Hola de nuevo^^ Esta vez actualizo antes un poco por compensación y porque, ¡que narices!, ¡Somos campeones del mundoooooooooooooooooooo! Ejem, ya pasó, ya pasó. En fin, gracias a Suigin Walker, Miku Takamine y neko-no-lavi por sus reviews^^

Disclaimer: Si yo fuera Akira Amano, Yamamoto le habría dado una paliza a Kaoru¬¬

Capítulo 14: Assassini

Arashi gimió mientras la conciencia volvía a él poco a poco. Lo primero de lo que fue consciente fue del dolor punzante que provenía de su cabeza y su lado derecho. "Genial" pensó con sarcasmo "Probablemente me he vuelto a romper la costilla". Luego se dio cuenta de que estaba atado en cuanto quiso pasarse la mano por la nuca para comprobar qué era el líquido que sentía bajarle por la espalda.

Se encontraba en un lugar oscuro, aunque por las ventanas tapiadas lograban colarse unos pocos rayos de sol que le permitían hacerse una idea de lo que lo rodeaba.

Había unos cuantos hombres, se percató en cuanto sus ojos se acostumbraron a la oscuridad. Parecían inquietos y uno no paraba de pasearse de un lado a otro mascullando algo en algún idioma extranjero.

Finalmente, uno de los otros se levantó, exaltado, mientras gritaba algo. El que antes se paseaba le respondió con voz ansiosa y preocupada, y entonces comenzaron a discutir. Pronto se unieron los otros, entre nerviosos, enfadados e impacientes.

Arashi no lograba entender nada de nada, sin embargo hubo dos palabras que le llamaron la atención. La primera fue Vongola, el nombre de la familia de Sora. Entre eso, los tonos con los que hablaban los hombres y el cómo lo tenían atado, le hizo suponer que no pretendían quedar para hacer un picnic en el campo, precisamente. Así que el chico los etiquetó como enemigos.

La segunda palabra fue Varia. Ahí sí que no tenía ni la más remota idea de que podía significar, pero la repetían bastante a menudo, normalmente con tonos entre respetuosos y temerosos, bajando la voz o girándose a mirar a sus espaldas.

Arashi estaba planeando cómo desatarse y escapar cuando se escucharon un par de golpes en la chapa de la puerta. Uno de los hombres comenzó a acercarse a la puerta, comentando algo que, a juzgar por el tono, el chico podría haber jurado que se trataba de un "Os lo dije". El adolescente frunció el ceño. ¿Quién podía ser? Entonces, el hombre abrió la puerta y Arashi sintió que se ponía aún más pálido de lo que ya debía estar.

Allí, recortada contra la luz roja del crepúsculo, estaba la inconfundible silueta de Sora.

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Sora respiró hondo y, finalmente, dio un par de golpes a la chapa de la puerta de aquel edificio derruido. Escasos diez segundos después, le abrió la puerta un hombre negro con el pelo blanco. "Raro" se limitó a pensar, mientras él le cedía el paso. Sora le echó una última mirada de reojo a su espalda y, finalmente, se adentró en el edificio.

En cuanto la puerta se cerró, la chica se vio sumida en la semioscuridad. No podía ver mucho más que lo que tenía frente a sus narices, ¡y ya ni hablemos de buscar a Kurosawa! Pero la chica estaba completamente segura de que estaba allí, así como también sabía que había unos tres compañeros del hombre negro.

-Me alegra que al final hayas decidido venir, chérie-dijo el hombre de negro a su espalda con acento francés-Hubiera sido una pena tener que matar al chavalín.

-¿Dónde está Kurosawa?-preguntó ella algo bruscamente.

-¡Baka!-exclamó la voz de Kurosawa desde algún lugar.

-¡¿Kurosawa?-inquirió la chica, mientras se oía lo que parecía una orden en algún idioma extranjero y el sonido de un golpe, así como el quejido ahogado de Kurosawa. Sora se giró hacía dónde sentía la presencia del hombre negro y siseó-Suéltalo.

-Primero debes cumplir con tu parte del trato, mon cher-contestó él.

-¿Qué es lo que quieres?-preguntó rechinando los dientes.

-Inmunidad-dijo solemnemente-Inmunidad ante Varia y toda la familia Vongola.

Sora dejó escapar el aire que había estado reteniendo inconscientemente. No tenía ni la más mínima idea de a qué venía todo aquello o si lo podía cumplir, pero si sólo era eso siempre podía decir que sí. Además, incluso si no hacía nada, parecía que eran perseguidos por la mafia. Ellos los encontrarían y, de cualquier modo, dejarían ir a Kurosawa.

-Bien-dijo con firmeza-Acepto. Ahora, soltadle.

-No, tan rápido, chérie-negó el hombre-No somos tontos-añadió tendiéndole un móvil-Llama y da la orden ahora-ordenó.

