Último capitulo, disfruten...

Capitulo final… Tú, yo, eso es lo que importa.

Las cosas con Bella habían ido mejorando, hoy planeaba pedirle que fuera mi novia oficialmente. Es decir, para mí ya lo era, pero Tanya dijo que todo debía ser oficial y al consentimiento de la chica. Por mi parte había reído ante su tono de alguien hecho a la antigua.

La esperé fuera de su última clase con una sonrisa imborrable en mi rostro. Cuando ella salió tenía la vista clavada en el suelo, pareció no haberme visto pues pasó por mi lado sin levantar su mirada.

Caminé junto a ella, no notó que yo estaba allí.

- Hola – dije con voz divertida.

- Hola – dijo sin mucho sentimiento en su voz… no como yo había estado esperando.

- ¿Pasa algo?

- No – dijo cortante, la miré extrañado, ella y yo este tiempo habíamos estado técnicamente entre miel y hojuelas, sin estas palabras tan… cortantes, intenté no darle importancia y seguí caminando a su lado.

Al llegar al estacionamiento, ella no esperó que abriera su puerta, y subió a mi Volvo, me encogí ante la idea de ser yo el culpable, pero yo no había hecho nada, nada de nada.

No fui ni cortante, ofensivo, grosero, la traté bien, antes de dejarla en deportes todo estaba a las mil maravillas, ¿Qué cambió?

Subí al asiento del piloto, y encendí mi carro, viendo de reojo a Bella que mantenía su mirada fija en la ventanilla, incluso sus manos estaban cruzadas en su pecho.

- ¿Quieres ir a mi casa? – le invité.

- No – dijo secamente. Ni lo pensó por un segundo, me dolió con la misma intensidad.

- De acuerdo… - dije evitando mostrar cuanto me dolía eso.

El viaje fue uno lleno de un molesto silencio, por parte de ella, y yo en parte, ya que cada vez que intentaba hablar, ella respondía con respuestas sin contestación.

¿Qué había cambiado?, me preguntaba, pero no encontraba respuestas.

Al llegar a su casa, me bajé para abrirle la puerta, pero justo cuando yo Salí del carro, ella abrió sin esperarme su puerta, aun así caminé a su lado, ella estaba mirando el suelo…

- ¿Me dirás que pasa? – pregunté antes de que pudiera abrir la puerta.

- Nada, nos vemos luego

- Bella…

- Adiós – dijo metiendo apresurada la llave a la cerradura, algo no estaba saliendo bien.

- Bella, detente – se quedó parada, pero no volteó a verme y abrió la puerta. – Bella ¿puedo hablar contigo?

- Estoy cansada – dijo, no me importó debía saberlo.

- ¿Qué pasa? – insistí.

- Nada

- ¿Puedes ir hoy en la noche a mi casa? – sonó más como una suplica que pregunta.

- No – contestó con el mismo tono seco e indiferente.

Eso me dolió, no lo pensó, ni un momento de duda, sonó tan fría y cruel que dolió.

- Bien… te amo – dije y di la vuelta al ver que ella no volteaba, subí a mi carro y me fui de ahí sin ganas.

Al entrar a mi casa vi la luz del escritorio de mi padre encendida, pero no tenía ganas de hablar con él por lo que seguí caminando derecho a mi cuarto sin siquiera dedicarle una mirada cuando pasé por su puerta abierta, igualmente de seguro estaba trabajando en asuntos más importantes que cualquier cosa que yo le pudiese decir.

En el momento que llegué prendí la música a todo volumen y me dejé caer agotado en mi cama.

Pasé el resto de la tarde encerrado en mi habitación. Me llamó Emmett para cenar pero no tenía hambre ni estaba de humor para tener una conversación familiar, por lo que decidí cenar solo más tarde.

Pero cuando bajé a cenar estaba mi padre en la mesa.

Fruncí el ceño confundido.

- ¿Me estabas esperando? – pregunté sin podérmelo creer.

- No quería que cenaras solo – dijo. – A demás tenemos mucho de que hablar.

¿Ah? ¿Desde cuando él y yo hablábamos? Rodó los ojos.

- Siéntate.

Busqué dos platos con carne que estaban sobre la mesada y los lleve a la mesa.

- ¿De qué quieres hablar, Papá? – pregunté.

Soltó una risa.

- ¡De todo! No hemos hablados desde que volviste. ¿Cómo te fue en Harvard? ¿Por qué decidiste ir sin previo aviso? ¿Por qué no aprobaste y-?

