Bueno, de momento este viaje a llegado a su fin. Siento la espera entre capítulo y capítulo, pero muchas veces ni la imaginación ni la vida real me ayudaban. Quizás con segunda parte...

Muchas gracias a todos los que habéis dejado un review, habéis hecho de esta historia una de sus favoritas o simplemente habéis llegado hasta el final. Espero que os haya gustado tanto como a mí escribirla. ¡Gracias!

Epílogo

Un súbito golpe a su lado hizo que su mano temblara por un instante.

-¡Tamaki! Haz el favor de no dar esos golpes con los libros, has hecho que estropee mis apuntes... y por si no te habías dado cuenta, estamos en una biblioteca -susurró Kyoya a su amigo mientras éste se sentaba a su lado.

-Lo sé, perdón... pero es que pesan demasiado -lloriqueó Tamaki por lo bajo: Kyoya lo miró por un segundo y señaló su Análisis de la arquitectura a lo largo de la historia, tres veces más grande que el Principios de la economía de Tamaki. Éste solo se encogió de hombros y empezó a sacar apuntes de su mochila. Kyoya suspiró y siguió escribiendo.

Pese a todo, parece que la vida le estaba sonriendo al joven: graduado con Matrícula de Honor en el Instituto Ouran, había conseguido entrar sin ningún problema a la sección universitaria de Ouran -donde también estaban Honey y Mori desde el año anterior. Sorprendiéndose a sí mismo, se matriculó para estudiar Arquitectura: separado completamente de la empresa Otori, Kyoya se centró más en lo que realmente deseaba hacer y no lo que debía según el negocio familiar. De momento, el joven veía su elección como una de las mejores que había hecho en su vida. Tamaki también se graduó sin problemas y estudiaba Economía con el fin de tomar las riendas de la empresa Suoh en el futuro.

Ambos tenían mucho trabajo y estando en distintas carreras no se podían ver con la misma frecuencia como en el instituto, dónde iban a la misma clase. Pero muchas tardes las pasaban en la biblioteca, estudiando o haciendo trabajos; y si era viernes acababan yendo juntos al apartamento de Kyoya, dónde les esperaba el resto del Host Club para cenar todos juntos una vez a la semana y compartir historias tanto del Ouran como de la universidad -aunque la mayoría del Host Club se había marchado del Ouran, Haruhi, Kaoru y Hikaru habían reclutado nuevos miembros que heredarían el club cuando a final del año los tres últimos integrantes del Host Club original se graduaran, y aun así los universitarios se pasaban algún que otro día para entretener a las clientes.

Mirando la hora, Kyoya comenzó a recoger todas sus cosas y Tamaki hizo lo mismo a su lado, tarareando una canción por lo bajo (de forma que no le llamaran la atención).

-Puedo llamar a la limusina de mi familia, si quieres -dijo Tamaki, viendo que Kyoya iba más cargado que nunca con un par de grandes planos encima.

-No hace falta, sabes que mis vecinos son de lo más cotillas y si me ven aparecer con una limusina... -Tamaki rió por lo bajo, pero no dijo nada más: si no iban en limusina significaba... ¡transporte público de los plebeyos!

Familia... Kyoya no había vuelto a hablar con su padre desde su graduación del Instituto Ouran, a la que asistió para seguir dando la impresión de que seguían siendo una familia y Kyoya se había independizado por voluntad propia. Entonces sólo posó para las fotos y felicitó a su hijo por la Matrícula de Honor como si fuera uno de sus socios empresarios, dedicándose a hablar con otra gente durante el resto de la tarde. En parte eso no preocupó a Kyoya tanto como había pensado: el joven pasó todo el tiempo con el Host Club e Isuzu, rememorando viejos tiempos y prometiendo a las clientes del Club que Tamaki y él se pasarían por allí siempre que pudieran (como habían estado haciendo Honey y Mori durante todo ese año).

Sus hermanos tampoco tenían mucho contacto con Kyoya: el mayor seguía los pasos de Yoshio y evitaba dirigirle la palabra y el mediano de los tres no tenía una relación especial con Kyoya, pero se molestaba en felicitarle por su cumpleaños y en ocasiones como Año Nuevo. En cambio, Fuyumi no perdía ni una oportunidad en saber de la vida de su hermano: lo llamaba por teléfono siempre que podía y no había fin de semana que no se dejara caer por su apartamento para hablar un rato. Siempre le preguntaba por sus estudios, su salud, si comía bien... a veces Kyoya se ponía de los nervios, pero siempre conseguía desviar la conversación hacia otro tema (como el reciente embarazo de Fuyumi, por ejemplo, y el debate sobre si Kyoya tendría un sobrino o una sobrina).

