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Sex & the Teens


—Venga, Luce —alguien me sacudía el hombro —. Ya es hora de levantarse.

Busqué la almohada y la coloqué sobre mi cabeza; sabía que lo siguiente que iba a pasar era que quienquiera que fuera que me estuviera despertando, iba a abrir las persianas de la ventana.

Y así fue como escuché el chillido viejo y oxidado de las persianas abriéndose. Un poco de luz de día nublado se filtró hasta conseguir llegar a mis ojos. Insulté en voz alta.

—¡Ay, mamá mía, esa boca!

—Maldición, Emily —murmuré.

—¿Hoy no tenías la prueba de porristas? ¿No tenías que levantarte temprano? Nessie va a estar muy decepcionada de ti.

Abrí los ojos de golpe bajo la almohada. Recordé de repente todas mis responsabilidades y maldije el haberme quedado leyendo hasta tan tarde. Revoleé con fuerza y poca precisión la almohada, y, a juzgar por el sonido que continuó, había roto —de nuevo —, el velador. No me tomé el tiempo de verificar, porque tuve que salir corriendo hacia el baño. Adelanté a Emily en el pasillo, y ella tuvo que hacer equilibrio con la pila de ropa sucia que cargaba.

Cuando estaba en la puerta con unas galletas en la mano y las llaves en la otra, recordé que llevaba pijama.

—¡Mierda!

Una vocesita se rió. Mi cabeza giró en la dirección a la voz y me encontré con Lucian, la versión diminuta de Sam.

—¿De qué te ríes, enano?

—De que has dicho malas palabras —contestó con las mejillas suavemente rojas, a causa de la verguenza —. Te van a lavar la boca con jabón —murmuró con una mano tapando su boca, y la otra con el dedo índice señalándome.

«Pues que se animen», pensé rodando los ojos.

Subí a grandes zancadas las escaleras.

—¿Qué haces en pijama, Lucy? —preguntó entre risas Emily al verme.

Yo estaba ocupada en revolver mi ropero, hasta que encontré unos pantalones y una remera limpia. Oliendo por aquí y por allá, y soltando diversos y variados insultos, conseguí dar con unos vaqueros claros y una remera de algodón al cuerpo de color azul.

—Al diablo —murmuré metiéndome dentro de esas prendas.

—Yo creo que te ves bien —opinó Emily ladeando la cabeza, pensativa —, aunque deberías perfumarte.

Automáticamente, me olí las axilas. Emily se echó a reír entre dientes.

—Toma —me dijo y luego, me arrojó un frasco de desodorante.

—Eres un genio —le dije mientras disfrutaba de la exquisita escensia.

Emily se encogió de hombros.

—Ten cuidado, Lucy —me dijo mientras me marchaba por el pasillo.

—¿Cuándo no lo tengo?

Me llegaron las risas sofocadas de Emily, y la escuché invocar a Dios. Troté por toda la sala con galletas a medio masticar en la boca, las llaves en una mano, la mochila colgada de mi codo y un abrigo —por si refrescaba —, en la misma mano que llevaba las llaves. La mano libre fue la encargada de abrir la puerta.

Mi camino hasta la parada de autobuses consistía en unos cuantos minutos a través de una calle de tierra, casi desierta. Emily había planeado la construcción de su nido familiar lo más alejado de los humanos. Primero que nada, porque su marido era un hombre lobo, y siempre que llegara tarde, podría provocar sospechas en la gente del barrio.

Luego de subirme al viejo autobús, saqué los auriculares de mi mochila y los enchufé a mi teléfono. Dejé que las canciones corrieran por sí solas, pero no aparté la vista de la ventana para estar preparada para bajarme.

No llovía, y eso era una novedad maravillosa. Sin embargo, la humedad hacía que el ambiente estuviera pesado; menudo día para mi primera prueba de porristas.

Nessie me esperaba en la entrada del colegio, donde el autobús hacia su parada. Llevaba su ondulado y dorado cabello divido en dos largas coletas, a cada lado de su cabeza. Tenía una ancha sonrisa estirándole la piel del rostro, y sus mejillas suavemente rojas sobre la piel blanca como la nieve.

—¿Qué hay, Ness? —la saludé.

—¿No estás emocionada, Lu? ¿No crees que será genial poder entrar en el grupo de porristas? ¡Seremos populares! Imaginate cuando comiencen las competencias, ¡será estupendo! Haremos nuevas amigas, de eso estoy segura.

Meneé la cabeza. Era increíble que esta muchacha hubiera conseguido convencerme de unirme al club de huecas del colegio.

—¿Te tengo que recordar quién es la capitana?

—No seas aguafiestas.

—Y tú no comiences a hacer planes cuando ni siquiera estamos dentro del equipo.

—Pasaremos la prueba —dijo, haciendo un gesto despectivo con la mano.