Lo interrumpí antes de que pudiera criticarme más.

- ¡Porque no aprobé! Lo siento, Papá, pero no aprobé. Y eso de seguro te hace feliz ya que ahora estudiare la carrera que tanto odio que es abogacía - nunca antes le había dicho eso, y por extraño que parezca, no me arrepentía de haberlo hecho.

Bajó la mirada.

- ¿Tú no quieres ser abogado? – preguntó.

- ¡No! Es lo que he estado tratando de decirte toda mi vida. ¡Pero no escuchas! Sólo escuchas lo que quieres, y lo demás haces como si nunca hubiera salido de mi boca. Sabes, siempre supiste, que amo la música. ¿Y adivina qué? ¡Voy a seguir estudiando eso porque es lo que me gusta! No quiero ser un abogado que no esta nunca en su casa para ver a sus hijos y a su esposa. No Papá, no quiero ser como tú.

Mis palabras eran duras, pero necesitaba decirle todo eso que tenía guardado desde hacia tanto tiempo.

- Lo único que haces es darnos dinero, pero por eso no te convierte en un buen padre, ¿sabes? Necesitas más que eso. Te quedas hasta tarde en tu oficina, y si Mamá fuese un poco menos inocente sabría que estas con otra.

Él abrió los ojos como platos.

- ¡¿Qué? – gritó. - ¿Yo con otra? – se llevó una mano a la cabeza. –¿C-cómo puedes decir algo así? Sabes que amo a tu madre más que nada en esta vida, y si estoy en la oficina hasta tan tarde es para darle a ustedes y a ella lo mejor. Edward no voy a permitir que me digas eso, yo no soy infiel a tu madre ni a esta familia.

Tragué con dificultad, diablos. No sabía que decir, había metido la pata… por suerte él continuó hablando.

- Y yo quiero que seas un abogado porque es una buena y respetada carrera – lo interrumpí.

- ¿Y ser músico no lo es?

- ¡Puedes dejarme terminar! – gritó. – Escucha, me encantaría que fueses abogado, pero si no lo eres esta bien. Es tu vida y no la mía.

Mi rostro reflejó mi confusión.

- Edward, si quieres ser músico yo no me interpondré en tu decisión. Si es algo que te gusta, aunque no sea lo que yo quiero para vos, entonces tómalo. No sabes lo feliz que estaba cuando te llamaron de Harvard, todavía no terminas el instituto y ya piensas en la universidad y en tu futuro. Estoy muy orgulloso de ti, hagas lo que hagas, te acepten o no te acepten – quedé quieto como estatua sin saber que contestarle. – Lo que lleva a otro tema, - dijo. – Me fue imposible creer que no habías sido aceptado sabiendo lo gran músico que eres, por lo que llamé a Harvard y hablé con quien te hizo la entrevista.

- ¿Tú… llamaste? – pregunté atónito.

- Edward, eres un músico excelente, te oigo interpretar esas canciones y me es difícil creer que un hijo mío tiene tal talento. Es por eso que simplemente no pude creer que no te aceptaron. Llamé y me comunicaron con el director, quien te hizo la entrevista… ¿por qué no me hablaste de eso?

- ¿De qué? – pregunté, aunque ya sabía a que se refería.

- De lo mucho que amas a Bella Swan. Siempre lo supe, y estaba esperando que en algún momento tuvieras la confianza de venir a preguntarme. Edward, soy tu padre, nadie te quiere más que como yo te quiero, necesito que confíes en mí. Eso de que le soy infiel a tu madre, ¿en serio lo crees?

Negué con la cabeza.

- Ahora sé que no – admití.

- Edward – se llevó una mano a la cabeza. - ¿por qué no me lo dijiste antes? No puedo creer que pensabas eso…

- Lo siento – dije y en verdad lo sentía.

Nos quedamos hasta tarde hablando. Le conté todo sobre Bella, incluyendo su extraño comportamiento estos días. Me era difícil de creer que estaba hablando con mi padre de un tema tan importante para mí. Él escuchaba, preguntaba y aconsejaba. A decir verdad, le dí poco crédito antes…

Mamá lo llamó entonces él se despidió y se fue, por lo que yo tuve que ir a intentar dormir…

¿Qué había pasado?

Me removí incomodo en mi cama sin poder pegar ojo, me levanté al ver que definitivamente me era imposible dormir.

Caminé hasta llegar a la habitación de Alice, entré sin tocar, pues no quería despertarla.

