Los personajes le pertenecen a SM. La historia es mía.
GYM
2006
Hoy, 13 de septiembre, era uno de los días que más amo del año, y la razón es muy simple, es mi cumpleaños, pero contrario a lo que la gente crea no es por las grandes fiestas ni los montones de regalos, es mucho más que eso, todos los 13 de septiembre sin importar que día de la semana caiga, mis padres y yo tenemos nuestro día en familia, salimos de temprano en la mañana, comemos afuera y después ellos me dan el único regalo que recibo, aunque mis amigos saben lo especial que soy con esto de los cumpleaños y los regalos me entienden.
Ya veníamos llegando a casa, ahora quedaba la última parte del día, mi regalo, no se por qué, pero dando el hecho de que estoy cumpliendo 13 años y es 13 de septiembre, por esas cosas locas que mi mente maquina, se me ocurrió que el regalo era especial.
—Bueno hija — comenzó Renne– ya sabes que viene ahora – canturreó como solo ella sabe hacerlo.
— Primero que nada queremos decirte algo – mi padre se sentó en el sofá indicándonos que lo siguiéramos.
Lo hice sin dudarlo pero aun con cierta cautela — Los escucho – la verdad es que no me gustó mucho ver sus rostros tan serios.
— Bella – comenzó mi madre – hoy cumples 13 años eso quiere decir… — creo que quiso que adivinara pero cuando se dio cuenta que iba por mal camino, prosiguió – que ya eres una mujercita
— O sea – continuó Charlie – que el regalo de este año es algo distinto – bueno, distinto, especial, es casi lo mismo – así que… — se giró para mirar a mi madre – Renée
— Claro – Renée se levantó como si tuviera un resorte y salió de la sala – aquí tienes – extendí mi mano y recibí un sobre, solo una idea se me cruzó por la mente: ¿Dinero?
— ¿Qué es? – aún sentía mi ceño fruncido, miré el sobre como si así se me fuera a revelar su contenido.
— Ábrelo – Renée se quedó de pie a mi lado esperando que abriera mi regalo.
— Ok.
Fijé mi vista en el sobre blanco donde las palabras "Para Bella… ya eres una mujer… de mamá y papá", resaltaban en un tono rojo fuerte. Con mucho cuidado de no estropear lo que contuviera, es que abrí la parte superior del sobre.
— Vamos… solo apresúrate – parecía que mi mamá estaba más emocionada que yo.
—Tranquila hija –sonrió mi padre– no es nada que puedas estropear.
¿Es que tan transparente soy?
—Bueno.
Agarré con un poco más de fuerza y termine por abrir el sobre, adentro había una especie de boleta, la desdoblé y lo único que vi por su gran caligrafía fue el nombre.
"Gimnasio Pacific"
— No entiendo – bajé el papel para mirar a mi padre.
Ambos estaban con una enorme sonrisa en sus rostros — Bueno… creemos que ya estás grande y te haría bien comenzar a ir al gimnasio… así tendrás un muy buen cuerpo para que cuando los chicos…
— Ok… entendí – Renée no se caracterizaba precisamente por guardarse sus comentarios.
— Pero no es solo eso – me giré a ver a mi padre – te contratamos un entrenador personal… dicen que pueden mejorar tu equilibrio – se rascó la nuca como si se avergonzara de lo que iba a decir – y tu torpeza – lo último apenas y lo susurró.
— Vale… ¿Gracias? – sé que sonó a pregunta pero no era el regalo que esperaba
— Mira – mi madre se sentó junto a mí, – prueba por un año… si no te gusta – se encogió de hombros – lo dejas.
Mi padre asintió mirándola — Claro hija… por lo menos pruébalo
— Ok… veré como me va – volví a mirar el papel, solo esperaba que no fuera una tan desagradable experiencia… aunque lo dudaba.
2010
— Mmm sí… dale – apreté con fuerza los ojos, mi orgasmo estába cerca, lo podía sentir.
— ¿Así? – Empujó tan fuerte que di un grito mudo por la sorpresa — ¿Te gusta cuando te lo meto por atrás cierto?
— ¡Sí! – chillé como la buena perra que soy haciéndole total honor a la posición.
— ¡EMMETT! – me importó una mierda que todos supieran del fabuloso orgasmo que acaba de tener.
— Definitivamente – siguió empujando sobre mi coño – eres la mejor – con una última estocada sentí como todo su semen me recorría entera.
Cuando bajé la vista hasta mi coño vi un liquido saliendo, era la perfecta mezcla entre su semen y mis jugos, no me aguanté y con dos dedos recogí algo de la mezcla.
— Exquisito – me metí un dedo en la boca y lo saboreé, el otro se lo extendí a Emmett.