—Es muy fácil decirlo cuando el cincuenta por ciento de tu cuerpo tiene genes de vampiro, Ness. Eso si no queremos contar tu habilidad nata para las piruetas.

—Las pruebas son humanas, Lucy. Apuesto a que tú también estarás dentro.

Rodé los ojos. Nessie era tan cara dura que discutir con ella sólo iba a conseguir agotar mi paciencia. Y estaba más que segura que iba a necesitarla.

—Entremos —le indiqué a Nessie cuando vi el rostro de un molesto director en la entrada.

Los pasillos llenos de estudiantes murmuraban, como era usual, lo hermosa que se veía Nessie hoy. Ella, ignorando las miradas y comentarios, me contaba cómo iban los preparativos para su boda con Jake.

Nessie continuaba hablando de su boda mientras buscaba sus libros en el casillero. Mi vista, entretanto, vagaba por las paredes algo aburrida. Dejé de escuchar a Nessie cuando vi un anuncio en la cartelera de novedades …

—¿Luce? ¿Adónde vas?

Mis piernas se dirigieron por sí solas a la cartelera, donde había un folleto rojo chillón con una enorme porrista a un costado. Anunciaba que las pruebas se habían postergado para la última hora. ¿Eso era bueno o malo?

—Oh, vaya —se lamentó Nessie —. Bueno, al menos eso nos dará más chances. Podremos nutrirnos mejor en el almuerzo, ¿no crees, Lucy?

—Oye, creo que le estás dando demasiada importancia —opiné.

Nessie no me contestó. Volví el rostro, algo sorprendida de que no hubiera dicho nada, y cuando leí su rostro comprendí que mi comentario no le había sentado bien.

—De acuerdo, de acuerdo —dije con ánimos conciliadores.

—Bien —sonrió sin ganas —. Vayamos a clases, entonces.

Compartíamos la siguiente clase: Educación Sexual. Esta clase era una especialidad que se daba durante una única semana en todo el colegio. Y este era solo el día número uno.

—Supongo que deberás estar muy atenta a esta clase, ¿no, Nessie?

—¿A qué te refieres? —preguntó destapando su bolígrafo para estar preparada para tomar apuntes.

—No querrás que te suceda lo mismo que le pasó a tu madre en su luna de miel. Apuesto a que Jacob no va a querer volverse antes de la isla paradisíaca a la que Carslile los va a enviar como regalo, y menos por un bebé.

Nessie me golpeó con su cuaderno.

—Cierra la boca.

—Solo digo que …. —se volvió a mi con rostro sombrío — … Ha llegado la profesora —susurré entre risas.

—Buenas tardes, adolescentes —menudo saludo —. Soy la Licenciada en Sexología, Lacey Skeeperson. Es un placer para mi estar hoy aquí, enseñándoles sobre los goces y las consecuencias del sexo a su edad.

Se generó un murmullo de risas entre todos los presentes. Esta mujer se olvidaba que estaba en presencia de un grupo de veinticinco adolescentes de unos diecisiete o dieciocho años de edad, con las hormonas completamente disparadas.

—Comencemos —anunció Lacey Skeeperson —. ¿Quiénes de ustedes ha mantenido alguna relación sexual?

Fue inevitable que todos nos comenzáramos a mirar con miradas acusadoras: ¿Quién era virgen? Las chicas se ruborizaban y los chicos se reían; estúpidos. Me llamó la atención que Trudy Faning mirara penetrantemente a Terry Magno, un chico con el que había estado saliendo un par de meses atrás. Alguien a mi lado comenzó a toser.

—Maldita seas, Renesmee, deja de toser.

—Lo … —carraspeó —siento.

La profesora miró a todos los rostros, uno por uno, manteniendo la vista fija en la mirada individual durante unos segundos. Se frotó las manos y se humedeció los labios antes de retomar.

—Bueno. Si nadie ha perdido aún su preciada virginidad, escuchen con mucha atención: ¿Qué sucede cuando dos personas mantienen una relación sexual?

Terry Magno levantó la mano.

—¿Sí, caballero?

—Bueno —se rió entre dientes y miró a su compañero de banco —. Cuando una chica y un chico tienen relaciones sexuales, ella está abajo, él arriba y entonces … bueno, profe, hacen chuqui, chuqui —sus compañeros comenzaron a dejar de disimular sus risas —. Si grita fuerte, es porque le gustó.

La mayoría del curso comenzó a burlarse de la respuesta de Terry. Él y sus amigos palmearon sus manos, alegres de haber echo una broma tan exitosa. Terry miró de reojo a Trudy, y ella bajó la mirada, intentando ocultar su rostro con una de sus manos.

—Parecen monos —susurró Nessie cerca de mi oído. Levantó la mano.

