Los personajes pertenecen a SM… la historia es resultado de mi imaginación y de leer y ver demasiadas veces Orgullo y Prejuicio.

Capítulo beteado por Diana Méndez, Betas FFADhttps: www . facebook groups / betasffaddiction /

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ADVERTENCIA: El siguiente capítulo contiene vocabulario y situaciones para mayores de 18 años, si todavía no los tienes ¡sal de aquí! pero si quieres seguir leyendo, es bajo Tú responsabilidad…

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Capítulo 27 De besos y sueños húmedos

"Entones sus fríos labios de mármol presionaron suavemente mente contra los míos. Para lo que ninguno de los dos estaba preparado era para mi respuesta." Twilight

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Edward POV

— ¿Estás diciendo que ustedes nunca fueron novios?

— Sí.

— Nada de besos, nada de caricias, nada de nada.

— Así es. Rosalie y yo únicamente hemos sido amigos.

Emmett y yo nos encontrábamos en la parte más alejada del jardín hablando sobre Rosalie, después de que Jasper y Jacob entretuvieran a mi familia para que saliéramos de la sala. O mejor dicho, yo me encontraba explicándole la verdadera naturaleza de nuestra relación, algo que al parecer, no se esperaba.

Quise reír al ver la desagradable mueca de incredulidad y enfado que cruzó su rostro, pero las heridas que él me había infringido en la cara me dolieron, así que solo pude hacer otra mueca, tal vez igualmente desagradable.

— Pero, ¿qué ganabas tú con todo esto?

— Ayudar a una amiga —respondí con sencillez—. Desde aquel día que volviste del hospital después de tu accidente, supe rápidamente que Rosalie te quería mucho más que a un simple amigo.

—Sí bueno, creo que todo mundo lo sabía.

— Creí que tú reaccionarías e irías por Rose, pero es obvio que mis planes no resultaron y todo se complicó.

— Debiste decírmelo, darme una señal ¡Algo! No fingir ser su novio —dijo él enfadado.

—Yo nunca dije que éramos pareja —repliqué seguro—, fueron ustedes quienes así lo asumieron.

— ¡Vete a la mierda, Cullen! Yo sé bien lo que vi y escuché. Además, terminé con Jane mucho antes de que nos graduáramos, ella bien pudo haberme dicho algo.

— Y estuvo a punto de hacerlo…

— Solo que escuchó a Jane decir que estaba embarazada de mí, ¿no es cierto? — Emmett se recostó junto a uno de los tantos árboles que nos rodeaban con desgana.

— Sí. ¿Cómo lo supiste? — pregunté sorprendido.

— Kate me lo dijo después de la graduación. Fue lo mejor que se le ocurrió a Jane para que permaneciera con ella e irnos juntos a Nueva York, pero al final lo supe todo y logré deshacerme de ella. Lamentablemente ya era demasiado tarde.

— Comenzamos a sospechar que posiblemente había sido mentira cuando nuestras madres únicamente comentaban sobre tu decisión de irte a California y ninguna mencionó nada sobre tu futura paternidad. Ambos sabemos que ellas tres no pueden vivir sin comunicarse.

Emmett asintió y nos quedamos en silencio, analizando las noticias que nos habíamos proporcionado mutuamente. Y aunque mi consciencia estaba más tranquila al aclarar este asunto, aún me quedaba un secreto mayor que comunicarle a Emmett. Y todavía estaba pensando en cómo hacerlo.

Pero tenía que ser ahora porque estaba seguro que no volvería a tener un momento mejor, además de que tener a Emmett aturdido por Rosalie podría jugar a mi favor.

En ese momento recordé la expresión contrariada de mi padre y la furiosa de mi madre para saber que al regresar a la casa tampoco encontraría las cosas fáciles. Eso sin contar los ojos desilusionados, temerosos y llorosos de mi Bella cuando me abofeteó. Tenía que apresurarme para hablar con ella.

— Hay algo que todavía no me queda claro —dijo Emmett rompiendo mis pensamientos.

— Dime.

— ¿Por qué decidiste hablar ahora? Ya es muy difícil que entre Rose y yo haya algo.

— Dos razones. La primera es que Rosalie te sigue queriendo. Ella no me comenta nada, pero creo que la he llegado a conocer bien durante estos meses y sé que ella te ha extrañado mucho. Y aunque por el momento no sea posible que inicien una relación, estaría bien que retomaran su amistad.

— Tienes razón — Emmett masajeó su mejilla con cuidado, para después mirarme fijamente —. ¿Y la segunda razón es?

Bien, llegó el momento. ¡Vamos Edward, es ahora o nunca!

— La segunda razón es que estoy enamorado de tu hermana y quería que supieras que voy a conquistarla.

Pasó alrededor de cinco segundos cuando vi a Emmett abalanzarse contra mí y sentir su puño contra mi rostro de nuevo. La fuerza de su impacto logró enviarme al suelo –de nuevo- y la caída de su peso en mi estomago me dejó sin aire.

— ¿Cómo te atreves a decir eso? — Me tomó del cuello de la camisa y me alzó un poco para después impactarme en el suelo —. ¡Mi hermana no es tu muñeca para que juegues con ella! ¿Qué pretendes? ¡Y más te vale ser sincero, Cullen!

Aunque podría ser lógico que Emmett no me creyera, me enfureció su insinuación cuando yo amaba desesperadamente a Bella, así que reuní fuerzas y lo empujé quitándolo de encima de mí. Y antes de que Emmett volviera a arremeter, me levanté y me lancé contra él, golpeándolo en el mentón para aturdirlo. No quería que ni Rosalie, ni mi Bella me golpearan si volvía a lastimarle la nariz pero tampoco me iba a convertir en su saco de boxeo particular.

Para evitar que se moviera, le sujeté brazos y piernas con mi cuerpo y lo miré directamente a los ojos.