Por supuesto que su lengua no tardó nada en rodear mi dedo y succionarlo ávidamente — Lo más rico que he probado – sacó mi mano del medio y metió su lengua hasta el fondo de mi garganta.
— Mmm como me gusta esa lengua – cerré los ojos y degusté el sabor que había en mis labios.
— Pero te gusta más acá – lentamente y casi tortuosamente pasó sus dedos por mi coño.
— Sí… lo sabes – abrí los ojos para encontrarme con los de él mirándome.
— Cariño – me separó un poco y su rostro serio no me gustó – te tengo una mala noticia.
Automáticamente toda la felicidad post coital se me esfumó dejándome de un humor para nada bueno — ¿Qué pasó? – me separé un poco más y me subí las bragas y las calzas sin mirarlo. Esto no me daba buena espina
— Me voy – ya vestida me volví hacia él con un poco brusquedad.
— ¿A dónde? ¿Por qué? – no me gustaba esto, era el mejor amante y definitivamente el mejor entrenador personal
— Me trasladan de gimnasio.
— Nooo – me senté y acomodé mis pechos en el peto, estaban todos afuera y empapados con la saliva de Emm — ¿Y ahora con quién voy a entrenar? – puse la mejor carita de niñita buena.
— Bellita – se me acercó seductoramente – vendrá un reemplazo
— ¿Y coge tan rico como tú? – sabia que el tono inocente prendía a Emm
Su respiración irregular me dio un claro indicio de que parte de su anatomía estaba volviendo a la vida — No sé – comenzó a pasar un dedo por el escote que dejaba mi peto – no me lo he cogido… se llama Edward – apretó mis pezones y grité por la sensación.
— Mmm, ¿mejor que Demetri?
— Cariño – me besó en los labios – no acostumbro a coger con hombres – lo dijo tan serio que no pude evitar reír
— Ok… lo entiendo – bufé — ¿Pero tiene buen físico?
Asintió sonriendo y marcando sus hoyuelos, si había algo de lo que Emmett se sentía orgulloso era de su cuerpo — Eso sí… como yo – se miró su bien formado torso desnudo – pero está mejor que el otro que solías cogerte antes de mí.
Fruncí el ceño — ¿Mejor que James? – eso que él era de los peores aun así había sido decente en la cama
— Sí… ahora… ¿Una última vez?
Así seguimos cogiendo por un buen rato más, a nadie en el gimnasio le importaba las actividades que se realizaban en la bodega y gran parte de eso tenía que ver con que me los había cogido casi a todos, y es que verlos sudorosos y con sus músculos tan bien formados, calentaban a cualquiera.
Aún recuerdo la primera vez que follé, fue la mejor forma de perder mi virginidad.
— Bella… tenemos un problema hoy – me paré antes de seguir entrando.
— ¿Qué pasó Carlisle? – llevaba casi un año viniendo al gimnasio y estaba por renunciar a la idea de seguir.
— Es sobre Laurent – bufé, como odiaba a mi entrenador personal, no me hacía hacer casi nada y aun así cobraba su sueldo – no vendrá más… fue – dudó sobre si seguir – trasladado – entendí perfectamente que no era así, lo más probable es que fue despedido
Esperé que agregara algo más pero no lo hizo — ¿Entonces? – Me acomodé mi bolso lista para irme – me voy – me iba a dar vuelta cuando su mano me detuvo.
— No… de ahora hasta que llegue su reemplazo te atenderé yo – algo en su voz o en él mismo hizo que una sensación extraña se acumulara en mí.
— O…K
Me guio hacia las máquinas, estuvimos un buen rato haciendo abdominales y pesas, después tuve que hacer un circuito algo extraño.
— ¿Para qué era esto? – le pregunté mientras me secaba el sudor con la toalla
— Para tu equilibrio – con su antebrazo secó algo de su sudor, y la sensación extraña volvió.
— Ahhh
Los días siguieron pasando y cada vez me daba cuenta que Carlisle me comenzaba a gustar como hombre, no sabía bien cuantos años tenía, le calculé unos 19 y en comparación con mis casi 14 no era mucha diferencia, ¿o sí? Poco a poco comencé a cambiar mi forma de vestir, dejé de lado los holgados pantalones y las grandes camisetas, por apretadas calzas y cortos petos.
Conforme pasaba el tiempo sentí que despertaba interés en los hombres, y por sus ojos, sé que en Carlisle también, así que lentamente comencé a jugar mis cartas con él, ya tenía 14 años, toda una adolescente llena de hormonas.
— Bella
Me giré hacia mi entrenador personal — Dime – habíamos comenzado a tutearnos por expreso pedido de él. Eso era algo que me gustaba bastante
— Hoy te evaluaré así que entremos a mi oficina
¿Oficina?, esta era mi oportunidad y no la iba a dejar pasar. En cuanto comenzó a medirme traté de fijar mi vista en él, se que le gustaba el contacto visual, en un momento me pidió que me bajara el peto para medir mi espalda, así que en lugar de bajarlo, lo saqué quedando completamente con mis pechos desnudos.
