De niño a… ¿mujer?

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Cap 5

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Ya habían pasado tres días, y Tamao notaba que algo había cambiado. Y no era sólo el nuevo miembro de la pensión, quien parecía esperar que algo sucediera porque lo único que hacía era sentarse en el jardín con los ojos cerrados y meditar. No… no era sólo eso… también estaba el asunto de Anna e Yho. La rubia se iba con ellos a la escuela y al regreso también. Incluso había asistido a un partido de práctica del equipo de básquet masculino. No sólo había sido Anna, Pilika, Jun y Jeanna también, pero era Anna el factor sorpresa. Por eso Tamao se había excusado con el chino, el no poder ir a su casa en esos tres días porque tenía muchos deberes que hacer… al chino no le había importado… y por supuesto Tamao lo había hecho por celos… sí, celos… a que la señorita Anna y el joven Yho regresaran solo los dos juntos después de clases… porque para colmo Hao ya no los acompañaba… mejor dicho… ya no estaba detrás de la señorita Anna… parecía haber perdido el interés… ¿o era acaso que él sabía algo que ella no? ¿Será acaso que el joven y la señorita llevaban una relación a escondidas? No… el joven Yho no era así…

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¡Concéntrate Tamamura! –

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La voz de la entrenadora del club de tiro hizo que saliera de sus pensamientos e inesperadamente soltara la cuerda del arco para finalmente tirar la flecha hacia el blanco.

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Si te concentraras un poco más tu tiro sería perfecto… hasta cuando eso pase no harás parte del equipo – dijo la mujer señalando la flecha de Tamao, que se encontraba a sólo milímetros del centro – esta vez tuviste suerte pero no me pienso arriesgar sólo por eso.

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Tamao miró con algo de desilusión el arco… necesitaba entrar en el equipo.

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Ya estaba de nuevo en la pensión recogiendo los platos junto a Hao cuando la abuela decidió romper el silencio que se había instaurado en todas las últimas cenas.

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Debemos hacerles un anuncio – dijo seriamente mirando a los jóvenes de aquella habitación.

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Tamao, hijo, dejen los platos un momento – dijo amablemente Keiko.

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Hao y Tamao tomaron asiento de nuevo en la mesa.

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Hao e Yho, como sabemos ya están lo suficientemente grandes como para empezar a entender que tienes obligaciones con el clan Asakura. Y más aún cuando uno de ustedes será el sucesor del clan. Eso conlleva a muchas responsabilidades… derechos y también deberes – haciendo una pausa que hizo que Tamao temblara por lo que pudiera venir – aún no es oficial la decisión de quien ocupará ese lugar pero como Hao…

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Me niego – dijo Hao tranquilamente pero seriamente.

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¿Qué? – miró Keiko a su hijo algo sorprendida.

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Me niego a participar de esto. Yo no seré su mayor juguete de entretención. Conmigo no jugaran a su antojo – dijo Hao levantándose del piso.

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Pero hijo, ¿qué dices? –

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Mamá tú sabes mejor que nadie que yo soy el rebelde la familia – dijo en tono sarcástico antes de salir de la sala.

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¡Espera Hao! – dijo la mujer en un intento desesperado de detener a su hijo.

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No te muevas de tu sitio Keiko – dijo Mikihisa en tono autoritario. A lo cual lo único que pudo hacer la mujer fue agachar la cabeza y apretar fuertemente sus manos.

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Eso lo veíamos venir – dijo el abuelo casi sonriendo observando la cara molesta de su esposa.

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¡Ese chico no sobrepasará mi autoridad lo quiera o no…! – la abuela también intentó detenerlo pero una voz se alzó más duramente.

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Yho tú serás el sucesor del clan Asakura y tu prometida es Anna – dijo finalmente Mikihisa.

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¡¿Qué haces Mikihisa! – dijo la abuela molesta – ¡mi protegida no…!

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YO, Kino, soy el actual jefe del clan Asakura. YO soy quien elige el sucesor. Y TU protegida es la prometida del sucesor. TÚ misma la escogiste, TÚ misma lo decidiste – dijo lo más autoritariamente posible – Así que yo elijo a Yho Asakura como mi sucesor y su prometida es Anna Kyouyama. Y no quiero más discusiones al respecto. Yo mismo lo anunciaré con el resto del clan – dijo dando por terminada la discusión.

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En la sala parecía que acabara de caer una bomba silenciadora sobre los más chicos. Yho miró a la rubia en busca de alguna objeción o duda pero sólo vio la miraba impasible de la chica como si nada hubiera pasado.

