25.-HACIA EL FINAL DEL ARCO IRIS
If I can't be with you I would rather have a different face
And if I can't be near you I would rather be adrift in space
And if the gods desert us now I'll turn this chapel into flames
And if someone tries to hurt you I would put myself in your place
Try whistling this, Neil Finn
-¿Existen los dragones, Doctor?
-Nah. Nada que se pueda considerar como tal. En la Tierra, claro, de ahí todo, han habido en distintas épocas animales similares.-Te mira como si temiese decepcionarte.-Nada que eche fuego por la boca y hable.
-¿Unicornios?
-Más o menos lo mismo. No, sí que los hay, pero no en la Tierra.
-¿Hadas y duendes?
-Eso es muy amplio. No sabría decirte. Diría de nuevo que no en la Tierra pero es posible que me equivoque. No lo sé.
Te incorporas sobre el codo para mirarle.
-Y, ¿me podrías llevar al final del arco iris?,- pestañeas poniendo un puchero.
Tumbado sobre las rocas, las manos bajo la cabeza, te mira con esa sonrisa de cariño que siempre ha estado ahí. Niega.
-Eso es una imposibilidad física. El final del arco iris siempre se moverá mientras caminas hacia él ya que se crea en función del punto de vista, ¿sabes? Quiero decir que el arco iris no existe como tal sino que se percibe...
-Imposibilidad física, suena a excusa.
-¡Espero que al menos te suene a buena excusa!
-No sé qué decirte: la usas demasiado.
-Porque no es una excusa, Rose. Las imposibilidades físicas son imposibilidades físicas.-Te hace gracia que se lo tome en serio. Comienza un listado de cosas imposibles de las que entiendes poco más que la imposibilidad de viajar al final del arco iris.
Te sientas para ver el fantástico paisaje. La roca se clava un poco hasta que vuelves a acomodarte en el hueco en que habías metido la cadera.
Desde lo alto de una impresionante formación rocosa, demasiado apuntada para considerarla montaña, de hecho la TARDIS está medio flotando en el aire porque no cabíais los tres, la vista se pierde en un terreno gigantesco.
-Esto es tan grande que estoy empezando a pensar que tengo miopía.
El Doctor ríe y se incorpora a tu lado, ya en silencio.
El lugar es incómodo, la roca demasiado picuda y sopla un viento frío que te revuelve el pelo. Pero merece la pena, todo.
Una inmensa extensión a vuestros pies de rocas talladas en mil formas distintas, llenas de agujeros y recovecos, picos y aristas. Las catedrales no son nada en comparación. "Viento, agua y tiempo. Nada más. ¿No es brillante?", dijo él. Un mar en calma reflejando el cielo amarillo suave y rosado. Cañones surcados por ríos, cañones que hay que imaginar donde la vista no llega. Y el cielo lleno de aves imposibles, mantas marinas, mantas aéreas en este caso. Grandísimas, negras, preciosas, planeando a vuestro alrededor. Más imposibles que un dragón.
-Así que, a pesar de todo, los mitos no existen, sólo son mitos.
-Yo no diría eso. Quiero decir, yo soy un mito en algunos lugares, soy un mito en bastantes lugares. De hecho tú también. Soy un dios en unos cuantos, pero no me va lo de ser un dios,- hace un gesto de disgusto-la gente espera que puedas con todo y es un asco. Ser un mito no está tan mal, como mucho esperan que mantengas tu imagen.-Te guiña un ojo y sonríe, todo encanto. -Aunque, la verdad, tampoco es que eso se me dé muy bien. La TARDIS lleva siendo una cabina azul durante un tiempo en que yo he tenido varias formas distintas, tiene su gracia eso, -dice mirándola. -Bueno, así es como un sello. Aunque tardé en relacionarla con lo de la "barca azul" en la historia de aquel planeta. Pero, eh,-vuelve a mirarte y te da con el codo,-dioses peludos. Ya sé que cuando lo oíste por primera vez, en la ceremonia de veneración, lo único que sentiste fueron ganas de reír. Un poco incómodo aquello. Aunque da más sentido a lo de "dioses peludos llenos de dientes". Pero, díme, ¿qué se siente al ser una diosa peluda...llena de dientes?