— Nunca he sido más sincero en la vida Emmett. Amo a Bella y estoy haciendo todo lo que puedo para conquistarla —Tal vez decirle la posibilidad de que ella me quisiera también ayudara a convencer a Emmett, pero descubrir los sentimientos de Bella frente a su hermano posiblemente la enfurecería. Y por la mirada que Emmett me estaba dando, supe que hacía lo correcto en guardar silencio.

— Dices que la amas, ¿es por eso que la has tratado como la mierda todo este tiempo?

— Sé que fui un cabrón con ella sin ninguna justificación y créeme que si no sintiera todo lo que siento por ella, la dejaría en paz, pero esa ya no es una opción para mí. Por eso estoy tratando de demostrarle que soy lo suficientemente bueno para merecerla.

"Para que elija amarme", pensé con una desesperación.

Creí que Emmett refutaría lo que acababa de decirle, pero noté su mirada un poco perdida y una expresión de pesar cruzó su rostro. Parecía como si estuviera recordando algo que no era muy agradable para él y no pude evitar sentir curiosidad por saberlo, ya que algo me decía que tenía que ver con Bella.

Pero también sabía que él había tenido una relación tormentosa en el pasado y tal vez hubo algo en nuestra conversación que se lo recordó.

Como él se notaba todavía perdido y sinceramente y ya estaba bastante adolorido, lo solté y me alejé unos pasos de él, lo que pareció sacarlo de su ensoñación. Emmett permaneció quieto, mirándome fijamente. Me pregunté si eso era bueno o no.

Y de repente sonrió. Aunque en sus ojos todavía pude atisbar mucho recelo, sonreía. No una sonrisa amable ni mucho menos confiable, pero algo dentro de mi situación parecía divertirle.

— De acuerdo Edward, creo que no puedo evitar que intentes algo con mi hermana —al decirlo, su sonrisa se hizo más pronunciada.

Sopesé en decirle que no quería su autorización y que aún si no estuviera de acuerdo, yo iba a hacer todo para conquistar a Bella, pero decidí callar. No quería arruinar esta pequeña victoria. Ahora tenía que pensar que les diría a mis papás y sobre todo, como iba a disculparme con Bella. Así que simplemente dije:

— Gracias.

Emmett asintió y después de que lo ayudara a levantarse, comenzamos el recorrido de regreso a la casa en silencio, posiblemente porque ambos teníamos muchas cosas que analizar. Esperaba que mi familia hubiera desaparecido de la sala, pero si bien mis primas y tía no estaban a la vista, mis padres esperaban sentados en el sofá frente a la televisión.

Nada más entrar, mi madre nos recibió con una mirada preocupada. Sin embargo, en cuanto nos observo fijamente, su mirada pasó a ser fulminante.

— ¿Se puede saber qué, en nombre de Dios, pensaban ustedes para comportarse como unos salvajes? —mamá se acercó a Emmett— Ven pequeño, hay que curar estas heridas.

—Llévalo al despacho cariño, iré dentro de un momento —habló papá sin dejar de mirarme.

Mamá tomó a Emmett del brazo y salieron de la sala, no sin antes fulminarme con la mirada de nuevo.

¡Hey mamá, mírame! ¡Yo también tengo sangre en la ceja y en el labio!, quise gritarle, pero era obvio que ella estaba enfadada conmigo y mis golpes no le parecían graves. Así era mi madre.

— ¿Y yo qué? ¿Acaso no vio que yo también tenía golpes? —me quejé con mi padre y él empezó a reír.

— Creo que tu madre ya perdió la esperanza de que te comportes —papá siguió sonriendo y se acercó a mí—. Además déjame decirte que Emmett se ve mucho peor que tú, lo cual es algo increíble tomando en cuenta que él es un poco más alto y pesado que tú.

— ¿Qué puedo decir? Soy muy bueno.

— Y los últimos tiempos te has metido en muchas peleas como para no tener práctica, ¿cierto? Pero eso no impide que me sienta orgulloso de ti —Papá me dio una palmada en la espalda, un gesto puramente masculino. Aunque a decir verdad, lo sentí como si me hubiera dado un puñetazo.

— ¡Auch!

— Lo siento hijo —dijo y se alejó todavía con una sonrisa en el rostro, misma que tenía mucho tiempo sin ver en él—. Ahora tendrás que esperar tu turno porque como bien sabes, primero hay que atender a las visitas.

— Lo sé. Y papá... —dije y él se detuvo y volvió a mirarme—, gracias.

Él salió mientras yo me sentaba con pesadez en el sofá. Recargué la cabeza en el respaldo y cerré los ojos con cansancio. Débilmente se escuchaba las notas del piano de la abuela, lo que significaba que había obligado a Bree a tocar algo. Y aunque lo hacía bien, sabía que mi prima no le agradaba mucho este instrumento. Lo que ella amaba era la batería, pero mis tíos, por supuesto, no habían querido comprarle una.

Entonces recordé las notas de la canción que había empezado a componer para Bella y sonreí agradeciendo en mi interior a Emmett, porque gracias a nuestra riña, había podido eludir una vez más a mi abuela y su constante petición de que tocara para ella y que le mostrara lo que estaba componiendo. No es que me molestara hacerlo, simplemente quería aguardar el momento justo para que Bella lo escuchara, ya que estaba empecinado en que ella fuera la primera en que lo hiciera, y era lógico para mí ya que ella era mi inspiración.

Pero mi abuela se había vuelto sumamente insistente, en especial cuando Renata estaba presente. Mi abuela y su insistencia de que Renata estuviera pegada a mí como una lapa, algo que ni yo ni las chicas dejábamos que pasara.

Pensar en ello me puso de mal humor, y como el cuerpo y sobre todo la cara, comenzaban a dolerme demasiado, me levanté y fui a la cocina por un analgésico. Ésta estaba desierta, algo nada raro ya que la cena había pasado y como siempre, las eficientes Fanny y Kim ya habían limpiado y ordenado todo, con ayuda expresa del señor Jenks.

¿Bella tendrá hambre?, me pregunté, recordando que se había quedado dormida y se había perdido la cena.

