Mil gracias por sus comentarios, en verdad creo que esta es una grandiosa historia, por ello me propuse a traducirla, se los e hecho llegar a la autora de tan excelente trama y segun tengo entendido a esta historia le siguen dos secuelas mas, espero obtener la aprovacion de ella para poder traducirlas tambien.
Espero no haberme tardado demasiado, no deseo retirarlesmas tiempo, por lo cual aqui os dejo el capitulo cuatro de tan buena trama, por favor disculpen mis errores de traduccion.
Summer of Love:
Domingo
Después de una larga y agotadora noche, la pareja no se despertó con la primera luz del alba. En cambio, fue cuando el sol ya se había encumbrado y los relojes marcaban el mediodía, ya que los rayos de luz penetraron por debajo de las cortinas, Dino aun se encontraba en un estado semi-aturdido, apenas capaz de abrir los ojos. Casi la mitad de su cuerpo estaba descansado al lado de Kyouya.
Tratando de acurrucarse bajo las cómodas sabanas y el cálido cuerpo de su amante, Dino percibió casi de inmediato el lento movimiento del blando colchón. Hibari se sentó en su lado de la cama y retiro con cuidado el brazo y la pierna de Dino que aun estaban sobre él. Una fría mano recorrió los dorados cabellos y acaricio el cuero cabelludo, el delicado toque se quedó en la mejilla y se traslado a acariciar el flequillo que caía suelto.
Antes de que Dino pudiera emitir un suspiro lleno de felicidad, oyó el ruido sordo de un clic, de algún objeto pequeño de metal. Un cándido beso en los cabellos rubios y el sutil peso del cuerpo de su ex-tutte que se apoyaba para susurrarle al oído una fluida frase.
"Solo quería asegurarme de que no me seguiría a la ducha"
Dino sacudió la cabeza y trato de levantarse de su posición para dormir, intentando volcarse sobe su espalda, después de todo dormía boca abajo. Tiro del brazo tatuado y escucho como un suave tintineo metálico procedía desde la pata de la cama la cual estaba unida a su muñeca, lo peor, estaba atado gracias a las esposas del Guardián de la nube. Un suspiro escapo de sus labios, y miro alrededor de la habitación en su actual estado, con la esperanza de liberarse y unirse a Kyouya en el baño.
En su lugar se encontró con el látigo que descartaron ayer por la noche tirado en el suelo, justo a su lado. Mirando hacia la pate de la cama, reconoció las esposas que él mismo Kyouya había producido gracias a sus llamas. Supongo que esto es en venganza por hacerlo seguir mi sugerencia. Usted jamás pierde el control, ¿verdad Kyouya? Pero al menos me queda la satisfacción de haberlo persuadido después de mi arduo trabajo. Por favor regresa a liberarme pronto. Realmente no quiero enfrentarme a Romario al pedir su ayuda por este inconveniente.
Por suerte para Dino, la puerta del baño finalmente se abrió a tiempo, y así silenciosos pasos se acercaron a la cama. Al terminar de vestir su ropa adecuada, Kyouya sin prisa se sentó en el alfombrado justo al lado de la cama para ver a Dino y su lucha personal. Torciendo por completo la cabeza, el chico rubio fue testigo de la divertida sonrisa casi suprimida que adornaba la hermosa cara de Kyouya. Ojos de color azul-gris posaron su atención de manera aburrida; sin ninguna emoción en sus actos, deshizo las esposas y las regreso a su mano, roll estaba feliz de regresar a su forma y a su legítimo propietario. Mientras tanto Dino se frotaba la muñeca y observaba como la nube distante se deslizo de su alcance para posicionarse en el soleado balcón; dejando atrás a un confuso italiano. ¿Qué pasa, Kyouya?
Después de tomar el mismo una ducha, Dino entro en el cálido balcón, junto con la bandeja del desayuno en las manos. Puso con cuidado los alimentos y bebidas sobre la mesa y tomo asiento para así poder saborear tranquilamente su café amargo, sin embargo su mirada en ningún momento se retiro del joven japonés. Su amado Kyouya. Una muy distraída nube abandono el sillón acolchado que ocupaba para tomar entre sus manos la taza de te. Me alegro de que esa parte de ti aun no cambie.