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Permiso – dijo la rubia antes de partir hacia su habitación.

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Chicos vayan ya a la cama – dijo el abuelo al ver que de pronto la discusión se extendiera.

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Yho se levantó y fue a su habitación sin decir nada. Conocía ese tipo de decisiones en su familia. Supondría que todo estaría bien.

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Sin embargo Tamao no se movió ni un centímetro, su mirada parecía perdida en algún punto, como quien tiene la mente en blanco.

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Tamao, ve tú también a tu habitación – dijo el abuelo colocando su mano en la cabeza de Tamao.

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Como saliendo de su trance se levantó y comenzó a recoger los platos sucios de la mesa. Y aunque el abuelo le repitió que dejara los platos Tamao parecía no escuchar porque los recogió todos y los llevó a la cocina en donde comenzó a lavarlos.

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En la cocina se escuchaba la discusión entre Mikihisa, Keiko y los abuelos pero Tamao parecía no escucharla. Terminó su tarea y caminó al baño donde se lavó los dientes. Caminó de nuevo a su habitación donde cambió sus ropas y se acostó en su futón.

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Tamao cerró sus ojos lentamente como quien espera que el sueño termine su día para darle uno nuevo totalmente distinto.

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A la mañana siguiente Tamao realizó sus deberes como todos los días. Era como si no recordara lo que había pasado la noche anterior. Y así como todas las mañanas salió a la entrada de la pensión en donde le esperaba Yho. Tamao no veía a nadie más esa mañana, parecía como si los demás fueran invisibles, no notó a los abuelos, no notó a los esposos Asakura, no notó el extraño señor, no notó a la rubia, no notó a Hao. Esa mañana sólo lo veía a él. El motivo por el cual estaba vestida de chico, el motivo por el cual se estaba dejando crecer el cabello un poco, porque aunque quería parecer un chico para los demás, ella también quería que él notara que era una chica… una linda chica.

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Le sonrió al chico y él le sonrió de vuelta.

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Llegaron a la entrada de la escuela y se encontraron a Ren bajando de la limosina negra.

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Ren Tao… el chico que la quería separar de Yho… ese chico malvado sin corazón que la obligaba a arreglar una biblioteca imposible, quitándole sus preciadas horas con Yho… tenía rabia… se sentía molesta… tenía mucha rabia… le dolía el pecho… tenía que ser culpa de ese chico… él era el culpable…

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Ren sintió la mirada del pelirosa… ¿qué le pasaba? El chico lo miraba con molestia, con rabia… ¿con odio? El chino se paralizó… esa mirada del chico lo había desconcertado… ¿acaso ese chico tenía efectos retardados?

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Yo-yo me voy –

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¿No quieres que te acompañe Tammi? –

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Gra-gracias – dijo y se fue alejándose para no ver más al chino.

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Las clases pasaron, y su rabia por el chico parecía incrementarse. En el descanso no pudo mirarlo de otra forma y eso parecía molestar al chino de sobremanera.

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A la salida de la escuela, Tamao le dijo a Yho que tenía práctica de tiro, aunque no era así. Yho le dijo que la esperaría en el parque pero ella le dijo que se iría con un amigo después a hacer una tarea, aunque igualmente no era así. Pero era algo que no comprendía, su interior le gritaba no regresar a la pensión… alejarse de Yho pero no comprendía…

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Y ahora debía ir donde el chino malvado…

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Y ahí estaba de pie frente a la gran puerta. Bason la había recibido y caminaban hacia la entrada de la gran casa.

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En la sala principal pudo observar al chino en la parte superior de las escaleras. Lo odiaba, lo odiaba… tenía mucha rabia… no lo saludó… caminó molesta hacia el cuarto de libros viejos.

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Toda esa actitud le había parecido extraña al mayordomo de parte de la pelirosa, pero más extraño le había parecido cómo su amo había bajado las escaleras para irse detrás de la pelirosa.

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El chino llegó cuando la pelirosa apenas estaba introduciendo la llave en la puerta.

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Sí tanto te molesta lárgate – dijo lo más fríamente posible.

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Lo odio – susurró la pelirosa - ¡lo odio! ¡Lo odio! – gritó con todas sus fuerzas.

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¡Entonces lárgate! – dijo el chino fuera de sus casillas. Sabía que mucha gente lo odiaba, pero no iba soportar ese tipo de molestias en su casa.

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La chica lo miró con los ojos cristalinos, un par de gotas resbalaban en sus mejillas. Esa imagen paralizó al chico… jamás había visto a alguien de esa forma… y ver a Mao de esa forma por su culpa lo hacía sentirse raro… incómodo… ¿molesto?