Sonreí como tonto al recordar lo hermosa que se veía recostada en la cama, con las mejillas sonrosadas, su boca ligeramente abierta, su pecho elevándose en cada respiración. De repente la brisa de la tarde se coló por la ventana abierta y ella se acurrucó en sí misma, por lo que fui por una manta a mi habitación -que era mi favorita -y la arropé con ella. De inmediato Bella se envolvió en ella, justo como yo quería hacerlo en su cuerpo.

El dolor en mi rostro me sacó de mis recuerdos, recordándome que no estaba en condiciones de sonreír. De hecho, fue por estar en el cuarto de Bella que empezó la pelea con Emmett, ya que él entró cuando la observaba y por supuesto, no le había hecho gracia encontrarme allí mirando embobado a su hermana, sobre todo porque se suponía que yo solo molestaba a Bella y él seguía pensando que yo tenía una relación con Rosalie.

Así que decidí que era el momento de aclararlo todo, por mi propio bien y el de ellos. Y aunque nunca quise llegar a los golpes, fue una manera, dolorosa claro, de sacar la tensión que habíamos acumulado él y yo. Pero nunca conté con que Bella se enfureciera por ello.

Tomé el analgésico que papá siempre guardaba en un cajón de la cocina y me serví un poco de agua en un vaso. Antes de tomarme la pastilla, sentí una corriente deslizarse por mi espalda y me giré, encontrándome con la presencia de Bella, que no me dirigía la mirada.

— Solo venía por un poco de jugo — murmuró seria abriendo el refrigerador, justificando su presencia mientras yo me ponía nervioso.

— No pasa nada — susurré y la vi detenerse confundida buscando —. Los jugos están abajo.

— Ah, gracias — dijo mientras se agachaba y tomaba una botella. Por mi parte, me metí a la boca la pastilla y tomé un trago de agua. El contacto con el frío del cristal me escoció el labio, que se había partido gracias al golpe de Emmett.

— ¡Auch! — gemí tocándome el corte.

— ¿Te duele? — Miré a Bella, quien me devolvía una cara de preocupación que me hacía sentir culpable e insanamente feliz —. Ah pero que pregunta tan estúpida la mía, es obvio que te duele si se esforzaron tanto en golpearse uno al otro.

La expresión de Bella había pasado de la preocupación a la furia y, si bien era cierto que me sentía tan culpable que era capaz de arrastrarme detrás de ella suplicando su perdón, una parte de mi bailaba victoriosamente al saber que ella se preocupaba por mí. Y al ver esos hermosos ojos chocolates brillar furiosos y preocupados, solo quise llegar hasta ella y estrecharla en mis brazos y no soltarla jamás.

Pero primero tenía que disculparme por golpear a su hermano.

— Bella — dije pero ella ya se iba, diciendo.

— Ahora no Edward, estoy muy enojada contigo y con él.

—Lo sé pero escúchame por favor — Ella de detuvo pero siguió dándome la espalda y aunque eso sería ventajoso para mí porque así no me trabaría al mirarla, quería que me viera a los ojos, que viera que estaba siendo sincero —. Mírame.

Bella se dio la vuelta y me miró fijamente, lo que me hizo sentir mucho más nervioso, además de que sentí en mi estomago el mismo vacío como el que sentí cuando le confesé que la amaba, hace algunos meses atrás.

— De acuerdo, te escucharé.

Me moví un poco más cerca de ella, los nervios aumentando ante su proximidad y la forma en que me miraba.

— Nunca quise llegar a los golpes con Emmett pero la situación me sobrepasó. Él no me entendía y debía hacerlo por su bien y el de Rose, luego le dije que te amaba y él volvió a golpearme y entonces te herimos a ti y…

— Espera, espera. ¿Qué le dijiste qué? — Bella interrumpió mi verborrea, por primera vez, sin que lograra descifrar lo que transmitía su mirada.

— Después de explicarle lo de Rose, le dije que te amaba.

— ¿Y Emmett qué dijo? — preguntó en un susurró mirando más allá de mí.

— Nada, solo volvió a pegarme — Ante esto, ella pareció reaccionar y recorrió con sus ojos mi rostro, deteniéndose en mi ceja partida y en mi labio, que todavía escocía un poco. Me imaginé que los moretones todavía no se veían mal.

— Ahora vuelvo — dijo con simpleza y con una rapidez inusual en ella, salió de la cocina. La sensación que siguió cuando me vi solo no me gustó para nada.

Tomé el agua que quedaba en el vaso y lo dejé en la encimera, demasiado desilusionado como para que me importara. Sabía que ella estaba enojada conmigo, pero que ella no mostrara ninguna emoción al verme golpeado, me dolió.

Suspiré con tristeza y ya iba a salir de la cocina cuando me topé con ella. En sus manos traía lo que parecía ser un kit de emergencias y la emoción me embargó.

Mirándome con ojos chispeantes, tomó mi mano y me guió hasta el pequeño comedor que había en la cocina, me sentó en la silla más próxima y se colocó frente a mí, lo que me hizo tragar con dificultad.

Volvió a pasear su mirada sobre mi rostro, ahora con gesto crítico y el ceño fruncido y con lentitud, alzó su mano y la dirigió hacia mi ceja.

El contacto suave de su piel contra la mía, provocó una descarga eléctrica que me hizo dar un respingo.

— Lo siento — dijo Bella e inmediatamente retiró su mano.

— ¡No! Está bien —dije rápidamente queriendo colocar su mano en mi cara de nuevo. Para convencerla, añadí —. No me dolió.

Ella sonrió un poco y tomando una gasa con algún desinfectante, toco con suavidad el corte en mí ceja, y ahora sí, me encogí de dolor.

— ¡Mierda! Duele — chillé, no pude evitarlo.

— Es el precio a pagar si te agarras a golpes con alguien — explicó mirándome con suficiencia —. Las heridas duelen.

Me enfurruñé al escucharla hablarme como si fuera un niño de cinco años, pero no iba a replicarle nada. En este momento estaba en las nubes con ella tocándome, aunque fuera simplemente para curarme.