Una ligera sonrisa se formo en los labios japoneses, justo después de percibir el aroma de la infusión. Es una lastima que no sea te verde. Dino sonrió pacientemente en las preferencias específicas de su primer alumno.
Parecía que esta mañana, ninguno de los dos tenía deseos de comer las frescas pastas italianas y mucho menos moverse de su lugar. Con impaciencia y hasta cierto punto recelo, Dino esperaba que Kyouya rompiera el silencio.
Mirando hacia abajo, en su infusión, Kyouya con calma le dijo algo a Dino, que el sinceramente nunca había esperado escuchar de su posesivo ex-tutte.
"Usted debería casarse, potro salvaje, cualquier chica estará feliz de aceptarle"
Desconcertado y curioso observo fijamente a Hibari que un se negaba a mirarle directamente.
"¿Por qué estamos hablando sobre esto, tan de repente?" he oído suficiente acerca de esto por parte de mi familia y aliados, por favor usted no.
"Yo no soy ciego. Usted ama a los niños; así como los que conocimos. Vi como ansiaba tener una familia idéntica a la de esa pareja en la playa" ojos acerados y solemnes buscaron las orbes ambarinas.
"¿Así que usted imagina que debo tomar a cualquier hija de algún influyente jefe, como mi esposa? ¿y usted? ¿Debo hacer de usted mi amante secreto, mantener una relación en secreto que se oculta tras la fachada de un hombre de familia?" La frustración se filtraba en la voz de Dino.
"No sea tonto, Cavallone! Nunca seré, por así decirlo, tu consorte" Kyouya frunció el ceño con disgusto evidente. "Esto no sucederá nunca mas Potro, no habrá nunca mas de nosotros" Una mirada a la lejanía siguió a esa dura declaración.
Y sin pensarlo mas, Kyouya abandono su posición de descanso y se movió en dirección a la barandilla de piedra; una vez allí, Kyouya pareció disfrutar del pintoresco jardín por debajo del balcón del tercer piso, que tenia una hermosa vista al patio trasero. Y Dino por su parte, por primera vez en su vida, se sintió devastado y furioso a la vez; enderezo en posición rígida su espalda, listo para moverse.
"Entonces no debes preocuparte Kyouya, te amo solo a ti y a nadie mas, nunca habrá una mujer a mi lado, de ninguna manera, solo te quiero a ti en ese lugar" declaro firmemente.
"Deja de decir tonterías! ¿Qué puedes saber tu del amor oh! Gran decimo Cavallone?" Kyouya se dio vuelta bruscamente y encaro al italiano mientras apoyaba sus codos contra la verja, junto a una mirada desafiante.
"Yo se lo que significa amar Kyouya, el velar por el bien de la persona amada, cuidarle de tal manera que no te importa tu propio bienestar" y eso es lo único que mi importa… ¿Qué quiere decirme con esto Kyouya?
Dino abandono su asiento acolchonado para así estar al alcance de Kyouya y poder convencerle de ese argumento tan exasperante.
"No potro salvaje, también significa querer que la persona amada sea feliz, incluso si usted no es parte de esa felicidad" Una perdida mirada hacia el cielo, mientras arqueaba el cuello y un silencioso tono de disculpa, no dicha, fue la acompañante a la respuesta para Dino.
"¿Estas hablando de tu felicidad o de la mía? Por que si usted esta hablando de mi, entonces mi felicidad es pasar el resto de mi vida con tigo Kyouya ¿Vas a negarte a eso?"
Dino respondió, mientras que por detrás de él Kyouya caminaba en dirección a la entrada principal del dormitorio, aun temeroso de lo que estaba por venir.
"y entonces ¿Cómo vas a conseguir un heredero, Cavallone? Antes de mi, estuvo, esta y estará siempre su famiglia. Le debes todo a ellos. Estar con ellos y darles un heredero, esa es tu verdadera felicidad" Kyouya respiro hondo tras aquella afirmación pero se mantuvo firme a su respuesta.