-La verdad, no era con lo que soñaba de pequeña,-haces un gesto de superioridad intentando aguantar la risa. -Pero siempre supe que llegaría lejos. Lejos, desde luego, he llegado.
De pronto la inmensidad del paisaje te da miedo, vuelves a sentirte pequeña. No, no esperabas llegar a ser una diosa, ni siquiera para unos sapos que no son sapos, ni un mito, ni llegar más lejos que a Francia en algunas vacaciones cuando ahorrases dinero, ni ser mucho más que una vendedora, una empleada, una camarera. Te abrazas las rodillas, realmente sopla el viento, realmente hace frío. Siendo niña soñabas ser actriz o cantante de rock, eso era lo más. Firmar autógrafos e ir de vacaciones a Francia. Eso era la cima del mundo.
-Es como estar en la cima del mundo. No digo el rollo de los mitos y dioses, eso no me importa.
-Bueno, estamos en la cima de este mundo.
-Contigo, todo, siempre, es como estar en la cima del mundo.
Baja la mirada, sonríe con tristeza.
-No todo, Rose. No siempre. Lo sabes.
Lo sabes. Seguro que firmar autógrafos es aburrido a la segunda vez, seguro que no toda Francia es tan bonita como parece en las fotos. Pero seguro del todo que la diferencia entre el sueño de ser una heroína, una diosa peluda, un mito, lo que sea, y la realidad es mucho más grande.
No quieres pensar en en lo que ha ocurrido, no quieres recordarlo. Al fin y al cabo estáis aquí, nada de dejar decidir a la TARDIS, vinisteis aquí a propósito, un sitio bonito y tranquilo, porque has pasado horas atrapada en un campo electromagnético o lo que sea, de nuevo ni lo entiendes. Sola en un vacío imposible, oscuro y frío, gritando Doctor una y otra vez pero sólo en tu mente, sin labios ni voz, sin cuerpo. Sólo eras consciencia perdida en el vacío, aterrorizada, sin salida. Sin saber si esa vez podría salvarte.
Sí, tu confianza en él es inmensa, es absoluta, pero tu confianza es en él, el que realmente es.
No es un dios. No puede con todo.
Tienes al mito, al supuesto dios, ante ti. Lo has tenido cerca mucho tiempo y sabes. Sabes quién es, por más que no lo sepas todo de él.
No se puede decir que sea un hombre como otro cualquiera, falla la palabra para empezar, pero en cierto modo es eso.
Sabes que come, que tose, que necesita dormir de vez en cuando, que va al baño, que a veces dice tonterías, que se pone nervioso antes de hacer el amor con una chica por primera vez. Sabes que puede sentir miedo, mucho miedo, que le aterrorizan los Daleks, que en ocasiones su única respuesta es correr, huir, que no puede con todo, que no pudo salvar a su propia especie, a nadie de su propia especie, a nadie. Nadie.
No es lo mismo, pero sabes que a veces se siente tan impotente como tú, tan pequeño como tú. Porque sabe que puede equivocarse y fallar, puede incluso no equivocarse y fallar. Le has visto fracasar.
Sabes que haría cualquier cosa por ti, por salvarte, pero sencillamente una vez podría fracasar en eso y basta una sola vez. Tú podrías fracasar al intentar salvarle a él, (más probable que tú falles, suerte que él es más fuerte,) pero una sola vez y se acabó, para siempre.
No sois dioses, ninguno de los dos, ni estáis a la altura del mito que quien sea pueda crear a vuestro alrededor.
Es un señor del tiempo, pero no sabe lo que os va a ocurrir mañana.
Eso es bueno en parte, te alegras de saber todas las cosas que sabes, te alegras de que no sea un dios. No quieres idolatrarle, ni adorarle, ni admirarle siquiera. Quieres quererle y que te quiera. Por él se soportan los monstruos, dijo aquella mujer. Todo va más allá. Por él se soporta el miedo a verle morir. No, no es un dios, ni siquiera es inmortal, se acerca a serlo pero no lo es. Por él se soporta el miedo a morir, y a cosas peores, como quedarse atrapada para siempre en un vacío siendo sólo consciencia.
Tú estás con él en el viaje, la historia cuyo final no conocéis ninguno de los dos. Los dos podéis fracasar en cualquier momento y perderos el uno al otro.
