********* ¡BIENVENIDOS! **********

N/A: Hola, lentamente actualizó esto, pero lo hago con mucho cariño para ustedes. Muchas gracias por todos sus Reviews, me hace feliz que la historia les guste. Sin más preámbulo, a disfrutar el capítulo.

Aclaración: Los personajes de Bleach no me pertenecen, son propiedad del gran maestro Tite Kubo—sama. Pero la historia es completamente mía, yo no obtengo ningún tipo de beneficio, más que a ustedes les agrede esta historia y su agradecimiento.

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CAPÍTULO SEIS:

¡No! Tengo que sacarla ahí, por favor, ¡sáquenla de allí! Ella… ¡Ella está muriendo!

-Kotoko-san!- dijo un hombre refiriéndose a mi madre.

-U-Urahara…san-nombró ella con mucho esfuerzo, tratando de contener algunas lágrimas.

-¿Cómo está? Preguntó abrazándola delicadamente.

-No…No lo sé- respondió temblorosa mi madre. - Ishin entró con ella al quirófano junto con otros doctores…pero eso fue hace dos horas-terminó de decir entre sollozos.

-Tranquila, no te preocupes, ya verás que todo saldrá bien. Orihime-chan es muy fuerte.- aseguró Urahara para animarla.

-S-Sí…- respondió mi madre, tratando de limpiar las lágrimas que había derramado.

-Enfermera, por favor ¿podría darle un tranquilizante a la señora? -preguntó aquel hombre a una enfermera que iba de paso.

-Claro señor.- respondió la enfermera.- acompáñeme señora.

-Gracias.- expresó mi madre. – Enseguida regreso Urahara-san, ¿puedes hacerle compañía a mi hijo?

-Claro, no te preocupes. Anda ve. – dijo mirándome en los sillones de la sala de espera.

-Sí.- respondió ella, antes de irse junto a aquella enfermera.

-¡Hola, Kurosaki-kun!- dijo enérgicamente y se dirigió a mí, sentándose a mi lado. No hubo respuesta por mi parte. Yo seguía con la cabeza gacha. –Discúlpame, no sé qué decirte en estos momentos, pero tienes que ser fuerte también por tus padres…no eres el único que quiere a Orihime. –Dijo posando una de sus manos en mi hombro.

-¿Ser fuerte?-le dije sin mirarlo, ni perturbando mi posición. – Tú no fuiste quien la vio despedazada en ese auto.- sentencié.- Tú no fuiste quien escuchó su voz quebrándose por la falta de aire.- dije esta vez mirándolo, mientras las lágrimas volvían a brotar.

-Lo sé, pero-

-¡No! ¡No lo sabes!- dije interrumpiéndolo, a la vez que quitaba su mano de mi hombro con rudeza. – Ni yo tampoco…sóo ella que estaba sufriendo. –Dije agachando de nuevo la mirada, haciendo puños con mis manos. – No pude hacer nada por ella, ¡…maldición!

-No te culpes, fue un accidente. - Insistió Urahara de nuevo.

-Claro que fue mi culpa, yo la obligué para que subiera a ese taxi. ¡Fui yo!- le grité amargamente. - ¡Fui yo!

-Kurosaki-kun, no seas estúpido. Nadie sabía lo que iba pasar. –Me regañó. –Deja de culparte y afronta esto con madurez por favor.

-No puedo…- dije llevándome ambas manos al rostro.- Si yo la pierdo…No sé lo que voy a hacer.

-Kurosaki-kun…-susurró Urahara, compadeciéndose de mí.

-Cuando trate de quitarle el cinturón ella… ella quería que yo la abandonará, piensa que es una carga para mi y que quiero deshacerme de ella…pero por supuesto que no es así.- Le dije, conteniendo las lágrimas.

-¿Qué dijiste?- preguntó sorprendido Urahara. – ¿Orihime-chan…hizo eso?- dijo casi horrorizado.- No pensé que ella llegaría a tanto. – Eso último me sonó extraño.

-¿Qué no llegaría a tanto? ¿A qué te refieres?- cuestioné.

-ah…-dijo soltando un suspiro. – Verás…cuando inicio el semestre en la escuela, Orihime-chan visitó mi oficina y me pidió un favor.