Lacey se había quedado inmóvil durante todo el discurso de Terry. Sus brazos estaban cruzados sobre su pecho, y su rostro de unos cuarenta años y escaso de maquillaje miraban con serenidad y seriedad a Terry. Ella también había notado el extraño comportamiento entre Trudy y Terry.

—Tú no has levantado la mano cuando pregunté quién había mantenido una relación sexual, por lo que se supone que eres virgen —eso no era una pregunta —. ¿Has visto muchos videos porno? Digo, ¿no?, porque al parecer tienes muy en claro exactamente qué sucede.

El grupo de Terry comenzó a hacer sonidos raros, y el nivel de risas aumentó. Terry hundió su cabeza entre los hombros y deseó desaparecer. Bajo su tez oscura, el rojo de las llamas de la vergüenza tiñeron su rostro.

—¿Señorita? —Lacey miraba a Nessie y a su ,ano levantada.

—Cuando una mujer y un hombre mantienen una relación sexual, hay muchas probabilidades de que ella quede embarazada.

—Perfecto —dijo Lacey, complacida —. Esa ha sido la respuesta correcta, señor —agregó dirigiéndose a Terry. Él asintió con la cabeza, y murmuró «zorra» cuando Lacey se dio vuelta para abrir un par de láminas —. Esto es muy sencillo. Las mujeres tiene un ciclo de fertilidad. Repararemos en el momento del ciclo que nos importa: el momento en el que un óvulo está maduro y sale del ovario hacia las trompas de Falopio. Generalmente, se da a la mitad de un ciclo regular, en el día número catorce. Por supuesto que esto varía de mujer en mujer. Aquí, este es el momento ideal para mantener una relación sexual si se quiere engendrar un bebé ….

Y así comenzó una larga charla sobre ovarios, espermatozoides y matemáticas. Días más, días menos, eran fundamentales para saber si podrías quedar embarazada o no. miré los apuntes de Nessie y al borde de la hoja había escrito :«¿Esto es válido para todas las especies?»

Hice una mueca. ¿Qué clase de criatura podría llegar a salir del vientre de Nessie? ¿Un ser con genes de humano, vampiro y hombre lobo a la vez?

El timbre anunció el final de las dos horas de clase sexual. La mayoría de los alumnos salió como espantados de la sala. Lacey se reía entre dientes mientras veía alejarse a los amigos de Terry, y al mismo Terry que le dirigió una mirada tímida a Lacey. El grupo de porristas se fueron en fila, charlando sobre lo curioso que debía ser ver a un chico colocándose un preservativo. De nuevo mi atención fue reclamada por la mirada ausente de Trudy, quien abrazada a sus libros, parecía no estar escuchando las cosas que sus amigas decían.

Nessie se había quedado inmóvil en su asiento, como esperando a que todos se hubieran retirado. Miraba a Lacey y a su pregunta escrita en un borde de la hoja regularmente.

—Ness —le dije, apoyando una mano sobre su hombro —, vamos.

—Quizás ella pueda darme un indicio …

—Háblalo con Carslile. Es mucho … mejor.

—Quiero una opinión humana, Lucy —ella levantó su rostro hacia mi, dejando su cuaderno sobre la mesa —. Carslile me dirá cualquier cosa con tal de hacerme sentir bien.

En aquel momento, y sólo en ese momento, comprendí a que Nessie no le daba miedo qué pudiera nacer, sino si al menos podrían engendrarlo. Eso sí que era lamentable.

—Quizás tengas razón … —murmuré poco convencida.

Nessie se lo pensó.

—No —afirmó muy segura —. Tú tienes razón. Hacerle esa pregunta a Lacey sólo conseguirá que ponga en riesgo a mi familia —suspiró —. Nos vamos —y comenzó a guardar sus cosas —¿Y mi cuaderno? —preguntó Nessie, buscando por todos lados.

Ambas levantamos la cabeza cuando alguien se aclaró la garganta cerca de nosotras. La licenciada Skeeperson tenía entre sus puntiagudas manos el cuaderno A4 de Nessie. Nuestros rostros se tornaron pálidos y nuestras respiraciones se cortaron durante unos segundos.

—Interesante —murmuró Lacey —. Interesantes y muy buenos apuntes, eh … ¿Tú eras …?

—Renesmee Carlie Cullen.

—¿Cullen? —la licenciada ladeó la cabeza, sorprendida —. ¿Pariente del doctor Carslile Cullen?

Oh, maldición.

—Sí … —contestó Nessie con un hilo de voz —. ¿Lo conoce?

—Solía darme clases en la facultad, antes de que yo me especializara en sexología. Un gran hombre. Tú … te pareces a uno de sus hijos adoptivos …

—Sí, es verdad —de repente, Nessie tomó su papel de actriz. Hizo a un lado su susto y se puso una hermosa máscara de simpatía, perfecta para hacer que cualquier humano se creyera su historia —. Muchos dicen que soy muy parecida a Edward.

