Pesca.
- Miren a Kujimaro – repuso el pequeño canadiense, era extraño que Matthew levantara el tono de su pequeña voz, a excepción de cuando su pequeño oso polar hacia algo que le llamaba poderosamente la atención.
Lo cual en esos momentos estaba ocurriendo, la momento que el pequeño oso sacaba su segunda trucha en menos de cinco minutos.
Ese día Arthur y Francis habían llevado a pescar a sus pequeñas colonias a las orillas del Río San Lorenzo, pero aun que el francés y el ingles eran hábiles pescadores con las manos, a penas llevaban cuatro pescados en lo que llevaban de la mañana, siendo humillados por el pequeño animal que en tan solo cinco minutos ya había igualado su marca.
- Eso no es nada yo pescare el doble – exclamo el ingles volviéndose a meter al rio de aguas rápidas, no se dejaría ganar, y menos por un oso pro francés.
Ese día las pequeñas colonias aprendieron dos valiosas lecciones
Una: los osos polares son grandes pescadores.
Y
Dos: Arthur tardaba cuatro días en recuperarse de una pulmonía, ocasionada por el agua fría