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La pelirosa seguía ahí de pie, frente a él, con lágrimas recorriendo sus mejillas cuando la peliverde apareció.

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¿Qué has hecho Ren? – le dirigió una mirada reprobatoria mientras corría a abrazar a la pelirosa.

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Tamao al sentir el abrazo de la peliverde sintió como si algo que la hubiera encerrado todo este tiempo la dejaba salir por fin.

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El chino molesto salió dando fuertes pisadas mientras en la lejanía escuchaba el llanto y los gritos de odio de la pelirosa.

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Lo odio… lo odio… - la peliverde escuchaba como la misma frase bajaba su fuerza cada que la pelirosa la repetía. Y de repente comenzaba a decir otras - ¿por qué? Si yo lo quiero… ¿por qué?... ¿por qué ella y yo no?... no puedo odiarlo… yo lo quiero… y no puedo hacer nada… ella es linda… y yo… -

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Las frases completas se perdían entre sollozos y confesiones salían de de ellas pero a la pelirosa no le importaba. Lo había comprendido. No odiaba al chino… sentía rabia desde la noche anterior… impotencia… y todo lo había volcado hacia el chino… porque el chino era el malo… e Yho era el bueno… a él no podía darle su rabia… no a él no…

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No supo cuanto tiempo pasó… pero ya no hablaba y su llanto había parado… ya no tenía ganas de gritar y sus ganas de llorar se habían agotado. Su ser estaba más calmo… y fui ahí donde cayó en cuenta… le había confesado muchas cosas a la peliverde… ¿ella había dicho que era chica?... no lo recordaba… pero había dicho que quería un chico… ¡¿qué pensaría la peliverde?

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La chica se soltó del agarre asustada… miró a la peliverde a la cara tratando de descifrar algo pero la peliverde sólo la miraba tiernamente.

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Acompáñame – la peliverde observó el miedo en los ojos de la pelirosa – tranquila, ven conmigo.

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Tomó la mano que le ofrecía la peliverde y esta la llevó escaleras arriba. Entraron en una habitación con una gran cama en su interior y finamente decorada. No tenía ese ambiente lúgubre del resto de la casa, pero si daba la impresión de ser una habitación de un elegante hotel… o así imaginaba Tamao que sería una, ya que nunca antes había ido a un hotel lujoso… pero a pesar de todos estos detalles la habitación tenía un ambiente impersonal.

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Esta es mi habitación – le dijo la peliverde con una sonrisa.

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Es muy-muy bonita… y elegante – dijo algo temerosa.

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No te preocupes… no se lo diré a nadie –

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Tamao dudó en si confiar en la peliverde… aunque ella parecía alguien en quien podría hacerlo. Observó la habitación una vez más, evitando mirar a la peliverde a los ojos. Su situación le producía vergüenza… ¿qué podría pensar esa chica de lo que Tamao estaba haciendo?

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¿Cuál es tu nombre? –

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Ma… mmm… Tamao… Tamao Tamamura – dijo algo sonrojada.

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Lindo nombre –

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La pelirosa de repente se vio envuelta en un ambiente confortable. Y así pasaron un par de horas, en las cuales las dos chicas platicaban mientras tomaban una bebida caliente que Bason les había traído.

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Salió de esa casa más tranquila tras conversar con la peliverde. Corrió a casa con los ánimos distintos… aunque sabía que allá estaría la realidad por la cual se sentía triste.

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¡¿Qué Hao se ha ido? – dijo Keiko exaltada – ¡Hay que buscarlo de inmediato!

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Él así lo ha decidido – dijo Mikihisa tranquilo.

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¡Es lo menos que debió hacer! ¡No merece estar aquí si no acata sus deberes! ¡Si no se hubiera ido yo misma lo hubiera echado! –

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¡Hablas de mi hijo Kino, recuérdalo! -

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Calma, que aquí no ha pasado nada grave – dijo el abuelo al igual de tranquilo que Mikihisa.

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Aquí no podrá entrar de nuevo – dijo finalmente la abuela.

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Eso no lo puedes decidir tú Kino -

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¿Entonces quien? ¿Tú? ¿Así eres de blando siendo el jefe del clan? – dijo intentando quebrar su orgullo.

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No caeré en tus provocaciones Kino. Eso lo decidirá Yho, en su debido tiempo. Puede que Yho aun no sea el jefe, pero esa decisión la tomará él cuando llegue el tiempo. Porque Hao volverá, mi hijo volverá… recuerda, yo también fui el rebelde de la familia – dijo con una sonrisa de triunfo mientras se retiraba del lugar.