— Bel… — iba a hablar cuando me di vuelta dándole una buena visión de mis juveniles y firmes pechos.
— Carlisle – pasé un dedo por sus formados músculos – creo que conozco una muy buena forma de quemar calorías – no sé cómo pero hice que mi voz sonara mucho más caliente de lo normal.
Y fue así como perdí mi virginidad con Carlisle en su oficina. La verdad es que no sé si fue el ejercicio o el fabuloso sexo que compartí con todo entrenador personal que tuve o qué, pero mi cuerpo se formó perfectamente y eso hacía que ningún hombre se resistiera a mis encantos.
Hoy más que nunca puse esmero en mi atuendo, elegí una calza más corta de lo normal y un peto que dejaba ver más apetitosos mis pechos, el tal Edward iba a estar en mi cama hoy mismo.
— Hola – saludé en recepción.
— Hola, Bella – Jane era la nueva recepcionista, bastante simpática, debo agregar
— Tengo entrenador personal nuevo… ¿Edward? ¿Puede ser?
Asintió rápidamente. Por lo menos no había errado su nombre— Claro – levantó el teléfono y esperé
— Isabella, ¿cierto?
Sin siquiera girarme supe que esta iba a ser mi mejor cogida, esa voz destilaba sexo, lentamente y con mucha confianza me giré para encontrarme con un perfecto hombre esculpido a mano.
— Dime Bella – el inocente me tendió la mano, pero yo quería su polla en mi coño, así que hice mi primer movimiento, me puse de puntillas y lo besé en la comisura de su boca – un gusto – susurré a un centímetro de esos apetitos y carnosos labios.
— Igualmente – cuando vi su seductora sonrisa sentí como me humedecía y supe que esto no iba a ser difícil – Vamos – su mano en mi desnuda espalda me encendió aún más
La rutina de ejercicios estuvo llena de comentarios cargados de sexo, y eso me encantó, era tan malditamente adicto al sexo como yo y eso me gustó mucho.
— ¿Desde cuándo vienes al gimnasio? – ya estábamos terminando
Me encogí de hombros pensando en su pregunta — Desde hace – saqué la cuenta – cuatro años – le sonreí cuando le contesté.
Ya llevaba bastante tiempo viniendo.
— ¿Y haces ejercicio fuera de acá?
— No – negué con la cabeza – guardo todas mis energías para el GYM
Un atisbo de sonrisa se acercó en sus labios, quiso disimularlo pero no pudo — ¿No tienes novio? – sabía perfectamente a qué se estaba refiriendo. Él quería saber si hacía otro tipo de ejercicio fuera de acá.
— No – puse mi carita de niña buena y saqué un poco mi labio inferior.
— Entiendo – se removió algo incómodo y supe que su polla se estaba despertando – ahora… elongaciones.
— Dale.
Me acosté en la colchoneta y esperé hasta que él tomo una de mis piernas y con mucho cuidado la acercó a mi cuerpo, ahora venía mi segundo movimiento.
— Mmm – cerré los ojos y traté que sonara a gemido.
— ¿Es…tás bien? – tosió un poco para ocultar lo ronco de su voz.
— ¡Sí! – chillé como si me la estuviera metiendo bien adentro.
— Ok – dejó mi pierna abajo y siguió con la otra — ¿Te duele?
¡Mierda! lo que quería era que me doliera. Que me follara fuerte y que no preguntara como me sentía, que embistiera sin parar hasta que mi centro no pudiera más, ni si quiera ahí, quería que me follara por días enteros, que no me dejara dormir, que…
Detuve mis pensamientos cuanto mi clítoris palpito dolorosamente — No… sigue…. Dale… más – estiré mi cuello y me removí un poco.
— Terminamos – se puso de pie más rápido de lo que pensé.
Me dio la espalda y comenzó a caminar, ok, esto no estaba bien, en este momento él debería estar llevándome a algún rincón para follarme hasta el cansancio.
— Espera – esta era mi última carta, o si no tendría que conformarme con Félix por hoy
— Dime – aunque se dio vuelta no me miró a los ojos – voy a ir al sauna a esta hora está vacío – y contrario a todo lo que él pudo pensar agarré en una mano su gran, polla, jamás pensé que hubieran más grandes que las de Emm.
— Mmm – lamí mis labios y fijé mi vista en sus hermosos ojos y sin decir nada, me giré, dejándolo con una gran erección en sus pantalones.