"Se que la felicidad de mis hombres es mi felicidad y viceversa. Además puedo conseguir un heredero por adopción o por otros medio si es necesario. Ellos entenderán"
"¿Qué hay de mi felicidad entonces?" Una triste sonrisa se dibujo en los labios de Kyouya, sin reflejar ninguna alegría en los tormentosos ojos azules.
"¿No eres feliz a mi lado Kyouya? ¿Soy solo una molestia para usted? Mírame a los ojos y dime que solo era sexo sin sentido. Que nunca se a preocupado por mi. Y entonces te dejare ir, y nunca te molestare de nuevo! ¿O es que el llamado guardián mas fuerte de los Vongola es tan débil que no puede defender su propia felicidad?" exigió furioso el italiano.
Su antiguo alumno se detuvo bruscamente en su camino tras aquella provocación. Dino rápidamente le tomo del antebrazo, girándolo para encararle, para poder ver la verdad que ocultaban aquellos acerados ojos. Ardientes ámbares miraron oscurecidos, suplicantes, furiosos a los orbes azules.
De nuevo en la realidad, Kyouya se libero del agarre de Dino y le empujo lejos de su paso, en busca de la salida principal de la habitación. Sin embargo pronto se vio acorralado entre la pared y el cuerpo de Dino que le impedían cualquier movimiento
"¿Esta usted tratando de intimidarme? ¿ha olvidado de que nada de lo que dice o hace en algún momento a detenido mi camino?" gruño en un argumento salvaje.
"Yo lo se muy bien Kyouya! No trates de evitar mi pregunta, ¿realmente te da tanto miedo de abrir tu corazón a alguien mas?"
Kyouya le ignoro mientras seguía su camino, buscando la forma de liberarse de aquella situación, el cuerpo de Dino aun le mantenía en contra de la pared.
Pero antes de que pudiera escapar, el jefe Cavallone sostuvo su agarre, y entorno la rígida espalda del japonés en contra de su pecho agitado; mientras le apresaba con sus fuertes y tatuados brazos. El joven Don coloco su barbilla sobre el hombro tenso de la alondra, para así poder murmurar tenuemente entre respiraciones cortas.
"Si me das una oportunidad, te demostrare que cada vez que te digo "te amo" es en verdad lo que siento y que quiero decir cada una de esas palabras, que no es un desperdicio de tiempo para mi, que realmente mereces todas y cada una de ellas, junto con el sentimiento que conllevan"
"Las palabras son simplemente palabras, son fáciles de decir, demuéstralo… lucha y demuéstramelo… o te morderé hasta la muerte" ordeno fríamente la alondra.
Una lucha para expresar su frustración, una antigua batalla a base de fuerza física, sin cajas, ni anillos o armas de fuego. Ambos participantes estaban enfrascados en convencer con esta batalla y su determinación absoluta que ellos tenían la razón, el triunfo era una lucha por la dominación y la voluntad de retener o perder al otro.
Destellos de brillantes tonfas, danzas de látigos sin fin. Los ataques eran consecutivamente esquivados a base de ritmos complejos. En un momento las tonfas conectaron un golpe directo a la carne del adversario en el balcón del tercer piso, al siguiente el látigo se enredaba en las piernas contrarias en la azotea del edificio. Golpes, cortes, hematomas y sangre. Correr y perseguir.
Pulso acelerado, adrenalina al máximo, veloces patadas y bloqueos hábiles, reflejos de las sombras en el estanque sereno. Un salto y una risa burlona. Ropas empapadas y cuerpos empapados, chapoteaban en el agua que era iluminada por el sol.
Gruñidos, insultos y mas gruñidos, maldiciones resonaban por todo el patio trasero, el látigo fluyo, las tonfas golpearon. Camisas sudadas, respiración dificultosa. Ojos entornados, la ira se disipa de la misma forma que la energía se evapora. Cambios descuidados. Impacientes miradas, el final se acercaba. Se reflejaba el agotamiento y la desesperación de ambos.
Un ultimo destello de esperanza. Incluso en una lucha podía haber esperanza, tonfas aplastaron a un cuello bronceado atrofiando la respiración del contrario, el látigo se envolvió alrededor del frágil cuello del enemigo, sonrisas idénticas, tonfas fueron llevadas hasta abajo, el látigo fue retirado.