— Ya entendí — respondí entre dientes, aguantando para no volver a chillar como niña —. Ahora respóndeme algo ¿no deberías estar con tu hermano?

— Tal vez, pero él ya tiene a Carlisle atendiéndolo y a Esme mimándolo, así que yo decidí ayudarte a ti. Además sigo enojada con él.

— ¿Y conmigo no?

— También lo estoy, pero si no te atienden estas heridas… — se calló y siguió, ahora colocándome unas tiras adhesivas. Tal vez me veía peor de lo que me sentía si ella había decidido curarme aún estando enojada conmigo.

— ¿Eres experta en heridas? — pregunté divertido.

— Vamos Edward, con lo patosa que soy— replicó obviándolo —. Deberías saberlo.

A decir verdad, lo que me había sorprendido es que ella no hubiera huido al ver mi sangre, como pensé que lo había hecho. Tal vez el hecho de que estuviera ya seca ayudó algo a que ella no se quisiera desmayar al verme.

Terminó con la ceja y su atención se desvió a mi hinchado labio inferior. Hizo lo mismo que con el corte en mi ceja, pero ahora sentía con mayor frecuencia los roces de su piel.

Cuando terminó de desinfectar la zona, sus ojos se quedaron fijos en mis labios, para después mirarme a los ojos.

— Oh Edward — dijo sosteniendo mi mentón con su mano — ¿Por qué se lo dijiste a Emmett?

Su voz sonaba dolida y sus ojos me miraban con una ternura que simplemente me desarmaba.

— Porque es la verdad. Te amo y quería que tu hermano lo supiera para que no haya malos entendidos.

— Pero solo lograste que te golpeara —Bella acarició mi labio con su pulgar, regresando la electricidad a mi cuerpo y volviéndome completamente loco.

— Eso no es cierto y además, no me importa — Me puse de pie mientras Bella miraba hipnotizada mis ojos. Yo ya estaba perdido en los suyos y al mismo tiempo, deseaba sus labios —. Por ti, aguantaría todo los golpes que quisiera darme.

Y entonces ella mordió su labio.

Y yo no me pude resistir.

Y la besé.

Al contacto de mis labios y los suyos, el júbilo recorrió mis venas a gran velocidad, acelerando mi corazón en el proceso. Sentí mi estomago revolverse y cuando el contacto terminó y sentí su aliento juntarse con el mío, comprendí que era aquella sensación que muchos nombraban de manera cursi como "mariposas en el estomago" algo que yo no había vivido nunca.

Aquella pausa se acabó al segundo siguiente cuando Bella volvió a acercarse y buscó mis labios, amoldándolos a los suyos, rozándolos con suavidad para alejarse un poco y volver a presionar su boca con la mía. Me levanté de la silla y la tomé de la cintura, mientras ella enredaba sus dedos en mi cabello.

Saboreé su boca con ternura, acoplándome a la suya, reconociéndola, haciéndola parte de mí.

Pero llegó un momento en que no fue suficiente y quise aventurar mi lengua en su húmeda boca, pero al momento de intentarlo, sentí el cuerpo de Bella tensarse. Antes de poder preverlo para intentar detenerlo, Bella se alejó de mí, respirando entrecortadamente.

La miré y ella de inmediato bajó su rostro, aunque eso no me impidió reconocer en su expresión la incredulidad, la felicidad, la inseguridad y el miedo mezclados. En ese momento me sentí una mierda por haber perdido el control.

—Bella — rogué acercándome a ella, pero ella retrocedió.

— Lo siento, yo... —Bella se llevó los dedos a sus labios—, no puedo Edward.

Y salió corriendo de la cocina, dejándome triste, malhumorado y completamente inseguro sobre sus sentimientos.

.. …

… ..

.. …

Seguía en la cocina, mis manos apoyadas en la encimera, mi mirada vagando en el paisaje fuera de la ventana, pensando en lo imbécil que era. Quería llevar las cosas con calma y solo bastó un beso de Bella para que quisiera más, todo de ella.

"Vamos Edward, deja de estar aquí como tonto" repetía mi mente.

Edward —volteé ante la mención de mi nombre y Bella, de pie frente a mí, me sonrió.

Ella no me dio tiempo de preguntar nada, ya que se acercó y me besó, despacio primero, como si estuviera evaluándome para besarme con fuerza una vez que se me pasó el shock y reaccioné.

Y esta vez no me detuve.

Introduje mi lengua en su boca, después de besarla con toda la pasión y el deseo que corría por mis venas. Bella me correspondió, enredando su lengua con la mía, haciéndolas danzar juntas, saboreando mi boca tal y como yo había saboreado la suya.

Bella volvió a enredar sus dedos en mi cabello mientras yo descendía mis manos por toda su espalda hasta llegar a su cintura, atrayéndola hacia mí. Sentir sus senos apretarse contra mi pecho me provocó un escalofrío lleno de electricidad que derivó en un gemido. Y entonces supe que sus labios no eran suficientes.

Nos separamos para llevar aire a nuestros pulmones y, temeroso de que ella se alejara de mí si me detenía. Descendí por su cuello regando besos allí donde mis labios pasaban, obteniendo pequeños jadeos de ella.

Y mi deseo me controló.

Bella buscó mis labios y yo no pude negárselos, al mismo tiempo que empecé a desabrochar cada uno de los botones de su blusa. Y cuando logré abrirla en su totalidad, me esforcé para separarme de ella y así poder deleitarme con la visión de su piel desnuda.

Pero no era suficiente. Y lo próximo que hice fue quitarle la blusa, siguiendo con el sujetador... dejando que aquellos dos pálidos pechos, coronados de sonrosados pezones, quedaron libres para mi placer y el suyo. Acerqué mi rostro y besé un pezón y después el otro con la ternura y la pasión que me dominaban.

Yo también quiero sentirte —susurró Bella con la respiración entrecortada. Entonces procedió a quitarme la playera, para después recorrer mi torso desnudo con su rostro enrojecido y sus ojos brillantes. Y en cuanto volvió a morderse el labio, la acerqué a mí y la besé, sentándola en la encimera de la cocina.