Su madre... Kyoya le debía a la herencia de su madre el poder pagar el apartamento y sus estudios, y quería agradecérselo -puesto que Tachibana le había dicho que seguía viva-, pero no estaba seguro de que ella quisiera verlo: al fin y al cabo, se había ido de la casa Otori sin pensar en quién dejaba atrás... pero claro, eso también hubiera podido ser cosa de Yoshio.

Kyoya suspiró y apoyó la frente en el cristal del autobús: el tema de su madre siempre le daba dolor de cabeza, y acabó apartándolo para otra ocasión intentando recuperar la conversación con Tamaki, que no había parado de hablar desde que entraron al autobús.

Al igual que un año atrás, Tamaki y Haruhi seguían saliendo juntos: al principio al rubio le entraban ataques de pánico sobre qué cosa espectacular debía preparar para su próxima cita con Haruhi, pero entre ella y el Host Club consiguieron convencerle de que era mejor ser él mismo y tener una cita normal a ser asaltados por una banda de circo cuando menos se lo esperaba Haruhi. A pesar de todo a Kyoya le agradaba pensar que ambos seguían siendo como antes: Haruhi con sus comentarios cortantes y actitud realista mientras que Tamaki tenía su teatralidad y pájaros en la cabeza.

Al llegar a su parada lo primero que vieron fue al Host Club e Isuzu sentados en los escalones del edificio de Kyoya.

-¡Kyo! ¡Tama! -gritó Honey con un paquete en sus manos que olía sospechosamente a tarta de chocolate- ¡Por fin habéis llegado!

-Llevamos un rato esperando aquí -dijo Haurhi mientras era abrazada por Tamaki.

-Culpa de Kyoya -dijo el rubio-. Insistió en ir en autobús en vez de en mi limusina, y había cola para coger el autobús.

-Ya te tengo dicho que si vengo aquí en limusina y me ven mis vecinos no tendré tranquilidad en meses -gruñó Kyoya. En eso era lo único que se arrepentía de vivir en un apartamento: los vecinos eran de lo más cotillas y no se molestaban en disimular cuando se quedaban asomados por las ventanas los viernes por la noche intentando averiguar lo que hacían Kyoya y el Host Club en su apartamento.

-Demasiado tarde -le dijo Isuzu, dándole un beso en la mejilla y teniéndole un par de planos para que Kyoya encontrara las llaves en su bolsillo-. Todos nosotros venimos siempre en limusina.

En ese momento un par de sombras se situaron a casa lado de Kyoya.

-¿No crees que deberías hacernos una copia de tus llaves? -dijo Kaoru.

-Es para no tener que esperaros fuera si llegáis más tarde como hoy -sonrió Hikaru.

-No, ni lo soñéis -les dijo Kyoya, abriendo la puerta y sosteniéndola para que todos pasaran-. Contentaos con que os he dejado encargados de las llaves del Host Club.

-Aww... pero sería más divertido si tuviéramos las de tu apartamento... -se quejó Hikaru mientras subía las escaleras.

-Dejadlo, chicos -dijo Haruhi-. No lo vais a conseguir.

Solo con pensar en lo que podían hacer los gemelos con las llaves de su casa hacía que Kyoya las agarrase aún más fuerte en su puño.

-Algún día serán nuestras -amenazó con un brillo de rebeldía en los ojos Kaoru, antes de pasar al apartamento de Kyoya, su hermano con la misma expresión desafiante tras él.

-Yo de ti las guardaría bien -susurró Isuzu.

Kyoya cerró la puerta tras de sí y se marchó a guardar su mochila mientras oía al Host Club poniéndose cómodo en el salón y a alguno de ellos revolviendo en la cocina.

-¿Puedo dejar esto aquí? -preguntó Isuzu tras de él. Kyoya asintió y cogió la bolsa de deporte que la chica le ofrecía: Isuzu siguió su vocación artística y tras graduarse en el Instituto Lobelia se matriculó en la mejor escuela de danza de Japón.

-¿Cómo te han ido las clases hoy? -preguntó Kyoya mientras volvían a la cocina.

-Muy bien, aunque un poco cansada -suspiró la joven mientras se apoyaba ligeramente en el brazo de Kyoya-. Estamos preparando un nuevo recital y me toca actuar en muchas escenas.

-Isuzu, eres la protagonista -rió Kyoya por lo bajo-. Normal que tengas que aparecer en la mayoría de escenas.

Antes de que Isuzu le pudiera contestar Honey apareció con la tarta de chocolate frente a ellos, declarando que él iba a cenar eso y que si querían un trozo lo dijeran ahora o se quedarían sin nada.

Al final, Kyoya se encontró cenando una comida casi quemada por un descuido de Haruhi, alrededor de una mesa demasiado pequeña para todos los que eran, contando anécdotas a voz en grito (que sin duda llegarían a oídos de sus vecinos) y con Isuzu riendo a su lado.

No como lo había imaginado, pero puede que mucho mejor.

Fin.