Hola! Estoy que se me cae la cara de vergüenza. Ya fue como año y medio que no publico nada en este fandom…¿Y cómo olvidarme y dejarlo tan descuidado si aquí fueron mis inicios?

No me lo puedo perdonar y voy a intentar repararlo un poco. Pero primero que nada, un saludo a todos, a quienes me recuerdan de algún modo o a quienes apenas me van a conocer :D

Segundo, se requieren opiniones. Quiero hacer otro fic KxKula largo pero no me decido. ¿debería hacer otra historia de vampiros-ya tengo más o menos como sería la trama- o buscar algo que se apegue más a la realidad del videojuego? Es que, de ser un fic de vampiros, sería el tercero que hago, no sé si parezca demasiado o si está bien. Si alguien quisiera sugerir algo o incluso alguna petición de fic, es bienvenida.

Tercero, este cap se me ocurrió mientras escuchaba "Like a Stone" de Audioslave. Creo que a K' le queda bastante bien, jeje. Se trata de un shot algo reflexivo, casi sin acción esta vez y bastante dramático. Quiero pensar que es realista, traté de ponerme en la piel del personaje, y esto fue lo que salió.

Espero que les guste.

Momentos del fuego helado

Momento diecinueve

Like a Stone

K' caminó hasta encontrarse a sí mismo en el centro de la sala del departamento, que a estas alturas simplemente estaba vacío. Bueno, había desaparecido para estar un tiempo solo. No era su culpa que sucedieran cosas como las que habían pasado. En realidad, esperaba encontrar a sus amigos como quien puede esperar ver a un elefante caminando entre el tráfico de una mañana soleada en cualquier gran ciudad. Poco probable, pero aun así, con alguna pequeñísima esperanza, ¿No? ¿Había sido acaso muy positivo? ¿O era que simplemente para él no había esperanza?

Se sentó en una única y solitaria caja que había en el centro de la estancia empolvada, llena de telarañas, vacía y oscura.

Muy a su pesar, usó su poder para iluminarse un poco. El resto del edificio también estaba vacío, y por ende, todo servicio de electricidad estaba cortado. De modo que no había luz, y aun renegando por tener que hacer aquello, encendió su mano cual lámpara y observó a su alrededor.

Esa había sido la sala. Caminó un poco más allá y encontró el pasillo, la cocina, y luego los cuartos, y era como si cada uno de los rincones que recorría trajeran a él nuevos recuerdos, nuevas memorias que se habían estancado en alguna parte de su cerebro y que habían vuelto a activarse solo con recorrer esas esquinas.

Recordó a su hermana y a Max. Para su desgracia, también recordó a Kula. Recordó las palabras, los llantos, los ruegos y las promesas. Pensó en cada una de las barbaridades que había hecho, y en todas las cosas lindas que no había hecho por ella y su corazón. Porque si bien ella siempre mostraba fortaleza, cuando se trataba de él tenía un lado suave, tan suave que era extremadamente sencillo lastimarla y romperla, tal como él, en tantas y repetidas ocasiones había hecho.

Y es que pensaba, ¿por qué no podía simplemente dejarlo en paz? ¿Por qué no asumía que entre ellos, entre criaturas como ellos, no había espacio para tranquilidad, o confianza? ¡Mucho menos para el amor!

Con el paso del tiempo, conforme avanzaron los días en soledad, y estando completamente incomunicado, las preguntas que se hacía sobre ella, y en general con las personas que formaban su reducidísimo grupo de conocidos y acaso amigos, fueron cambiando de forma y todos sus sentimientos, negativos para variar, fueron cambiando totalmente de recipientes. Se reconocía a sí mismo como culpable de todas y cada una de las desgracias que caían sobre él por ser tan terco y por querer siempre alejarse de quienes lo querían pero, ¿realmente podían culparlo? Así había aprendido a vivir, así había aprendido a sobrevivir, que era aún más importante, dentro de una burbuja donde solo había espacio para él y donde lamentablemente no iba a poder aceptar nunca a nadie más.

Pero veía a su alrededor. Cada metro cuadrado de aquel lugar, tan oscuro y vacío, le iba trayendo recuerdos y arrepentimiento a su cabeza, pues veía en el piso, entre el polvo, entre las telarañas y el eco de sus pasos, la experiencia y sabiduría de Max, la tranquilidad que le transmitía Whip, pero sobretodo, las constantes muestras de cariño que tenían hacia él, por sutiles que fueran: preguntarle como estaba, asegurarse de que estuviera alimentándose bien, procurando no dejarlo dormir hasta muy tarde, evitándole disgustos…

Y luego, en el extremo del cariño y el cuidado, estaba Kula. Siempre detrás de él, siempre dejando de lado cualquier otra cosa solo para ir a su lado e intentar, menos que probablemente, sacarle una sonrisa, dar alguna pequeña nota de alegría a esa existencia suya que él parecía tan aferrado a mantener gris, indiferente y oscura.