-¿un favor? ¿Qué te pidió?- pregunté intrigado.

-Que me encargará que tú y ella estuvieran en clases diferentes.- soltó al fin.

-¿P-Pero por qué?- pregunté exaltado, levantándome del sillón.

-Ella me explicó que quería aprender a valerse por sí misma y aprender cosas nuevas. También dijo que quería dejar de causarte problemas por su salud, y que retomaras tu vida escolar como un estudiante normal rodeado de sus amigos.

-¿Pero qué?- dije tratando de analizar todo. – Así que esa fue la razón por la que terminamos separados.

-Perdóname Kurosaki-kun, me pareció buena idea a mí también. Además no le podía decir que no a Orihime-chan. – Dijo justificándose.- Sabes que a ustedes los aprecio como mi familia.

Bajé la mirada para meditar todo lo que me había dicho Urahara...pero eso significaba que Orihime tenía la intención de separarme de ella…y que yo la abandonará. "Este es mi castigo" pensé.

-Ichigo, Urahara- Escuché la voz de mi padre, mientras se acercaba a nosotros. De inmediato me acerqué a él, Urahara hizo lo mismo.

-¿C-Como está…?-Le pregunté tartamudeando un poco. Antes de responderme, miró a Urahara como si le hubiera dicho algo con la mirada.

-Ella está bien. –Respondió mi padre en un tono serio, y mostraba una expresión diferente a sus palabras.

-¿Pero cómo salió de la cirugía? ¿Qué paso? ¡Dime viejo!- le ordené.

-Ishinn, sea lo que sea. Permítele a tu hijo saber.- dijo Urahara mirando seriamente a mi padre. Algo raro en él, ya que ambos eran unos bufones.

-Está delicada….- dijo arrugando el gorro azul que utilizaba en las operaciones.- Creo que esta vez no lo logrará Ichigo…perdóname.- Aquel bufón siempre sonriente, estaba casi desmoronándose al decir esas palabras.

-P-Per…-traté de decir, pero mi voz no salió. Las palabras "no lo logrará" fueron muy fuertes. De inmediato el resultado que jamás había querido imaginar apareció: su muerte. Dolido y sin importarme con quien estaba y en dónde estaba, mi cuerpo se quebró y caí al suelo de rodillas, las lágrimas comenzaron a salir una vez más. Mi llanto no emitía ningún sonido; lo que fue más desgarrador, sólo podía ver el suelo humedecerse cada vez más.

-Hijo…-escuché a mi padre decir, mientras se agachaba frente a mí y tomaba mis hombros. –Levántate…

-Kurosaki-kun, resiste. –Dijo esta vez Urahara, poniéndose a un lado mío.

-¿Por qué no es a mí a quien me pasa todo? ¿Por qué ella es la única que tiene que sufrir, Papá?- Dije levantando la mirada. -¡Por qué no puedo compartir su dolor!- Me hundí en el llanto de nuevo.

-Disculpen…parece que llegó en un mal momento. –Dijo apareciendo Ulquiorra frente a nosotros. De inmediato recordé que él estaba cuando sucedió el accidente.

-¡Tú…!-Solté al verlo y me lancé contra él, tomándolo de la camisa. -¿Por qué demonios no hiciste nada para salvarla?- le reclamé.

-D-Detente Ichigo.- Dijo mi padre tratando de sujetarme.

-Suelta a Ulquiorra-kun. – Me ordenó Urahara, sujetándome también.

-¿Acaso no te interesaba ella? ¡No hiciste nada para ayudarla!- insistí de nuevo. Me molestaba la forma inexpresiva con la que me miraba.

-¡Estas equivocado, Kurosaki-kun! ¡Fue él quien aviso a la policía del accidente y llamó a una ambulancia! – Intervino Urahara.

–Sí, hijo. Si él no hubiera hecho eso, no podríamos haber ayudado a tu hermana a tiempo.- afirmó esta vez mi padre.

-¿Q-Qué?-dije sorprendido.

-Así es. – Hablo Ulquiorra.- Ahora… ¿Podrías soltarme, por favor?- Dijo mirando mis puños en su camisa. De inmediato reaccioné y lo solté.