Ella se encontraba en medio de su cama matrimonial, con las sabanas a sus pies, y su boquita entre abierta, justo acostada en el medio, caminé hacia ahí, y me senté en la orilla a su lado, viéndola dormir.

Me acosté intentando no despertarla y pasé mi brazo encima de su cabeza.

Sin darme cuenta, el sueño llegó…

¡Arriba dormilón! – gritó la voz de Alice. Abrí los ojos de golpe para encontrarme en la habitación de Alice, al recordar como había llegado ahí volví a cerrar los ojos, intentando ignorar al pequeño duende para poder conciliar el sueño de nuevo.

- ¡Arriba! Que eso de dormir en camas ajenas ya es demasiado, para que le sumes eso de no despertarte – insistió ella.

- Buenos días – murmuré apenas entendible. – lo siento.

- No importa, arriba se ha dicho… - dijo ella. – Y sal de mi propiedad que me tengo que arreglar.

Me reí por lo bajo y con gran esfuerzo me levanté.

La besé en la frente y me marché a mi habitación, una vez dentro me bañé.

En el camino a la cocina me encontré con Nessie, quien sonreía de oreja a oreja.

- Hola chica linda.

- Hola tonto

- Buenos días.

- Igual…

- ¿Saldrás con Jake?

- Sí… ya que entrare la próxima semana a la escuela es lo menos que puedo hacer – dijo ella, sonreí.

- Supongo – Jacob se había quedado tal y como dijo por Nessie, ahora iría a la escuela de La Push, aunque Nessie entró en la de Forks.

- Nos vemos luego – dije, ella asintió, y entro a su recamara.

Como de costumbre pasé a buscar a Bella antes de ir al instituto, me sorprendió que al llegar a su casa su camioneta no estaba.

Entonces recordé su comportamiento del día anterior. Para asegurarme que Bella había ido al instituto sola, llamé a la puerta y me atendió Renée.

- Hola Edward – me saludó.

- Buenos días, Renée – le dije. - ¿Está Bella en casa?

- No... me sorprendió que no te esperase. Le pregunté y me dijo que tú no la vendrías a buscar y no agregó nada más, conoces a Bella – agregó.

Asentí con la cabeza.

- Gracias, nos vemos luego – dije y sin esperar más me subí a mi Volvo y arranqué camino al instituto.

- ¿Qué pasa con Bella? – me preguntó Tanya en nuestra primer clase, como siempre juntos.

- No lo sé… esta… diferente… quizás este en exámenes – eso quería creer yo

- No lo creo – dijo ella lo más suave posible para que no lo tome como una critica.

- No sé que tenga…

- ¿desde cuando esta así?

- Ayer, última clase

- Mmm… ¿Qué hiciste para hacerla enojar?

- ¿Yo? Yo no hice nada.

- Pues las chicas normales se enojan por cualquier cosa, pero Bella no es normal – dijo con una sonrisa. – Ella sólo se enoja por cosas de verdad importantes.

- Bella… es… no sé que tenga.

Cambió su rostro.

- ¿No será porque… porque no quiere que estén juntos formalmente?

- No, todavía no se lo pedí.

- ¿Por qué? – preguntó.

- Lo planeaba hacer ayer, pero no quiso ir a mi casa, y pues…

- Ya me imaginaba que tendrías una buena excusa

- Pero es en serio.

- Mira Edward, comprendo que tú ya la tomes como novia, y toda la cosa y seas un chico cero cursi pero es algo que toda chica desea escuchar-

- ¿Qué cosa?

- Una declaración formal

- Oh… - me encogí de hombros. – Como ya dijiste, Bella no es una chica normal… dudo que ella es ese tipo de chica.

Puso los ojos en blanco, ofendida, y se dirigió a lo que el profesor explicaba.

Las siguientes clases pasaron, y cuando me tocó la clase que compartía con Bella, esta miraba su cuaderno, me senté a su lado.

- Hola – la saludé

- Hola – contestó sin ganas.

- ¿Estás bien? – pregunté dudando.

- Si

- ¿Qué pasó ayer?

- Nada

- ¿Entonces por qué no quisiste salir conmigo?

- Porque no, no me apeteció – respondió, la miré con la boca entre abierta, si ayer la creía distante y fría hoy era mucho peor.

La clase pasó sin volver a dirigirnos palabra, en la salida tendría tiempo de enfrentarla.

- Nos vemos Mike – dijo Bella que salió de su última clase con éste, quien sonreía victorioso.

- Adiós hermosa – dijo él, mis puños se cerraron con fuerza, esperé la reacción de ella, pero no dijo nada, cuando ella volteó y me observo se acercó.

