Aquí les traigo mi primer fic :D. Espero que sea de vuestro agrado.

Principalmente se centra en la historia de amor de Phoenix/Maya (Amo esta pareja DEMASIADO) pero como todo romance, éste debe pasar por muchos obstáculos y puede que hayan personas dispuestas a impedir que se desarrolle por completo. (¿Triángulo amoroso, quizás?)

Gracias por dedicar su tiempo en la lectura de mi fic :D Intentare por todos los medios actualizar sin mucho tiempo entre cada capítulo.

Se lo dedico a todos los seguidores de Phoenix/Maya (Que seguramente serán muchos) y para los miembros del "Phoenix and Maya Fan Club" de Court-Records. Sé que no podrán disfrutar mucho de la historia debido a que está escrita en español, pero se las dedico de todas maneras. Y como no, mi "regalo" del P/M day celebration, del 23 de marzo.


Oscuridad.

Su mundo se había sumido en lo más profundo de las tinieblas.

Todo era demasiado perfecto. Tan perfecto que no parecía la realidad misma, sino un sueño al que no le llegaba su fin. Y pensar que fue hace unos pocos días cuando toda su felicidad había caído en picado hacia el abismo…

….

"Bien, Sr. Wright, estoy esperando uno de sus "momentos Wright". Ya hemos oído al testigo y creo que todas las pruebas apuntan hacia su cliente, Zack Gramayre…"

Phoenix miraba con ojos desafiantes al joven fiscal Klavier Gavin mientras hablaba.

"… ¿o tiene alguna prueba que demuestre todo lo contrario?"

"Sr. Wright, debemos avanzar con el juicio, sino encuentra alguna contradicción en el testimonio del testigo no me quedará otro remedio que declarar culpable a su cliente. Entonces díganos, ¿tiene algo que objetar ante la declaración del Sr. Valant?"

La voz del juez resonaba en la mente del joven abogado mientras éste intentaba pensar en su siguiente movimiento. Hasta que pronto su rostro se iluminó.

"Su señoría, tengo la prueba que le hará cambiar de opinión respecto a la inocencia del acusado"

Klavier sonrió, satisfecho "Muéstrala al tribunal"

.

Phoenix golpeó ligeramente con su puño los azulejos de la ducha mientras recordaba esas últimas palabras del fiscal. El agua caliente de la regadera caía por su cuerpo, sin darse cuenta siquiera del tiempo que llevaba debajo de ella. Las duchas con agua caliente siempre le habían ayudado a relajarse, pero en este caso, era poco lo que podía hacer para aliviar la rabia que habitaba en él.

Había caído en una trampa. Todo había sido un sucio juego ideado por alguien que deseaba verlo pudrirse en la cárcel. Ahora se sentía como un delincuente, un criminal…

"Un falsificador…" susurró

Él sabía perfectamente que no había falsificado nada y nunca lo habría hecho, fuesen las circunstancias que fuesen. Pero presentar una prueba falsa en un tribunal es considerado un delito mayor que la falsificación en sí.

Fue un completo imbécil. Haberse fiado de esa manera de una prueba que provenía de alguien del que ni siquiera su identidad conocida. Era demasiado patético, tal vez merecía todo esto.

La junta de abogados había sido solidaría con él después de todo. Podía haber ido a la cárcel, pero solo prescindieron de él, despojándole de su más preciado tesoro: su distintivo de letrado.

Phoenix salió de la ducha, con la piel enrojecida de la ducha caliente, recordando dolorosamente ese instante…

….

Phoenix se encontraba sentado, por fuera de la habitación en donde los abogados se habían reunido para discutir sobre su situación. Había estado casi una hora y media esperando delante de la puerta. Estaba inquieto, no paraba de levantarse y de sentarse, y sentía que le daría un paro cardiaco si no salían pronto de ahí.

Aquellos abogados tenían como misión supervisar las acciones llevadas a cabo en el tribunal. Cualquier infracción cometida en su interior debía ser discutida por ellos y serían los encargados de implantar el castigo a los que hayan alterado el orden.

Conocía a algunos de ellos, a los que habían realizado conferencias en la universidad cuando él todavía estaba estudiando derecho. Eran hombres maduros que habían dedicado toda su vida a la abogacía y se les podría considerar unos profesionales en el ámbito judicial.

Estaba perdido. Estos hombres no podían dejar libre a alguien que se había burlado de la ley, y menos aún en un tribunal de justicia.

Phoenix se paso sus manos por su rostro intentando tranquilizarse y fue en ese momento cuando oyó el pomo de la puerta girar. Se levantó rápidamente, intentado mantener la compostura, aunque era casi imposible debido al excesivo temblor de sus piernas y a las rápidas palpitaciones de su corazón retumbando en su cabeza.