-No lo sabía…-dije en voz baja y mirando hacia otro lado. No iba a decir esas palabras mirándolo a los ojos.

-El que menos la ayudó, fuiste tú. – Dijo Ulquiorra fríamente refiriéndose a mí. – Todo estaba muy bien hasta que llegaste.

-¿Qué demo-

-¿Ahora tú Ulquiorra-kun?- dijo Urahara- Deténganse los dos por favor.

-Sabes perfectamente que si tú no la hubieras obligado a subir a ese taxi, ella no estaría al borde de la muerte ahora.- Había dado en el blanco, eso era verdad. Me daba rabia aceptarlo, pero ese imbécil estaba diciendo la verdad.

-¡Ishin!- llamó mi madre en cuanto vio a mi padre. - ¿Cómo está Orihime? ¿Puedo verla?- dijo mi madre una vez estaba a lado de él.

-Sí, Kotoko…ella está en terapia intensiva. –Dijo tomando su brazo.- Ven, te mostraré la habitación.

-¿Puedo verla también?- Preguntó Ulquiorra a mi padre.

-Claro. –Respondió el, amablemente.

-Vamos también, hijo, Urahara-san. – Nos llamó mi madre con una leve sonrisa.

-Gracias, Kotoko-san.- Agradeció Urahara, uniéndose a ellos también.

Mi mente se quedó en blanco antes de responder.

-Yo…me quedó aquí- dije por fin. Era tan cobarde que me daba miedo ver a Orihime una vez más postrada en una cama. Creo que esta vez yo tampoco lo lograría…

-¿Estás seguro?- Escuché decir a mi padre.

-S-Sí...- respondí tartamudeando. – Vayan ustedes.- fue todo lo que dije.

-Está bien.- Dijo esta vez mi madre, antes de irse. Probablemente ella imaginaba como me sentía.

La noche no tardó en caer, y después de mucho arrepentirme de no ir a ver a Orihime, lo más lejos que pude llegar fue esperar afuera de la habitación. El poco valor que reunía para entrar se esfumaba al ver a mi madre salir llorando de la habitación, cuando mi padre les daba indicaciones a las enfermeras que entraban, e incluso cuando notaba un leve cambio en la expresión del imbécil de Ulquiorra. De nuevo cerraba mis ojos y bajaba la cabeza. No podía hacer nada, excepto llorar y esperar.

Hubo un momento de la noche, que escuché el chillido de un aparato. La enfermera que estaba adentro con mi madre y Urahara salieron corriendo para buscar a mi padre, él regreso inmediatamente junto con la enfermera. Incluso Ulquiorra volvió a entrar a la habitación para ver que sucedía, y aun así, el miedo controlaba de nuevo mi cuerpo haciéndome temblar. Me arrodillé, cerré los ojos y pedí innumerables de veces que Dios me escuchará y que salvará a Orihime, prometiéndole infinidad de cosas. El ruido de la puerta me obligó abrir los ojos de nuevo, y escuché a mi padre decir: "Ella está bien "con una media sonrisa.

Sin darme cuenta, la mañana llegó y mi padre me ordenó acompañar a casa a mi madre. Por supuesto no quería, pero él me aseguró por su vida que Orihime ya se encontraba un poco mejor y también que mi madre necesitaba descansar, por lo que terminé aceptando.

-Cualquier cosa, yo les llamaré. – Dijo mi padre despidiéndose de mi madre.

-Sí.- respondió ella, antes de abrazarlo.

-Yo me quedaré con él un poco más.- Dijo Urahara-san.- No te preocupes.

-Gracias, Urahara-san.- Dijo abrazándolo a él también. Urahara era como el hermano mayor que mi madre no tuvo.

-Cuida a tu madre, ¿está bien?- me ordenó mi padre, de nuevo con esa medio sonrisa.

-Sí.- Le respondí, mientras extendía mi mano para alcanzar la de mi madre y ayudarla a caminar.

Un día tras otro transcurría, y todo se volvía rutinario: ir al hospital, regresar a casa, ir a la escuela y de nuevo regresar al hospital. Orihime seguía igual, no mostraba mucha mejoría, pero tampoco empeoraba su estado, aún continuaba durmiendo. El "ella está bien" representaba una especie de coma en el que estaba, pero era mil veces más alentador a comparación que hubiera perdido la vida la primera noche del accidente.