- Hola amor… - le saludé, le quería preguntar por qué él la había llamado hermosa y por qué ella no se ofendió, pero con la indeferencia que me contestó prefería callar…

- Edward – su tono me afectaba y dolía.

- ¿Hice algo? – pregunté te dudando.

- No… Edward nunca haces nada – dijo mordaz.

Sin agregar más, comenzamos a caminar al estacionamiento.

Bella me miró atónita cuando la llevé hasta mi Volvo.

- Vine en mi propio auto – me dijo.

- Lo sé – dije mientras le abría la puerta del copiloto.

- No voy a entrar.

Suspiré.

- Alice se encargara de llevar tu camioneta a tu casa.

- No.

Su indeferencia y negación me estaba matando. Pero no me importó nada, ni siquiera sus gritos, la tomé y la senté en el asiento. Cerré la puerta detrás de ella pero la volvió a abrir. Luego de varias veces esto, derrotada se cruzó de brazos. Di la vuelta y arranqué.

Después de un rato manejando en silencio, al parecer Bella se dio cuenta por fin que no íbamos hacia su casa y tampoco a la mía.

- ¿A dónde vamos? – preguntó rompiendo el silencio. Su curiosidad fue más fuerte que su enojo por haberla secuestrado.

Frené el carro y me estacioné al lado de la carretera.

- ¿Qué pasa? – demandé saber.

- Ya te dije que nada.

- ¿Entonces?

- Mira nada, entiéndelo: no pasa nada.

Esas palabras me hicieron notar todo, si no pasaba nada…

- ¿Eso significa que terminamos? – pregunté, no queriendo que respondiera.

Ella en cambio comenzó a reír falsamente.

- ¿Cómo terminare algo que nunca empezó? – mi boca se entre abrió de la sorpresa, ¿Qué?

- ¿Qué estas diciendo?

- Que no somos nada – separó la última palabra.

Me estremecí, estaba terminando conmigo, y decía que no éramos nada, demonios, lo sabia, sabia que no iban a terminar bien las cosas si le decía mis sentimientos.

Miré hacia la ventana de mi lado, lo que menos quería demostrar era debilidad y el dolor que sus palabras me causaban.

- Llévame a casa – ordenó.

Negué con la cabeza.

- Mike pasara por mí, me tengo que alistar.

- ¿Para? – mi voz salió ronca, justo como sospeché.

- Me invitó al cine.

- ¿¡Y tú aceptaste! – debía estar bromeando, pero al voltear me di cuenta en sus ojos que no era así.

Era normal que Mike la invitase al cine, pero no que ella aceptara.

Su cara hizo una extraña mueca al momento que volteé, no tardé en identificar dolor en su expresión.

- Entiendo – murmuré y giré mi cabeza para no mirarla.

- Lo siento – dijo ella – no te amo.

¡NO!

- ¡No! – me desperté de un brinco de la cama, no, no, no, sólo fue una pesadilla, una mala pesadilla, intenté tranquilizar mi respiración.

Y es que esa era una de las pesadillas que me atormentaba, a veces esa, a veces era viendo a Bella… siendo abusada por aquellos tipos de la fiesta, y de repente en lugar de ser caras desconocidas me veía a mí.

Pero es que eran cosas que pudieron pasar… bueno… con una vuelta algo retorcida… esta última porque yo la salvé… y la actual, porque sí, eso había pasado… sólo que de diferente manera.

Flash Back

Su cara hizo una extraña mueca al momento que volteé, no tardé en identificar dolor en su expresión.

- Entiendo – murmure y giré mi cabeza para no mirarla, eso seria insoportable, era como si mi mundo se hubiera venido abajo.

- Ed…

- Está bien… - sentía mi piel erizándose a sabiendas de lo que diría – seguiremos siendo amigos.

Arranqué el carro a toda velocidad, Bella se aferró con ambas manos al asiento.

¿Cómo terminaré algo que nunca empezó?, ¿Cómo terminare algo que nunca empezó?, ¿Cómo terminare algo que nunca empezó?, esa frase en mi mente se repetía.

- Pero, si éramos algo, teníamos algo, éramos novios – dije conteniendo mis sollozos.

Ella no dijo nada, nunca decía nada cuando por dentro mataba por escuchar que opinaba.

- Bien… ¿A dónde te llevo?

- Edward…

- Sólo dime a donde.

- No éramos nada – volvió a decir, ya me lo dijo una vez, ¿acaso no se cansaba? – sólo me besabas, y decías esa linda frase entre miradas hermosas, pero no éramos nada

- Para mi sí.