Pasé de sus hinchados labios a su cuello, inhalando su aroma y deleitándome con su sabor con cada beso que le daba. Y descendiendo cada vez más, llegué al valle entre sus pechos, para después de besarlo a conciencia, hacer prisionero de mi boca a su pezón derecho, mi lengua jugueteando con él, y a cada lametazo y a cada succión, mi Bella se aferraba más a mis brazos mientras gemía descontrolada.

No me importaba que alguien nos escuchara, quería dejar en claro que Bella era mía, y que era yo quien la hacía gemir de esa manera.

Aventuré mi mano por su vientre, deleitándome con la suavidad de su piel, topándome después con el comienzo de sus jeans. Desabotoné el botón y adentré mi mano hasta llegar a su cálido sexo, ya húmedo gracias a mis besos. Bella se estremeció cuando mi pulgar encontró su clítoris y lo apresó junto con mi índice.

Sonreí como un cabrón afortunado y en un abrir y cerrar de ojos, la ropa de Bella estaba regada en el suelo, al igual que la mía... y ya sin barreras de por medio entre su cuerpo y el mío, me posicioné en su entrada y de una estocada entré en ella, provocando que a ambos nos faltara la respiración y después yo lo soltara con brusquedad mientras Bella hacía un ruidito que solo consiguió que me endureciera más.

Comencé a moverme en su interior, tomándola de las caderas para unirla más a mí. Bella me abrazó mientras besaba mi cuello y mi hombro, enterrándome las uñas en la espalda al mismo tiempo que yo sentía los músculos de su vagina contraerse alrededor de mi pene.

Edward, por favor... —suplicó mientras su respiración se hacía mucho más errática.

Lo sé, amor —respondí mientras me agachaba y succionaba sus pezones y la embestía más fuerte.

La presión fue creciendo entre los dos y un segundo antes de que Bella alcanzara el orgasmo, susurró casi sin respiración.

Te amo —Después soltó un pequeño grito y se aferró más a mi cuerpo. Yo la seguí un segundo después, vaciándome en su interior.

Mi Bella, no sabes cuánto te amo —dije y la abracé con más fuerza, percatándome que ya no había nada entre mis brazos. Me di la vuelta llamándola y la desesperación llegó, mientras la buscaba frenéticamente.

Y entonces abrí los ojos, y el techo de mi habitación me dio la bienvenida al mundo real.

La luz decaída del amanecer se iba adivinando a través de la ventana, lo cual me hizo enojar más al darme cuenta que ese maravilloso episodio en la cocina había sido solo un sueño, producido por los besos de Bella y mi mente hormonal, además de mi deseo refrenado.

Lo peor es que podía sentir las consecuencias de mi sueño en la humedad de mis bóxers y, al bajar la mirada hacia esa zona, al parecer mi amigo no había tenido suficiente, ya que se alzaba exigiendo la atención de su dueña, poco importándole que aquello que lo había despertado hubiera sido un sueño.

— Lo siento amigo, por ahora está prohibido acercarte a tu compañera —le susurré y después me sentí mucho más idiota al hablarle a mi pene.

Me levanté y de inmediato maldije al sentir las punzadas de dolor gracias a los golpes de ayer, así que me puse de pie con cuidado. Caminé hasta mi cómoda y después de sacar otro bóxer, cambié el que tenía puesto con la evidencia del éxito de mis sueños.

En cuanto amaneciera, me encargaría del estropicio en mi ropa interior, no iba a dejar que ni mi madre ni las chicas del servicio lo notaran. O tal vez sea mejor que lo botara a la basura.

Regresé a la cama y al fijarme en el buró, vi el vaso de agua y el analgésico que estaba a un lado. Posiblemente mi padre había entrado cuando estaba dormido y lo había dejado para mí. Solo esperaba que no hubiera sido mientras yo soñaba con Bella, si no ya me imaginaba lo que pasaría, mamá enojada diciendo que no quería ser abuela todavía y papá dándome la charla sobre sexo seguro, otra vez...

No, con una vez había sido suficiente vergüenza para toda una vida.

Me tomé la pastilla con un poco de agua y noté que ya no me escocía tanto el labio, aún así todavía estaba un poco hinchado. Sonreí un poco al pensar que la causa de eso habían sido los besos de Bella.

Me acosté y nuevamente mi mirada se quedó fija en el techo, mientras evitaba recordar los detalles del sueño. Aunque, por la forma en que mi amigo se encontraba, no estaba haciendo un buen trabajo. Sobre todo si la causante de esos sueños estaba a una puerta de distancia.

¿Estaría despierta?

¡Por supuesto que no, genio! protestó mi mente. La gente normal duerme a estas horas, ¿recuerdas?

Me acomodé mejor en la cama para que mi erección no pareciera una tienda de campaña gracias a las sábanas, pero de todos modos no resultaba cómodo. Y aún así tenía que dormir para que no despertara tan adolorido y pudiera estar al pendiente de Bella, ya que la abuela tenía su reunión semanal con las ancianas del mal y mucho me temía que Renata vendría con su abuela.

No quería malos entendidos con Bella de nuevo y tenía que evitar a toda costa que Renata provocara alguno, como siempre sucedía.

Inspiré cansado, colándose por mi nariz un ligero aroma a fresas.

—Bella — susurré y de mucho mejor humor, el sueño me venció.

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Bella POV

Giré en la cama por octava ocasión y ni así logré conciliar el sueño.

No más café para ti Bella, pensé con desaliento, maldiciéndome por ser tan necia y haber tomado tres tazas de café.

El café no tiene toda la culpa ¿no es verdad?, murmuró mi mente, burlándose de mis penas. ¿No se supondría que por ser una parte de mí tendría que apoyarme? Al parecer no.

La muy ingrata no paraba de recordarme la visión de las heridas y moretones de Edward, la sensación de su piel en mis manos, su manera de mirarme, la suavidad de su cabello entre mis dedos, la sensación dulce y cálida de sus labios moviéndose junto a los míos.