-¿Cómo sigue Orihime-san?- me preguntó Ishida, una vez que la maestra salió del salón de clases. Una de las clases del día había terminado.

-Igual…sigue igual.- respondí sin mirarlo.

-¡I-Ichigo!- entró alarmante keigo al salón.

-¿Qué sucede?- le pregunté sin mucho interés. Lo último que necesitaba en esos momentos, era escuchar las tonterías de keigo.

-Una secretaría me dijo que tu papá…que tu papá acaba de llamar. – mi actitud cambió de inmediato, las peores cosas pasaron por mi mente.

-¿Qué es lo que dijo?- cuestioné mientras me levantaba del asiento. – ¡Respóndeme keigo!- dije tomándolo por la camisa con brusquedad.

-¡Cálmate, Ichigo!- dijo Renji apareciendo atrás de mí. También estaban Tatsuki, Rukia, Chad y Mizuiro a su lado.

-Tranquilo Ichigo, deja que keigo hablé- me rogó Mizuiro.

-Sí… Ichigo, ellos tienen razón.- Dijo keigo un poco tembloroso, mi reacción lo había asustado más que de costumbre. –Parece que Orihime-chan ya despertó y quiere que vayas al hospital de inmediato.

-¿-Q-Qué?- mencioné sorprendido. El miedo que me sacudía antes se transformó en ansiedad por verla. Inmediatamente salí corriendo del salón de clases y me puse en camino al hospital.

-Espera, Ichigo. Nosotros también vamos. – Dijo Rukia, saliendo detrás de mí. Todos los demás hicieron lo mismo.

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-¿Crees que le hayan dado el mensaje?- preguntó en tono de preocupación mi padre a Urahara.

-Claro, no te preocupes. Estará aquí pronto.- respondió Urahara dándole una palmada en la espalda.

-Ya veo… no le diste detalles, ¿Verdad?- Preguntó de nuevo con el mismo tono de preocupación. Parece que la palmada de Urahara no funcionó.

-No, no di ningún detalle. Eso lo harás tú, en eso habíamos quedado ¿no?- dijo Urahara tratando de poner todo el positivismo posible en sus palabras.

-Ok…

-¡Papá, ¿Qué sucede?!- pregunté agitado, una vez había llegado acompañado de mis amigos.

-Ichigo…Orihime ya despertó…-

-Ya veo.- respondí para correr después a su habitación.

-E-Espera Ichigo aún no te he dicho nada.- dijo mi padre, tratando de detenerme.

-Primero tengo que verla- le respondí mientras seguía corriendo. Con rapidez y mucha decisión giré la perilla de la puerta y entré a la habitación de inmediato. Al entrar pude ver a mi madre a un lado de la cama, se sorprendió un poco al verme. Después posé mis ojos en ella, estaba aún en la cama, pero su espalda estaba totalmente erguida. Era verdad que había despertado. Por el tiempo que no la había visto, tuve la sensación que su cabello había crecido, así como el flequillo de su frente.

-O-Ori…hime…-pronuncié su nombre tartamudeando. Ella seguía sin moverse, estaba de perfil.

-¿Y-Ya has hablado con tu padre?-me pregunto tembloroso, mi madre.

-No, aun no. Quise primero venir a verla.- Dije mientras caminaba aproximándome hasta el frente de Orihime, lo más cerca que pude. - Estaba preocupado de que…-No terminé de decir la oración, mi voz enmudeció cuando vi su rostro. –Orihime…tú.- traté de decir torpemente. Sin contar las innumerables pequeñas cortadas en su rostro…el brillo en sus ojos…se había desvanecido; Su mirada estaba fija en una sola dirección. –No… ¿No puedes verme?- pregunté al fin, acercándome un poco más a su rostro. Ella sólo se limitó a negar con la cabeza, su expresión era triste, pero a la vez perdida.- No es posible…

-Sí, ella no puede ver nada…y su voz también se ha ido. – Dijo mi padre entrando a la habitación.