—¡Oh! Ahora que lo mencionas …

—Es mi tío —se apresuró a explicar Nessie —. Mis padres fallecieron en un accidente y el tribunal consiguió localizarlo para que se hiciera cargo de mi.

Lacey frunció el ceño.

—Has sido muy afortunada de haber caído en manos de los Cullen.

—Así lo creo, licenciada.

—Nessie, debemos ir al recreo —le recordé yo. Puede que Nessie fuera una excelente actriz, pero a mi me costaba mucho mantener la compostura y además me rugía el estómago.

—Oh, lo siento —se disculpó Lacey —. ¿Hay alguna pregunta que me quieran hacer, muchachas?

Nessie y yo intercambiamos una rápida mirada.

—No.

—Pues entonces —Lacey sonrió —, las veré la siguiente clase. Cuídense.

Nessie y yo dimos las gracias. Lacey le devolvió su cuaderno, y sus ojos le dieron un último vistazo a aquella extraña pregunta escrita con lápiz al borde de la hoja. Ladeo la cabeza luego de que Nessie lo hubo cerrado.

Cuando estuvimos fuera del salón y a unos cuántos metros de distancia de la entrada, murmuré:

—Eso estuvo cerca.

—Demasiado —convino Nessie.


Me giré para ver cómo me quedaba el traje en la parte posterior de mi cuerpo. Era rojo, con una corta pollera con volados, y rayas horizontales blancas y negras en el borde de la pollera y sobre las mangas de la remera. En el centro de mi pecho, estaba el escudo del equipo del colegio.

—Esto es horrible —murmuré mientras me ataba el pelo en una cola de caballo alta —. Dios —cerré los ojos —, dame fuerzas.

Salí del probador y me dirigí al banco donde estaba Nessie muy concentrada en atarse sus zapatillas blancas.

—Te digo una cosa —comencé a decir —: si tenemos la suerte de que Keira nos deja entrar en el equipo, juro que jamás volveré a llamarla zorra; de lo contrario, ….

—¡Sh! ¡Cállate un momento, Luce!

Mi boca se quedó inmóvil de inmediato. Me encontraba herida por la forma en la cual me había dicho que dejara de hablar. La miré con una ceja enarcada y me di cuenta de algo que no había advertido: Nessie no estaba concentrada en sus zapatillas —su cerebro era lo suficientemente rápido y eficaz como para hacerse cargo de una acción como esa sin necesidad de estar atento —, sino en la conversación que estaba manteniendo Trudy con otras dos chicas.

—¿De qué hablan? —le pregunté a Nessie lo más bajo que pude.

—Trudy tiene un atraso. Y está sacando las cuentas … Dice que, casualmente, estuvo con Terry a mitad de su ciclo … Ella … parece que no sabía eso de que el óvulo sale, y del «momento perfecto» … Está asustada … Terry no va a querer hacerse cargo.

Miré a la joven animadora de cabello corto, negro y lacio, atado en una coleta similar a la mía. Sus ojos estaban húmedos, al igual que gran parte de su rostro. Estaba sentada, con las piernas cruzadas y el cuerpo apoyado contra una pared. Dos de sus amigas, Gianna y Violetta, intentaban consolarla.

—Deja de mirar ya, Lucy —me ordenó Nessie con voz apagada.

Corrí el rostro algo avergonzada.

—Creo que deberíamos ir yendo —sugerí.

Nessie se puso de pie en silencio, y comenzó a caminar en dirección al gimnasio. Me pregunté si se había enojado porque me hubiera quedado mirando a Trudy. No me animé a preguntárselo.

—¡Uno, dos, tres, cuatro! —escuché que gritaba la voz de Kiara —. ¡Vamos, chicas, las Intercolegiales no se ganarán solas!

«Ugh, esto sí que va a ser un horroroso infierno», pensé.

—Vaya, vaya —Keira volvió su vista hacia nosotras, situadas en la entrada al gimnasio —. Creí que no iban a venir.

Enarqué una ceja.

—¿Por qué no íbamos a venir? —preguntó Nessie entre risas.

Keira se encogió de hombros.

—Comencemos. El tiempo es oro, y nosotras debemos continuar con el entrenamiento.

—Podrían continuar con el entrenamiento —susurré tan bajo que sólo Nessie me escuchó.

—No seas cobarde —me dijo, golpeándome las costillas con su codo.

Traté de no quejarme del dolor. Me aseguré la coleta de caballo mientras nos enlistábamos las que queríamos entrar. Éramos Nessie, otras cuatro chicas más y yo. Debíamos estar muy chifladas.

—¿Dónde está Trudy? —exigió saber Keira a gritos. Su voz dejaba mostrar lo mucho que le molestaban los atrasos —. Ella tiene que mostrar las rutinas.

