El crimen de Monte Fuji.
Por: Ariadna
Basado en la novela "El crimen de la Hipotenusa" de Emili Teixdor.
Cuando llegué a la escuela aquella mañana de mediados de enero tenía el corazón encogido, y no por culpa del frío que inundaba a la ciudad. Llevábamos un mes soportando las nevadas post navideñas, usando cada día el mismo abrigo y bufanda, junto con las botas para poder caminar por el suelo resbaladizo y mojado. Pero yo sabía que mis temblores no eran de frío, sino de miedo.
El miedo a enfrentarme con el jaleo que provocaría en el colegio el asesinato de Monte Fuji.
Monte Fuji, con mayúscula de nombre propio. O tal vez de apodo, pues el nombre original es Fujiyama, pero todos le dicimos Monte Fuji, que al fin y al cabo es lo mismo. Fujiyama-sensei, o Monte Fuji, profesor de matemáticas de la escuela. Asesinado aquella misma noche.
Los compañeros de cursos superiores, como Kido Jou, le dicen "el cateto", por ser realmente una molestia, siempre metiendo las narices donde no debía, pero daba igual, nosotros le decíamos Monte Fuji para simplificar, porque era grande como la misma montaña, y ésta anunciaba si la luz del Sol saldría o no, tal como el metiche y estricto profesor de matemáticas lo hacía con nuestra luz particular en cada calificación.
El jaleo, la alarma y el desconcierto que produciría la noticia que recorría el colegio solo sería comparable al estallido de su resurrección. Porque un hombre con el carácter tan fuerte como el de aquel profesor, que se jactaba de mantener a sus alumnos tiesos como reclutas y de no dejar pasar curso ni a una parte infinitesimal de estudiantes que no hubieran sudado todos los números, incluso los números imaginarios, seguro que no se quedaría quieto y tranquilo en su tumba para siempre.
Es decir, en la tumba no se encontraba todavía. Debía de hallarse en el lugar donde lo habían dejado los asesinos, hasta que la policía o la autoridad correspondiente dispusiera lo que ordenan las leyes para estos casos.
¡Uf, demasiado trabajo!
Pero no nos alarguemos en detalles innecesarios. Dejemos que los cadáveres descansen en paz.
Los verdaderos protagonistas de la historia, o de la crónica, si prefieren, son los criminales. Los asesinos. O mejor, el involuntario provocador del asesinato. El causante inconsciente, que a su vez era la víctima…
Bien, y todos los implicados en el misterioso crimen, aquella mañana fría de enero, no tardarían en llegar a la escuela.
Continuará…
Notas:
Varios puntos a aclarar. La idea original de este fic viene de una pequeña novela llamada "El crimen de la hipotenusa", por tanto, no es mía, y solo estoy usando esta idea porque me pareció interesante plantear lo de "buscar al asesino" de manera más… especial, por así decirlo. Este libro lo leí hace varios años atrás, y lo redescubrí cuando vi que mi hermano menor lo estaba leyendo hace unos días.
Aquí no lograrán descubrir quien es el asesino como en otros fics por el estilo, es mucho más complicado que eso. Aunque si quieren pueden intentarlo, puede que realmente den con la respuesta.
Otros puntos a mencionar, primero que nada, Fujiyama-sensei es el profesor que estuvo a cargo de los niños en el campamento de verano de 01, y que luego fue nombrado director y encargado de los ordenadores en 02. O sea, no es un personaje inventado. Si es que lo utilice a él es porque me pareció curioso… y de todas formas, la historia, como explicó el narrador, es sobre los acusados, no sobre el muerto.
El monte Fuji es la montaña más famosa del Japón, aunque en japonés debería decirse "Fujisan", no "Fujiyama" aunque "yama" y "san" signifiquen lo mismo: Montaña. El Monte Fuji es la representación de la pureza y está muy presente en las creencias actuales de los japoneses, en el shintoísmo.
Espero que los seguidores del miterio disfruten de este fic y no se preocupen, que no me demoraré en poner la continuación, esto es sólo el prólogo.