- Pero para mi no.

- Bien. ¿A dónde te llevo?

- Edward… - susurró.

- ¿¡A dónde te llevo! – le grité, no aguantaba más esto, estaba destruido por dentro.

- Lo que quiero decir… es que… nunca fuimos nada…

- ¡Bella eso ya me lo dijiste unas cien veces! – le grité, prefería mostrar enojo que tristeza. Sin esperar respuesta, decidí llevarla a su casa.

Giré el auto demasiado rápido, a lo que Bella soltó un pequeño grito ahogado.

- Edward – dijo con voz temblorosa.

- No éramos nada, ya lo sé.

- ¿Puedes callarte y escucharme? – me gritó. – tú nunca me pediste nada, llámame aburrida pero es verdad – miré a verla, creía que no era ese tipo de chicas.

- ¿hablas en serio? – le grité aun enojado, intenté controlar mi enojo.

Se mordió su labio.

- Eso… creo

- ¿Quieres ser mi novia? – sonó como una pregunta en una pregunta.

- No, eso suena frío y poco lindo, pídelo bien – me reí frenéticamente.

Paré el auto, sonriendo de oreja a oreja y la miré a los ojos.

- Mi dulce Isabella, te gustaría salir conmigo, ser mi novia… y la chica que me vuelve loco y me causa ataques a mi pobre corazón.

- Si – sonrío antes de besarme, luego agregó: - pero si vuelves a andar tan rápido salto del coche.

Me reí y volví a besarla.

End Flash

Bella, me ama, relájate Edward, tranquilo.

- ¿Edward? – Murmura ella, volteo en busca de su cuerpo y la veo encendiendo la luz, haciendo más posible mi visión, ella esta tomando su sabana contra su cuerpo firmemente sin soltarla.

- Lo siento, te desperté.

- No importa.

- Fue una pesadilla.

- Aquí estoy.

- Lo sé.

- ¿Quieres hablar del tema?

- No… tengo algo mucho mejor en mente – elevo mis cejas sucesivamente, haciendo que se sonroje.

- Carlie puede despertar – murmura.

- Esta dormida.

- Pero puede despertar.

Levantó las cejas nuevamente.

- Pero está dormida.

Flash back

Nos habíamos casado hacía un año, éramos la pareja feliz, ella lo era, yo lo era, éramos felices, con veintidós años de edad, nos habíamos casado cuando ella cumplió veintiuno, nuestra vida no puede ir mejor.

Todo se centra en ella y en mí.

- ¡Llegue cielo! – grité entrando a la casa.

Pasé a la cocina esperando verla ahí ya que su carro estaba afuera, pero no la encontré, ni en la sala, ni el cuarto de lavado, ni siquiera en el cuarto de música.

- Bella – volví a llamarla.

Entré a nuestra habitación que estaba a oscura, lo que hizo que la poca luz que se infiltraba por debajo de la puerta del baño llamara mi atención. Me dejé caer en la cama, agotado luego de un día de trabajo.

- Hola bebe, estoy aquí, ¿Qué tal tu día? – pregunté.

No respondió, cosa rara en ella, siempre me recibía con besos en mi rostro y un efusivo abrazo.

Me puse de pie y caminé hasta la puerta.

- Cariño – volví a llamara.

Nada, di vuelta al cerrojo y por suerte abrió, Bella estaba en la esquina del baño con sus piernas a su pecho, me hinqué a su lado.

- ¿Qué pasó?

- Lo siento – dijo llorando, no la comprendí.

- ¿Qué cosa?

- Arruiné tu vida, lo lamento, soy un asco de esposa, perdóname.

- ¿de que hablas? Tu no haz arruinado nada, todo lo contrario.

- Me vas a odiar.

- No, no es verdad. Es imposible que yo te odie.

- Sí, sí lo es.

- ¿Qué sucede, Cielo? – no dijo nada, en cambio extendió su mano hacia mí y me mostró una pequeña… oh…

La tomé sin creerlo, dos líneas, miré a Bella de nuevo, y una más a la prueba de embarazo.

Mi sonrisa se ensanchaba más y más. Estoy seguro que ni Alice había podido ser más feliz que lo que era en ese momento.

- Oh…

- Lo sé, muy pronto y acabas de empezar con tu trabajo… y yo con el mío, y tenemos nuestras deudas… y sólo llevamos un año de casados… – dijo ella. Mi sonrisa se desvaneció al saber que ella no quería tener un hijo conmigo.

