Mi primer fic de Umineko, espero que les guste. Amo esta serie y por fin tengo la inspi y la idea para escribir -realmente tiene otras mejores pero por motivos de ocupación no se da a la tarea-. Sean piadosos conmigo, más porque estoy probando con la narración en primera persona y estoy acostumbrada a la de tercera persona.

Paring: AngexBatlerxBeatricexBatler.


●~Forever o never~●

Ange.

¿Batler, dónde te has metido ahora?, me pregunto. En menos de quince minutos comenzará la nueva partida y tú no estás en tu lugar. Solo puedo escuchar ese eco en mis pensamientos y el de mis pasos al avanzar apresuradamente por el pasillo de cerámica blanca. No me doy cuenta hasta que me detengo y reparo en que he estado a la carrera, mi respiración busca por normalizarse mientras me seco el sudor de la frente con la mano. Pienso en regañarlo muy severamente en cuanto lo vea por irresponsable, parezco yo la única preocupada por vencer a la Bruja Dorada en lugar de él.

Apoyo mi mano en el marco de una puerta que está abierta, alzo la vista y encuentro una habitación que antes no había visto. No es que tuviese el tiempo para husmear en este lugar tan extraño tampoco. Me parece curiosa la idea de que las cortinas estén cerradas, y las paredes de un color tan oscuro. Parece el sitio perfecto para cometer un asesinato, es lo primero que se me viene a la cabeza antes de distinguir una cabellera rojiza que reconozco en el acto. Traje blanco. No hay duda de que es él.

Me preparo para darle una reprimenda por hacerme irlo a buscar. Aprieto los nudillos. Él está inmóvil o eso es lo que creo a primera vista, ya que no estoy lo suficientemente cerca para ver bien que hace allí. Creo que medita acerca del siguiente juego y el anterior, donde se dejó engañar por Beatrice. Me acerco con paso cauteloso, no quiero que me note aún, me preparo para animarlo en caso de que se encuentre decaído.

Me detengo en el acto.

Algo no está bien.

Batler no está inmóvil pensando, Batler tiene los brazos en torno a algo, o mejor dicho, alguien. Se me hiela la sangre al comprender lo que está sucediendo. Los labios de Batler están unidos a los de ella, y no es precisamente un juego de la vista. Batler está besando a Beatrice en mi cara.

Siento que el aire no llega a mis pulmones, la imagen de los dos en esa situación me lastima la vista, razón por la que aprieto los párpados tratando de borrar el hecho de mi cabeza. Deseo que desaparezca con todas mis fuerzas, que cuando vuelva a abrir los ojos solo esté Batler volteándose a verme para que juntos vayamos a enfrentarla, a nuestra enemiga, a la que SE SUPONE que es nuestra enemiga común.

Los ojos se me aguan inmediatamente que compruebo que al abrirlos, todo no es más que peor. Casi puedo adivinar su deseo lívido por ella, casi puedo ver sus lenguas juntas y como ese abrazo se ha vuelto casi una fusión de cuerpos. ¿Por qué no te apartas de ella?, ¡Mírame, Batler!, ¡Voltea y dime que solo estoy imaginando cosas, como lo hacías cuando soñaba despierta con mis horribles pesadillas!

¿Qué estás haciendo, Batler? —aquello sale de mis labios sin que pueda evitarlo, un murmullo que él no llega a escuchar. Pero ella si lo ha oído. Lo compruebo cuando sus ojos me miran burlones mientras sigue besando con lujuria a quien es mi hermano, como si me escupiera a la cara que en ese momento Batler es más suyo que mío.

La fulmino, como si eso pudiese suprimirla de este mundo. No puedo soportarlo un segundo más.

