Capítulo 14: Como eres en China...

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Abrió sus ojos lentamente y observó el cielo raso y las paredes blancas. Le tomó unos segundos recordar donde estaba. Quiso colocarse de pie pero su cuerpo pesaba.

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No te muevas. Llamaré a Fausto -

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Lo reconoció por su voz. Respiró un poco recordando todo lo que había pasado. Muchas emociones la recorrieron. ¿Cuánto tiempo había dormido?

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Me alegra que ya estés despierta Tamao. ¿Cómo te sientes? - un sonriente Fausto la miraba.

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Miró a Fausto y luego a Ren que estaba de pie al lado sin mirarla.

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Estoy bien - dijo seriamente mirando de nuevo el cielo raso blanco.

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Fausto sonrió. Preguntarle era una pérdida de tiempo - Déjame revisarte para poder darte de alta -

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Después de un par de minutos, Fausto dio todas las recomendaciones y salió de la habitación. Elisa apareció con una silla de ruedas.

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Llegué justo a tiempo - una voz alegre sonó en la entrada de la habitación.

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Hola, Jun - Tamao ahora se encontraba sentada en la cama.

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Aunque el informe será enviado directamente a la familia, mi madre me ha pedido verte y personalmente verificar tu estado - le dijo con una sonrisa cálida.

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Está bien. Ahora mismo estamos saliendo. Permaneceremos unos días en China y luego regresaremos - su tono se escuchaba un poco hostil.

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El compromiso será anunciado oficialmente ante otros chamanes en Japón. Mi madre no ha dado fecha esperando el informe médico -

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Ya es mi prometida -

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Mejor hablas esos asuntos con mi madre más tarde - Jun no quiso continuar con el tema ya que la hostilidad de Ren se notaba demasiado - ¿Necesitas ayuda Tamao? - dirigió una sonrisa cálida a la peli rosa.

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Tamao usó toda su fuerza para mover sus piernas a un lado de la cama y poder levantarse.

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Te he traído algo para cambiarte - lo dijo mientras mostraba una bolsa en sus manos.

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Jun se acercó a Tamao. Sacó la pijama de la bolsa y la colocó sobre la cama.

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No es necesario. Yo lo haré - deteniendo los movimientos de su hermana mayor - danos un espacio.

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Jun miró a Tamao algo sorprendida. La peli rosa no objetó. Y Jun salió de inmediato.

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Ren tomó el pantalón en sus manos. Se agachó enfrente de Tamao y lo colocó en su pies subiendo lentamente.

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Apoyate en mis hombros -

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Tamao bajó sus manos hasta los hombros de Ren y se levantó. Ren terminó de subirlos mientras se colocaba de pie.

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Le dio la espalda a la pelirosa. Y Tamao soltó los lazos dejando caer la bata azul al piso.

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Ya - dijo suavemente cuando terminó de abotonarse la camisa.

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Ren se acercó a ella y la levantó en brazos para ubicarla en la silla de ruedas.

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Habían tres camionetas frente a la clínica, la cargó y la colocó suavemente en el asiento.

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Durante todo el camino estuvieron en silencio. Cuando llegaron Ren caminó hasta la puerta de Tamao, la abrió y cargó nuevamente a la peli rosa en brazos.

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Subió las escaleras sin saludar a nadie y abrió la habitación y la colocó sobre la cama. Acomodó unas almohadas en su espalda y salió de la habitación sin pronunciar palabra alguna.

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Miró a su alrededor. Había pasado un tiempo desde que había pisado esta casa y aquella habitación. Había salido tan decidida de aquel lugar. Y ahora que había regresado no había ni siquiera tocado el suelo.

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Se sentía tan dócil. ¿Qué había pasado con su cuerpo? Se dejaba hacer de Ren pero no sentía su dignidad afectada. Él estaba haciendo todo por ella, debería sentirse inútil pero se sentía atendida. ¿Qué estaba haciendo Ren?

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Esa primera noche la había sorprendido.

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Debes cepillarte - la tomó en brazos y la llevó al baño.

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La colocó enfrente del espejo y él se ubicó detrás de ella, mientras ella se cepillaba los dientes.