Cuando se fue, ella no lloró. Pasaron los días y tal como K' lo pidió nadie buscó comunicación con él, y él simplemente no quiso permanecer en contacto por nada del mundo. Y aunque al principio lo hacía más por fastidio del mundo, por aburrimiento y, para quien quisiera verlo así, por terquedad, por idiotez y por inmadurez, con el paso del tiempo, de los días, las semanas y hasta los meses, siguió eludiendo la comunicación porque se dio cuenta de que si alguien hacía las cosas difíciles, fastidiosas y horribles para los demás, era él, solo él mismo y nadie más.

Si Máxima tenía que romperse la cabeza por millón y medio de problemas en los que ambos andaban metidos, era porque él mismo se había metido en problemas primero, si Whip estaba en problemas, con su propia consciencia o con sus amigos del ejercito era porque él mismo se había convertido en un estigma, en un cáncer, en "algo" que la hacía diferente, que la obligaba a dejar la vida a la que estaba acostumbrada para ir con él, para cuidar a su "hermanito" que parecía siempre estar buscando enemigos y peleas. Si Kula a veces parecía derrotada, si se la pasaba suspirando por los pasillos y en ocasiones parecía que la tristeza la fuera a vencer, era únicamente por él, por su corazón estúpido, blindado con estupidez, con idiotez, con terquedad, con necedad y con todos esos sentimientos y actitudes que simplemente parecía imposible que después de tantos años siguiera teniendo, como si fuera….

Un verdadero parásito. Eso terminó pensando de sí mismo luego de tanto tiempo, tanto pensar y tanto revolverse en su propia maldita soledad.

Pero, ¿qué más podía hacer?

Pensó en esconderse de ellos por completo, en irse lejos y jamás volver. Pensó en borrar su existencia de una vez por todas, que lo olvidaran, que nadie necesitara volver a buscarlo ni preguntar por él en ninguna parte y que por extensión, se olvidaran de los problemas que él le llevaba a sus existencias.

Sin embargo, un pensamiento macabro llegó a su mente, y se dio cuenta de que era demasiado cobarde como para pasarlo por alto.

No quería morir solo.

No quería pasar al maldito otro mundo sin haberse sacado los demonios que había en su interior y sin haber hecho las paces con la vida, sin haber hecho algo que valiera la pena recordar cuando ya no quedara ni el polvo de sus huesos, pero sobretodo no quería morir en un lugar donde no conociera a nadie y donde no tuviera nombre ni pasado.

Pasado ya no tenía, no había forma de recuperarlo y eso era casi un hecho. Pero futuro…podía tenerlo. Aún estaba a tiempo, ¿No?

Y no era que de un día para otro fuera a convertirse en el amigo, hermano o "prospecto" ideal. Simplemente, quería aprender a apreciar un poco más lo que había para él en esta vida, quería creer que aún había algo, que su corazón blindado aún tenía oportunidad de romper su coraza y salir adelante en una vida, si bien no feliz, por lo menos, agradable no tanto para él sino para quien le importaba.

Había vuelto. Había pasado más de un año y habían sucedido cosas que ni siquiera podía enumerar por completo, simplemente…cosas, peleas, escondrijos, problemas, que ahora y cuando más necesitaba de ellos, de su familia, los llevaban a otro lugar de nuevo, como si el destino se empeñara en mantenerlo alejado, como si la vida al fin hubiera comprendido que su piel estaba hecha de veneno y que todo lo que en esta vida tocaba con sus manos se marchitaba y moría.

Se decidió a dejarse de dramatismos. Ya era suficiente de lamentarse y portarse como si ya estuviera muerto.

Pero estaba exhausto. Exhausto de caminar, de buscar. De la vida que se había ingeniado y que se había ganado a pulso.

Se arrinconó en la esquina de la sala. Permaneció sentado allí, por horas.

No se movió. No emitió sonido alguno, ni siquiera se esforzó en respirar con fuerza. La llama desapareció de su mano y la verdad es que no le importó en lo más mínimo.

Se sentía por primera vez en mucho tiempo, firme y decidido.