Ambos cuerpos heridos se dejaron caer uno al lado del otro; sobre el frio piso de una glorieta central, de un estanque ovalado. El silencio siguió a la brusca pelea. Satisfacción sustituyo hostilidad, el hambre seguida por el cansancio. La agonía que las cicatrices proporcionaban era simplemente una muestra que la paz volvía al patio italiano.
Después de la lucha que duro más de tres horas, Romario se acerco a ofrecerles comida. Eso le devolvió la sonrisa a Dino y observo divertido el frio rostro de su joven amante.
"Estoy cansado de la comida italiana llena de cremosidad y ácidos grasos" La refinada nariz del japonés se encogió de forma casi imperceptible al recordar específicamente un plato en especial (el guiso de ternera de la noche anterior) aquel que Dino decía que era su plato favorito.
Sonriendo con indulgencia el joven Don intento apaciguar el estado de ánimo de la Alondra.
"Romario ¿puedes pedirle al chef que prepare algo menos elaborado para Kyouya y para mi?"
Diez minutos mas tarde, un sinfín de fuertes maldiciones llegaron hasta los oídos de Dino, procedentes desde la cocina. Sonaba como algo que iría para largo, alegando que insultaban las habilidades culinarias del chef y su arduo trabajo, claro junto con dos o tres repeticiones de "Mocoso malcriado"
Mirando de reojo, Dino estudio el rostro de su amada alondra que el día de hoy estaba más temperamental que nunca. Parecía que Kyouya no se había conmovido en lo absoluto por aquellas palabras apasionadas dichas anteriormente, eso significaba que el conflicto aun continuaba.
"¿Qué te gusta de mi, Potro salvaje? Muchos creen que soy imposible e insufrible" afirmo tras su pregunta.
"Amo ese sentido de proteger lo que mas quieres con todo tu ser, tu inquebrantable lealtad y el espíritu libre e independiente del que eres dueño, tu inteligencia y sagacidad siempre esta presente en cada conversación que tenemos; tu eres prácticamente la contraparte de mi ser, aquella que me hace falta para estar completo" Tu cuerpo definido, tus proporciones firmes y ese lado aventurero que posees también son ventajas, pero no pienso decirlo, ya que aun valoro mi existencia.
Un suspiro cansado y quizás feliz, fue la respuesta de su amante.
"¿Qué piensa usted de mi?" pregunto curioso Dino, mientras se sentaba, plenamente consiente de que esto era un territorio desconocido para ambos.
"Tu sonrisa tan sincera y genuina… tan abierta…y… "Kyouya se detuvo.
En ese momento, Romario entro en el quiosco, llevando un plato de uvas Sangiovese, una hogaza de pan de trigo y dos vasos de agua.
"El chef envía sus saludos. Esperamos de que esto sea lo suficientemente sencillo para ti" una sonrisa socarrona dirigida a Dino.
Kyouya se irguió de su lugar de descanso, le dedico una sencilla mirada y declaro sin rodeos
"Estoy de animo para la comida estilo japonés, Cavallone"
Dos pares de ojos se abrieron llenos de desconcierto, ámbares orbes capturaron los oscuros marrones, mirándose mutuamente. Diez minutos de pensamientos atropellados después, Dino finalmente recordó el famoso restaurante Nobu en Milán. Y tímidamente le solicito a Romario el conducir hasta la ciudad y conseguir el alimento solicitado. Sintiéndose algo culpable, decidió agilizar los documentos que necesitaban revisión por su parte, para así compensar a su mano derecha.
"me esperas aquí Kyouya? Vuelvo en unos minutos" dijo saliendo de la glorieta, cubriendo con pasos rápidos el camino de mármol, Dino desapareció de la vista, más allá de las puertas traseras, subió presuroso por las escaleras y abrió las puertas de la oficina.