- ¿Qué? – mi voz salió asombrada, en verdad ella esperaba que yo no…

- ¿no quieres? – su mirada fue de odio puro hacia mí, y se levantó del suelo – eres el peor hombre del mundo… es… mi bebe, no me dirás que voy a hacer con Mi bebe

- También es mío.

- ¿Acabas de decir qué?

- Sí, ¿Qué es lo que pensabas?

- No lo sé… pero no te quejaste cuando procreábamos a este bebe – dijo llevando sus manos a su vientre.

- No me refería a eso.

- Justo esto, sabía que no aceptarías a nuestro bebe… y me iré si eso quieres, pero no me dirás que y que no hacer con Mi bebe.

- Cállate Bella – era la primera vez que le hablaba así – creía que esto estaba en el ayer, creía que no eras mas la chica que desconfiaba de mi amor por ti, pero veo que esa desconfianza sigue viva en ti.

- Pues te recuerdo que te casaste conmigo y eso venía en mi paquete personal.

- Bien entonces.

- Bien.

- Bien – le grité de vuelta.

- Pues mucho mejor para mí – salió del baño y yo detrás de ella.

- ¿A dónde vas?

- Lejos de ti, muy lejos.

- ¿Qué?

- Si, lo escuchaste.

- No, yo…

- ¿Qué?

- No te puedes ir…

- Pues lo haré – vi sus lágrimas cayendo.

- ¿estas dejándome?

- Si… eso creo

- ¿y nuestro bebe?

- ¿Ahora te interesa?

- Siempre me interesara, es nuestro bebe, nuestra prueba de amor, y afecto, te amo, y amo todo lo que venga de ti, todo… - dije, ella me miró con una ceja alzada, me acerqué a ella y puse mi mano en su vientre plano.

- Te amo –dijo.

- Yo también – le dije a ella.

- Le decía al bebe.

- Eso es grosero de tu parte.

- Lo sé – me sacó la lengua.

La abracé.

- Te amo – susurré.

- Y yo a ti – me dijo.

- Le decía al bebe.

Soltó una risa y pronto ya la estaba besando.

End Flash

- No despertara Carlie, esta totalmente dormida.

- No es verdad.

- ¿Cuándo me he equivocado en algo de ella?

- Quizás en su sexo – se burla.

- Tu también... – me rio, Bella y yo creíamos que nuestro bebe iba a ser niño, en realidad le habíamos comprado cosas de niño incluso pintamos el cuarto verde, todos estábamos seguro que sería niño, Bella fantaseaba con que tendría mi cabello y serian sus ojos, pero terminó todo al revés.

Fue niña, tenía mis ojos, y su color de cabello.

- En todo caso tu también te equivocaste

- No más que tú.

- Claro que sí.

- No.

- Sí.

- No

- Sí

El ruido de un llanto hizo que me levante, Bella, estaba… poco presentable para nuestro bebe…

- Y tú decías que no se despertaría.

- Yo hablaba de Carlie – digo buscando una excusa.

- Yo voy – le digo mientras salgo de nuestra habitación y camino al cuarto del bebe, estaba llorando en su cuna, me acerco y la saco de ahí, nuestro pequeño bebe apenas tiene dos meses.

- Hola bebe – le hablo intentando tranquilizarlo, pero su llanto sigue sin parar, lo comienzo a arrullar con la esperanza de así tranquilizarlo, pero nada, su llanto sigue y sigue - ¿Qué tienes? – como si fuera a responder le preguntaba.

- De seguro hambre – dice alguien detrás mío, volteo y me encuentro con mi preciosa hija, Carlie ella ya tiene tres años, es muy lista para su edad, viene con sus manitas en sus ojos intentando ver mejor.

- ¿Te despertó tu hermanito? – le pregunto.

- Sí… es muy llorón – dice ella, caminando hacia donde estábamos, el bebe deja de llorar, por fin – Hola Ethan deja de llorar – dice Carlie, se sube a una silla que estaba a mi lado y se acerca para ver mejor a su hermano – ves papi, ya dejo de llorar – dice Carlie, contenta de ser ella quien lo callara.

- Tienes un lindo don – le murmuro a mi hija.

- No… sólo soy una linda hermanita.

- Lo sé – dejo al bebe en su cuna, ya que ha vuelto a quedar dormido – ven aquí princesa, te llevo a tu cama – le digo a Carlie, ella abre sus bracitos en señal que la cargara y eso hago.