"¡Kuso!"pensó Sora, tragando saliva "Piensa rápido, Sora" se exigió. Definitivamente, no había contado con eso. ¿Qué hacía? ¡¿Qué hacía? Respirando hondo, alzó la mano y cogió el móvil que le tendía el hombre con fuerza. ¿Qué narices podía hacer? Llama, le habían dicho, pero ¿dónde? y, en cualquier caso, ¿alguien le haría caso si emitía una orden? Sinceramente, ella lo dudaba, por muy hija del capo que fuera. Ese sería un buen momento para que su As bajo la manga apareciera.

Lástima que no tuviese control sobre él.

Sora no supo cuanto tiempo estuvo quieta con el móvil en la mano, pero debió de ser bastante, porque uno de los secuaces del hombre la cogió del hombro con bastante mala leche y, ella suponía, no muy buenas intenciones.

Los siguientes minutos fueron bastante confusos para la chica.

Primero, oyó el grito indignado de Kurosawa, que fue medio ahogado por el sonido de la puerta de metal al salirse de sus goznes y caer. Entonces, el hombre que la cogía del hombro cayó al suelo con la garganta atravesada por un pincho y la estancia se llenó de un humo azul con toda la pinta de ser nocivo. Sora notó una presencia (ella suponía que la misma que la había estado siguiendo) acercársele, taparle la boca y nariz con un pañuelo y cargarla hasta el exterior.

Una vez fuera, la luz de las farolas la deslumbró, y la dejaron suavemente sobre el asfalto.

-¿Se encuentra bien?-preguntó una voz masculina. Se le hizo vagamente conocida.

Sora abrió la boca para responder y protestar por la ausencia de Kurosawa cuando alguien le golpeó en la cabeza de forma conocida para ella.

-Stupida Dame-Sora-masculló

-¿Reborn?-preguntó ella confundida-¿Se puede saber que...?

-¡Ah!-exclamó una voz a sus espaldas-Creí que me ahogaba

La chica se giró justo cuando Kurosawa, siendo cargado por Liu-san, comenzaba a toser. Sora se quedó medio prendada de la imagen de la niña cargando al chico, casi no parecía creíble... Sin embargo, en cuanto la pequeña dejó a Kurosawa en el suelo, tan delicadamente como si fuese de porcelana, y vio el estado en el que estaba, corrió a su lado, casi cayéndose al levantarse.

Kurosawa tenía muy mala pinta: su cara estaba de color blanco con cierto tinte verdoso y se sujetaba el costado derecho, como si le doliese. Pero lo más alarmante, era el líquido carmesí que bajaba por su nuca, manchándole la camisa. Sangre.

Sora se dejó caer al lado del chico sin saber bien qué hacer, cuando por la puerta aparecieron Irene-san tosiendo y Julia-san ayudándola a salir.

-¡Julia!-llamó Liu-san con urgencia-¡Rápido, te necesitamos!

Julia-san dirigió la vista hacia ellos y, en cuanto vio a Kurosawa, frunció el ceño y suspiró.

-Liu, ya sabes que no yo no tengo ningún reparo a la hora de desnudar hombres, pero no soy médico. No puedo hacer nada-dijo cansinamente.

-Pero...pero...¡Tu padre y tu hermano lo son!-chilló la niña.

-Eso no significa nada

-Dejad de discutir-ordenó Irene-san-Lo que hay que hacer es llevarlo al hospital.

Ambas chicas se la quedaron viendo y, lentamente, asintieron. Kurosawa hizo ademán de protestar, pero Liu-san lo cortó con un "Ni se te ocurra". El gaijin rubio se acercó a la escena.

-¿Te encargas tú, Luccio?-preguntó Julia-san. Él asintió-Bien, nosotras limpiaremos.

El hombre, Luccio-san, cogió a Kurosawa en brazos y se dirigió hacia un coche negro aparcado justo frente al edificio. Sora, sin decir palabra e ignorando a todos los demás, corrió a alcanzarlos justo cuando Luccio-san metía a Kurosawa en la parte trasera del coche. La chica se sentó en el asiento del copiloto.

Luccio-san no le dijo nada y, simplemente, se acomodó en el asiento del piloto y arrancó el coche. Durante el viaje nadie habló, Sora porque tenía un nudo en la garganta que se lo impedía. En cualquier caso, el viaje fue corto.

Cuando llegaron al hospital y vieron a Kurosawa, los médicos corrieron a atenderlo. Una enfermera se quedó con ellos, tomándoles los datos del chico, y, después de llamar a su madre, los llevó a una sala de espera vacía.

-¿Qué le ha pasado?-preguntó

-Una pelea callejera-respondió Luccio-san con aplomo

La enfermera le dirigió una mirada a Sora, como pidiendo una confirmación. Ella se limitó a asentir. La enfermera suspiró y se marchó.

Sora, sin saber bien que hacer, fue a sentarse a una de las sillas de plástico con la vista fija en el suelo. Poco después, en su campo de visión entró un vaso de plástico con un líquido algo amarillento.

-Es tila-dijo Luccio-san-Te ayudará a relajarte

-Gracias-murmuró ella con un hilillo de voz.

Luccio-san le sonrió y se sentó a su lado, mientras ella bebía la tila.