Me di media vuelta y me dirigí a los camarines, me saqué toda la ropa quedando solo en toalla, si llegaba, llegaba, si no buscaría a otro. Entré en el sauna y cerré los ojos para relajarme, estaba en mi lugar feliz, donde follaba con dos tipos a la vez, esa siempre había sido mi fantasía, pero aún no me atrevía a hacerla realidad, en todo caso, solamente tengo 17 años, me queda tiempo para probar cosas.
Está pensando en cuando tuviera las dos pollas dentro de mí cuando sentí algo en mi coño, algo más que mis líquidos formándose, abrí los ojos de golpe y cuando quise moverme unas manos me lo impidieron.
— ¿Qué…? – Bajé la cabeza para encontrarme con una cabellera cobriza entre mis piernas – Ohhh Dios – esa lengua encontró mi clítoris y me hizo estirar la cabeza hacia atrás.
El maldito en un momento abrió los ojos y me miró sin sacar su lengua de mi coño, fue algo totalmente erótico.
— Sí cariño – acaricié sus cabellos – chupa fuerte… ahhhh – tuve que gritar por el pequeño mordisco que recibió mi botón – fóllame rico con esa lengua.
Para acompañar su lengua, metió dos dedos en mi interior y fue definitivamente el mejor sexo oral que me había dado nunca, me vine tan fuerte que creo que le arranque algo de cabello ya que lo tenía tomado de ahí.
— Exquisita – se levantó y se relamió los labios
— ¿Eso fue…?
No pude seguir porque se sentó en las bancas tomándome con él y dejando que su exquisita polla penetrara en mi interior.
— ¡Mierda! – comencé a cabalgarlo con muchas ansias – que grande…. grueso… rico – llevé mis manos a mis pezones y los apreté – estás…
— No – quitó mis manos – eso lo hago yo – se metió uno de mis pezones en su boca y comenzó a pellizcar el otro.
— O sí… chupa así…. – llevé mis manos a mis cabellos y los tomé.
Con las manos ocupadas encontré un balance casi perfecto —Vamos nena… cabálgame rico – tomó mis caderas y me marcó el ritmo – trágate toda mi polla.
¡Mierda! esto era mucho mejor de lo que pensaba — ¿Así? – comencé a hacer círculos sobre él, lentos y tortuosos
— Mmm más rápido…. Quiero ver tus tetas saltar.
Aumenté el ritmo, su sucia boca hizo que mi orgasmo estuviera cerca.
— ¡Me vengooooo! – ya era costumbre mía la de chillar durante el sexo
Y me encantaba — ¡Mierda! – me dio una nalgada – no me puse condón – dejo caer la cabeza frustrado, y aunque yo tomara pastillas no me quise arriesgar.
— ¡Ohhh! ¡EDWARD! – agarré su rostro y lo besé cuando me corrí.
— Salte ahora, – me sacó de encima, pero él aún no había terminado – necesito…
Me puse de rodillas y antes de que se percatara me metí su rica polla en mi boca, había chupado muchas pollas pero esta sin dudas era la más grande, Edward me había dado dos exquisitos orgasmos, así que relajé mi garganta y lo hice llegar hasta el final.
— ¡Sí nena!… chupa mi polla – enredó sus dedos en mis húmedos cabellos y me siguió marcando el ritmo.
Usé un poco mis dientes y con mis manos masajeé sus testículos.
— ¡Me corro! – quiso sacarme pero lo impedí.
— Empápame… quiero probar tu leche –pasé la punta de mi lengua en la punta de su pene.
No tardó en volver a marcarme el ritmo, se vino más fuerte de lo que pensé que podía ser, jamás había probado tanto semen, pero aún así me lo tragué todo, exquisito y excitante. Cuando me limpié la boca me paré y me lo quedé mirando.
— Emmett tenía razón – aún le costaba respirar bien, pero le puse atención – eres la mejor – me sentó en él y volvió a besarme.
— ¿Emmett? – me separé y lo miré directamente.
— Sí… dijo que habías sido su mejor coño y él no se equivoca – más que ofendida me sentí halagada.
— ¿Son amigos? – besé su hombro
— Hermanos – me separé de él para que notara mi sorpresa.
Supongo que mi rostro era bastante literal sobre lo que estaba pensando porque su mirada estaba curiosa — ¿Hermanos? – Asintió – ¿Y comparten todas las vaginas?
— No – me restregó sobre su miembro – solo a ti – una gran idea pasó por mi mente.
Le sonreí lujuriosamente para asegurarme de que por lo menos la considerara — Y…. – jugué con sus mojados cabellos — ¿Harían un trío... conmigo?
Me miró y algo en su rostro me dijo que mi fantasía se podía hacer realidad.
Hola!
Chicos, es el mismo Two pero ahora un poco mejor, sin faltas de ortografía.
MIL gracias a Erica Castelo por aguantar TODAS mis faltas de tildes y ayudarme en esto.
Besos, Joha!