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La cargó de vuelta a la cama y la ayudó a acostarse.

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Es hora de dormir -

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Apagó la luz y se acostó al lado de Tamao.

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Era de madrugada y aunque había tenido un sueño placentero ya estaba despierto. Miró a Tamao a su lado. Parecía dormir un poco rígida, su cuerpo no se movía pero su cabeza se movía de un lado a otro, tal vez tratando de acomodarse con los dolores en el cuerpo.

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Sabía que dormía medio sedada por los medicamentos de Fausto. Su respiración lenta. No se había alejado de ella desde que había ganado. Ni siquiera había visto a su madre. Se estaba obsesionando con la idea de tener a Tamao bajo sus ojos todo el tiempo. ¿Esa era la razón por la cual no podía dormir ahora? ¿Debía vigilar su sueño? No es como si alguien fuera a entrar a llevarla a entrenar de nuevo.

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Se levantó de la cama y se fue a su habitación. Tomó un baño de agua fría para deshacerse de tanto pensamiento innecesario.

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Jun llegaba a su habitación como un reloj a las horas de los medicamentos y de la comida.

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Ren no había vuelto en todo el día. ¿Qué pasaba? Antes parecía no dejarla y ahora no aparecía? ¿Dónde estaba? Él debía…

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Se sonrojó. ¿Qué estaba pensando?

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¿Está bien señorita? - le preguntó Suyin.

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Sí - dijo seriamente.

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Suyin era una sirviente que había enviado la señora Tao para ayudar a Tamao aunque Jun la visitaba a menudo, era Suyin quien estaba más tiempo.

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El jo-jo… - aclaró su garganta - ¿Ren está comiendo?

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Creo que el amo Tao está en la biblioteca. ¿Desea que lo llame? -

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¡No! - Tamao se acostó en la cama y se cubrió hasta los hombros dándole la espalda - deseo descansar. Déjame sola.

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Permiso, señorita - salió de la habitación.

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Cuando sintió el ruido de la puerta cerrarse se ubicó lentamente y quedó sentada en la cama.

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Estuvo viendo lejos como una hora, ahí sentada.

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¿Quieres bañarte? - un Ren la miraba fijamente.

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Tamao salió del vacío de sus pensamientos y se sorprendió de su presencia tan cercana y que no había notado - Yo-yo puedo so-sola - sin poder evitar mirarlo a los ojos.

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Tamao volteó su mirada. Él la tenía fija en ella. Era la primera vez que se miraban directamente en muchísimo tiempo. Desde que había vuelto había evitado hacerlo.

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Ren levantó una ceja a modo de pregunta.

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Só-solo es que… - ¿acaso enserio tenía que explicarse?

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Ren salió de la habitación y regresó en un minuto cargando una silla con la que entró al baño y la colocó en la ducha.

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Sintió de nuevo cómo era cargada en sus brazos.

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Avísame cuando termines - la sentó en la silla - A menos que quieras que me quede -

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¡Ren Tao! -

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Así que sabes cómo me llamo -

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Tamao estaba roja como un tomate.

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Debes estar cansada que todos te ayuden - dijo antes de salir de la habitación.

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Suyin estaba de pie por fuera de la habitación.

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Iré a la biblioteca. Ve allí cuando ella termine. No entres a ayudarla - le ordenó en tono frío.

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Suyin asintió con la cabeza en silencio y entró a la habitación pero no al baño, obedeciendo.

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Jamás pensé ver a mi hijo sobreprotector sobre alguien -

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¿Me entregas una prometida molida a golpes y quieres que me quede quieto? - alzó una ceja - Igual ya pronto no va a necesitar tanta ayuda. Es sólo para que se recupere lo más pronto - en un tono más neutral quitándole importancia.

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Eres muy dedicado a lo que te gusta -

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No sabes cuánto - sonrió arrogante.

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No apruebo este tipo de comportamientos por fuera del matrimonio - dijo su madre ofendida - espero que conserves tal energía luego de la ceremonia. No dudaran ni un segundo en pedir el nuevo heredero de inmediato.