-¿En qué estabas pensando?-preguntó Luccio-san al cabo de unos minutos. Sora levantó una ceja interrogantemente-Cuando fuiste a dónde los secuestradores, me refiero.

-Ah, eso...

-Podrían haberte matado-dijo él-De no ser que te seguía.

-Entonces, sí que eras tú...-murmuró la chica más bien para ella-Confiaba en que no me dejases morir.

-¿Eh?

-He sabido todo el rato que me seguías-explicó ella-Así que confié en ti.

-Yo podría haber sido de los malos.

-Eso pensé al principio, pero luego sentí que no era eso.-dijo ella-Y acerté.

Y le dedicó una sonrisa entre cansada y tranquila. Luccio-san abrió los ojos con asombro, como si hubiese visto a un fantasma, carraspeó y apartó la mirada. La chica alzó las cejas, extrañada, e iba a preguntarle si todo andaba bien cuando el se giró de nuevo.

-Luccio Stravaganza-dijo-Un placer, signorina Sora.

-Igualmente

Y, entonces, para sorpresa de la chica, Luccio-san la besó en ambas mejillas. Sora, con la cara caliente como un horno, se alejó de él rápidamente y con cara de susto.

-¿Q-q-q-qué...?

-¿Qué pasa?-preguntó Luccio-san, desconcertado.

-¡Me has besado!-exclamó con voz ahogada.

-Sí, bueno, pero...ha sido en la mejilla y...Bueno, en Italia se hace así-explicó él medio descolocado.

-Bueno, ¡Esto no es Italia!-exclamó ella todavía sonrojada-¡No vuelvas a hacerlo!

-Eh...um... V-vale...

En ese momento entró un médico a la sala. Ellos se levantaron.

-Esto, ¿los acompañantes de Kurosawa Arashi-kun?-preguntó.

-Sí, somos nosotros-respondió Luccio-san, repentinamente recompuesto-¿Qué tal está?

-Pues, verán...

-¡¿Dónde está mi niño?-exclamó una señora entrando en la sala.

Tenía el pelo castaño caoba algo desvaído y recogido en un moño, la pile pálida y los ojos castaños vidriosos, como si estuviese a punto de echarse a llorar. La señora jadeaba, probablemente por haber venido corriendo.

Sora la reconoció enseguida: era la madre de Kurosawa.

-Perdone-dijo el médico-¿Usted es...?

-La madre de Kurosawa Arashi-respondió

-Perfecto, iba a decir su estado justo ahora-asintió él-Como iba diciendo, el chico tiene una costilla rota en el lado derecho y alguien le dio un fuerte golpe en la cabeza, causándole un corte y una conmoción cerebral. Hemos tenido que darle cinco puntos y una transfusión de sangre. Aparte de eso, el chico está perfectamente y , si guarda el adecuado reposo, podrá salir del hospital en una semana y llevar vida normal. Eso sí, sin esfuerzos.

Sora suspiró aliviada, mientras la señora Kurosawa se dejaba caer en una silla con una mano en la cara. Luccio-san despidió al doctor, quién les dijo que no podrían verlo hasta el día siguiente ja que Kurosawa estaba durmiendo y necesitaba descansar.

-Gracias-dijo la señora Kurosawa después de unos instantes de silencio.

-¿Eh?-preguntaron ambos.

-Por traer a Arashi al hospital-dijo sonriéndoles.

-No ha sido nada-dijo Luccio-san, negando.

-No-murmuró Sora con la culpa reconcomiéndola por dentro.

Después de todo, había sido culpa suya que Kurosawa hubiese acabado así. Y ahora su madre le estaba dando las gracias. La chica se sentía miserable...

-No te culpes, Sawada-san, llegaste cuando llegaste y ya no se puede hacer nada-le dijo la señora Kurosawa apretándole el brazo, intentando consolarla, aunque equivocándose en el porqué de su culpa.

Sora la miró sorprendida. ¿Cómo sabía ella quién era?

-¿Cómo...?

-Oh, Arashi habla mucho de ti, querida-dijo ella-No sé porqué os peleasteis, pero lo que importa es que ahora estás aquí.

Y Sora no pudo más que sentirse aún más miserable por haber ignorado al chico.

-Esto, disculpe señora Kurosawa-intervino Luccio-san-pero debería llevar a Sora de vuelta a su casa.

-Claro, claro-asintió ella-Adiós, querida.

-Adiós-se despidió la chica.

Y siguió a Luccio-san en silencio y con la cabeza gacha. Él no intentó entablar conversación y ella se lo agradeció en silencio. No tenía ánimos para nada. Ambos subieron al coche y Luccio-san comenzó a dirigirse a su casa. Sora apoyó la cabeza contra el cristal, cerrando los ojos e intentando no pensar en nada.

Poco después, Sora se durmió.

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NdA: En fin, aquí estoy un pedazo de cap. Se suponía que este iba a ser más bien cortito y se explicaría quienes són Luccio, Liu, Julia e Irene...pero me he emocionao escribiendo y al final ma salio este cap que casi son dos...=.= En fin, espero que os guste^^^

¡Ciao!