- Me cantas la canción – dice ella mientras la estoy poniendo en su cama, la acuesto y tapo con sus sabanas.

- Mmm… ¿de nuevo?

- Sí

- Todo por mi princesita – comienzo a tararear la canción que compuse para Bella…

Una vez que Carlie queda dormida, me levanto de su camita sin hacer demasiado ruido y voy a mi habitación.

Bella estaba leyendo en señal de espera, me acerco a ella y beso su mano donde descansaba el anillo de compromiso y matrimonio, dándole un beso al primero… recordando como le había pedido que se casara conmigo…

Flash Back

Era el cumpleaños de Bella número veintiuno. Sabía que éramos jóvenes, pero no había nadad en este mundo que quisiese más que estar con Bella por siempre.

Como era de esperarse, Bella se había negado a ir al prado por la noche pero logré convencerla.

Caminamos en silencio hasta llegar a nuestro lugar, donde las copas de los árboles no cubrían el hermoso espectáculo. Había elegido el día perfecto, las estrellas brillaban sobre nosotros y la luna nos alumbraba con su suave luz. Parecía que todo estaba planeado para nuestra llegada: no había ni una sola nube que pudiese privarnos de ese maravilloso panorama y la luna estaba tan llena como ninguna otra noche.

Apagué mi linterna y me dejé caer en el suelo, Bella me imitó.

- Es hermoso – susurró maravillada mientras se acurrucaba en mi pecho.

- Sólo para nosotros – le dije. Nunca antes habíamos ido por la noche, pero nunca antes le iría a pedir que se casase conmigo. – Te amo.

- Y yo a ti – me dijo para luego regalarme un beso.

Había creído que estaría nervioso en aquel momento, pero todo lo contrario, me sentía seguro de lo que iba a hacer.

Quería que fuese perfecto, por lo que esperé a que la luna estuviese arriba nuestro.

Bella me miró confundida en cuanto me arrodillé junto a ella. Se sentó para mirarme mejor.

Pude ver como dejaba de respirar cuando saqué la cajita de mi bolsillo.

- Bella, eres todo para mí, desde el momento en que te vi esperé con ansias este día. – pestañeó varias veces, y una lágrima se deslizó por su mejilla. - Desde que entraste con la mirada gacha a la clase de biología y te asignaron al lado mío. Desde el momento que dejé de verte con ojos de niño y te comencé a ver con ojos de hombre supe que te amaba. Desde que dejé de buscar la perfección y, sin querer, convertí tus imperfecciones en mi perfección ideal. Desde que cuento los segundos que faltan para verte.

- No puedo creer que sea tan feliz con sólo dos palabras, cuando un 'te amo' escapa de tus labios. Tal vez somos jóvenes, pero no hay nadie en este mundo con quien quiera pasar el resto de mi vida si no es contigo. Es que sin ti, yo no tengo vida.

Abrí la cajita, dejando al descubierto el anillo de compromiso. Asombrada, pasó fijo su mirada en el anillo y luego en mí varias veces.

- Quiero pasar el resto de mi vida junto a ti – le dije. - ¿Te casas conmigo?

Quedó atónita sin responder.

Por un momento pensé que se me negaría, pero luego me besó.

- ¿Es eso un sí? – pregunté, ella soltó una risita.

- ¡Sí! Sí, Edward, quiero, quiero.

End Flash

Y luego beso el de matrimonio… recordando nuestra perfecta boda.

Flash Back

La música sonaba fuerte y la fragancia de un millón de flores inundaba toda la casa.

Adornaban la ceremonia la profusión de flores blancas, que colgaban de guirnaldas desde cualquier cosa que hubiera en la habitación, pendiendo en largas líneas de vaporosos lazos. Las sillas estaban envueltas en raso, y yo estaba de pie, delante de un arco rebosante de más flores y lazos.

Inhalé un gran bocado de aire, ansiando el momento en que Bella bajara de las escaleras y quedáramos unidos para siempre.

Mantuve la compostura mientras Alice comenzó una lenta danza llena de gracia mientras bajaba la escalera. Le dediqué una mirada a mi padre, quien estaba a mi lado, para volver a mirar cuando los mormullos y el susurro de la audiencia comenzó, y entre toda esa multitud apareció a la vista de todos mi hermosa Bella, que llenó mi visión e inundó mi mente. Estaba fuertemente aferrada a Charlie, quien caminaba a su lado, sus ojos brillaban de la emoción y también sus mejillas estaban más ruborizadas que nunca.

Mi corazón dio un giro ante la imagen, pronto estaría con ella y nada ni nadie nos iban a separar.