Las porristas que estaban presentes se miraron entre sí. Algo me dijo que Nessie y yo no habíamos sido las únicas que habían notado el estado de Trudy en los cambiadores.

—¿Y bien? —exigió Keira, con las manos puestas en jarra a cada lado de sus caderas —. La he visto hoy en la clase de Educación Sexual. ¿Acaso se ha ido? ¿Con Terry, quizás?

Nadie contestó.

—Maldición —se quejó —. ¡Qué sola estoy! Ahora tendré que ir a registrarme todo el colegio yo sola, buscando a esta maldita …

—Oye —me acerqué a ella con mala gana —, espera un momento. Creo que algo anda mal en Trudy.

La primera reacción de Kiara fue mirarme sorprendida, pero rápidamente supo cambiar su expresión a una un poco más irritada; primero, porque la había tomado con fuerza por el codo, y segundo, porque, al parecer, le molestaba eso de que yo estuviera más informada que ella. Yo estaba más que segura que le hubiera molestado que cualquiera de nosotras supiera algo antes que ella, así que, el segundo punto era menos … trascendental.

—¿Y qué es eso que anda mal? —quiso saber. Podía ver que se moría por saber qué sucedía, pero hacía esfuerzos sobrehumanos por mostrarse desinteresada.

No sabía por qué no me animaba a decírselo de una vez. Quizás era porque estaba a punto de revelar un secreto que no era mío, y del cual me había enterado por escuchar a hurtadillas.

—Tiene un atraso —la informó Nessie, quien se había acercado a nosotras —. Bueno, eso ha sido lo que escuchamos, sin querer, en los cambiadores.

El rostro de Kiara se puso blanco bajo aquel tono bronceado. Se le horrorizaron las facciones y contuvo las ganas de hacer algún sonido de asco. Noté que se le aceleraba la respiración, pero tras unas inspiraciones hondas, consiguió normalizarse.

—¿Sigue en los cambiadores? —preguntó con la voz ahogada.

—Eso creo.

Kiara no dijo nada y se retiró al trote en dirección a los cambiadores. Todas las presentes nos quedamos observando el lugar por donde había desaparecido. Luego, los rostros se volvieron a la mano derecha de Kiara, Clarisse.

La muchacha de cabellos dorados largos hasta por debajo de los hombros, y unos pequeños ojos grises nos miró algo aturdida.

—Bueno … —carraspeó. Tardó unos segundos en darse cuenta de que estaba a cargo —. Es obvio que las pruebas se pasarán hasta próximo anuncio, ¿de acuerdo? Así que … las chicas que iban a probarse pueden irse. Las demás … eh … Retomemos la rutina, ¿de acuerdo? ¡Uno, dos, tres, cuatro!

Era notable que Kiara era una líder excepcional, o, de lo contrario, Clarisse era un desastre para dirigir. Me encogí de hombros y me volví a Nessie. Ella estaba conversando en voz baja con Clarisse.

—¿Por qué Kiara se retiró de esa manera?

—Trudy es una de sus mejores amigas, después de mi —contestó Clarisse con la mirada perdida en la puerta de salida —. Además, es una de las mejores del equipo. Si Trudy está verdaderamente embarazada, es lógico que no podrá asistir a las competencias.

Hice una mueca, al igual que Nessie. Ella acarició el brazo de Clarisse y se dio media vuelta para venir hasta donde yo estaba. Miré mejor a Clarisse y me di cuenta de que ella también se moría por ir a los cambiadores para comprobar la situación de su amiga, pero alguien debía quedarse a cargo del equipo. Asumí, con esfuerzo, que, después de todo, estas chicas no eran tan arpías como yo creía.

—¿Vamos? Tengo que estudiar matemáticas.

—Sí, yo también.

—Puedes venir conmigo.

—¡Seguro! Estudiar con una mente vamp …. digo, tan veloz como la tuya será mejor que estudiar sola.

Nessie rodó los ojos y se rió entre dientes.

—Deberíamos evitar los cambiadores —murmuró una vez que estuvimos fuera del gimnasio.

—Lo que tú quieres es lucir el traje de porrista —repliqué.

—¿Tú crees? —el tono de falsa inocencia de Nessie me hizo soltar una fuerte carcajada.

—Solo ruega que no esté lloviendo, ni nada parecido.

Afuera, el clima había cambiado radicalmente. Si antes había estado pesado, ahora estaba más frío que húmedo. Caían diminutas gotas de agua gélida, por lo que miré a Nessie con cara de pocos amigos.

—¡Bah, qué exagerada eres!

—Lo dices porque vives con un médico en caso de que te resfríes. Es muy sencillo saber que tienes ayuda médica tan cerca si acaso pescas un ….

—¡Oh, vaya! Oye, Aaron, las chicas tienen frío.