-¿Pero…que estás diciendo? ¿Cómo…? ¿Por qué?- dije mirándolo sorprendido. No entendía nada.

-Son…secuelas del accidente. –Dijo en un tono triste.

-¡M-Mentiroso!- dije abalanzándome contra él. -¡Dijiste que estaría bien!- lo tomé por la camisa.

-¡Hijo por favor, no!- Dijo mi madre, sujetándome del brazo.

-Lo siento…Ichigo.- dijo mi padre desviando la mirada. – Ella…solo puede oírnos…

-No…puede ser…-soltó Tatsuki sorprendida, todos los demás se encontraban allí y su reacción era la misma que la de Tatsuki; habían escuchado todo.

-¿Qué sucede, hija? – Dijo mi madre respondiendo a un movimiento que hizo Orihime con la mano.- ¿quieres escribir algo?- dijo sacando una pequeña libreta y un lápiz que se encontraba en el cajón del buro de la cama de Orihime.- Toma, aquí está.- dijo conduciendo la mano de Orihime a la libreta y ayudándola a tomar el lápiz. Con mucha imprecisión tomo el lápiz y comenzó a escribir en la libreta, tardó un poco, era evidente que no se acostumbraba a escribir a tientas. Cuando terminó de escribir, lo mostró hacia nuestro lado, ella no podía ver, pero podía escuchar en qué dirección provenían nuestras voces.

"¿Ya estás feliz? ¿Esto era lo que querías?...hermano"

-P-Pero que…-solté pasmado al leer esas líneas en la libreta que sostenía Orihime.- Eso no es...- pero antes de terminar mi oración ella comenzó a escribir de nuevo en la libreta.

"Sólo porque Ulquiorra-sempai no te agrada…no tenías por qué comportarte tan egoístamente... ¿Lo sabías? Aquella persona que conducía el taxi murió… Por tu culpa…esa persona murió"- las manos de Orihime comenzaron a temblar, al mismo tiempo que lágrimas comenzaban a salir de aquellos ojos grises.

-N-No…no lo sabía….-solté sorprendido. Es verdad, en ese momento lo único que me importo fue Orihime, nunca me preocupé por nadie más.

-Orihime-chan….susurró Urahara-san. Todos se quedaron en silencio al ver las lágrimas de Orihime. Ella ni siquiera se estaba preocupando por su estado, estaba llorando por aquella persona que había perdido la vida en el accidente. Aún con las manos temblorosas y algunas lágrimas, ella volvió a escribir en la libreta.

"No puedo perdonar que arrastraras a esa persona conmigo, si quieres deshacerte de mí, está bien, lo acepto, pero ese señor no debió haber muerto…por tu culpa y por mi culpa…"

-¡N-No!- dije negándome de inmediato.- Esa no fue mi intención… yo no quiero deshacerme de ti… ¡Jamás!- grité mientras trataba de abrazarla, pero ella forcejeaba con sus débiles manos y negaba con la cabeza; era obvio que no quería que la tocase.- ¡Escúchame por favor!- le rogué mientras me aferraba a ella, pero sentí varios brazos sobre mí que trataban de separarme de ella.

-¡Cálmate, Kurosaki!- escuché la voz de Ishida mientras jalaba de mí.

-Ishida tiene razón, tienes que calmarte. Podrías lastimarla.- Esta vez habló Renji, al mismo tiempo que me sujetaba.

-¡Suéltenme!- respondí, mientras forcejeaba con ellos.

-Tienes que tranquilizarte hijo, tu hermana se está asustando más- dijo mi madre mientras abrazaba a Orihime; ella seguía llorando en silencio. Cuando la vi, la razón entro en mí y deje de forcejear con Ishida y Renji.

-Es mejor que salgas de la habitación- me sugirió mi padre, mientras ponía una mano sobre mi hombro.- Ella no está bien…

-Está bien…- respondí resignado, todo lo que habían dicho era verdad.

Miré a Orihime una vez más, antes de salir de la habitación con mis amigos; ella se separó lentamente de mi madre, tomando la libreta y el lápiz una vez más. "Te odio…" fueron las últimas palabras que leí antes de que mi mente se bloqueara una vez más.

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FIN DEL CAPÍTULO.

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¡Hasta la próxima!