Disclaimer: los personajes no me pertenecen, pero la trama si.
Lo que está escrito "entre comillas" son los pensamientos de la gente.
Lo que está escrito en cursiva son conversaciones en la distancia o por teléfono.
En ésta historia, los protagonistas son humanos.
La historia está escrita desde el punto de vista de Edward Cullen.
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18. EPÍLOGO.
- Vamos, Edward. Si no estás en cinco minutos, llegaremos tarde. – dije llamando a la puerta del cuarto de baño. – Bella ya está en el coche.
- Ya voy!
- Voy bajando.
Cogí mi chaqueta, que había dejado de cualquier manera sobre el sofá, cogí mis llaves y bajé corriendo las escaleras. Como llevaba haciendo más de veinte minutos, Bella seguía dando vueltas a la manzana con el coche. Parecía que fuera a darle un ataque de nervios.
- Y Edward? – preguntó otra vez, parando el coche delante de mí.
- Ya baja.
- Sigue encerrado en el baño?
- Si.
- Mierda! Vamos a llegar tarde.
- Relájate Bella. Eres demasiado joven para que te de un infarto. - dije sonriendo.
Por suerte, Edward apareció en ese momento. Nos montamos los dos en el coche y Bella le dio con fuerza al acelerador.
Habían pasado ya diez años desde que Edward apareció en nuestras vidas, y ocho años desde que Bella, Edward y yo empezamos una vida juntos.
Bella había conseguido trabajo en un prestigioso bufete de abogados y, en esos momentos, iba a convertirse en la socia más joven, con tan solo treinta y un años.
Edward había terminado sus estudios de oncología y, desde hacía un par de años, era el jefe del área de oncología en el hospital, en el que trabajaba junto a su padre.
Y yo? Pues en esos momentos iba de camino a mi graduación. Bueno, eso si Bella no nos estampaba contra algo.
Mi hermana y mi mejor amigo hacían vida de casados, aunque aun no había habido boda, pero eso pronto iba a cambiar. Ese era el motivo por el que Edward había tardado tanto en bajar. Se traía algo muy importante entre manos.
- Vamos! Todos abajo! Como en dos minutos no estemos dentro, la ceremonia habrá empezado sin nosotros. Vamos! – Bella salió del coche, cogió mi túnica para la graduación y echó a correr hacia el instituto.
- Ha llegado el día. Tu gran día. – dijo Edward, pasando su brazo por encima de mis hombros, caminando con calma. – Vas a pedírselo hoy?
- Si. Aunque no lo hagamos de inmediato. Solo quiero que sepa que quiero pasar toda la vida a su lado. – dije pensando en lo que iba a hacer después de la graduación.
- Sabe Bella que vas a pedirle a Lindsay que se case contigo?
- No lo sabe nadie, solo tú. Y porque me pillaste en la joyería, que si no tampoco te lo hubiera dicho. – dije sonriendo. Por supuesto que se lo hubiera dicho, era mi mejor amigo y hubiera necesitado a alguien que me ayudara con el anillo.
- Fue por eso que entraste a trabajar en el restaurante? Por eso no te gastas ni un centavo en nada?
Cuando había cumplido los dieciséis, había empezado a trabajar en el restaurante en el que Bella y Edward habían trabajado. Durante los últimos meses, había estado ahorrando para el anillo.
- Si.
- Estoy seguro de que aceptará. Será la chica más afortunada del mundo.
- Y Bella también lo será, cuando te decidas a pedírselo. Otra vez.
- Tranquilo. El día ya ha llegado. Vamos.
Entramos en el gimnasio donde, tal y como había dicho Bella, ya estaba todo el mundo. Edward fue en busca de Bella, mientras que yo fui a sentarme a mi sitio, al lado de Lindsay, que me dio un beso en la mejilla en cuanto estuve a su lado.
Lindsay y yo llevábamos saliendo cuatro años. Desde que nos conocimos el primer día de instituto. En cuanto la vi, me enamoré de ella.
- Va todo bien? Y tu túnica?
- Mierda. La tiene mi hermana. – me volví en busca de Bella, pero Lindsay me detuvo al momento en que me iba a poner en pie.
- Relájate. Tu hermana me la dio antes. Se la veía nerviosa.
- Ya… - tomé su mano y la besé antes de ponerme mi túnica azul.
No me enteré de nada de lo que dijo el director del instituto hasta que dijeron mi nombre y Lindsay me dio un leve codazo en las costillas. Tenía que hablar delante de todos, ya que era el único que había sacado matrícula y había conseguido una beca para la universidad. Gracias a Dios, Lindsay y yo íbamos a estudiar en la misma universidad.