La puerta se abrió para mostrar a un hombre con barba, vestido de traje negro y corbata roja. Phoenix lo reconoció al instante. Aquel hombre trajeado fue quien le entregó su distintivo de letrado cuando había acabado la carrera.

"Sr Wright…" su expresión era severa, tan severa que provocó que Phoenix sudará aún más de terror. "Por favor… entré" el hombre dejó paso para que él pudiera adentrarse a través de la puerta. "Es mejor que hablamos dentro, las paredes oyen" Phoenix arqueó una ceja y miró a su alrededor para ver a algunos letrados asomándose por el pasillo, mirándolo con curiosidad. Al parecer, su situación había sido un tema muy comentado en los últimos dos días en los juzgados y los medios de comunicación no tardaron en hacerse con la noticia. Su rostro salió por todos los periódicos y titulares locales. Phoenix no se había percatado de la fama que había adquirido en los últimos años.

Finalmente, entró en la habitación. El hombre que reclamo su presencia cerró la puerta y éste se quedo junto a ella, dándole una mirada a los demás abogados. Phoenix examinó el interior de la habitación, no tenía nada de especial: muchos estantes llenos de libros, cuadros y una amplia ventana, con la que se podía apreciar el paisaje urbano, compuesto por altos edificios y calles en las que circulaba numerosos coches. En el centro de la habitación, se encontraban los letrados, alrededor de una mesa rectangular en la había papeles y tazas de café.

Uno de ellos se levantó. Debía tener aproximadamente unos cuarenta años, llevaba un traje azul marino y el pelo negro perfectamente peinado. Éste se aclaró la garganta, indicando su intención de hablar.

"Ha sido bastante difícil tomar una decisión sobre usted, Sr. Wright. La verdad es que todo este asunto nos ha dejado conmocionados. Era admirado por todos nosotros, sin lugar a dudas" El hombre suspiró y se dirigió hacia donde estaba Phoenix.

"Hemos considerado la situación y creemos encontrar el castigo adecuado para usted…"el abogado prosiguió, ya delante de Phoenix. Éste respiró profundamente, intentando calmar los nervios. Las próximas palabras de aquel hombre eran las que iban a marcar su destino, al fin y al cabo.

"No sé cuáles fueron sus motivos para realizar esa falsificación y ni me interesan lo más mínimo" continuó de manera severa "Con todo esto, se le niega el derecho a seguir conservando su distintivo y su título de abogado defensor" el hombre extendió su mano, reclamando la insignia que Phoenix mostraba con orgullo en la solapa de su americana.

Phoenix abrió los ojos, sorprendido. ¿No iría a la cárcel…?. Se sintió aliviado durante unos segundos, pero no debía relajarse hasta que aquel abogado terminará de hablar. Así, Phoenix, cuidadosamente, separó la chapa de la tela y la posó en la palma del tipo. Éste cerró su manó y dirigió una última mirada al ya ex-abogado.

"Tenemos la obligación de repasar nuevamente los casos que ha llevado durante su carrera, para comprobar si en ellos se ha cometido algún fraude como el que salió a la luz hace dos días. No podemos fiarnos de usted y menos de sus métodos ilegales para defender a sus clientes. Si encontramos cualquier indicio de falsificación, usted estará bajo arresto. Llegados a este punto, se cierra la sesión. Podéis marcharos."

Todos se levantaron de sus respectivos asientos y salieron uno por uno de la habitación. Phoenix se quedó inmóvil, en estado de shock. No podía creer lo afortunado que había sido después de todo.

El sentimiento de alivio sólo duró unos segundos para ser sustituido por la tristeza y la desesperación. Ya no era abogado… ¿Qué iba a ser ahora? Phoenix tuvo un rápido flashback de los últimos años en los que había ejercido como abogado. La mejor época de su vida… había llegado a su fin.

Todos los juristas abandonaron la sala, dejando al ex - abogado en la soledad. Phoenix pasó las yemas de sus dedos por sus sienes, intentado recuperarse del cúmulo de emociones que había experimentado en tan solo unos pocos minutos. Decidido a abandonar definitivamente aquel lugar, oyó el ruido de una silla moverse. Sorprendido, giró su cabeza para comprobar el causante del ruido.

Era un hombre joven, más o menos de su misma edad, de pelo rubio largo y moreno de piel. Llevaba gafas y daba la impresión de ser un hombre bastante refinado. Phoenix no se había percatado de su presencia antes, ni siquiera se había fijado en él cuando había entrado en la habitación por primera vez.