Algo le decía que podía quedarse allí, que pronto iba a pasar algo realmente bueno por lo que valía la pena permanecer allí. No supo en realidad cuanto tiempo había sido. Pudieron ser días. Y en realidad no le importaba porque ese sentimiento, esa advertencia, ese deseo al que se había aferrado desde un principio seguía allí, diciéndole que debía quedarse, que debía convertirse en una piedra vigilante, siempre a la espera de lo que había de llegar.

Porque no tenía nada más a qué aferrarse. No tenía otro deseo, otra idea ni otra esperanza.

Y si, pudieron ser días.

Pero finalmente, su espera valió la pena.

La puerta se abrió.

Él levantó la vista, y dejó a sus ojos conectarse con aquellos. Se permitió recordar tantas cosas en el lapso de unos segundos, que el arrepentimiento se apoderara de su corazón y que por primera vez en su vida – o quizás en la vida que era capaz de recordar- pudiera comprender, solo un poco, lo más mínimo posible, lo que era el cariño, el amor.

-Volviste. Sabía que lo harías.

Tantos sentimientos había, implicados en esas sencillas palabras, en su sonrisa, en el brillo de sus ojos, que él no pudo hacer más que ponerse de pie y quedarse quieto mientras ella corría hacia él y lo abrazaba con fuerza, pegando la cara a su pecho como si no quisiera que la separaran de allí.

No pudo contestar. Hubo miles de preguntas que quedaron sin respuesta, algunos reclamos que quedaban relegados al olvido cuando ella volvía a sonreír, y sobretodo, monosílabos de su parte, que buscaban sintetizar todo lo que hubiera podido decirle.

Abrumado por lo que tenía por delante, K' no sabía ni por donde comenzar. No se proponía cambiar de un día para otro, sería difícil. La oportunidad allí estaba. Pero aún tenía una duda que resolver.

Fue allí que pudo dejar salir libremente su voz.

-Este lugar está vacío- el sonido monótono apenas era capaz de dar forma a las palabras, tanto tiempo en soledad y silencio le habían hecho casi olvidar como hacerlo- ¿qué haces aquí?

Kula levantó la vista hacia él. Seguía con los brazos alrededor de su cintura, y ahora le sonreía de la manera más tierna mientras sus mejillas tomaban un sonrojo que a él se le antojó exquisito, para su propia maldita sorpresa.

-No sabías a donde nos habíamos ido. Y siempre supe…que volverías- admitió, sin quitar la sonrisa de su rostro- aunque necesitaras estar solo, no lo dudé ni un segundo. Vine todos los días. Había pensado en dejar una nota pero es peligroso. Así que venía y esperaba.

¿Cuánto tiempo llevaría en esa situación?

A juzgar por el estado en que estaba el departamento, supuso que mucho. Varios meses, al menos.

Antes de que Kula dijera algo más o se moviera, K' se inclinó sobre ella e hizo algo que jamás pensó que haría.

La besó.

No supo qué sentir. No supo cómo mover los labios. Pero tenía que admitir que había cierto calor en aquel acto, cierto bienestar. Kula se removía entre sus brazos pero él no la dejó ir. Ella se calmó y correspondió y ambos, torpemente, comenzaron a efectuar pequeñas caricias con los labios, ligerísimos roces, uno contra el otro.

Lo hizo durar muchísimo porque no era capaz de comprender, muy a su pesar, no lo conseguía disfrutar del todo, como él hubiera querido, como sabía que seguro Kula lo hacía en ese momento.

No la amaba, eso era un hecho. Porque no conocía el amor. No le podían pedir eso aún. Pero estaba dispuesto a aprender y estaba seguro de que nadie en esta vida sería mejor maestra que ella y así fue como se lo dijo, sin rodeos y sin mentiras, sin jurarle nada, sin prometer nada a cambio, sin asegurarle un futuro ni una vida.

Y para su sorpresa – alegría, emoción, si sabía lo que esas palabras significaban- ella aceptó. Le sonrió y lo tomó de la mano, dispuesta a comenzar con sus enseñanzas.

-Vamos a casa- dijo y lo obligó a caminar por la puerta.

K' tardaría en mejorar. Quizás nunca sería del todo feliz.

Pero algo tenía claro. Kula no siempre había estado allí, pero de ese momento en adelante, siempre lo estaría.

Solo por eso, valía la pena intentar.

Fin

Quisiera dar un agradecimiento especial a GothicL0li Patit0 DiAm0nD por acordarse de mi a pesar de mi alejamiento e irresponsabilidad :'D gracias amiga, me anima mucho saber de ti. Contestaré pronto al último mensaje que me mandaste, gomen, no había visto el correo :s

Un gran saludo, muchas gracias por leer. Ojalá puedan darme sus opiniones :)

Atte, Yereri Ashra.