Tan pronto como pasó las escaleras me buscó con la mirada, haciendo que rompiera en una sonrisa.

La marcha era lenta, y menos mal que el pasillo era muy corto porque si no hubiese echado a correr hacia donde ella estaba. Por fin llegó, extendí mi mano y Charlie tomó la de ella y, en un gesto simbólico antiguo, la colocó sobre la mía.

Hicimos los votos sencillos con las palabras tradicionales que se habían dicho millones de veces, pero siendo tan importantes para nosotros.

En ese momento, cuando el sacerdote recitó esa parte, mi mundo parecido estabilizarse en la posición correcta. Nada importaba salvo que se quedaría conmigo.

Había llegado el momento de las palabras que nos unirían para siempre:

- Sí, quiero – pronunció Bella con voz ahogada, en un susurro casi ininteligible. Pestañeó varias veces para aclarar sus ojos llorosos.

- Sí, quiero – juré con tono claro y victorioso.

Fuimos entonces declarados marido y mujer. Mis manos se alzaron para acunar el rostro de Bella cuidadosamente. Incliné mi cabeza hacia la de ella y ella se alzó sobre las puntas de los pies arrojando sus brazos, con el ramo y todo, alrededor de mi cuello.

La besé con ternura, con adoración, olvidando a la gente. El lugar, el momento, la razón… recordando sólo que ella me amaba, que me quería y que yo era sólo suyo.

Yo comencé el beso, por lo que yo mismo tuve que terminarlo. Ella se colgó de mí, ignorando las risitas disimuladas y las gargantas que se aclaraban ruidosamente entre la audiencia. Al final, con gran esfuerzo, aparté su cara con mis manos y me retiré para mirarla.

El gentío estalló en un aplauso y moví nuestros cuerpos para ponernos de cara a nuestros amigos y familiares.

End Flash Back

- Te amo.

- Como yo a ti – me respondió.

- Lamento haber demorado.

- No importa – dijo con voz soñolienta.

- En que estábamos… - dije con voz divertida y alzando mis cejas varias veces.

- En que íbamos a dormir, para no traumar a nuestros hijos – me respondió.

Solté un bocado de aire y me acosté a su lado. Cerré mis ojos como si me hubiese quedado dormido así de sencillo, sentí a Bella subirse en mi pecho, de manera que quedara con su pecho sobre el mío, y nuestras piernas entre cruzadas.

- ¿No estas enojado cierto? – me preguntó.

- No

- ¿Qué pasa?

- Nada, tú dices que sólo dormiremos y eso haré.

- Actúas como si lleváramos siglos sin hacerlo – murmuró apenada, me reí.

- Para mí lo es.

- Pero… lo hicimos hace unas horas antes de dormir – dijo ella, con voz avergonzada haciéndome reír, abrí mis ojos.

- Lo sé, lo sé – dije juguetonamente luego la abracé en su espalda desnuda.

- ¿Entonces no estas enojado? – me preguntó.

- No… pero Carlie ya se durmió

Soltó una risa y rodó a su lado de la cama.

- Eres imposible – me dijo.

- ¿Y tú no? – le pregunté.

Me coloqué arriba suyo, con mis brazos a su costado.

- No te podrás escapar.

Intentó escabullirse por debajo pero la volvía sujetar, seguimos así hasta que terminamos ambos en el suelo.

La abracé con fuerza y giramos por la alfombra.

- ¡Qué infantil eres! – gritó.

Le tapé la boca para que no gritara más, estuvimos quietos y en silencio hasta que escuchamos como unos pasitos caminaban hacia nosotros y llantos.

Bella rápido se zafó de mi agarre y buscó las sabanas para cubrirse.

- Amor, lo siento, ¿de despertamos? – le preguntó con voz suave.

Me quedé en el suelo sin querer ponerme de pie.

- Edward ve a ver a Ethan – me pidió Bella.

Solté un bocado de aire y me puse de pie de un salto.

Tomé a Ethan, acunándolo en mis brazos, dejó de llorar pero cuando lo volví a acostar en su cuna rompió a llorar, por lo que lo acuné y lo llevé a mi dormitorio.

Bella estaba acostada en la cama con Carlie.

- Parece que hoy tendremos compañía – le dije, me dedicó una sonrisa y me acosté a su lado, con Ethan sobre mi pecho.

- Te amo – le susurré.

- No como yo te amo a ti – me susurró devuelta. - Tú, yo, eso me basta para ser feliz.

- Por siempre – concluí.

- Fin -