Nessie y yo nos detuvimos y giramos para enfrentarnos al grupo de chicos que estaban detrás de nosotros. Eran cuatro, y de un poco más de dieciocho o veinte años.

—Podríamos ofrecerles abrigo, Nate —sugirió quien debía ser Aaron.

—Ah, no, gracias —me apresuré a decir —. Venga, Ness, debemos apurarnos ...eh … llegamos tarde —la tomé por la muñeca y, literalmente, comencé a arrastrarla.

—¿Por qué tan rápido? —inquirió Aaron, quien de un par de saltos se puso delante de nosotras, cortándonos el paso. Nate estaba a su lado.

¡Buenísimo! Estábamos acorraladas por cuatro mentes enfermas. ¿Dónde estaba un buen policía cuando una lo necesitaba?

—Tenemos auto —comentó uno de los que nos acorralaba por atrás —. Y quepamos los seis a la perfección.

—Y si no entramos —continuó su compañero —, ustedes pueden sentarse arriba de nosotros … Ya saben —y nos guiñó el ojo.

Nessie, a mi lado, los miraba con los ojos abiertos llenos de terror. Su cuerpo temblaba bajo mis manos.

«Concéntrate, Lucy. Una buena patada en los genitales, y problema resuelto». Era un buen plan, olvidándonos de que yo estaba sola contra seis; Nessie en ese estado era como estar junto a una niña de seis años.

El círculo de enfermitos comenzó a cerrarse entorno a nosotras. ¿¡Es que nadie se fijaba en las dos adolescentes siendo acorraladas por cuatro estúpidos?

Alguien se aclaró con fuerza la garganta, alguien que no estaba entre el grupo de loquitos.

Aaron, Nate y los otros dos volvieron sus rostros al grupo de muchachos altos, morenos y de espaldas anchas que los miraban con los ojos entrecerrados.

—¿Todo en orden? —inquirió Jacob. Su voz grave enfatizó lo molesto que estaba.

Seth estaba a su derecha, también con cara de pocos amigos. Inspiró hondo, cruzándose de brazos. Embry y Quil los flanqueaban. Sus rostros estaban divertidos bajo aquellas máscaras de aparente seriedad.

—Sí, claro —contestó el hilo de voz temblorosa de Aaron —. Ellas tenían frío y nosotros les ofrecimos …

—No les tienes que ofrecer nada —le cortó Jacob —. Si eres tan feo que nadie se fija en ti, no acoses a dos chicas con novio.

Fue muy gracioso escuchar que los cuatro se aclaraban la garganta. Eché una rápida ojeada con el rabillo del ojo, y comprobé que Aaron y Nate intercambiaban una mirada tensos.

—Ah … ¿Tienen novio? —la pregunta estaba dirigida a nosotras, aunque los miraban a ellos —. ¿Y por qué no nos dijeron?

Ahogué una carcajada.

—¿Nate? ¿Aaron? ¿Tom? ¿Walt? —alguien detrás de Nate y Aaron los reconoció, y yo creí reconocer la voz —. ¡Vaya! ¿Qué hacen aquí, amigos?

No. Podía. Ser.

—¿Will? —suspiró Aaron. Algo en su voz me indicó que se sentía repentinamente aliviado.

—¿Los conoces, Will? —preguntó Jacob.

Me puse en puntitas para intentar localizar el rostro de Will, no pudiéndome creer lo que estaba pasando.

—Oh, claro que sí, Jake. Practicábamos basquet unos años atrás, y pues … Un momento … ¿Jake?

Nate y Aaron fueron separados por los largos brazos de Will. Entonces, él nos vio a Nessie y a mi entre Nate, Aaron, Tom y Walt. Su rostro se cubrió de confusión, que desapareció ni bien comprendió lo que estaba sucediendo cuando vio los rostros de los otros Quileutes.

—De acuerdo —bramó Will —, esta vez te has pasado, Nate.

—Oye, Will … —carraspeó Aaron —, deberías defendernos.

Nessie se pegó al cuerpo de Jacob, y al ver que yo no me movía por ver el rostro furioso de Will, tomó con fuerza mi muñeca y me arrastró hasta situarme al lado de Seth. Él me rodeó las caderas con uno de sus brazos.

—Ella es Lucy Uley, pedazo de estúpido.

A Aaron le llevó unos segundos reconocerme. Algo me dijo que ellos ya habían escuchado hablar de mi, al menos por Will.

—¿Y yo qué iba a saberlo? —se defendió Aaron, levantando los hombros y las palmas con gesto de inocencia.

—Claro que no ibas a saberlo. Si eres un tonto ignorante, desesperado por tener una chica. Si quieres sexo, ve a un prostíbulo y paga. Deja de meterte con muchachas como ellas. Como que te vea de nuevo haciendo este tipo de cosas, y seré yo mismo quien te aplique un castigo.

