Hya! I'm back(:

Chap dedicado a Esther que, por los pocos días que la conozco, me ha hecho reír muchísimo y ha alegrado cada una de mis mañanas con sus fotos, sus gifs, sus photoshops y sus frases! MERCII :D

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-A la mañana siguiente…

Es una sensación extraña, como si mi cuerpo fuese pesado e indiferente al movimiento pero mi mente estuviera en estado de alerta. Abro los ojos y todo es oscuridad. Algo se mueve en esa oscuridad y poco a poco va tomando forma de persona. Estoy tendida en algún lugar, en algún lugar frío. Y siento dolor, una punzada de dolor en el pecho y en las piernas. Opresión. Y le veo. Tendido encima de mí con mirada lasciva y salvaje, preparado para acabar lo que no pudo acabar. Se relame los labios y besa mi pecho cubierto por el vestido. Intento moverme pero no puedo. Terror. Intento gritar pero mis cuerdas vocales no articulan ningún sonido. Me mira y sonríe, se lleva una mano al pantalón y se lo desabrocha. Se tiende encima de mí con rudeza y acercándose a mis labios susurra con su aliento frío:

-Nena, hoy no va a venir nadie a salvarte.

Abro los ojos asustada. Temiendo encontrarle realmente encima de mi dispuesto a acabar su fechoría. Sigo notando sus ásperas manos por mi cuerpo, degustándolo con rapidez y brusquedad, la presión de sus piernas contras las mías, su pecho oprimiéndome el mío sin dejarme respirar.

Miro a mi alrededor e intento tomar aire entre las lágrimas que empañan mis ojos.

Estoy sola en una gran cama que no es la mía, destemplada, empapada y perdida. Tardo unos minutos en darme cuenta de donde estoy.

[dif. POV]

La pantalla del ordenador pestañea. Contemplo el ordenador con la mirada perdida, mi mente vaga miles de kilómetros de allí. No entiendo como ha podido escaparse y, por el camino, haberse llevado al guardia de seguridad. Me hierve la sangre.

Si no hubiese vivido muchos casos como ese no estaría preocupado por Ann. Es un violador, suelto y con una presa. Una presa frágil y jugosa que duerme en mi cama, ajena a lo que podría pasar; ajena al mundo, a la luna y al peligro.

El móvil vibra débilmente sobre la mesa, me apoyo en el respaldo de la silla y abro el mensaje. Es de Frank: "Vive en el 32 b de Palm Spring. Voy a pedir la orden y ha primera hora de la mañana estaremos allí".

Suspiro. En su casa encontraremos algo que nos acerque a su actual paradero y conoceremos más de su mente de criminal. Hasta entonces no puedo hacer nada. Miro el reloj (las 5:30), no son horas para presentarse, sin una orden, en el piso.

Chasqueo la lengua asqueado.

Levanto la mirada y allí está ella. Como un ángel, un ángel caído. Pálida y con los ojos brillantes. Tiembla levemente.

Me acerco despacio, sin oprimirla.

-Cariño, ¿estás bien?

Asiente débilmente y dice entrecortadamente:

-Solo he tenido una pesadilla…y él estaba allí y… sus manos por mi cuerpo y…- las lágrimas le resbalan por sus pálidas mejillas.

La cojo con una mano para acercarla más a mi, se acurruca entre mi pecho y suspira entre lágrimas.

Le doy un beso en la cabeza con dulzura y le cojo la cara con las manos para que me mire.

Sus ojos verde-marrones están empañados y perdidos, buscando una luz en la oscuridad que la envuelve.

-Ann, aquí estás segura. Mientras estés conmigo no te pasará nada, no lo permitiría, ¿lo entiendes?

Vuelve a asentir mientras cierra los ojos y se muerde el labio superior para contener las lágrimas. La abrazo con fuerza mientras rodea mi espalda con sus brazos y se aferra a mi como a la vida, intentando deshacerse de sus miedos.

No puedo evitar mirar la oscuridad de la ventana preguntándome si el violador debe estar mirándonos en ese momento.

[dif. POV]

-¿Te quedarás conmigo?- pregunto. Necesito la sensación de seguridad que me transmite su presencia.

-Si es lo que deseas, sí.

-¿Toda la noche? Y no te irás, ¿verdad?- pregunto nerviosa.

-Toda la noche. Sin trucos.

Sonrío aliviada.

Apoyo la cabeza en la almohada y cierro los ojos. Todo está oscuro, y frío. Los abro y me topo con sus ojos. Azules como el mar, relajados, tiernos. Me acerco un poco más a él para notas el calor de su cuerpo. Posa una mano en mi cintura y me envuelve con sus brazos. Una oleada de coco me inunda y me hace cerrar los ojos inmersa en mi paraíso personal. Cómo no puede ser esto el cielo.

Pum·pum·pum·pum. Su corazón late pausadamente, al mismo compás que el mío. Lo último que oigo son los latidos de su corazón, su suave respiración y el deslizar de sus dedos por mi pelo.

[dif. POV]

La claridad de la mañana me hace abrir los ojos. Miro el reloj con soñolencia. Las 8:30.

Doy la vuelta y contemplo el techo blanco. Millones de imágenes y sensaciones me llegan al cerebro con apuntada precisión, mi cerebro empieza a funcionar.