"Oh, disculpe, ya estaba a punto de marcharme" dijo con una voz muy amable.

"No se preocupe, será mejor que me vaya yo también" dijo Phoenix, dirigiéndose hacia la puerta "Que tenga un buen día" se despidió, pero antes de que tuviera la oportunidad de cruzar el umbral, el hombre le detuvo.

"Espere, me gustaría hablar con usted un momento"

Phoenix arqueó una ceja. "¿De qué se trata?"

"Podemos hablar por el camino, tengo algo de prisa. Como comprenderá, los abogados no estamos para perder el tiempo" dijo sonriente, pronunciando la palabra "abogado" con un matiz especial que enervó a Phoenix. Le miró de mala manera, pero decidió seguirle el juego. ¿Qué era eso que querría decirle?

Los dos hombres salieron de la habitación. El tipo cerró la puerta detrás de él con llave.

"Solo por curiosidad" dijo Phoenix "¿Cómo es qué un hombre tan joven como usted forma parte la junta de abogados?"

"Buena pregunta. La verdad es que destacó bastante entre todos sus componentes, debido a que la mayoría de ellos ya tiene su edad. Pero hubo una excepción conmigo, me eligieron por mi buena capacidad de compresión y de analizar problemas. Aunque también influyó en la elección mi fama como uno de los abogados más destacados del distrito"

Al oír aquello, Phoenix se sintió como un perdedor a su lado. Y eso que eran casi de la misma edad y tan diferentes del uno y del otro.

Comenzaron su recorrido por los pasillos. Después de unos minutos de silencio, finalmente el hombre habló.

"Siento mucho todo lo que le ha ocurrido, debe ser muy difícil renunciar a algo a lo que te has dedicado cuerpo y alma durante tanto tiempo"

Phoenix miraba hacia el suelo mientras caminaban. Odiaba que la gente sintiera pena por él.

"No necesito de sus consuelos ¿Señor…?"

"Gavin, Kristoph Gavin. Y no, no intento consolarle, era solo un pequeño comentario" dijo él, sonriéndole de nuevo.

-¿De qué va éste? Ya era suficiente que me quitarán mi distintivo como para que encima se vacilen de mí-

"Oiga, sin rodeos, ¿Era eso de lo que quería hablar? Porque sí es así, yo también tengo bastante cosas que hacer…"

"¿Bastantes cosas que hacer… en el paro?"

Esto ya era el colmo. Phoenix le fulminó con la mirada.

"Si me disculpa…" Adelantó el paso, para alejarse de él.

"¡Hey! ¡Hey! No se ponga así hombre. No pretendía ofenderle" Kristoph le siguió rápidamente, de manera que acabará de nuevo a su lado.

"¿Qué desea de mí exactamente?" Phoenix dijo, manteniendo la compostura. No podía perder los nervios y menos con ese cretino.

"Sólo quería… ayudarle"

"¿Ayudarme?" Phoenix soltó una pequeña carcajada "Le doy mi más sincero agradecimiento, pero no me gusta aceptar la "limosna" de la gente"

Atravesaron la salida del juzgado, y ya se encontraban en la calle. Gavin detuvo a Phoenix para poder seguir conversando con él.

"Dinero no le daré, pero sí puede darle otra cosa de la que seguramente estará muy interesado ahora mismo"

Phoenix arqueó una ceja "¿De qué se trata?"

"Un trabajo… antes de que diga nada, es mejor que se lo piense, me sabe mal dejar a una persona como usted en la calle de esa manera. Así que, aquí tiene una oferta de trabajo que debería considerar"

Phoenix abrió la boca para hablar, pero no pudo articular palabra ya que el hombre le detuvo con su mano. Éste saco una tarjeta de su bolsillo y se la entregó.

"Lo siento debo irme ahora mismo, si está interesado en todo esto… solo llámame" En el momento en el que Phoenix cogió la tarjeta de visita, el abogado dio media vuelta y se fue hacia la carretera, parando a una taxi que conducía cerca de ahí.

Phoenix se quedó inmóvil durante unos segundos, todavía con la tarjeta en la mano y parpadeando varias veces.

Nunca había visto a ese hombre en su vida, aunque su cara le era bastante familiar…

Miró la tarjeta que tenía en su poder y leyó el nombre varias veces.

"Gavin… Gavin…" Phoenix intentó recordar. Después de algunos minutos rebuscando a través de sus memorias, la bombilla de su mente se encendió.

-Klavier Gavin…- pensó. – ¿Tendrá alguna relación con él o es pura casualidad?- Phoenix introdujo la tarjeta en su bolsillo de la chaqueta y se dirigió hacía su apartamento. Ya le daría vueltas a ese tema en la tranquilidad de su hogar.