Me quedé tan sorprendida como Nate y su grupo de amigos. Me pregunté si no sería una chupada de medias por parte de Will, o si verdaderamente pensaba eso.

—¿He sido claro o te lo tengo que explicar de otra manera? —preguntó Will, haciendo sonar las articulaciones de sus manos, convertidas en puños.

—Sí, sí. Lo hemos entendido.

Nate y los demás nos echaron una última mirada antes de retirarse a paso apretado. Luego de que estuvieran bien lejos, Quil y Embry comenzaron a burlarse de la situación.

—Si no hubiera llegado Will, apuesto a que les habríamos dado una buena paliza —opinó Embry.

—Ya lo creo que sí. Aunque, oye, Will, ¿qué ha sido ese discurso? ¿Ahora eres de los buenos?

Will se raspó las uñas contra el hombro.

—Verás —dijo con tono agrandado —, me he dado cuenta que ser de los buenos puede ser tan divertido como ser de los malos. Ya sabes, los mordiscos de Sam son muy buenos cuando tienes que decidir qué lado escoger.

Quil y Embry fueron los únicos que se hicieron eco de sus palabras, riéndose.

—En serio hace frío —dije yo —. ¿No podríamos ir a otro sitio más caliente?

—¿Qué tal una siesta contra mi pecho, Luce? —sugirió Will —. ¡Venga, Seth! Era una bromita.

Seth se rió entre dientes, ladeando la cabeza.

—Claro, claro.

—De cualquier forma, yo debo seguir mi camino. Prometí que pasaría a buscar a Kiara por la escuela. Encima, vienen a casa Trudy y Clarisse. ¡Eso será un infierno de chismes!

Nessie y yo intercambiamos miradas, recordando lo que había sucedido. Las miradas de los cinco quileuttes se fijó en nosotras.

—¿He dicho algo malo? —le susurró Will a Embry.

—Creo que hoy escucharás mucho sobre atrasos y temas femeninos, Will —susurró Nessie, con la cabeza baja, como si estuviera apenada.

Will, al igual que los otros, tardó unos segundos en comprender.

—Maldición —dijo Will. Dio media vuelta y comenzó a trotar hacia la entrada.

—¡Will! —chillé —. ¡Kiara está bien!

Él frenó en seco para volver a mirarme. Ladeó la cabeza, confundido y luego me sonrió.

—¡Te diré lo mismo que le diré a ella: usa preservativos!

Las mejillas se me tornaron rojas mientras el regresaba a su camino. Me volví a Seth y su rostro estaba igual que el mío.

—Hemos tenido una charla de Educación Sexual —le conté.

—Entonces, tendrán mucho de que hablar, ¿a que no? —repuso Quil en el silencio que prosiguió —. Paso uno: abrir el embace. Paso dos: colocar el preservativo de manera tal que …

—Oh, cierra esa maldita boca, Quil —le dijo Seth, golpeándole la cabeza —. Al menos no soy el idiota que tiene fantasías sexuales con una niña en pañales, ¡pedófilo!

—Al menos no las tengo mientras estoy en fase —se defendió Quil, sobándose la cabeza.

—¡Ouch! Eso dolió —dijo Embry.

—Creo que deberías tener una charla con el amiguito de Seth, Lucy. Si quieres te la presento, se llama Manola …

—¡Oye, te pasas! —Seth estiró el brazo con el puño cerrado y le dio a Quil un buen golpe en el rostro.

—¡Ouch!

—¡Bien puesta! —dijo Embry, festejando.

Quil no tardó mucho en recuperarse, y entonces tiró el brazo hacia atrás para tomar impulso para devolverle el golpe. Así que me interpuse entre ellos dos y empujé el pecho de Seth hacia atrás.

—Quizás deberíamos ir yendo, Seth.

Él me miró a los ojos y suspiró.

—Tienes razón. Es una pérdida de energías.

—Claro —dijo Quil —. Pérdida de energías que necesitarás, para otras cosas.

Seth dio un paso adelante con los puños cerrados.

—Venga, Seth, a casa. ¡Adiós, Ness!

—Ya verás cuando estemos de guardia, Quil. Jacob no podrá salvarte —le amenazó Seth, obviamente, todo estaba bajo los límites de broma.

—¡Oh, mira cómo tiemblo! Lucy, ¿crees que podrías hacerme el favor entregando el torniquete una noche, así Seth se despierta de buen humor?

Esta vez fue Jacob quien le pegó.

—Venga, Quil. Seth va a arrancarte la cabeza, y en serio que no voy a salir a defenderte.

—Deberías hacerlo. Eres el jefe.

—¿A quién le importa eso cuando puedo ver a Seth enojado con alguien? Que te dé una buena paliza, no morirás en ella.

