Magia accidental:

Séptimo Año: Siempre juntos.

Ultimo día de clases.

Comienzas a subir al tren después de que la Directora hiciera el tradicional discurso de despedida para los alumnos que egresaban, y… esta vez… tu estabas entre ellos.

No puedes creerlo, ya habías terminado, ya habían pasado siete años, siete años desde la primera vez que te habías subido a ese tren, con una mezcla de emoción y miedo en partes iguales, porque, ahora, pasado el tiempo, puedes admitir que tenías miedo y ahora… te subías por última vez al Expreso.

Te subes primero y vuelves un segundo la mirada hacia atrás, tras de ti estaban Albus y Hugo, pero… no viste por ningún lado a Rose, eso es raro, habías jurado que estaba detrás de ustedes.

Los primos te siguieron hasta los pasillos del tren, mientras tu no dejabas de pensar.

- Tal vez ya subió. – te dices a ti mismo. – Que no la hayas visto subir no significa nada, que no estén todo el tiempo juntos no es preocupante, el hecho de que casi no hablaran durante todo el día tampoco lo es, deja de preocuparte por tonterías.

- ¿Puedes creerlo amigo? – te dice Albus. – Ay pequeño Hugo. – dice con un dejo de ironía. – Como el menor, es tu deber mantente en la memoria de todos nuestros apellidos. – agregó. – Ahora que James, Fred y yo somos adultos, y no podemos seguir aquí, te dejamos toda esa responsabilidad a ti.

- Eres un idiota. – dice Hugo claramente molesto ante la broma de Albus. - ¿Y a ti que demonios te pasa? – te pregunta.

- Nada. – respondes.

- Claro, nada. – dice Albus. – Sólo que hace mucho tiempo que no ves a Rose ¿Verdad? – agrega. – Hace cuanto que no hablas con ella ¿Dos minutos? Debes de estar enloquecido.

- ¡Ey! – dice Hugo. – Recuerda que es mi hermana.

- Es tu hermana, si, pero es mi novia… cuñadito. – dices continuando la broma de Albus. Te encantaba hacer enojar a Hugo, era lo más divertido que podías hacer en ese momento.

- Son los tres unos idiotas machistas, - dice una voz que conoces y que en ocasiones te molesta. - Rose no es un juguete para decir es mía o tuya, es una persona. – dice Lily que se había acercado a ustedes sin que se dieran cuenta.

- Lily. – dices sin hacer caso a la ofensa de la pelirroja. - ¿Has visto a Rose?

- No. Eso venía a preguntarles. ¿No habrá quedado abajo verdad? – la pregunta te hace poner nervioso.

- No lo creo. – responde Hugo. – Señorita perfecta debe estar ayudando a alguien o recibiendo algún premio, no es para preocuparse, seguro que ya subió al tren y que en este momento esta aprovechando sus últimos momentos como alumna para poder regañar a los de los primeros años. – agregó.

- Tienes razón. – responde Albus.

Los comentarios no te agradan demasiado, Rose no es así, al menos tu nunca la has podido ver como ellos la describen, para ti ella es simplemente… perfecta.

- Voy a buscarla. – dices.

Comienzas a caminar por todo el tren tratando de encontrarla, y, por suerte, lo haces, en el último compartimento, cuando ya estabas más que nervioso por no haberla podido encontrar. Estaba sola, sentada, mirando por la ventana.

Decides entrar, al instante ella se da vuelta.

- Hola. – te dice con voz dulce.

- Hola. – respondes sonriendo. Te acercas a ella y te sientas a su lado, instantáneamente le tomas la mano. - ¿Qué te pasa? – ha estado así todo el día, casi no ha hablado, y eso es extraño, no ha atormentado Albus por las últimas bromas o retado a Hugo por olvidar por segundo año consecutivo, la mitad de sus cosas es la habitación… eso quiere decir que algo no anda bien.

- Es que… - hace una breve pausa. -, es que todo esto me da mucho miedo. – confiesa.

- ¿Qué es lo que te da miedo? – preguntas sin entender.

- ¡Esto! – dice un poco molesta mientras te señala y se señala a ella misma. – Que todo se termine, me da miedo.

La besas al comprender.

- Créeme Rose. Esto – haces la misma seña que ella. -, no se va a terminar, no te vas a deshacer de mi fácilmente. – agregas bromeando.

Ella no se ríe, todo lo contrario, sigue en el mismo estado de preocupación.

- ¿Qué tal si tu padre se pone en contra? ¿O el mío? – te pregunta mientras habla muy rápido, parece aterrada ante la idea.

- No se enojaron antes. ¿Por qué iban a hacerlo ahora? – la verdad era que tus padres se habían enojado demasiado, pero… no le diste importancia, sabías que eso pasaría.

- Es que… tal vez pensaron que iba a ser algo pasajero y que se terminaría con el colegio, estoy segura que mi padre así lo cree, Scorp yo…

- Yo no lo creo así, al menos no de mis padres. – dices convencido. – Les deje muy en claro lo que siento por ti y no les cabe la menor duda de que te amo y que no me importa lo que ellos opinen o crean. – agregas.

Hacía casi un año que habías tenido una conversación con tus padres acerca de ello. Tu padre te había dicho que era imprudente, una total estupidez. Tu madre casi se desmaya al enterarse, pero antes de ponerse completamente pálida había coincidido con tu padre en que no querían verse involucrados con ningún Weasley, aunque, le debían demasiado a esa familia.

Tu respuesta ante tal demostración de estupidez, fue tajante: "No me importa. Amo a Rose y no me voy a alejar de ella porque ustedes me lo pidan." habías dicho, no ibas a dejar que un conflicto del pasado te impidiera ser feliz.

- ¡Ey! ¿Estas ahí? – te pregunta Rose sonriendo, eso te hace volver de tus pensamientos. Ahora parece más tranquila, tu respuesta la calmo y eso te hace sentir mucho mejor, es un sentimiento reconfortante saber que la ayudaste a sentirse bien.

- Perfectamente. – respondes.

- ¿Me prometes alo? – pregunta de repente.

- Lo que quieras. – respondes sin pensar.

- Me prometes que, no importa lo que nos pase, siempre estaremos juntos. No me interesa si como amigos o no… solo quiero saber que siempre voy a poder contar contigo Scorpius, como hasta ahora.

Te asombra que ella te este diciendo esto y justamente en este momento, primero lo de sus padres y ahora esto. Sabes que Rose nunca ha sido una persona con confianza en si misma, ella confía más en los demás que en ella, pero creías que, al menos por esto iba a darse un poco de crédito, pero… no.

- Créeme Rose, yo soy el que debería estar pidiéndote eso, no tu.

- Pero te lo pido yo, asíque… promételo, por favor.

- Te lo prometo. – respondes. - Sin importar lo que pase, lo que nos pase, vamos a estar juntos, siempre juntos.