Ann yace a mi izquierda. Dormida, relajada, expuesta.

La contemplo durante unos minutos y me levanto despacio para no despertarla.

Marisol me mira desde la foto de la mesilla de noche. Parece que sonríe con más fuerza que nunca, como si estuviera feliz de que, al fin, volviese a realizar mi vida.

Voy a baño y me ducho dándole vueltas a una idea. Me visto y bajo a desayunar pero antes dejó unas toallas blancas y relucientes encima de la cama.

Mientras espero que el agua hierva para prepararme el té llamo por teléfono.

-¿Jack? Sí, lo se, mucho tiempo. Claro. ¿Qué tal Melisa y los niños? Me alegro. ¿Qué te parece si te encargo un trabajo? En mi casa. Hoy mismo. Sí, ella está dormida pero estaría más tranquilo si vinieras. Estupendo entonces. Hasta ahora.

Bebo el té a sorbos mientras como una magdalena y ojeo el periódico. El sonido de un coche me hace levantar la vista del papel en blanco y negro. Es Jack. Cojo la chaqueta del traje y salgo a recibirle.

[dif. POV]

El agua de la ducha está helada, pero no me importa. Me despierta y hace que mi cerebro se centre solo en el dolor del hielo por mi piel y no en los sucesos del día anterior.

Bajo los escalones de madera envuelta con la toalla y le veo sentado en la mesa del comedor leyendo el periódico. Al darse cuenta de mi presencia se levanta.

-Buenos días ¿has dormido bien?

-Sí, bastante.

Me mira a los ojos y desaparecen mis temores, ¿qué me va a pasar estando él aquí?

Durante unos segundos casi imperceptibles posa su mirada en mis labios como pensando si debe besarme o no, se decanta por el no y acaricia el dorso de mi mano y me guía hacia la mesa.

-¿Té?

Asiento. Se desliza detrás de la barra americana y pone la Ketel a calentar. Acaricio la flor que hay encima de la mesa y por primera vez miro por la ventana: hace un día espléndido, el sol está en ese punto en el que lo miras y te relajas, calentando la piscina y haciendo que el verde jardín brille con más fuerza, el suave viento se desliza entre las hojas de las palmeras que flanquean impasibles el jardín.

Bajo la mirada hacia la silla para sentarme y veo una caja de color rojo que me mira desde la mesa.

-¿Es para mi?

Asiente mientras vierte el agua hirviendo en una taza azul.

Le miro atónita, sin creerlo. Por primera vez sonrío con ilusión. Me encantan las sorpresas y Horatio es toda una caja de sorpresas.

Noto su presencia detrás de mi, a cierta distancia, observando mi reacción a medida que voy abriendo la caja.

Es un vestido blanco, inmaculado, maxi grande, de esos que llegan hasta los pies y son palabra de honor. Me recuerdan al desierto.

-Horatio….- suspiro mientras me giro abrazando el vestido.

-¿Te gusta? Porque si no puedes cambiarlo…

-¡Cómo no va a gustarme! ¡Es precioso!

Sonríe con timidez.

-Pero no tenías porqué comprarme nada- añado.

-Pensé que… dado lo de ayer y dado que tu vestido verde ha quedado inservible, te gustaría tener algo nuevo que ponerte. Algo que te hiciera sentir segura, limpia y te recordara a mi.

Me muerdo el labio inferior aguantando mis ansias de tirarme encimad e él y cubrirlo de besos; me levanto disciplinadamente y le doy un abrazo que lo dice todo. Entonces Horatio desliza sus manos por mi cintura y aspira mi aroma. Intento aguantar las lágrimas, siento demasiadas sensaciones en un simple segundo, pero cuando me separo un poco y le miro a los ojos me derrumbo.

-Eres el hombre más dulce y más encantador que he conocido nunca, ¿lo sabes?

Sonríe con timidez, me acerco a él y por primera vez en la mañana le beso. Le beso dándole las gracias por estar aquí, por ser tan detallista, por quererme, por ser como es y por que le quiero. Él es mi héroe.

Deslizo mi mano por su suave pelo y por unos minutos me pierdo. Cuando me separo me doy cuenta de que sigo en la cocina y de que él está a mi lado con las mejillas rojas y con unos ojos sonrientes.

Nos sentamos en la mesa y mientras me pongo dos cucharadas de azúcar en el te y una nube de leche me dice:

-Escucha, tengo que ir a trabajar porqué a ocurrido un problema – me coge la mano al ver mi cara de horror- pero no vas a estar sola. He llamado a un viejo amigo que se dedica a escoltar a personas que puedan correr algún tipo de riesgo. No te preocupes, él estará dando vueltas por fuera de la casa y si necesitas algo solo tienes que decírselo, ¿de acuerdo? Y si no me llamas a mi, ¿vale?

Miro como el humo se escapa encima de mi taza azul y me invade un enorme pesar. Cierro los ojos y tomo aire.

-De acuerdo.

-Entonces… deberías ponerte ese vestido nuevo antes de conocer a Jack, además- añade bajando sus preciosos ojos azules- … me encantaría ver como te queda puesto.

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Espero que os haya gustado(:

Muaa!