Aclaraciones: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son de la maravillosa Rumiko Takahashi

Se me ocurrió hacer un conjunto de pequeñas historias sin unión entre sí, una colección de cortas historias tiernas de mi pareja favorita InuYasha y Kagome.

Dulces Sensaciones

Historia cincuenta y uno: Las flores amarillas

Llevábamos tanto tiempo caminando que mis pies estaban comenzando a palpitar, aún así no dije nada. Esa mañana él simplemente me dijo; "Debes acompañarme a un lugar", al ver su rostro de seriedad con la que pronunció esas palabras decidí solo asentir. Cuando terminamos de desayunar, salimos de nuestra cabaña y me llevó en su espalda cierta parte del viaje, pero cuando llegamos al comienzo de la montaña me bajo cuidadosamente y comenzó a avanzar dándome a entender que lo siguiera.

El cielo estaba muy celeste y con nubes pomposas adornando, había un viento agradable y de alguna manera ir subiendo por aquel lugar me daba una sensación de paz.

Lo ví detenerse bruscamente pensativo.

- ¿InuYasha? -Noté que miraba fijamente unas flores de intenso amarillo entre raíces de un árbol.

-Estamos cerca…-Se inclinó y jaló varias flores para llevar.

Guardé silencio, flores amarillas, su rostro nostálgico, subiendo a la montaña… Lentamente mi cabeza comenzó a comprender a donde podríamos estarnos dirigiendo.

Antes de que dijera algo se había detenido abruptamente, chocando con su espalda, él se giró y con una leve sonrisa habló.

-Aquí esta…

Frente a mí había un gran árbol que daba sombra, y a sus pies una pequeña y vieja tumba con piedras alrededor.

- ¿Es tu mamá? -Pregunté cautelosa.

-Si, hoy es su aniversario de fallecimiento, siempre solía venir solo… incluso cuando viajábamos recolectando los fragmentos, me escabullí una vez para dar mis respetos… pero hoy, quería que vinieras conmigo, quería que te conociera mi madre y que viera que he podido vivir bien…-InuYasha entrelazo dulcemente su mano con la mía.

-Gracias por dar a luz a InuYasha-Dije hincándome con él y juntando nuestras manos para rezar por su alma.

-Mamá me solía decir que debía vivir y ser feliz, por mucho tiempo yo solo sobreviví, cada día era así… pero te conocí Kagome, aprendí lo que era la verdadera bondad, la amabilidad…hacer amigos y… a amar… definitivamente gracias a ti he podido vivir como mi madre hubiese querido, feliz.

Mi corazón se estrujó y las ganas de llorar me inundaron, sus palabras tan sinceras y profundas me hicieron sentir agradecida con el destino.

Cuando lo conocí era un hanyou herido y desconfiado, pero ahora, que fuese capaz de decirme sus sentimientos de esa forma… estaba infinitamente agradecida de cada cosa que nos había unido.

-Gracias por dejarme entrar en tu mañoso corazón-Sonreí ampliamente.

-Tonta-Pasó su brazo por sobre mis hombros, y así nos quedamos un instante mientras contemplábamos a la mujer que trajo a aquel hanyou a este mundo y con el cual compartía la vida. Luego InuYasha colocó las flores alrededor de la tumba adornando el lugar.

-La próxima vez que venga madre, te traeré a mi cachorro-Dijo con orgullo posando su mano sobre mi estomago que recién comenzaba a crecer.

-Definitivamente lo traeremos-Le dije sonriendo.

FIN

Agradecería sus reviews para saber que les pareció.

¡Un abrazo!