—Me siento gravemente traicionado por mi mejor amigo, que encima me debe un montón de favores …

—Venga, Quil. Aquí el que debe favores eres tú …

Aproveché esta nueva distracción y comencé a tirar de la mano de Seth. No se la solté hasta que no hicimos dos cuadras.

—Deberías tranquilizarte —susurré sentándome sobre el zócalo de una ventana —. Ya sabes que Quil es así de bromista. Apuesto a que se muere porque Claire sea grande.

—Qué va —Seth rodó los ojos —. En fin, ¿qué tal ha estado tu día?

Me encogí de hombros.

—Normal. ¿El tuyo?

—También. ¿Qué … qué ha sido eso que sucedió con el atraso y no se qué?

Bajé la mirada, algo apenada ante el recuerdo.

—Toqué un tema delicado, ¿verdad?

Asentí con la cabeza.

—Trudy, una de las mejores amigas de Kiara, tiene un atraso. Ella … cree que es de Terry, un idiota inmaduro que no para de decir estupideces.

—¡Oh!

Seth se quedó sin palabras. Me hubiera encantado poder saber qué pensaba en aquellos momentos, por simple curiosidad. ¿Qué opinaba él de los atrasos?

—Pero, ¿es algo confirmado? ¿No se tiene que hacer un test?

—Así es. Pero … supón que sea verdad, ¿crees que alguien como Terry se hará cargo?

Seth hizo una mueca.

—Él … debería. Aunque, pensándolo bien, ¿quién querría criar un hijo con esa histérica de Trudy? —bromeó.

Le pegué en el hombro.

—¡No juegues con eso, Seth! Esta chica está metida en un gran lío, por si no te has dado cuenta.

—Le pasa por no tomar las precauciones, Luce. Todo el mundo sabe que si quieres tener relaciones sexuales, y no deseas un bebé, debes hacer un correcto uso de las maneras de cuidarse.

Me quedé sorprendida de lo claro que tenía el tema. Involuntariamente, sonreí. Seth me devolvió la sonrisa e inclinó su cuerpo para acortar la distancia entre nosotros, y nuestros rostros.

—Me acabo de dar cuenta de lo mucho que te extrañaba —susurró tomándome por el cuello y acercando nuestros rostros hasta hacer que las narices chocasen.

—¿Recién ahora? Yo lo he sentido desde que me despertó Emily.

—¡Vaya! ¿Emily tiene que despertarte? Tienes la edad suficiente para despertarte sola.

—No te metas en lo que no te incum...

Y me silenció con un beso. Esa era una nueva costumbre que él había adoptado: distraerme de tal manera de no ver venir el beso que me quería dar.

Naturalmente, se abrió paso a través de mis labios, dejando que la fusión entre los dos pares de labios fuera perfecta, lenta y placentera. Tenía una pierna entre las suyas cuando le mordí el labio inferior y jalé de él con cariño. Inmediatamente, Seth corrió su cuerpo hacia atrás, pero eso no impidió que siguiéramos besándonos.

—¿Todo bien? —pregunté algo extrañada.

—Sí, sí, claro —mintió.

Me reí en mi fuero interno imaginando la verdadera respuesta. Si yo no estaba alucinando, yo había sentido un extraño movimiento.


Bueno ... ¡Hola después de tanto tiempo! Lo sé, lo sé: Insúltenme en los reviews si quiere, me lo tengo bien merecido. Pero les voy a contar el por qué de mi ausencia:

Creo que la última vez que subí fue antes de irme de vacaciones, asíque, ahí tiene una semana que no pude escribir ni subir. Después, agosto y septiembre para mi fue complicadísimo darle pelota a la novela porque estuve liadísima con mi cumpleaños de quince y su progamación y demás ( me volví loca, chicas). Al mismo tiempo que tenía que ir de acá para allá por los preparativos, tenía que estar atenta al colegio porque era cierre de trimestre. Una vez que estuve más tranquila para sentarme a escribir, me di cuenta de que no tenía idea de qué subirles, chicas. Es decir, tengo como tres borradores que son tres rumbos completamente diferentes que pudo haber tomado la historia. Ustedes se preguntaran: ¿Y por qué no los subiste? Fácil: ninguno terminaba de gustarme. Por lo tanto, tuve que tomarme un respiro de Promiscuous Girl durante un tiempo ( varios meses por cierto, ajaja ), hasta que recién esta semana la agarré a mi co-escritrora de Endless Love - Mica Lautner -, y le dije: Mica! Voy a seguir con Promiscuous! Finalmente pude encontrar la manera de seguir, y estoy muy contenta con lo que va a continuar.

Espero que sigan sintiendo interés por mi historia, y que no estén enojadas por haberme tardado TANTO en actualizar. Ahora que estoy a punto de terminar el año escolar les prometo que voy a tratar de subir más seguido.

Les está totalmente agradecida de que hubieran leído este capítulo y espera sus perdones ( y sus reviews)

mica