Dije unas palabras que había preparado con la ayuda de mi chica antes de que nos dieran el título a todos. "Al fin el instituto ha terminado."
Me reuní con Bella, Lindsay y Edward y salimos juntos del gimnasio.
- Linds, tango que hablar contigo. – dije cuando vi a sus padres acercarse a donde estábamos.
- Claro, aunque… te veo preocupado.
- Bueno, es que es un tema un poco delicado. – la tomé de ambas manos y miré de reojo a Edward, que sonrió e hizo lo mismo que yo.
Como si lo hubiéramos ensayado, ambos hincamos una rodilla en el suelo frente a nuestras chicas y sacamos una pequeña cajita negra de nuestros bolsillos.
- Linds, se que somos muy jóvenes y que tal vez esto sea una locura, pero tengo muy claro que estoy enamorado de ti. No te pido que sea ahora pero… Lindsay Marie Sutherland, quieres casarte conmigo?
En un principio, Lindsay no me respondió, lo cual me asustó y preocupó bastante. Se arrodilló delante de mí y sacó algo del bolsillo de sus vaqueros. Era una cajita como la que yo tenía en mi mano.
- Linds?
- Charlie, desde que te vi el primer día de instituto, supe que serías el chico que amaría toda mi vida.
Ambos abrimos las cajitas que teníamos en nuestras manos y nos pusimos mutuamente nuestros respectivos anillos.
- Por supuesto que quiero casarme contigo. – rodeó mi cuello con sus brazos y me besó.
En un momento, perdimos el equilibrio y caímos al suelo, riendo. Los padres de Lindsay nos miraban con sorpresa, aunque sonrientes. Miré hacia Edward y Bella, que se estaban besando. Me fije en el anillo que Bella lucía en su dedo. Había llegado el momento.
Lindsay se puso en pie y me ayudó a levantarme. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que todos habían salido del gimnasio y nos estaban mirando. Cuatro personas se acercaron a nosotros. Cuatro personas que conocía muy bien, y por dos motivos. Eran James, Victoria y los mellizos Steven y Haylie, de siete años.
James y Victoria eran los mejores amigos de mi hermana y su ya prometido, a parte de que Victoria era la hermana de mi prometida.
Los padres de Lindsay, Victoria y su familia, Bella, Edward, Lindsay y yo fuimos al restaurante en el que trabajaba, donde Evan nos había preparado una mesa, aunque no esperaba ver el restaurante vacío y decorado. Edward sonrió al ver mi cara de sorpresa.
- Felicidades parejita. – dijo Evan acercándose a nosotros, de la mano de su esposa Ángela. – Vamos, Lindsay. No tenías una sorpresa para Charlie?
- Que sorpresa? – pregunté mirando a mi jefe.
- Nada. Ahora vuelvo. – Lindsay cogió a Bella y a Victoria de la mano y se marchó corriendo.
Evan nos invitó a una copa a todos los hombres, a pesar de que yo era menor, ya que la madre de Lindsay había seguido a sus hijas y a mi hermana. Mi estaba poniendo nervioso al no saber qué era lo que estaban haciendo las chicas, y porque Evan había dicho que era una sorpresa.
- Vuelvo enseguida. – dijo Edward.
Se marchó a la cocina, lo que aun me puso más nervioso y paranoico. "Estos están tramando algo, y voy a averiguar lo que es."
- Disculpadme.
- Claro. – dijo el padre de mi novia.
Fui hacia la cocina, pero Victoria apareció en la puerta y no me dejó pasar.
- Prohibido el paso. No has visto el cartel? – dijo señalando un cartel que había en la puerta.
- Que estáis tramando?
- Nada. Porque no vas y enciendes las luces del escenario?
- Para qué?
- Para la comida. Va… - Victoria me dio un empujón hacia el comedor y volvió a meterse en la cocina.
No me cuadraban nada las cosas, pero aun así fui a hacer lo que me había dicho mi futura cuñada. Fui hacia el escenario, donde me encontré con un hombre que llevaba un libro en la mano. En ese momento comenzó a sonar una música que me tensó.
- Música nupcial? Para qué?
Miré hacia la puerta de la cocina y vi salir a Lindsay, con un vestido que quitaba el hipo. Llevaba un vestido blanco, sin mangas, que le llegaba un palmo por encima de las rodillas. Llevaba su rojizo y corto cabello engominado en punta, mientras que llevaba el flequillo liso. Sus ojos azules brillaban y su sonrisa, como de costumbre, me había hipnotizado.