¡Basta!

Pero no podía parar de recordarlo, algo que era una agonía y un placer por igual.

¿Cómo algo así podía ser tan placentero y al mismo tiempo tan doloroso?

Simplemente no había podido evitarlo. Verlo cubierto de moretones, con la ceja y el labio hinchados y partidos, con sangre seca, había provocado mi instinto de protección, y después, el deseo de sentirlo mío, de saber que no lo perdería, derivó en unas ganas insoportables de besarlo. Sin embargo, no conté con que el temor por perderlo derivaría en miedo gracias a los recuerdos.

Y sabía que lo había lastimado al irme así, a pesar de que él no tenía la culpa. La culpable, como siempre, era yo. Yo, la que tenía pavor que un hombre la tocara, yo, la que no pudo olvidar a su ex novio en un momento tan fantástico como el sucedido en la cocina, yo, quién huía del chico que amaba por temor a salir lastimada.

Y es que ahora podía decir con total seguridad que amaba a Edward. Y, sí bien me había asustado al sentir la lengua de Edward querer invadir mi boca y darme cuenta que él se encontraba más cerca de lo que un chico había estado, tanto de mi cuerpo y de mi corazón. No podía olvidar que había correspondido su beso y mucho menos, que después yo lo había besado de nuevo.

Pero varias horas y tres tazas de café después de lo sucedido en la cocina, admitía que lo que realmente me había atemorizado era que James había vuelto a aparecer en mi mente, había vuelto a recordar sus golpes y la forma brusca que sus manos habían tocado mi cuerpo, buscando su placer sin tomar en cuenta que yo no quería hacerlo.

Y el hecho de que Edward quisiera introducir su lengua en mi boca, había desencadenado recuerdos de James haciéndolo, dejándome claro que yo le pertenecía, queriendo tomar todo de mí. Y aunque sabía que Edward no me besaba con la misma intención que James y me decía que él no me haría lo mismo que James, mi mente se negaba a tenerlo claro.

Y entonces comprendí que aún no lo había superado del todo a pesar de mis esfuerzos y que probablemente tendría que acudir con un especialista para hablar sobre ello y me ayudara. Pero entonces tendría que explicarle a Edward lo que pasaba y un miedo irracional de perderlo me dominaba.

Porque... ¿quién querría a una chica miedosa, cobarde y rota como yo?

Odiaba con todas mis fuerzas que una persona muerta tuviera tanto poder sobre mí.

Debería hablar con alguien que me orientara o me localizara a un especialista. Lo más sensato era acudir a Carlisle, pero me moría de vergüenza tener que confesar ante él lo estúpida y crédula que fui.

Finalmente, con varios planes en mente, el sueño se fue apoderando de mí, a pesar de algunos ruidos provenientes de la habitación de enfrente.

.. …

… ..

.. …

— Buenos días cariño —Esme me saludó desde un extremo del comedor. De inmediato sentí las miradas de los demás sobre mí, aunque me dediqué a mirarla solamente a ella—. Espero hayas descansado.

— Muy bien, gracias Esme —respondí sonriendo despacio y sentándome en el espacio entre Jacob y Edward. ¿Quién había planeado las disposiciones de los lugares para golpearlo?

— Me alegro. Hoy tenemos hot cakes, fruta, cereal o huevos para desayunar, pide lo que quieras.

— Los huevos y los hot cakes están deliciosos —dijo Jacob después de tragar una enorme porción de su desayuno.

—No lo dudo —murmuré al verlo llevarse otra cantidad ingente de comida a la boca.

— Si quieres, puedo traerte el desayuno —susurró Edward sin dejar de mirar su plato de cereal.

— No quiero molestar, puedo ir yo —susurré también, negándome a mirarlo por el pesar y la vergüenza que sentía. Al mirar de soslayo su mano debajo de la mesa, noté su puño cerrado y sus nudillos blancos.

— Por favor Bella, déjame hacerlo —replicó en su susurro, notándose el ruego, la frustración y la pena en su voz. Eso me hizo sentirme peor.

— Aquí tiene su desayuno, señorita Bella —Una de las chicas, creo que Kim, llegó con un plato de cereal y un vaso de leche, terminando así la discusión entre Edward y yo—. La señorita Alice fue quien nos dijo lo que prefería desayunar.

— Muchas gracias —agradecí y me dediqué a comer en silencio. Edward ya no dijo nada y fue hasta mucho después que noté la mirada extrañada de Jacob en mí.

— ¿Qué es lo que les pasa? —preguntó en voz baja a ambos.

— Nada —dijo Edward.

— No sé a qué te refieres —dije yo.

Contestamos a la vez y después nos miramos, Edward claramente fastidiado y yo sumamente nerviosa. Podría haber reído al habernos dejado en evidencia de esa manera, pero al ver la expresión en su rostro, quise llorar.

— Digamos que les creo —murmuró Jake mirándonos.

— Entonces aparenta y déjanos en paz —Edward se levantó y se fue, atrayendo la atención de todos los demás mientras yo me concentraba en el plato de cereal casi intacto. El hambre se había ido.

... ..

.. ...

... ..

Después de mi desayuno frustrado, subí a mi cuarto a cambiarme. Sin embargo, Alice me había ganado y sobre la cama, se encontraba un conjunto de jeans y blusa muy acordes a mi estilo, además de un par de zapatos bajos.

A pesar del tiempo que tenía de conocer a Alice, había ocasiones como ahora que me sorprendía.

Me metí a bañar y en cuanto estuve bajo el chorro de agua caliente, me entretuve pensando en Edward. Reí un poco porque, al parecer, una ducha era un momento idóneo para resolver las grandes cuestiones del mundo. Y en el mío, Edward y mi decisión de pedir ayuda para superar mi problema eran los que dominaban.

Para empezar, tenía que hablar con Jasper. Como futuro psicólogo, era mi mejor opción. No iba a permitir que alguno de los Cullen supiera de James antes de tiempo.