— ¿¡Qué estás haciendo, Batler!? —exclamo por fin. Se voltea abruptamente separándose de ella con sorpresa, tiene la cara de alguien que ha sido sorprendido con las manos en la masa. Se sorprende de verme allí, con la cara roja de ira. Mi mano se mueve sola y se estampa contra su cara violentamente, tanto que no he medido mi fuerza al abofetearle y hago que caiga al suelo. — ¡Es tu enemiga!, ¿¡Vas a seguir permitiendo que te utilice!? —Despotrico. Lo tomo del cuello de la camisa y lo alzo igual que a un muñeco. Por la cara que tenía, imagino que debía verme muy, pero muy molesta.

—Gre-gretel… —musita con voz ahogada, noto que lo estoy asfixiando con tanta fuerza. Lo suelto. Él cae de nuevo. Y ella nos mira con una sonrisa de suficiencia. Batler parece que ha reaccionado, porque también la observa reprobatoriamente.

Tengo los puños crispados, las uñas me lastiman las manos, no me importa. Juro hacerle pagar a Beatrice esto. Jamás aceptaré que se lleve a mi hermano, jamás permitiré que pueda tener a Batler y humillarlo como le plazca.

Voy a borrarte esa sonrisa de los labios, Beatrice. Voy a reventar tu boca tantas veces que no te quedarán ni dientes ni ganas de seguir besando a mi hermano.


Batler.

¿Por qué estoy haciendo esto de nuevo…?

Es lo que me pregunto mientras sus labios susurran en mi quijada, su aliento me hace cosquillas y me eriza la piel. Quiero poner las manos en sus hombros y apartarla antes de que suceda algo, pero Beato siempre ha sido lista, más lista que yo en estas cosas. Cuando intento apartarla son sus manos las que toman las mías, y se enredan igual que unas serpientes. Sus labios se encuentran con los míos. Su voz suena en mi cabeza deliciosamente insinuadora.

—Batler… —suspira, hay malicia y sensualidad en la forma que pronuncia mi nombre, de eso no me cabe la menor duda. El corazón me va a estallar, Beato se fortalece con cada flaqueza mía. — ¿Qué sientes…?

Yo lo sé.

Sé lo que quiere de mí.

Y sencillamente estoy harto de ser siempre el tímido ante la Sucubus.

Sonrío. Llevo mis brazos con sus manos en las mías y la apreso. Disfruto de la incredulidad en sus ojos, por fin puedo sorprenderla de esta manera, después de tanto tiempo llevándome la ventaja. No puedo creer que esta vez sea yo quien la esté besando, quien tenga el control. Hago que mi lengua entre en su boca y no pone resistencia. Me deja entrar. Veo que se deja hacer, como si fuese eso lo que había estado esperando durante tanto tiempo. No sé bien que sucedió en ese momento, pero en verdad la deseé. Deseé su aroma, sus labios, incluso su piel contra la mía. Olvidé completamente que estaba frente a mi peor enemiga.

Solté sus manos y la abracé ajustándola a mi cuerpo, tomándome esa libertad ya que era yo quien llevaba el mando. Por unos segundos pensé que no éramos tan diferentes, o que lo éramos tanto que encajábamos a la perfección, así interpreté esa unión. Beato me abraza, corresponde con la misma intensidad mis besos, y veo por las rendijas de mis ojos su rostro sonrojado y puro como el de la adolescente que es en verdad. Quería que se quedara así para siempre.

La voz de Gretel me saca de esa ilusa fantasía.

— ¿¡Qué estás haciendo, Batler!? —Chilla. Me separo de Beato con brusquedad. Siento que me han pillado en la peor situación de mi vida. La bofetada de Gretel me quema en la mejilla y me tira al suelo como una piltrafa. Me llevo la mano a la zona herida y la miro. En los ojos de Gretel hay un brillo que reconozco bien, son lágrimas que no pretenden salir. Está enojada y no la culpo. He sido un idiota. Un grandísimo idiota. Siento que he herido a Gretel con mis acciones, la he decepcionado. Es lo que consigo pensar con la sarta de palabras atropelladas que salen de su boca.