Una vez adentro recogió los documentos dispersos sobre su escritorio y a la vez se dio cuenta que Kyouya se encontraba en el dormitorio contiguo, empacando sus pertenencias para el vuelo de las seis de la tarde que le llevaría de regreso. Nunca vas a hacer lo que te digo, Kyouya; al menos eso no ha cambiado. Aun sigues siendo tan orgulloso y feroz como te recuerdo.
En su labor de reunir los documentos, Cavallone tropezó con el ultimo informe del departamento de biotecnología de Irie. Una pequeña esperanza de convencer a Kyouya para mantener su relación, brillo en su mente.
Y antes de que pudiera pronunciar la primera palabra, cuando salió por la puerta lateral que daba a la habitación, Kyouya se apresuro a cortarle el impulso.
"Sabes que a pesar de todo, un líder siempre necesitara de un heredero y de preferencia que porte su sangre, en tu caso es lo mismo. Ya seas un jefe de la mafia Italiana o un Yakuza de Japón. Deja de intentar cambiar la realidad Potro; ponga fin a esta tontería" fue la declaración directa de la nube.
"comprende que estoy tratando de hacer lo correcto" murmuro Kyouya, mientras desviaba su mirada hacia la ventana.
Así que me abandonas y pones fin a nuestra relación, solo porque tu definición de amor le dicta realizar tal sacrificio.
"por favor, dedícale algo de tu tiempo a este documento. He estado financiando la investigación del departamento de biotecnología de Irie Shoichi, junto con los Vongola. Hasta ahora, se ha perfeccionado los saltos de tiempo y la clonación de cualquier especie, incluida la humana. El siguiente paso en su proyecto es de poder combinar la información genética procedentes de cualquier ser, sin importar el género y utilizarlos en base a la misma técnica de clonación y poder generar vida a partir de ello"
Por un momento la atención de Hibari recayó en el documento entregado en sus manos.
"realmente creo que es prometedor, ellos están haciendo progresos constantes ¿Por qué no le damos una oportunidad a la ciencia? ¿Quién sabe lo que nuestro futuro nos depara?" alego muy sinceramente Dino.
La arisca nube no dijo nada al respeto, dejando caer su rostro inexpresivo, se dejo perder en sus pensamientos.
A veces, realmente, lamento la perdida y el cambio que has sufrido Kyouya, hecho de menos a aquel apasionado, descarado y violento joven, que ignoraba por voluntad propia las reglas de la sociedad. A ese Kyouya no le hubiese importado nunca lo que el mundo esperaba de nosotros y ni si su deseo personal era egoísta o incorrecto.
Siguiendo los pasos que antes habían recorrido, ambos regresaron hasta la glorieta donde minutos antes había estado; uno se concentro por completo en la documentación mientras que el otro se sumergió en la batalla de diálogos internos que le aquejaban. Fue por unos largos minutos que el silencio reino, sin embargo el italiano no pudo ocultar por mucho tiempo la pasión que le recorría y la determinación de mantener a la esquiva nube a su lado, así pues con convicción inquebrantable, declaro.
"No importa lo que yo deba sentir, no me arrepiento de confesarle mi amor. Yo no soy una persona a la cual le falte seguridad en su acciones, o que posea demasiado miedo de expresar mi afecto, y en mi no está dejarlo ir fuera de mi vida, a pesar de sus dudas… me niego a renunciar a su amor hasta que no me dé una respuesta clara y veraz."
En ese momento, un exasperado Romario subió a la plataforma de la glorieta sin ningún problema, entregando dos cajas de bacalao negro del famoso Nobu, junto a la sopa de miso, después de hora y media de recorrer hasta Milán.
"Grazie" hablo quedamente Dino a Romario, un autentico gracias al estilo suave del italiano.
A las cinco de la Tarde tanto Dino como Kyouya tomaron duchas por separado, y se prepararon para partir rumbo al aeropuerto de Malpensa.
Mientras Kyouya salía del cuarto de baño, y hacerse de su equipaje ya listo para partir; Dino llego hasta la puerta del dormitorio principal, con una elegante caja en sus manos.
Un latido doloroso resonó en el corazón de la alondra. Así que este es final de nuestro viaje juntos Cavallone, la hora de dejarlo ir.
