aquí es bastante seme agresivo. Además el lemon será el más hard de lo que he escrito hasta ahora.


¡Ding-Dong!

La mano de Hiro-san se detuvo a medio camino de su boca y miró extrañado a Nowaki.

– ¿Estás esperando una entrega, Hiro-san?

– Imposible, este mes no he encargado nada ¿Será para ti?

– No creo, ya he recibido el último número de la revista médica y ésa viene por correo ordinario.

– Entonces, la única opción que queda es un vendedor ambulante.

¡Ding-Dong!

– ¿No es muy tarde incluso para ellos?

– Con tal de vender no saben lo que hacer. Mejor esperemos a que se canse y se vaya a otra puerta. Sigamos cenando.

– Está bien. La sopa de miso te ha quedado muy bien hoy, Hiro-san.

– Gracias, pero no tiene nada de especial.

¡Ding-Dong! ¡Ding-Dong!

– ¿Y qué tal hoy en clase?

– Como siempre, no sé por qué se molestan en venir a clase, si es como si le hablara a una…

¡Ding-Dong! Ding-dong! ¡Ding-Ding-Ding-Ding-Din____________gDong!

– Parece demasiada insistencia para un vendedor ambulante…Será mejor que vaya a abrir, Hiro-san.

– Sí, mejor que vayas tú, porque si no, yo sería capaz de estrangularlo.

Ding-Ding-Ding-Ding-Din_______g

– ¡Ya voy!

Din___________g

–¡YA VOY! – gritó Nowaki al tiempo que abría desesperado la puerta. En el umbral, un divertido Tsumori-senpai tenía el dedo pegado al timbre como si fuera la cosa más fascinante que hubiera visto en su vida.

– ¿Tsumori-senpai? ¿Qué haces… - ¡Dong, Ding-Dong, Din___g! - ¿Por favor, quieres dejar de hacer eso? – preguntó un cansado Nowaki.

– Por supuesto, faltaría más - ¡Dong!- Uh, lo siento, ésa era inevitable, tenía que levantar el dedo del timbre…

– Ya, ya, está bien, no pasa nada…

– ¡Sólo tú me comprendes, querido Nowaki! – gritó Tsumori-senpai como una colegiala al tiempo que le echaba las manos al cuello y lo abrazaba.

–¿Quién era, Nowaki?

–¡Hola, soy yo! – coreó alegremente Tsumori-san.

– Uh… hola.

– Le estaba dando a Nowaki las gracias por dejarme quedar a dormir esta noche.

– ¡¿Qué? – gritaron al unísono Nowaki y Hiro-san.

– Tenía una cita pero me dieron plantón…

– ¡Ja! ¿No me digas?

– ¿Increíble, verdad? El caso es que tuve que salir corriendo…

– ¿Pero no acaba de decir que le dieron plantón?- pensó para sí Hiro-san.

– …y como en casa no me espera nada más que una taza de ramen instantáneo y hoy ya me había hecho a la idea de pasar la velada acompañado, me acordé de ti.

– Bueno senpai, es que no sé…

– ¡Oh, venga Nowaki! ¡No seas así! –gimoteó Tsumori-san – Aquí está tu querido senpai, aquel que vela y vigila por ti, desamparado y abandonado, sin otro lugar al que ir. ¿Acaso, como buen kohai, no deberías apiadarte de mí? – prosiguió poniendo ojitos de perrito abandonado.

Pero qué morro tiene. Nowaki, eres un tonto si te dejas liar por este impresentable.

– Em, yo…-vaciló Nowaki mirando dubitativamente a Hiro-san.

Mierda, si ahora le digo que no, voy a quedar mal. De acuerdo, pasa – terció éste.

– ¡Gracias, sabía que en el fondo tenías un buen corazón! – dijo al tiempo que descartaba a Nowaki y abrazaba efusivamente al profesor.

– Sí, sí…¡Que corra el aire! – Maldita sea mi suerte.

– ¡Auch, eso ha herido mi dulce corazón de damisela!

– Nowaki, saca el futón de invitados mientras yo preparo algo más de cenar.

–Sí, Hiro-san – dijo mientras cerraba la puerta.

– ¡Espera! – gritó Tsumori-senpai mientras se abalanzaba sobre ella.

– ¿Qué pasa, senpai?

– Tenía esto fuera – dijo al tiempo que alzaba una funda de lavandería.

