Los personajes de Cardcaptor Sakura pertenecen a CLAMP, esta historia es sólo para fines recreativos, sin fines de lucro.
El deseo de un ángel
Por Lau
capítulo 4
El conejo de las nieves
El remolino de magia continuaba girando, cuando de pronto lanzó intensos rayos de luz. Clow y Keroberos esperaban, ansiosos, sin saber que estaba pasando. De repente el remolino paró, y los dos espíritus de las cartas volvieron a ser simples cartas de papel.
El hechicero y el guardián del Sol habían cerrado sus ojos ante el intenso resplandor. Cuando este paró, los abrieron cuidadosamente hacia donde unos instantes antes había estado Yue, el poderoso guardián de las cartas Clow. Y quedaron asombrados de lo que vieron.
En lugar del espíritu de blanca cabellera, ojos tristes y elegantes alas vieron a un joven vestido con un traje sencillos y discreto a la usanza occidental. Tenía los ojos cerrados, pero podía verse su pálido rostro, coronado por una nube de delicados cabellos plateados. Asimismo usaba unos bellos anteojos de aluminio que enmarcaban su cara de forma casi perfecta. Todo esto correspondía a un delgado y fino cuerpo.
Keroberos se acercó cautelosamente al muchacho y abriendo sus enormes ojos dorados preguntó- Yue, ¿Eres tú?
Esté, al oir la pregunta abrió los ojos, revelando dos luceros de intenso color avellana, que brillaban con dulce inocencia; vio al gran felino, luego a Clow y contestó:
-Si, soy yo y a la vez no lo soy.- dijo con una voz, que, aunque era la de Yue, era diferente; pues era cálida y abierta. Al mismo tiempo mostró una grande sonrisa.
-Así es... tienes la oportunidad de ser como quieras ser- aseguró Clow, sonriendo a su vez.
-Si no eres totalmente Yue, debes escoger un nuevo nombre para esta nueva parte de ti, ¿no? ¿cómo vas a llamarte?- agregó Keroberos, quién no era amigo de las escenas dramáticas.
El joven miró hacia la luna, al astro que le había inspirado en la forma que quería adoptar; y en su superficie vió la figura de un conejo blanco, puro como la nieve. El conejo era parte de la luna, , así como él era parte de Yue, así que respondió:
-Me llamare Yukito, ¿qué te parece?- preguntó a Kerberos.
-Es un buen nombre, y te queda perfectamente- asintió el león.
Y así estaban los tres cuando un fuerte ruido provino del estomágo de Yukito. Los tres se quedaron sorprendidos *_*u. Pero después estallaron las risas y Kerberos agregó- Vaya, ¡Ya sabes lo que es tener hambre! ¡Ja, ja! ¡Vamos a la casa a comer algo!- y los dos guardianes se alejaron riendo hacia la mansión.
Clow se quedó sólo, mientras los veía alejarse. Pero cuando ya casi no se veían gritó:- ¡Yukito!-. Este se volvió y lo observó.- Recuerda que no eres una persona completamente, y que volverás a ser Yue cuando se necesite- Yukito asintió sonriendo; luego el y Kerberos se alejaron definitivamente.
-...cuando sea hora...-pensó Clow mientras observaba los arboles de cerezo, cuyas flores descansaban apaciblemente a la luz de la luna.
Y Clow se dirigió a la casa, llevando en su mano un pétalo de sakura que había caído con la brisa nocturna.
Fin
Bien, este fue mi primer cuentito, espero haber sido de su agrado, a pesar de que estuvo chiquito... ¿Les gustaria otro? ¿Hago una secuela? Si desean hacer algún comentario, o sugerencia, por favor háganmelo saber, claro, siempre y cuando no sean jitomatazos. OuO Gracias una vez más a todos los que reseñaron, me dio mucho gusto leer sus opiniones ¡doumo arigatou gozaimasu!
Gracias por leer.
El deseo de un ángel
Por Lau
capítulo 4
El conejo de las nieves
El remolino de magia continuaba girando, cuando de pronto lanzó intensos rayos de luz. Clow y Keroberos esperaban, ansiosos, sin saber que estaba pasando. De repente el remolino paró, y los dos espíritus de las cartas volvieron a ser simples cartas de papel.
El hechicero y el guardián del Sol habían cerrado sus ojos ante el intenso resplandor. Cuando este paró, los abrieron cuidadosamente hacia donde unos instantes antes había estado Yue, el poderoso guardián de las cartas Clow. Y quedaron asombrados de lo que vieron.
En lugar del espíritu de blanca cabellera, ojos tristes y elegantes alas vieron a un joven vestido con un traje sencillos y discreto a la usanza occidental. Tenía los ojos cerrados, pero podía verse su pálido rostro, coronado por una nube de delicados cabellos plateados. Asimismo usaba unos bellos anteojos de aluminio que enmarcaban su cara de forma casi perfecta. Todo esto correspondía a un delgado y fino cuerpo.
Keroberos se acercó cautelosamente al muchacho y abriendo sus enormes ojos dorados preguntó- Yue, ¿Eres tú?
Esté, al oir la pregunta abrió los ojos, revelando dos luceros de intenso color avellana, que brillaban con dulce inocencia; vio al gran felino, luego a Clow y contestó:
-Si, soy yo y a la vez no lo soy.- dijo con una voz, que, aunque era la de Yue, era diferente; pues era cálida y abierta. Al mismo tiempo mostró una grande sonrisa.
-Así es... tienes la oportunidad de ser como quieras ser- aseguró Clow, sonriendo a su vez.
-Si no eres totalmente Yue, debes escoger un nuevo nombre para esta nueva parte de ti, ¿no? ¿cómo vas a llamarte?- agregó Keroberos, quién no era amigo de las escenas dramáticas.
El joven miró hacia la luna, al astro que le había inspirado en la forma que quería adoptar; y en su superficie vió la figura de un conejo blanco, puro como la nieve. El conejo era parte de la luna, , así como él era parte de Yue, así que respondió:
-Me llamare Yukito, ¿qué te parece?- preguntó a Kerberos.
-Es un buen nombre, y te queda perfectamente- asintió el león.
Y así estaban los tres cuando un fuerte ruido provino del estomágo de Yukito. Los tres se quedaron sorprendidos *_*u. Pero después estallaron las risas y Kerberos agregó- Vaya, ¡Ya sabes lo que es tener hambre! ¡Ja, ja! ¡Vamos a la casa a comer algo!- y los dos guardianes se alejaron riendo hacia la mansión.
Clow se quedó sólo, mientras los veía alejarse. Pero cuando ya casi no se veían gritó:- ¡Yukito!-. Este se volvió y lo observó.- Recuerda que no eres una persona completamente, y que volverás a ser Yue cuando se necesite- Yukito asintió sonriendo; luego el y Kerberos se alejaron definitivamente.
-...cuando sea hora...-pensó Clow mientras observaba los arboles de cerezo, cuyas flores descansaban apaciblemente a la luz de la luna.
Y Clow se dirigió a la casa, llevando en su mano un pétalo de sakura que había caído con la brisa nocturna.
Fin
Bien, este fue mi primer cuentito, espero haber sido de su agrado, a pesar de que estuvo chiquito... ¿Les gustaria otro? ¿Hago una secuela? Si desean hacer algún comentario, o sugerencia, por favor háganmelo saber, claro, siempre y cuando no sean jitomatazos. OuO Gracias una vez más a todos los que reseñaron, me dio mucho gusto leer sus opiniones ¡doumo arigatou gozaimasu!
Gracias por leer.