Miro a Beatrice como si fuera la única responsable de lo ocurrido. Arrugo el ceño al notarla tan regodeada en la situación. Entonces lo comprendo. Sabía que Gretel estaba cerca, sabía que podría llegar a vernos. Lo había preparado todo para barrer el piso con mi orgullo otra vez.

—Lo entiendo —mascullo y bajo la mirada, no soy capaz de mirar a Gretel a los ojos. Me incorporo del piso. —Se que un lo siento no bastará para remediar lo que he hecho, pero ten la seguridad de que no he perdido mi norte.

Tengo la vista clavada en las baldosas del suelo terracota. Decido avanzar a la sala donde tendremos el siguiente juego. El cual no pienso perder por nada del mundo.

Esta es la última vez que me vences. Beato. Esta es la última vez que me haces caer.


Beatrice.

Que divertido eres, Batler.

Realmente admito que la forma en que me besas es exquisita. Hay tanta seguridad en tus acciones, tus movimientos. Incluso despierta mi intriga. ¿Qué harás? ¿Hasta donde vas a llevar esto?, eres tú quien lleva el mando esta vez, dudo que vayas a decepcionarme.

Tú método es un arma de doble filo ¿Será así como piensas ganarme, Batler?, ¿Vas a usar mi propia arma en mi contra?, interesante. No puedo negar el hecho de que me gusta, me gusta tanto que resulta peligroso. No solo para ti, también para mí.

Sabes que esto no esta bien y aún así sigues besándome, a mí que soy tu Némesis. La que pretende destruirte apenas pierdas. Por esta vez… pienso que no importa. No hay nada de malo en que disfrutemos un poco antes de ir al tablero ¿Verdad, Batler? Después de todo, los juegos están para divertirse.

Esa idea suena convincente en mi mente inmortal, y me siento como una niña mala haciendo lo que quiere. Por primera vez en muchos años, estoy disfrutando de verdad de violar las reglas, salirme de los estereotipos y las órdenes. Es como si tuviese en mis manos el más grande de mis anhelos.

¿Qué? ¿Qué ha sido eso?, mi corazón está latiendo de forma extraña al pensar en eso. Estoy abrazando a Batler, una extraña ternura se adueña de ese gesto mientras mis labios desatan una pasión de la cual no reconozco su existencia hasta hoy. Reprimo un estremecimiento. Tengo el pensamiento de soltarme de sus brazos y huir, como si de estar allí fuese a perderme definitivamente. Si no es por mi orgullo y… por encontrar a Ange mirándonos con expresión pasmada, seguramente haría lo que fuese por escapar de los brazos de Batler.

Me concentro en la cara de Ange, deleitándome con la impotencia que muestran sus ojos. No puedo evitarlo. ¡Es demasiado tentador!, saborear el sufrimiento de aquella mocosa en los labios de su hermano. Ange, la única persona que de verdad representa un estorbo en mis planes ve como el corazón del ser más importante en su vida esta en mis manos, ¡en mis manos!, ¡EXPLENDIDO! ¡Tan solo mira, Ushiromiya Ange!, ¡Batler es mío!

Batler… ¿mío?

Esa mirada rencorosa es para mí, lo sé. Yo solo sonrío y aparento que no duele demasiado.

—Se que un lo siento no va a remediar lo que he hecho, pero ten la seguridad de que no he perdido mi norte. —Dice Batler a Ange, quien asiente con brevedad. Sé que ella quiere aferrarse a esas palabras, casi puedo adivinar sus pensamientos. Lo mismo pasa con Batler, que me da la espalda.

Suspiro cuando ellos se han ido. Me llevo unos dedos a mis labios y los acaricio, todavía están cálidos y húmedos por sus besos.

Debes seguir, Beatrice. Debes ganar este juego si quieres regresar definitivamente. Y debes hacerlo rápido antes de que Batler se de cuenta de todo. Antes de que sepa como vencerte.