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Sus ojos salieron casi de sus órbitas y su puño se fue hacia la pared.

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Los quiero lejos, muy lejos -

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Sabes que eso no es posible. Actuando así pareces un niño de nuevo. Pensaré que Tamao no es buena para tu juicio... ¿habré escogido mal? -

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La molestia se asomó en la expresión de Ren. Su madre sabía las palabras exactas para fastidiarlo.

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Soy un niño con juguete nuevo, y planeo divertirme sin que me fastidien - sonrió de forma maliciosa - si no le daré una gran tarea al consejo para que se entretenga mientras.

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¿Qué estás pensando, hijo? -

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Te lo diré porque sé que así llegará a sus oídos - refiriéndose al consejo - planeo cobrar la ofensa de Jing con sangre, mucha sangre. No estaré tranquilo hasta…

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¡Basta, Ren! - Jun apareció - ¿no estarás hablando en serio?

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Está bien - sentenció la madre de Ren - les haré saber que tu furia no se calmará por ahora.

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Tendría un tiempo gracias a la estupidez de Jing. No eran benevolentes pero había intereses cruzados. La rama secundaria de los Tao, tenía miembros en el consejo y estaban casados con otras familias. Una matanza no era para nada razonable pero tampoco era algo que le pudieran negar. Tendrían que bajar la cabeza e intentar convencerlo de buscar un castigo más de ésta época. Y el consejo no estaba dispuesto a humillarse, más aún sabiendo que podían evitar esta situación sólo dejándolo en paz con Tamao… un tiempo.

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Iré a la biblioteca - dijo Ren en tono neutral.

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Cerró la puerta, se sentó en el sofá y pronto se quedó dormido.

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Señorita, he ido a avisarle al amo Ren como me lo pidió pero lo encontré dormido en la biblioteca -

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Está bien, Suyin. Déjame sola -

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Estaré fuera de la habitación - hizo una reverencia.

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Espera. Iré a la biblioteca. Pásame unas cobijas limpias -

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Estaba de pie por fuera de la puerta de la biblioteca. ¿Sería conveniente tocar?

Abrió la puerta lentamente, dio dos pasos con cuidado y cerró la puerta. Ren seguía durmiendo en el sofá. Se acercó y colocó delicadamente las cobijas encima cubriéndolo.

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¿Qué haces por fuera? - dijo tomando una respiración profunda intentando quitarse el sueño - volvamos a la habitación.

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Tamao se había sorprendido pero seguía sin decir palabra.

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¿Te quieres quedar? -

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Descansa -

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Es grosero no contestar una pregunta - frotó sus ojos - estoy cansado - se colocó de pie y la tomó en brazos.

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Si no fuera por las heridas de Tamao la hubiera obligado a dormir en el sofá. Caminó hasta la habitación y Suyin les abrió la puerta.

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Permiso - Suyin salió de la habitación.

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¿Aún te duele? - en tono neutral.

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Estoy bien - dijo retirando la mirada.

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Yo no. Tengo cansancio de cuidarte - tosió un poco - lo hago sólo porque necesito que regresemos pronto.

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Podemos regresar ya. Estoy bien -

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Fausto vendrá mañana a revisarte y decidiré -

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Se recostó en la cama y cerró los ojos.

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Tamao se quedó dormida viendo la espalda de Ren.

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Sintió cómo tocaban la puerta de la habitación y abrió lentamente los ojos. Estaba sola en la cama. El lugar donde había estado Ren ahora estaba vacío.

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Suyin la ayudó a prepararse. Sólo un poco, ya se sentía mucho mejor y no quería que Fausto la viera débil.

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Parece que has seguido mis indicaciones al pie de la letra. Te estás recuperando muy bien - concluyó Fausto al terminar el examen médico.

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¿Podemos regresar? - dijo Tamao con más ansias de las que hubiera querido.

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No veo por qué no. Te recomendaré un entrenamiento especial para volver a poner en marcha tus músculos. Eso sería todo -

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Tamaño asintió con la cabeza. Por fin regresaría a Japón. Ansiaba su vida con Ren en Japón.

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Gomen... xD