Le has escuchado contándote la leyenda que escribirán, o han escrito, o están escribiendo los Weireses sobre vosotros. No sois como cuentan, sobre todo tú. Aciertan en poco más que la descripción de cuerpos de piel rosada con pelo, labios y dientes.
-Doctor.
-¿Qué?
Ha permanecido impasible, mirándote con la cabeza inclinada sobre las rodillas.
-En algún lugar de la TARDIS, hay una grabación tuya en la que te despides de mí, como aquella vez, como cuando me enviaste a casa porque pensabas que no había salida, ¿verdad?
Sonríe con la mirada triste.
-Siempre hay una grabación, Rose. Porque siempre puede llegar una situación en la que no haya salida. Y quiero pensar que al menos tú...
Te aguantas las ganas de llorar en un arranque de orgullo.
-Pero te equivocaste. Me mentiste y te equivocaste.
Demasiado complicado, pero es mentira, crees. Si no te hubiese engañado para devolverte a casa, no le habrías salvado, ni a él ni a los demás. Esperas que te lo diga. No lo hace.
-Sí, te mentí y me equivoqué.
Se equivocó, de cualquier modo: no podía prever lo que harías. Y te mintió, desde luego, para salvarte y morir solo. Piensas en decirle que, llegado el caso, llegada la situación sin salida, preferirías morir con él. Un escalofrío ante la idea, que parece una verdad. No debes decírselo. Crees que es mejor que no lo sepa.
A veces se equivoca, puede morir, puede fracasar. Y te quiere.
Él podría haber huido contigo. No lo hizo.
-No quiero que me mientas, si vuelve a ocurrir.
"Quiero quedarme contigo", te callas.
Suspira y se acerca a ti, te abraza acomodándose sobre las piedras, una pierna alrededor de tu cadera, los brazos en la cintura y la barbilla clavada en tu hombro.
-Tienes frío.
Ríes a la fuerza, tratando de huir de lo que estabas pensando.
-Siempre estás más frío que yo, no me vas a calentar.
-Pero me caliento cuando te abrazo, con tu calor, digo, y así te doy calor a ti a partir de tu propio calor. Lo que estoy diciendo es una estupidez desde un punto de vista termodinámico en realidad, sin embargo...
-No lo sabía, te lo podías haber callado.
-Sin embargo te protegeré un poco del viento. En realidad sólo quería abrazarte,-acaba diciendo.
Sonríes e intentas calentarle las manos con las tuyas. Permanece en silencio, aunque casi puedes oírle pensar, pensar demasiado, pensar en cosas parecidas a las que tú piensas, pensar en lo que tú piensas.
Sientes sus labios rozando tu oreja, al principio crees que va a ser un beso. Suspira indeciso un instante y luego susurra muy muy bajo.
-Rose...
Tan bajo que apenas le oyes.
Durante mucho tiempo, dice muchas cosas. Dice "Rose, eres brillante y eres preciosa y me encanta cómo eres y nunca podré decirte lo suficiente cuanto me alegro de haberte conocido". Hay un halo de despedida que no quieres ver, te empeñas en pensar es un modo de decirte en persona lo que una vez te dijo su holograma. Pero al parecer tiene mucho más que decir.
Te dice cosas que ni te has atrevido a soñar sobre cómo te mueves, y cómo besas, y lo que se alegra de haber dejado de huir en ese sentido y lo maravilloso que es hacer el amor contigo.
Lo dice así, aún más bajo pero se escucha "hacer el amor contigo".
Abres la boca en un "No hace falta que..." al que va a seguir algo muy raro, que no quieres que se escuche, que no quieres que exista, sobre que no te puedes creer ni de lejos que, con todo lo que habrá hecho el muy..., en fin, novecientos años, hacerlo contigo pueda resultar siquiera un poco interesante en comparación. Estás segura de que puedes lograr que suene gracioso en lugar de patético. Igual no estás tan segura, pero da igual porque hay un sonoro
-Shhhhh. Estoy hablando yo, tú te callas.
Baja el tono de nuevo, una derivación del discurso con "Tú te callas. Pero no sólo te callas, ni pienses. No te hagas eso a ti misma, no seas tonta. Ni siquiera estoy diciendo esto, porque tú nunca has pensado lo que estabas pensando. He dicho maravilloso y he dicho lo que he dicho y punto." Baja el tono un poco más "Porque esa es la verdad." Se detiene un momento.