– ¡Ah!

– ¿Me lo cuelgas para que no se arrugue?

– Claro, por supuesto. Lo voy a dejar aquí en el armario del recibidor. Mañana acuérdate de cogerlo antes de marcharte.

– ¡Claro! ¡Muchas gracias!

– No hay de qué. Ahora voy a prepararte el futón, tendrás que dormir en la sala, no tenemos más habitaciones en este piso.

– No te preocupes, me llega y me sobra.

– Ok. Mientras, si quieres, vete a la cocina y sírvete algo de beber, ya sabes que estás en tu casa.

– Gracias Nowaki, eres mi kohai favorito. Y también el más mono…

– Am…sí…ya…bueno…el futón…voy a…eso...

– Voy a por una cerveza, entonces.

Dejando atrás a un confuso Nowaki, Tsumori-san se adentró en la cocina donde un irritado Hiro-san parecía tener algo personal con el arroz frito que estaba preparando.

– Cojo una cerveza ¿de acuerdo?

– Sírvete tú mismo.

– Gracias. ¿Quieres una?

– No bebo entre semana, gracias.

– Desde luego, no eres nada mono…

– No tengo por qué serlo, soy un hombre.

– Ya…Deberías aprender de Nowaki, él en cambio es para comérselo…

Hiro-san apuñaló con el tenedor un pimiento que estaba siendo especialmente molesto.

– El futón ya está listo.

– ¡Qué bien! ¿Me acompañas tomando una cerveza, Nowaki?

– Mejor no, mañana tengo que madrugar.

– ¡Ah, es cierto! Mañana trabajas de mañana.

– Sí.

– Yo, en cambio, como mañana estoy de guardia de 24 horas, entro más tarde.

El jamón york se preguntó qué había hecho él para merecer esto.

– El arroz está listo. Tendrás que perdonar, pero a estas horas no tenemos nada mejor.

– No te preocupes, el caso es disfrutar de la comida con la gente a la que aprecias ¿verdad?

– Será mejor que sigamos o si no se va a hacer tardísimo.

– Es cierto. ¡Que aproveche!

– ¡Que aproveche! – contestó la pareja.

– Oye Nowaki, después del turno de mañana libras todo el fin de semana ¿verdad?

– Sí ¿por qué lo preguntas, senpai?

– Nada, nada, simple curiosidad. Muchas gracias otra vez por dejarme pasar la noche aquí.

– No hay de qué, senpai.

Debería cobrarte la estancia, maldito caradura.

– El caso es que tenía planeada una noche maravillosa. Tenía para mí solo una mujer estupenda, pero por desgracia su marido llegó antes de tiempo de un viaje de negocios y tuve que salir corriendo.

Hiro-san en ese momento se atragantó con el agua que estaba bebiendo.

– No…*cough* no nos interesan tus *coughcough* aventuras ¡Gracias!

– ¡Oh, no seas así, al fin y al cabo estamos entre hombres, tú ya me entiendes! – dijo Tsumori-senpai al tiempo que le guiñaba un ojo.

– ¡No me metas en el mismo saco que a ti!

– ¡Boh! ¡Qué estirado! – dijo haciendo pucheros.

– ¡Mph!

– Senpai, no creo que esté bien liarse con una mujer casada.

– Eso lo dices porque nunca lo has probado.

– ¡Ni falta que le hace! – repuso instantáneamente Hiro-san.

– Las mujeres casadas son las mejores, sus maridos muchas veces no las "atienden" – dijo pícaramente haciendo el signo de comillas – como debieran, así que buscan desquitarse. Además no hay peligro de que te pidan matrimonio. Tengo que decir que el mejor sexo y el más salvaje que he tenido, siempre ha sido con mujeres casadas. ¡Caramba profesor, te has puesto rojo como un tomate! – exclamó divertido.

– Y ¿qué esperabas? No creo que sea el tema adecuado para una cena.

– ¡Oh, no me digas eso! ¡Creí que podría encontrar consuelo en vuestros brazos!

– ¡Ni en sueños!

– ¡Ah, pero es que no comprendes el alcance de mi desdicha! – exclamó compungido- Hoy, aún por encima, tocaba sesión de cosplay. Al fin iba a poder ver a mi adorada Noriko-chan vestida con traje de marinerita y ya había pensado en todos los "deberes" que le iba a poner… - siguió con expresión soñadora.