Y aunque tenía claro que debía hablar con Edward sobre ello, todavía no me sentía capaz. Todavía no quería perderlo antes de siquiera tenerlo.

Sin embargo, hablaría con él, no quería que siguiera enojado conmigo.

Salí de bañarme y me apresuré a vestirme. Mientras me peinaba, escuché como las puertas de las demás habitaciones se cerraban con fuertes golpes y después, las risas de Jacob y de mi hermano resonaron.

Supuse que saldrían a jugar al patio, y lo confirmé cuando sus risas llegaron hasta mi habitación, aún cuando la ventana estaba cerrada. Se escuchaban tan animados que, cuando escuché que se callaban abruptamente, la curiosidad me ganó y caminé hasta la ventana para saber la razón.

Emmett y Jacob estaban de pie frente a muchas señoras que vestían elegantemente. Sus posturas rígidas se adivinaban a pesar de la distancia. La señora Elizabeth encabezaba el grupo, seguida por otra señora de igual semblante que ella. Lo que me causó curiosidad fue una chica que estaba frente a junto a ellas.

Los chicos asintieron con la cabeza y después de unos minutos, continuaron su camino, seguidos de Bree y Jasper. Ignoraron a la chica y ella pareció hacer lo mismo.

Dejé de observarlos y me apresuré a terminar de arreglarme, no quería verme con el escuadrón de dulces ancianitas sola.

Pero antes, tenía algo muy importante que hacer.

Abrí la puerta de mi cuarto y me topé con Edward y su puño levantado. Fue tal mi impresión y el miedo, que me encogí, logrando que Edward me mirara extrañado y sumamente apenado.

— Lo siento, no quería asustarte, solo iba a tocar... — se justificó y usando hasta el último gramo de mi autocontrol, respiré profundamente y logré sonreírle, haciendo como si no pasara nada.

— No —me aclaré la garganta y continué—, no pasa nada. Fue solo la impresión.

Nos quedamos en silencio mientras miraba todo a nuestro alrededor, sin atreverme a mirarlo a él. Creo que él hacía lo mismo.

— Lo siento.

— Lo siento.

Dijimos al mismo tiempo y ahora sí, no pude evitarlo y solté una risita nerviosa.

— Habla tú.

— Tú primero.

De nuevo, hablamos a la vez y antes de que pudiera decir algo, levanté mi mano y cubrí la boca de Edward.

— Entonces empezaré yo, ¿de acuerdo? —Él asintió y yo proseguí—. Lo siento mucho Edward, no sabes cuánto. Ayer me comporté como una chica tonta y lo que más siento es que te hice sentir mal. Te puedo asegurar que hay una buena razón para haberme comportado como lo hice, pero no me siento preparada aún para decírtelo. Y no te puedo culpar si me odias. Solo perdóname.

Después de darle una última mirada a sus hermosos ojos verdes, quité mi mano de su boca y di un paso hacia atrás, pero Edward tomó mi mano en un rápido movimiento y con su mano libre me levantó el rostro.

Su mirada chocó contra la mía y solo deseé que me abrazara.

—El que lo lamenta soy yo, Bella, pero no por lo que tú piensas —añadió lo último, seguramente al ver el respingo que di—. Yo te prometí ir despacio y ser agradable contigo y justo el primer día, golpeo a tu hermano y te beso como un chico hormonal, que lo soy, pero no es excusa.

— Edward yo… — Ahora fue él quien cubrió mi boca con su mano.

— Déjame terminar —pidió y asentí—. No voy a negarte que me moría por besarte desde hace mucho tiempo, pero lo que hice obviamente no es ir despacio y si he de confesarte algo, prometí hacerlo porque, dejando de lado que me comporté como un cabrón arrogante contigo, lo que quería era que me consideraras tu amigo, quiero que tengas claro que yo voy a estar para ti cuando me necesites, así como quiero que tú estés para mí. Quiero que me ames, y que confíes en mí.

Apreté su mano con fuerza y me sostuve en él, cuando sentí que mi cuerpo temblaba. Quise arrojarme a sus brazos y no escapar más, sabía que él no me soltaría, pero también sabía que aún no era el momento de decir la verdad. Mi mente y mi corazón se encontraban dañados y, a pesar de la actitud que él había tenido hace tiempo, ahora veía en Edward bondad y gentileza y no quería lastimarlo con mis errores.

Pero si ser su amiga era todo lo que podría obtener de él, lo aceptaría con gusto.

— Entonces, ¿qué dices? ¿Aceptas?

Miré los ojos del color del bosque de Edward y suspiré profundamente.

—Sí, acepto.

Ambos sonreímos y después de que Edward colocara mi mano en su brazo, nos hizo caminar por el pasillo sin que sufriera alguna caída, ya que todavía sentía mis piernas débiles gracias a sus palabras.

— ¿Te duelen todavía las heridas? —pregunté al ver que algunas veces hacía gestos al descender por las escaleras.

— Solo un poco —dijo y no le creí, pero lo dejé pasar—. Mi padre me dejó un analgésico y agua en el buró y me lo tomé esta mañana.

— Eh, bueno, esa creo que fui yo —confesé sintiendo la sangre acumularse en mis mejillas. Y es que después de caminar como león enjaulado por mi habitación durante lo que me parecieron horas, bajé a tomar un poco de agua y lo que terminé ingiriendo fueron las tres tazas de café que me obstaculizaron el sueño. Ya cuando había estado suficiente tiempo en la cocina, iba a salir cuando noté las pastillas que Edward había tomado y como su próxima dosis le tocaría antes del amanecer, las tomé, llené un vaso de agua y regresé al segundo piso, entré de puntillas al cuarto de Edward y los puse en su buró para que los viera en cuanto despertara.

Y antes de darme la vuelta e irme, al mirarlo tan tranquilo y dulce mientras dormía, no pude evitar inclinarme con cuidado y darle un pequeño beso en los labios… Más tarde en mi habitación, le eché la culpa al café de mi osadía.

Edward me regresó al ahora al preguntar.

— ¡Entraste en mi habitación mientras dormía!