"Mi regalo para ti. No lo abras hasta que llegues a tu sede central" Entrego a Kyouya el presente, asegurándose de que lo guardara; Dino sintió una compresión dolorosa alrededor de su corazón.
Antes de que Kyouya pudiese decirle algo, el se apresuro a cortar la distancia entre ellos y capturar con sus propias manos las de su querida alondra. Cerró los ojos y cubrió los labios del japonés con los suyos propios. Un beso suave y paciente, esperando la respuesta de la nube. Las manos del japonés se extendieron hasta alcanzar los rubios cabellos, acariciándolos y manteniéndolos entre sus dedos.
Inclinando un poco su rostro de lado, lamio los labios de Kyouya, solicitando permiso para ingresar en aquella boca. Y en su trance de placer y regocijo, Kyouya permitió tal intromisión; la lengua suavemente exploro cada parte de aquella cavidad. Era un momento lleno de lujuria y pasión; las manos de Dino comenzaron a recorrer la piel de marfil de su aun amante, aquella que se ocultaba bajo las ligeras telas de ropa, manteniendo a un el ritmo del beso, los experimentados dedos, exploraron los definidos abdominales, los tensos músculos y la estrecha cintura. Ambos encantados con la sensación y el sabor del otro, cumpliendo un último deseo sin sentido
Antes de que la lujuria pudiese manifestarse, Kyouya empujo lejos a Dino, separando bruscamente tanto manos, lengua y labios de aquel placentero momento. La pasión persistente aun rondo sin rumbo en el aire.
Inmediatamente, después de aquel apasionado beso, la alondra tomo su equipaje y abandono aquella recamara, apresurando su paso, rumbo a la puerta principal. Dino respiro hondo y ordeno que llevasen su Ferrari rojo al jardín delantero. Una vez que ambos habían subido al automóvil, acelero la marcha, dejando atrás la hermosa finca; desgraciadamente, ni el fresco aire de la tarde, calmo el dolor en dos corazones inciertos.
Dino junto a Kyouya llegaron primero al aeropuerto, ambos completamente en silencio, minutos después Romario, Kusakabe y algunos hombres de la familia Cavallone, arribaron en un coche negro.
El distintivo grupo se dirigió al puerto de embarque privada, en una silenciosa paz melancólica. Una vez allí, tres minutos antes de las seis, Dino vio como el jet privado de los Vongola, estaba listo para despegar, llevando de regreso a Japón a su querida Nube.
Kusakabe fue el primero en dar las gracias tanto a Romario como al resto del sequito, antes de dar las gracias también al joven Don. Kyouya por su parte en un mudo asentimiento de cabeza hizo notar su gratitud hacia ellos, capturando con la mirada a cada uno de ellos brevemente. Inicio su camino rumbo a la aeronave, pero no bien dado tres pasos, la alondra se mordió el labio inferior y bruscamente giro para encarar a Dino, en un gesto extraños de su parte capturo al italiano en un gentil abrazo.
Aquello causo que el joven italiano callera preso de su asombro, lo cual le anulo por completo sus defensas y capacidad de reacción; en su perplejidad Dino apenas pudo escuchar el murmullo fugaz de su ex-tutee.
"Arigatou… Dino" La garganta del italiano se estrecho reprimiendo sus cuerdas vocales, no pudo responder a aquella frase.
Parpadeando aun confuso y con su mirar nublado, Dino, una vez mas solo pudo vislumbrar como la espalda recta de Kyouya se alejaba presuroso de su entorno desapareciendo por completo al ingresar al jet, sin volver a ver hacia atrás jamás. Se alejaba de su vista… se alejaba de su lado… le privaba de su compañía. Estas huyendo de mi, amor! ¿Realmente tuve que escuchar mi nombre en sus labios solo hasta el final? Supongo que realmente este es un adiós, su adiós Kyouya… te dejare ir por ahora
Los poderosos motores del avión retumbaron una vez fue puesto en marcha, rugiendo sin tregua; iniciaron su camino de regreso a Japón; llevándose consigo al Guardián independiente y autoritaria alondra, de regreso a su tierra natal; junto con la esperanza de verlo una vez más.