– ¿Noriko-chan? ¿Noriko, como la mujer del dueño del hospital? – pensó Nowaki, al tiempo que empezaba a sentir cómo el rubor bañaba sus mejillas.

– ¡Ah! – suspiró Tsumori-senpai - ¿Existe hombre más desafortunado que yo? ¡Nowaki, te has puesto rojo tú también!

– No, no es nada – contestó éste, intentando disimular su sonrojo bebiendo un trago de agua.

– ¡Ah, pillín! ¡Tú si que comprendes mi infortunio! ¡Al fin y al cabo no hay hombre que no haya soñado con montárselo alguna vez con una sensual colegiala!

– ¡Habla por ti, pervertido! – ladró Hiro-san.

– ¿Me estás diciendo que nunca habéis probado el cosplay o el roleplay? ¿Llevando tantos años juntos? ¡No me lo creo! - la incredulidad en la voz del médico era patente.

– Senpai, por favor, no sigas por ahí…

– ¡Por supuesto que no! – gritó rojo de furia Hiro-san.

– ¡Qué triste!

– ¡Serás…! – Hiro-san estaba rojo como la grana y parecía atragantarse con lo que quería decir - ¡Además, no tengo por qué discutir mi vida privada contigo!

– Hiro-san, no te pongas así, tranquilízate… - rogó Nowaki.

– ¿Que me tranquilice? Toda la cena ha sido un despropósito, pero esto es pasarse. ¡Me voy a la cama! – bramó.

– ¡Vaya! ¿He tocado un tema sensible?

– Senpai, de verdad…

– ¡BUENAS NOCHES!

– ¡Ey! ¡No te vayas enfadado! – lo llamó Tsumori- senpai.

¡BLAM! Fue toda la contestación que recibió.

– ¿De verdad se ha enfadado?

– Senpai…

– Vaya Nowaki, lo siento, no tenía ni idea de que se iba a molestar tanto. ¡Lo siento! – exclamó contrito.

– Tranquilo, senpai. Lo que pasa es que eres muy directo con ciertos temas y eso a veces le sienta mal a la gente.

– ¿Entonces, tú no estás enfadado?

– No, no lo estoy…pero sigo diciendo que deberías dejarte de aventuras con mujeres casadas y buscarte algo serio.

– ¡Ah, pero es tan difícil encontrar una persona que me interese! Además, – siguió al tiempo que pasaba un brazo por los hombros de Nowaki – ya sabes que sólo te quiero a ti.

– Ya estás con tus bromas, senpai. Venga - dijo al tiempo que se levantaba – es mejor que te acuestes mientras yo recojo todo esto.

– ¡Y otra vez me rompen el corazón! – coreó lastimeramente mientras se llevaba las manos teatralmente al pecho.

– ¡Eres muy gracioso, senpai! – rió Nowaki.

– Por cierto ¿quieres que te ayude?

– Tranquilo, no hay mucho para lavar y tú eres nuestro invitado. No te preocupes.

– Está bien. Entonces con tu permiso me voy a duchar antes de acostarme.

– Ok. Te he dejado preparadas ya las cosas en el baño.

– Desde luego, eres un encanto… ¡Buenas noches, Nowaki!

– ¡Buenas noches, senpai!


El ruido de platos en la cocina despertó a Tsumori-san de su sueño. Parpadeó confuso, hasta que por fin recordó dónde se encontraba. Sin más ceremonias apartó el futón de una patada y se dirigió a la cocina.

– ¡Buenos días! – bostezó.

– Buenos días – le constestó hoscamente Hiroki.

– Huele bien ¿qué es?

– Simples huevos fritos. Con tostadas. Hay café. Sírvete tu mismo.

– Gracias ¿Hay leche?

– En la nevera. Si quieres calentarla ahí tienes el microondas. La taza que hay en la mesa es para ti.

– Ok – volvió a bostezar mientras ponía a calentar la leche en el micro - ¿Y Nowaki?

– Salió hace un rato a trabajar. Son las 8 y media ya.

– ¿Ya? Maldita sea dentro de hora y media ya tengo que entrar ¡qué pereza me dan las guardias!

– …

¡Ting!

– ¡Perfecto! No hay nada como un buen café con leche para empezar el día.

– Aquí tienes las tostadas y el huevo.

– Muchísimas gracias. Tú también desayunas ¿no?