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Ese idiota sólo provoca molestias – dijo la rubia al lado del castaño.

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Jijiji Annita. Todo estará bien… mi hermanito volverá –

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Tú eres otro idiota – dijo mientras se retiraba igualmente del lugar.

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Amo Yho, la señorita Anna me ha ordenado que en el momento que ella se fuera le comunicara que desde mañana iba a continuar su entrenamiento – dijo Amidamaru quien se había acercado a Yho.

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Pero si no entreno desde hace mucho tiempo – dijo Yho algo confundido.

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Ella dijo que usted iba a preguntar eso… y me dijo que le dijera que ella no se casaría con un debilucho –

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Pero… pero… yo sólo quiero echarme en el pasto –

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También me ha dicho que tomara un baño de agua caliente largo y durmiera temprano. Para así estar descansado para mañana –

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Annita – Yho miró en dirección hacia la habitación de ella.

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Tamao había observado toda la escena. Se había sentido un poco aislada de todo. Pensaba que ahora que Yho y Anna estarían más juntos, ella no se sentiría sola porque Hao también lo estaría… pero él ahora no estaba.

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Ese detalle y el pasar de unos días le hubieran hecho comprender que no eran celos sino miedo a quedarse sola. Miedo a que Yho sólo quisiera estar con Anna y ella pasara a ser nadie. Porque era Yho quien la hacía sentir parte de esa familia… pero Tamao aun era muy pequeña para diferenciar esos sentimientos… ella sólo se daría cuenta con el tiempo.

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Pero lo quería, estaba segura… ¿entonces no deberían ser celos?... un sentimiento de alegría por verlo feliz pasó por su cabeza… pero era sólo una chiquilla ¿qué podría saber de sentimientos si jamás le había pasado nada?

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Al día siguiente después de clases fue a la mansión Tao.

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Bason como siempre la recibió a la entrada… esta vez la pelirosa al entrar le pidió a Bason que le dijera al chino que quería verlo.

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¿Qué quieres? – dijo el chino dándole la espalda.

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Discúlpeme – dijo bajando su cabeza.

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No me interesan tus disculpas –

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Discúlpeme –

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Ya te dije que… -

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Ren, no seas testarudo… discúlpalo y ya – dijo su hermana entrando de improviso.

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¡Déjenme en paz! –

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Ya te disculpó Mao – dijo con una sonrisa en la cara.

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Per-permiso… voy a la bi-biblioteca – dijo sonrojada por la actitud natural de la peliverde. Ella sabía su secreto.

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Desde ese día Tamao iba tres veces a la semana a la mansión Tao, unas veces adelantaba su trabajo en la biblioteca, otras veces Jun la distraía toda la tarde. Trataba de pasar tiempo fuera de la pensión, y sus visitas a la mansión Tao la mantenían distraía de la tristeza que le traía su estadía en la pensión.

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Ya había limpiado los libros uno a uno. Había limpiado de polvo toda la habitación incluyendo los estantes, un escritorio y un mueble viejo.

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Miró las cortinas que había quitado y aun se encontraban sucias en el pasillo. Tal vez hoy mejor se dedicaría a lavarlas. Basón sabiendo que sería una tarea demorada ya que eran grandes y gruesas, le había ofrecido lavarlas pero Tamao se rehusó. Lo haría ella misma, ella arreglaría todo y cada uno de los elementos de ese cuarto. Así tendría obtendría un día más fuera de la pensión, una excusa más para no vivir la realidad.

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Tamao se encontraba en la zona de lavado de la gran mansión. Habían lavadoras y secadoras, pero Tamao lo haría a mano. Había pasado una hora lavando cuando sintió un frío ya conocido recorrer su cuerpo. No se volteó, se quedó inmóvil. Esperaba que él se fuera como siempre lo hacía. Fue un minuto eterno, en el cual Tamao apenas respiró. De nuevo, recuperó su tranquilidad, ella no tenía que ver para saber que ya se había ido. Tamao pensaba que Ren era una persona muy extraña, llegaba la miraba y se iba sin decir una sola palabra.

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Fín del cap.!

Volvi! Después de un largo tiempo… y aun no puedo creer que hay demorado tanto. El tiempo pasa muy rápido… (¬¬)

Bueno, muchas gracias a todos por sus reviews! Espero les guste el cap! Y como ando en ánimo de escribir creo que publicaré el próximo muy pronto!

Chau, nos leeemos!

De niño a… ¿mujer?

De niño a… ¿mujer?

De niño a… ¿mujer?

De niño a… ¿mujer?