Casi intuyes de qué va, por qué al oído, por qué tan bajo, apenas audible entre el viento que sopla. Ni siquiera lo está diciendo. Es un secreto susurrado, un largo "Te quiero" que no llegará a pronunciar. Nunca actuaréis como si esas palabras hubiesen existido, es sólo que tú las sentirás.
Cierras los ojos, sientes de nuevo sus labios. Te habla de que no puede imaginar, y no soporta no poder siquiera imaginarlo, lo que pasaste durante esas horas perdida en el vacío. Te habla de lo maravilloso que es abrazarte "todas y cada una de las veces". Te cuenta que ha viajado solo en ocasiones y eso es difícil, o extraño, o las dos cosas, no lo entiendes del todo, "está hecha para ser llevada por seis, ¿te imaginas?".
Te cuesta conectar las cosas que dice, pasa de un tema a otro, a veces te parece casi que está cambiando de tema, huyendo de decir algo. Nombra "Gallifrey", dice "grandiosa cultura", dice "llamas". Se le corta la voz en un gemido.
Habla de lo valiente que has sido "una vez y otra y luego otra y luego más", te cuenta cosas tontísimas que ni recordabas haber dicho y que le hicieron reír, "Siempre me has hecho reír". Pasado, está hablando demasiado en pasado. Al parecer, una vez ibais caminando y le apretabas la mano exactamente cada 18 segundos y eso fue raro pero le gustó. "Coger de la mano es muy importante", dice, y te echas a reír.
Otro silencio y vuelve al tema de que puede estar solo, ya ha estado solo, "No pasa nada, no es para tanto y además, (parece dudar un instante pero lo dice muy claro) nunca es para siempre. Se hace largo pero nunca se está solo siempre." Que sabe que puede y que no tienes por qué... "No tienes por qué..." "Encontraría..." Otro silencio.
"Tú y yo sabemos que no somos dioses. Que duele y que cuesta. Que nos equivocamos. Sabes del peligro Rose, sabes que siempre está ahí."
Ahora habla de la Tierra, de lo preciosa que es la Tierra, "Tienes un planeta precioso y vivo, una especie brillante, no puedes concebir hasta qué punto brillante, a los que perteneces." Vas a volver a hablar, no sabes de qué, lo que sea para que no plantee la posibilidad que sientes va a plantear, pero te aprieta las manos y decides callar. "Tú y yo somos tú y yo, somos distintos. Nuestra posición es distinta y lo que somos es diferente. Tienes un planeta y una especie a las que volver. Nunca debes olvidar eso y nunca debes olvidar que yo lo entenderé, más, me alegraré por ti, si es lo que quieres. Sólo esas dos cosas, Rose, sólo recuerda esas dos cosas. Porque yo nunca he dicho esto. Porque tú nunca has pensado lo que estabas pensando antes de que te abrazase."
Un beso suave en la mejilla y ya no está, se ha separado. Abres los ojos y la luz duele. Está sentado a tu lado, mirando las mantas aéreas. Una sonrisa despreocupada, como si realmente no hubiese ocurrido. El largo y mantenido "Te quiero...tanto" en el que han cabido todas las palabras menos esas.
No, no es un dios, por supuesto que no. Es el Doctor. Tiene arrugas, tiene pecas, lleva traje con zapatillas, tiene miedo a veces, probablemente hasta tiene miedo a decir "Te quiero", no puede con todo, no lo sabe todo, se le puede llevar la contraria, se le puede besar, gime cuando le acaricias. Pero por un momento verdaderamente le admiras, le admiras como no le has admirado nunca antes.
Por ser tan fuerte.
Le admiras por querer como quiere. Seguro que de eso no hablan las leyendas. Menuda porquería las leyendas, entonces. Mundos salvados, brillantes discursos, alguna referencia a las diosas peludas que le acompañaban, barcas azules. Pero en ninguna parte pondrá, no se hablará de ello, cuánto y cómo quiere.