– Sí – dijo Hiro-san sentándose - ¡Que aproveche!

– ¡Que aproveche!

Se hizo entonces el silencio, sólo interrumpido por el pasar de las hojas del periódico del profesor.

– Oye.

– ¿Mm?

– ¿Sigues molesto por lo de ayer?

Silencio.

– Oye, perdona, aún por encima que me dejais pasar la noche, la acabo montando. No era mi intención molestarte.

– Ya quedó en el pasado, está todo bien.

– ¿En serio? ¡Menos mal! Es que estoy acostumbrado a hablar de ese tipo de cosas en mi casa ¿sabes? Éramos 3 hermanos y mi padre y cada uno hablaba más alto y peor que el anterior. La pobre de mi madre no sabía dónde meterse a veces jajajaja…

– Ahá…

– …además la mayor parte de mis amigos también son bastante lanzados, ahora que lo pienso, así que estoy acostumbrado a decir lo primero que se me pasa por la cabeza…

– Ya…

Más silencio.

– Um…oye…

– ¿Sí?

– ¿En serio no te gustan las colegialas?

Hiro-san dejó súbitamente la taza de café en la mesa con un golpe.

– No es que me gusten o me disgusten, no es algo en lo que haya pensado nunca.

– ¿Nunca? ¿De verdad? O sea, quiero decir, no crees que tienen algo…algo…no sé…de morbo quizás, no se me ocurre otra palabra.

– No me interesan ese tipo de cosas.

– ¿En serio? ¿Me estás diciendo que no te pone la imagen de una enfermerita sexy? ¿O una ejecutiva agresiva con traje? Al menos te gustará un sugerente mandil sin nada más ¿no?

– De verdad, este tema me está empezando a cansar. Y no, no me interesan ese tipo de cosas.

– ¡Pero es imposible! ¡Todo hombre sueña con ese tipo de cosas!

– Yo no.

– Hasta Nowaki, por ejemplo ¿no viste la reacción que tuvo ayer? Creo que quedó bastante claro que el tema le ponía.

– Estoy seguro que fue un malentendido por tu parte…

– No, no lo creo, es más, sé a ciencia cierta que le ponen las marineritas.

– ¿Cómo? – Hiroki no pudo evitar la inseguridad que afloró súbitamente a su voz.

– Un día estaba yo en la parte posterior de los vestuarios, cambiándome para salir, cuando entró Nowaki con otro interno que estaba contando con pelos y señales la loca noche de pasión que había tenido con su novia vestida de marinerita. Acto seguido se puso a enumerar todos los cosplays y todos los roleplays que había hecho con su novia (un verdadero bocazas, si me lo permites) pero que ninguno había sido tan increíble como el de marinerita.

– ¿Y? ¿Qué tiene que ver eso con Nowaki?

– Tiene que ver, porque al final Nowaki admitió que el uniforme tenía morbo y que siempre le habían fascinado las marineritas en especial.

– ¿En serio? ¿Cómo es posible que nunca me lo haya dicho?

– Sí, además dijo que se moría de ganas de probarlo, que era una fantasía que siempre había tenido.

– ¿Eso dijo?

– Que me muera si miento.

– ¡Ah! – el profesor tomó un sorbo entonces de su taza de café, perdido en las connotaciones de lo que acababa de descubrir.

– Por eso creí que debía decírtelo. Seguramente Nowaki no se atreve a mencionarlo, por miedo a lo que puedas pensar de él.

– ¿Ah, sí?

– Sí… está claro que Nowaki está loco por ti, pero a veces eso no basta.

– ¿Qué quieres decir?

– Quiero decir que por mucho que quieras y desees a una persona, después de un tiempo es inevitable que el aburrimiento haga acto de presencia. Y en mi opinión, - continuó - no hay nada más nefasto para el futuro de una relación que el aburrimiento. Cuántas parejas he conocido que se querían con locura y que al final terminaron fracasando porque la rutina lo invadió todo. Es una lástima ver cómo se va muriendo la llama poco a poco – terminó finalmente dando un sorbo a su taza de café.

El profesor notó cómo un nudo se hacía en la boca de su estómago.

– Sí, es triste…

– No estoy diciendo que éste sea vuestro caso, ojo. Sólo digo que ya que lleváis tantos años juntos es un peligro que debéis tener muy en cuenta.