Subió al escenario y vino hacia mí.
- Linds, que es lo que ocurre? – pregunté, aunque era bastante obvio.
- Sorpresa! Charlie, este es el padre Robert. – dijo haciendo grandes esfuerzos para no ponerse a reír, seguramente de la cara de idiota que se me había quedado.
- Hola Robert. No te había reconocido. – dije saludando al hermano de Lindsay. Sabía que iba a ser sacerdote, pero no sabía que ya podía oficiar bodas.
- Que tal, Charlie? Estáis preparados?
- Si. – dijimos Lindsay y yo al mismo tiempo.
- De acuerdo. Queridos hermanos, nos hemos reunido aquí para…
- Un momento!
Edward venía hacia el escenario, tirando de Bella, que parecía no entender nada, aunque yo lo entendí al momento. Edward no solo había planeado la petición, sino que se había aliado con Lindsay para preparar la boda. La de los cuatro. Le entendía. No era la primera vez que se retrasaba la boda, y tenía que aprovechar el factor sorpresa.
- Que tal una boda doble?
- Como? Que dices, Edward? – dijo mi hermana.
- Vamos. Padre Robert, no le importa, verdad?
- Claro que no. Adelante.
Lindsay y yo empezamos a reír al ver la cara de Bella. Se notaba que estaba nerviosa. Robert empezó con la ceremonia, bajo la vigilancia de los padres de Lindsay, Victoria, James, Steven y Haylie, Evan y Ángela.
Los Cullen no habían podido venir porque estaban fuera del país, pero estaba seguro que Edward montaría una boda para ellos. Y mi querida prima Renesmee y Jacob volvían a estar en Londres, enseñando en la universidad de Oxford mientras colaboraban con la policía londinense en algunos casos, enseñándoles métodos americanos. Aunque ya me encargaría yo de organizar algún tipo de ceremonia para ellos. Además de que aun no se habían casado y había que hacer algo.
Como siempre, llevaba una foto de mi padre en el bolsillo, la saqué y la tuve en la mano durante toda la ceremonia. Ojala el cáncer no hubiera terminado con su vida. Ojala Lindsay le hubiera conocido. Ojala estuviera allí, con Bella y conmigo en el día más feliz de nuestras vidas.
Cuando me di cuenta, había llegado el momento del Sí Quiero. Edward y yo respondimos al mismo tiempo y besamos a nuestras respectivas novias. Bueno, en ese momento ya eran nuestras esposas.
Abracé a Lindsay con fuerza, mientras miraba a mi hermana, que no dejaba de sonreír. Sabía que siempre había sido feliz junto a Edward, pero en ese momento la felicidad había alcanzado un punto que ella nunca habría podido imaginar.
- Hermanito! – Bella me abrazó con tanta fuerza que casi me deja sin respiración.
- Me alegra verte tan feliz, Bella.
- Gracias, yo también. Lindsay, felicidades.
- Gracias.
- Ojala los Cullen y Jacob y Ness estuvieran aquí. – dijo cogiéndome de la mano.
- Ya haremos una fiesta para celebrarlo con ellos.
- Si.
- Edward, gracias por todo. – dije abrazando a mi cuñado mientras mi hermana iba a abrazar a mi esposa.
Cuanto habían cambiado las cosas en apenas tres horas.
Me había casado con el amor de mi vida, iba a ir a la universidad con ella, ya que a ambos nos habían aceptado en la facultad de medicina. Y mi hermana? Bueno, aunque llevaba años viviendo con Edward, hasta ese momento, no había dejado de ser la vecina de al lado.
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Ooooooooooooo.
La historia ya ha terminado.
Muchas gracias a todas.
Espero que el final os haya gustado.
Suelo pedir sugerencias para los epílogos, ya lo sabéis, pero este necesitaba hacerlo yo. Tenía que ser así. Charlie tenía que ser el protagonista.
Bueno, ya sabéis que tengo otras muchas historias en proceso, que espero que os gusten también.
Como decía antes, gracias a todas. Muchos besitos y abrazos.
Y venga, ya que es el último capi, tened buena fe y dejadme un revew con vuestra opinión. Jejeje. Es broma. Ya sabéis que no me gusta pedir revews. Opino que una persona deja uno cuando cree que el capítulo lo merece. Lo dejo a vuestra elección.
Muy agradecida: Livia Scofield Miller.
Pd: lamento el retraso. yo no quería, pero surgieron cosas que me impidieron actualizar en su momento. espero que lo entendais.