Ha dicho que encontraría a alguien si te vas. Después de dejar muy claro que te quiere cerca. Antes de decir que tienes una opción que él no tiene. Lo entendería, se alegraría por ti, pero le has visto, tú le has visto de cerca: No olvidaría. Le dolería. Quizá nada le asusta tanto como quedarse solo.
Volvería a encontrar a alguien, si tu te fueses, y a tomarle cariño. Luego volvería a quedarse solo. Una y otra vez.
No es inmortal, pero se acerca lo suficiente a serlo como para saber que siempre acabará solo. Aún así, sigue queriendo, como si no supiese el final, como si no hubiese ocurrido demasiadas veces.
Eso sólo los que le conocen lo saben, quizá muchos ni siquiera. Pero, vaya, tú lo sabes.
-Material de leyenda, chico.
-¿Qué?
Te acercas y le besas en la mejilla, de la misma manera que él lo ha hecho. No puedes responder a lo no dicho. Esperas que sirva de respuesta.
-Que tú y yo somos tú y yo, ni dioses ni nada. Pero para los demás somos tan sólo material de leyenda. Ni de lejos se acerca a la realidad. Queda muy por debajo.
Hay un silencio cargado, una mirada mantenida hasta que se levanta y te tiende la mano.
-Vamos, dijiste que querías verlo desde el suelo.
Subís en la TARDIS, otro silencio cargado, roto por su zumbido. Al abrir la puerta estáis abajo. Las formaciones rocosas elevándose contra el cielo, las mantas voladoras chillando mientras planean.
Permanecéis de pie mirándolas.
-En la cima del mundo de nuevo, Doctor.
El mismo gesto de "Sabes que no".
-Material de leyenda suena bien, mucho mejor que dioses peludos. -Niega con la cabeza,-No es la realidad. Sabes lo difícil que es a veces, cuánto duele. Así que, ¿quieres irte, Rose? No debería ser necesario que te lo preguntase, puedes pedirlo cuando quieras pero, ¿quieres irte? ¿Quieres que te lleve a casa?
Le sonríes y miras a la TARDIS. Sí, piensas ir a casa, a esa casa, en un momento. Con él.
-Conozco la realidad, sé cómo es. Esta es mi realidad. Y me quedo en ella, gracias. De verdad, gracias. Merece la pena.
Merece la pena. La expresión adquiere un valor que nunca habías visto así antes. Sí, pena, mucho dolor. Pero merece la pena.
Te sonríe, con una de esas miradas que suenan a "Brillante, valiente, Rose"
-¿Cuánto tiempo vas a quedarte conmigo?
Lo dice con ligereza, como si no importase, al fin y al cabo ya has respondido.
Piensas que no lo sabes, nunca lo sabréis. Juntos en eso. Un par de minutos, un momento más, hasta mañana cuando siempre existe un mañana, hasta que deja de existir. Como un maldito final del arco iris siempre a la misma distancia, hasta que desaparece. Toda tu vida, si él quiere. Toda tu vida, dure lo que dure. Así que la palabra es falsa, pero es la única que dice la verdad:
-Para siempre.
PARA SIEMPRE
"Siempre" significa un instante más, que siempre está a un instante de distancia. De eso va el "Para siempre". "Para siempre" significa "Quiero seguir caminando a tu lado". Y eso significa tanto...
Siempre existirá todo lo que una vez existió. Eso no bastará cuando el "Para siempre" se haya truncado en el tiempo. Será cierto, no bastará: Ambas cosas, para siempre.
Siempre es aquí y ahora, y todos los recuerdos anclados a un tiempo al que no se puede volver, el único tiempo al que no se puede viajar. Lo único que no sabes hacer con el tiempo.
"Siempre" siempre es una mentira a medias. Una verdad a medias.
Rose dice que se quedará contigo para siempre y sabe de qué va el siempre. Hasta que una muerte se interponga, hasta que hagas lo que debes y vea una grabación, hasta que cambie de opinión y tengas que alegrarte por ella.
Hasta entonces, "Siempre" existe. Y es un paso más, un instante más, un aquí y ahora que vivir como si fuese a durar para siempre.
Porque media mentira es media verdad y cada instante existirá por siempre, incluso aunque no se pueda volver a él.
"Siempre, Rose, de un modo u otro, siempre te querré", piensas mientras camináis hacia la TARDIS.
Cogidos de la mano, como siempre.