— Sí, pero fue espontaneo —me justifiqué cuidando cada uno de mis pasos—. Vi las pastillas en la cocina y supe que tendrías que tomarlas por la mañana, así que te las llevé y listo —expliqué y me animé a mirarlo. Nunca había visto a Edward sonrojado y verlo ahora, me causó mucha ternura además de una gran curiosidad—. ¿Estuvo mal?

— No, descuida. Es solo que no me lo esperaba.

— Bueno, es para que sepas que soy muy responsable de mis pacientes —bromeé y él sonrió.

— Enfermera responsable, pianista prodigio y defensora de las causas perdidas, ¿quién lo diría?

— Esa soy yo —ambos reímos y salimos al jardín.

— ¿A dónde vamos? —pregunté al ver a Alice y Rose caminar apenas unos pasos por delante de nosotros, llevando unas grandes canastas.

— Alice y mi mamá prepararon un pequeño picnic al fondo del jardín —Edward sonrió socarronamente—. Sospecho que para permanecer lo más lejos posible de mi abuela.

— Sí, tu abuela es todo un personaje —dije y vino a mi mente la imagen de Cruella de Vil, solo que en vez de abrigo de dálmata y un cigarrillo, ella llevaba un reloj en una mano y una taza de té en la otra.

"Bella, apenas y conoces a la señora, no juzgues", me aconsejó mi mente y aunque sabía que tenía razón, no podía negar que era sumamente gracioso.

Antes de que alguno de los dos volviera a decir algo, la chica que había visto acompañar a las señoras gritó.

— ¡Edward!

Y en un abrir y cerrar de ojos, ella llegó corriendo hasta nosotros y se colgó del cuello de Edward, separándome de él por el impulso.

Al separarse de él, miró fijamente su rostro y comenzó a acariciarlo, lo que me provocó ver todo rojo.

¡¿Qué demonios piensa esa chica que hace con MI Edward?! , gritó mi mente y estuve totalmente de acuerdo.

Él la separó de su cuerpo con firmeza pero sin lastimarla y eso me tranquilizo, pero solo un poco.

— Edward, Elizabeth me comentó que estabas herido pero no quise creerlo hasta que te viera —dijo ella con una voz chillona—. Algo tan hermoso como tu rostro no puede herirse.

¡Oh no! ¿Acaso ella era una más de las fans de Edward?

— Eres muy amable por preocuparte pero estoy bien, además yo mismo me provoqué estos golpes.

Seguí mirando a los dos, y ella no cesaba de pasar sus manos por su pecho y sus brazos, lo que me estaba exasperando. Quise cruzar los brazos pero me forcé a seguir tranquila mientras seguía esperando que Edward se alejara de ella.

Edward desvió la mirada hacia mí y me sonrió apenado, lo que me provocó querer golpearlo y mandar al diablo su oferta de amistad… pero no podía ser tan inmadura.

— Bells, cariño, te presentó a Renata Collins, nieta de una amiga de mi abuela —se separó de ella como yo deseaba que lo hiciera desde que esa chica se lanzó hacia él y me tomó de la mano, dándome un fuerte apretón— Renata, te presentó a Bella Swan, amiga de mi familia y la chica que me trae loco —sonreí como tonta sin poder evitarlo y miré más tranquila a aquella chica.

— Encantada de conocerte —dije brindándole una sonrisa. No iba a ser maleducada solo porque no me pareciera agradable, aunque tampoco iba a ser tan hipócrita como para darle la mano.

— Lo mismo digo —respondió evaluándome con la mirada. Claramente ella tampoco se alegraba de conocerme.

Escuché como llamaba la señora Elizabeth a Edward y otra anciana hacía lo mismo con Renata, por lo que nos giramos hacia ellas y no tuvimos más remedio que acercarnos. Pronto estuvimos frente al escuadrón de ancianas, quienes compartían la expresión de tener un palo en el culo y no la de dulzura que se supone deben de tener.

Renata, rodeada de aquellas ancianas, sonrió con superioridad.

Sí que era ridícula.

Y lo único que quería, era jalar a Edward de la mano y largarnos de ahí, para reunirnos con los chicos.

¡Maldita sea mi suerte!


De regreso con capi nuevo y un pequeño regalo… si bueno, el lemmon se trató de un sueño pero algo es algo, pronto llegará el de verdad ¡lo prometo!

No digo más porque la que tomó 3 tazas de café y casi no durmió fui yo, y ahora estoy pagando las consecuencias cayéndome de sueño, así que espero que hayan disfrutado el capítulo!

Gracias infinitas a Rachel, Javiitaah Hale D'Cullen, janalez, dinorah, Robmy, Nia Masen, dinorah. , soledadcullen, Lilly Black Masen, Bitah Hawhtorne Cullen Hale y Alexandra por sus reviews y a las chicas de Facebook: Gabriela Gonzalez, Ana Laura Delgado, Claudia Mabel Avendaño, Laura Alvarez, Ibeth Lilian Garcia Valderrama, Nachika Cullen Villa, Fernanda Nohemi Martinez, Karili Pattinson y a mi querida Karen O'Shea por estar al pendiente de la historia.

En respuesta a tu review Alexandra, debo decirte que lo que menos quiero es que la historia se haga tediosa y aburrida, si incluí varios puntos de vista en el capítulo anterior fue porque creí que era importante saber lo que pasaba por la mente de los demás, antes de introducirnos de lleno en lo que será la conquista de Bella, la revelación de la verdad y el inicio de su relación. Agradezco mucho tus palabras y espero modificar ese aspecto… Ojalá que este capítulo te agrade y te interese de nuevo la historia

Y por cierto, les recuerdo que existe el grupo llamado El lado pixelado de Luna donde doy adelantos de este y otros fics de mi autoría, por lo que las invito a unirse. Solo búsquenme como Luna S Purple y díganme que quieren unirse y listo!

Y como siempre, muchas gracias a Diana Méndez de las Betas FFAD por corregir mis errores y horrores jajaja! Eres grande Diana!

¡Hasta la próxima!

L'S P