– Ya…Pero supongo que hay cosas que son inevitables ¿no?

Con cada contestación la voz de Hiro-san se hacía más y más débil.

– No tiene por qué, el caso es mantener siempre vivo el interés. Intentar pequeñas cosas nuevas para reavivar la chispa. Sobre todo evitar que la rutina afecte a vuestra vida sexual, porque una vez que ésta se ve afectada, la relación va cuesta abajo.

– No creo que haya que ser tan drástico, no todo en una relación es el sexo.

– Cierto, pero es uno de los factores más importantes, si no el más importante. La mayor parte de las parejas se separan porque el sexo ya no es satisfactorio. Lo leí en algún lado.

– Bueno, eso dependerá de cada uno, no se debe generalizar…

Su tono era casi un murmullo.

– Sobre todo para los hombres. El hombre es un animal fundamentalmente sexual. En el momento que el sexo ya no le satisface es muy probable que se le agote el amor.

– Uh...pero el sexo es el sexo, no hay mucha variedad posible… - la expresión en la cara de Hiro-san era la misma que la de un perrito abandonado.

– Tienes razón, ahí es donde entran las cosas como el cosplay y el roleplay. Mediante ellas uno puede darle ese toque picante que se va perdiendo con el paso del tiempo. Además, es una buena forma de fomentar la confianza.

– ¿Confianza? – repitió como un débil eco.

– Sería más en el caso del roleplay, cuando uno de los dos ejerce un papel dominante e incluso claramente agresivo mientras el otro se deja a su merced. Yo lo he probado y creéme, - siguió con un repentino tono sexy - no hay nada más excitante que saber que estás totalmente indefenso en las manos del otro y que pueden hacer contigo lo que quieran. Tiene un aspecto profundamente liberador.

– ¿Pero no hay peligro de que la otra persona se pase? – preguntó el profesor ruborizándose ligeramente.

– Es un riesgo que hay, pero si ambos os conocéis es prácticamente nulo. Además, por si acaso, siempre puedes pactar una palabra de "escape" en el momento que las cosas se empiezan a salir de madre – continuó con la boca llena de tostadas y huevo.

– Ya, por supuesto… - respondió quedamente el profesor tomando un sorbo de su café. Apenas había tocado su desayuno.

– ¡Pero mira qué hora es! – exclamó repentinamente Tsumori-senpai - ¡Tengo que vestirme ya o no voy a llegar! – gritó al tiempo que abandonaba la cocina.

Poco después volvió a reaparecer, esta vez totalmente vestido.

– Me gustaría quedarme y ayudarte a recoger pero entonces no llegaría a tiempo.

– No te preocupes. Hoy solo tengo una clase a media mañana. Me da tiempo de sobra.

– ¡Genial! Ya os devolveré otro día el favor – respondió animadamente - Muchísimas gracias por el desayuno y la cena, estaban deliciosos.

– No se merecen.

– También queda el futón…

– Tranquilo, ya me encargo yo.

– Ok. Entonces salgo corriendo. ¡Adiós!

– ¡Espera! Te dejas el traje.

– ¿Qué traje?

– El traje – dijo Hiro-san al tiempo que le enseñaba la funda de lavandería que había traído el día anterior.

– ¡Ah, es cierto, casi se me olvida! Aunque ahora que lo pienso… - continuó sopesando una idea repentina - Creo que después de todo lo que hablamos, lo mejor será que te lo quedes tú. Al fin y al cabo, vosotros aún podéis sacarle partido.

Salió al pasillo y llamó el ascensor.

– ¿Que podemos sacarle partido? ¡Espera, a qué te refieres! – gritó Hiro-san saliendo a su vez al pasillo.

– No os preocupéis, está pagado hasta el lunes – continuó sin hacerle caso el médico - Sólo tenéis que devolverlo a la dirección que viene en la tarjeta de dentro. Entonces ¡decidido! ¡Que lo disfrutéis! – cantó alegremente al tiempo que se metía en tromba en el ascensor.

– ¡Espera! ¡Maldita sea! ¡Se va y me deja con esto! Pero… ¿A qué se refería? – se preguntó Hiro-san al tiempo que abría la cremallera y miraba lo que había en la funda.

Un intenso rubor cubrió sus mejillas y sus manos empezaron a temblar.

– ¡MALDITO PERVERTIDO!

En el interior había un traje de marinerita.


Gracias por leer :)