[Reedición 2016]
Éste pequeño también necesitaba unos arreglos. Espero les guste el resultado. ¡Estoy agradecida por todos los comentarios que dejaron! :)
Aclaraciones: Pandora Hearts y sus personajes son propiedad de Jun Mochizuki. Ésta historia se realiza sin fines lucrativos. Gracias!
Corona de Flores
La construcción de la mansión principal del Ducado Vessalius se alzó frente a sus ojos. Finalmente podía regresar ahí, a la mansión de su niñez.
Gilbert observó a Oz con una pequeña sonrisa en los labios, lo que más le hacía feliz era el bienestar de su amo.
Su mirada pasó a Alice también, ambos lucían felices el uno con el otro. Oz le contaba con ánimo cada pequeño recuerdo a la Chain; minutos después Gilbert decidió separarse de ellos. Era mejor darles su espacio, aunque conociendo a Oz éste se molestaría después.
Dirigió sus pasos a uno de los árboles del jardín, ahí solía pasar el tiempo con los dos hermanos Vessalius. A veces tomaban la siesta ahí, pero luego eran regañados por Miss Kate.
Sonrió, podría tomar una pequeña siesta mientras Oz y Alice recorrían el otro lado de la mansión. Se recostó en el césped, colocando una mano bajo su cabeza y su sombrero en el pecho.
Tranquilidad. La brisa soplaba fresco, comenzaba a adormilarse. El repentino crujir de una rama seguido de una risita inocente lo alarmó, una presencia se acercaba a donde él, esperó con impaciencia; sorpresivamente algo le fue colocado en la cabeza.
Gilbert abrió los ojos de golpe, encontrándose con una mirada esmeralda.
—"¿O-Oz…?" —pensó en un inicio. Después contempló la larga melena dorada de ésa persona—, A-Ada-sama.
—Te ves muy lindo, Gil —sonrió la rubia.
El pelinegro se sonrojó estrepitosamente al escucharla.
—Ada-sama, ¿q-qué hace aquí? —balbuceó incorporándose—, Oscar-sama se puede preocupar por usted.
—El tío me quiere mucho, ¿verdad?
—Por supuesto —asintió enérgico—, usted y Oz son como sus propios hijos.
—Tú también lo eres —le sonrió. Gilbert sólo desvió la mirada apenado—, ahora que lo pienso, eso nos volvería hermanos —Ada volvió a hablar.
—S-sí, así sería.
—Pero… ¿sabes? —nerviosamente comenzó a jugar con las hojas del árbol que caían—, yo no te podría ver como a un hermano.
Raven la miró con sorpresa.
— ¿Co-cómo dice? —inquirió.
Había un extraño sentimiento de tristeza mezclado con alivio. Ella no lo veía como a un hermano mayor, y eso le hacía feliz de algún modo.
—Es decir… nos conocemos desde pequeños y… desarrollé un afecto especial por ti —explicó, procurando no balbucear apenada.
La sensación de estar haciendo lo correcto, pero a la vez engañando a alguien la mareó. Estaba saliendo con Vincent, lo amaba profundamente, pero tampoco podía negar sus palabras. También tenía un afecto especial por Gilbert.
—Lo comprendo —sonrió él—, yo también siento algo especial por usted, Ada-sama.
—Te lo agradezco.
El pelinegro que hasta el momento había olvidado que tenía algo en la cabeza, alzó una mano para quitárselo. Admiró el adorno con sorpresa y sonrojo, una perfecta corona de flores blancas había estado sobre su cabeza.
—Creo que a usted se le verá mucho mejor que a mí —comentó colocándose en la cabeza a Ada.
Ada Vessalius era como un ángel.
—Gracias por el cumplido.
— ¡Oye Gil! —gritaron desde lejos. Ambos voltearon a ver, eran Oz y Alice que corrían hacia ellos—, ¡¿por qué nos dejaste solos?!
—Onii-chan —Ada sonrió.
Oz se acercó presuroso al contemplar a su hermana.
— ¡Whoa, Ada-chan se ve realmente linda!
—Qué cosas dices, Onii-chan —respondió apenada.
—Es en serio —asintió efusivamente—, ¿verdad, Gil?
—Es verdad. Ada-sama siempre luce bien.
Fuera de la conversación, Alice suspiró aburrida. Estaba siendo ignorada, ella. Uno de los gatos de Ada pasó cerca de ella, meneando su cola; Alice dirigió su mirada al Contratista de Raven. Luego sonrió malignamente.
— ¡Cabeza de algas! —gritó.
— ¿Qué quieres, cone-? —volteó, pero en lugar del rostro de Alice una cara peluda lo saludó.
—Meow.
— ¡Ahhh, un gato! —gritó, corriendo en dirección desconocida.
Los dos hermanos sonrieron, Alice en tanto rió con burla, antes de empezar una increíble persecución que la mantendría entretenida mientras Oz se desocupaba.
—Gil nunca cambia —sonrió Ada—, por eso especial.
— ¿Dijiste algo?
—N-nada, Onii-chan —movió la cabeza.
Es que si Oz se enteraba seguramente se uniría a la persecución que Alice había iniciado.