.

Phoenix terminó de rememorar sus recuerdos y con un suspiró, se sentó en su pequeño sofá, con su pijama puesto y listo para irse a la cama. Estaba bastante cansado, había sido un día agotador. Había destinado horas y horas a la búsqueda de un nuevo trabajo. Necesitaba dinero para pagar la oficina y su apartamento, además de otros gastos.

Miró en todos los periódicos, en internet… pero no encontraba nada que fuera de su agrado. Es verdad que no podía ponerse a pensar ahora en la superficie de la cosas, la prioridad realmente era tener un empleo y ya más adelante dedicarse a buscar más pausadamente algo a lo que le gustaría dedicarse.

Pero era todo tan difícil. Los cambios le aterraban bastante y más todavía si no se sentía preparado para afrontarlos. Se sentía solo en medio del mundo. Tantas veces que él tendió su mano a aquellos que necesitaban ayuda, y ahora, cuando él necesitaba apoyarse en alguien, era cuando se sentía más solo.

Pero… sí hubo alguien que le ofrecido su ayuda, y él no supo valorarla en aquel instante, dejándose llevar por el orgullo y la rabia que habitaba en su interior.

Phoenix posó su mirada en la mesa colocada en frente del sofá. Aquel mueble estaba repleto de papeles, periódicos, entre otras cosas. Pero su mirada se fijó principalmente en una tarjeta de visita.

Él la había guardado por si las moscas y por si su búsqueda de empleo no daba resultado.

Era ahora o nunca. Debía aprovechar la oportunidad que se le presentaba. Además, aquel hombre era abogado de todos modos, tal vez le proponía un puesto de trabajo en su bufete, quien sabe.

Phoenix cogió su móvil, con la intención de llamarle. Tener que recurrir a esto… cada vez se sentía más patético. Marcó el número del bufete y en el momento en el que iba a pulsar la tecla de llamada, sonó el timbre.

Se extrañó bastante, nadie lo había visitado durante estos días. Phoenix comprobó su reloj: 8:02 PM. Y menos a estas horas de la noche.

Se levantó a regañadientes. Cogió su bata y se la puso por encima mientras se dirigía hacia la puerta. Volvieron a tocar el timbre de forma impaciente.

"¡Ya voy!" gritó él.

Giró el pomo de la puerta. La había abierto solo unos centímetros, cuando sintió a alguien precipitándose en el interior con los brazos abiertos. Fue tanto la fuerza que empleo éste para abrazarle, que Phoenix perdió el equilibrio y los dos cayeron al suelo torpemente.

Phoenix acarició su cabeza e intento incorporarse. Miró hacía un lado y pudo reconocer al causante de la caída.

"¡Maya!" exclamó, sorprendido "¿Qué estás haciendo aquí?"

La aludida se levantó del suelo mientras intentaba acomodarse un poco el pelo. "¿Es qué ya no puedo venir a visitarte?" dijo ella, resoplando hacia uno de sus mechones de pelo.

Phoenix sonrió.

Maya, su amiga del alma. La había echado tanto de menos.

"Pensaba que nunca vendrías…" dijo él, finalmente levantándose del suelo.

Maya bajo su rostro. "Lo siento, Nick. Nada más enterarme de la noticia intente venir lo más rápido posible… pero me surgieron algunos… percances" Luego volvió a alzar su cabeza, esta vez enfadada "Podrías por lo menos haber llamado ¿No te parece? ¿O es que tengo que enterarme yo de todo?"

"Te pido perdón, pero he tenido unos días horribles…"

Maya le miró, preocupada. En ese momento, sus miradas se encontraron. Phoenix sintió un fuerte deseo de abrazarla, y nada más sentir ese deseo, Maya se acercó a él y le rodeó sus brazos fuertemente, como si hubiera sido capaz de leer su mente.

Él apretó su cuerpo contra el suyo y de repente, sintió lágrimas en sus ojos. Había retenido todo este dolor durante mucho tiempo. Aparentaba ser de metal, pero en realidad todo aquello le estaba comiendo por dentro. La presencia de Maya le hizo explotar y desencadenar toda la angustia que oprimía en su corazón.

"Nick…" Ella le susurró al oído. "Lo siento por no venir antes… perdóname"

Phoenix sonrió al oír aquello entre lágrimas.

"Mejor tarde que nunca, Maya"

Se quedaron varios minutos entrelazados. No habían tenido ocasión de abrazarse de esa manera durante un largo tiempo… Eran felices, sí, muy felices. Y eso que eran ingenuos respecto al futuro que les deparaba a los dos.