Naruto no me pertenece. Letra "La potranca Zaina", de la cual me inspire. Ambientado en los llanos venezolanos.
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La Potranca
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oOoOoOoOoOoOo~"Nunca hagas apuestas. Si sabes que has de ganar, eres un pícaro, y si no lo sabes, eres un tonto"oOoOoOoOoOoOo
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La apuesta
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Les contaré señores
la historia muy bonita
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Bajo el "sol de los venados", en las llanuras de Konoha donde los llaneros, con su imagen romantizada de hombres a caballo viviendo y luchando contra la naturaleza, han formalizado la cultura del País del Fuego. Leyendas y mitos para una noche de parranda, convirtiéndolos en la ley del pueblo al ocaso, una explicación a lo desconocidos a sus antepasados.
Con su canto y poesía que le ha servido al llanero para enfrentar con mucha energía positiva cualquier circunstancia en los solitarios caminos de una llanura indomable. Sus apuestos llaneros son caracterizados por se un hombre rudo, fuerte e incansable en su trabajo desde en primer canto del gallo: ordeñar el ganado para la obtención de la leche para preparar el suero y el sabroso su sabroso queso, montar a caballo, enlazar y arriar el ganado, sacar el ganado del corral para que beba agua y se alimente del pasto en los extensos potreros, preparar el terreno en épocas de siembra. Son algunas de sus labores diarias desde tiempos inmemorables, al que el llanero le ha dedicado su canto y su copla.
Pero con su canto ha expresado sus sentimientos amorosos y el sentido poético de la vida. Serenatas y canciones dedicadas a las hermosas mujeres de sus tierras, buscando en conquistar su corazón. Sin embargo, existe una dama tan indomable como las tierras de la llanura. Una mujer diferente a las otras, pero tan bella como ninguna.
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De linda potranquita
con ojos soñadores,
colita de caballo,
andar casi trotero,
de crines muy hermosas,
corría por los esteros.
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Una mujer hermosa como las flores de la llanura, de ojos lavanda y soñadores, su lacio cabello de un negro-azul como las noches sin luna. Pero como es de bella es igual de rígida, caprichosa y rebelde. Hyuga Hinata, la flor de la llanura.
Hija del terrateniente Hyuga Hiashi, poseedor de las tierras más productivas y fértiles del condado. Con una hermana menor, Hanabi, conocida como "Terremoto Hyuga" por sus innumerables travesuras a los hijos de los demás dueños de hacienda; y su primo Nenji, uno de los hombres más cotizados de la región, un gran domador de caballos salvajes.
Hinata es de la pocas mujeres que se dedica de lleno al trabajo del llano, trabajo que solo le pertenece a los hombres, por lo que su padre siempre esta sermoneando cuando se fuga con Kiba Inuzuka, un llanero de la zona y su mejor amigo, para el trabajo de enlazar y arriar el ganado, sacar el ganado del corral.
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Era una potra muy singular,
no conocía el amor,
no conocía corral,
no conocía bozal,
solo quería vivir
por el palmar.
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Cuando una mujer le celebran sus quince años, está solo piensa en conseguir un enamorado y casarse, pero Hinata no. Ella solo soñaba con ser una mujer fuerte y dominante a la muerte de su padre de quien heredara las tierras. Deseosa de no vivir encerrada en un corral, de que le ponga bozal… Quería vivir sin enamorarse.
Lo consideraba una debilidad, y el casarse un encierro de por vida. Ni contra viento ni marea, ella juró, nunca enamorarse o casarse.
Era la primogénita, y Hiashi necesitaba que ella se casara con hacendado adinerado para que prevaleciera la fortuna de la finca y no decayera por la obstinación de su hija. Pero cada vez que llevaba un pretendiente a la casa, ella lo espantaba de una y mil maneras.
- Tendrás que casarte Hinata – decía su padre harto por la actitud de la joven heredera – Por amor o sin amor tendrás que hacerlo. Pero si sigues espantando a todos lo jóvenes hijos de los hacendados más importantes del país, vas a quedar como una vieja solterona.
- Eso a mí – refuto Hinata cortante – no me importa padre. Yo no soy una potra a quien le ponga las riendas.
No importaba las palabras y los castigos que le imponían su padre, ella seguía escapándose y espantando a los pretendientes. Por lo que Hiashi optó por dejar a su hija tranquila, él sabía que pronto le llegaría la hora.
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Era la potra zaina
la flor de la llanura,
caballos y potrones
sufrían por su hermosura;
paseando en las sabanas
en las noches de luna;
coqueta se miraba
su sombra en la laguna.
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A pesar de su dureza y caprichos, a la joven Hinata no le faltaban pretendientes. Sin importar la edad, y si que estuvieran casados, solteros o viudos, los hombres sufrían por su hermosura, y hacían todo lo posible por conquistarla. Pero ella los rechazaba a todos diciendo que eran unos buitres ante carne fresca.
En los días aquellos en que llevaban el ganado a refrescarse en la laguna. Hinata paseaba en vigilancia alrededor de la manada con el trote de su yegua de crines blancas, coqueteando ante su reflejo en el agua. Sabía que era hermosa, pero no utilizaba tal belleza para manipular a los hombres que ella sabía que tenía a sus pies.
- Parece que nuestros vecinos han regresado – dijo Kiba al aire. Observando el todo terreno de los Uchiha a través de la cerca que dividía las dos tierras.
- Así es, - contesto Hinata colocándose al lado del corcel cobre del Inuzuka. Reconoce al mayor de ellos, Itachi, uno de los pocos hombres que ha ganado su respeto. En cambio al otro no lo conocía, debía se Sasuke Uchiha, por lo que Itachi le había mencionado en una noche que se lo encontró por el palmar camino a sus respectivas haciendas. – habrá una fiesta esta noche y nos han invitado. ¿Vas a ir?
- Seguramente, tal vez me consiga una linda chica con quien pasar la noche.
- Cuidado te sale el Silbón(1)
- Esas son puras leyendas estúpidas, Hinata. No existe tal cosa.
- Como digas – Hinata se encogió de hombros – De igual forma, fue un placer conocerte Kiba.
La risa que vino de ella por la mirada ceñuda de amigo, fustiga su caballo "huyendo" de cualquier cosa que podía hacer él por venganza a sus palabras. Ambos jinetes fustigaba a sus caballos, corriendo alrededor de la vacada, siendo observados por los llaneros que los acompañaban.
- Nunca cambiaran, ¿verdad, Nenji? – le dijo Rock Lee observando junto al Hyuga a los chicos correr con sus caballos - ¡La llama de la juventud arde en sus venas!
- Sí – dice Nenji restándole importancia cepillando a su gran semental. – lo que digas Rock Lee.
Ha Nenji poco le agradaba que su prima fuera con ellos a arriar el ganado, pero le gustaba su compañía. Siempre había sido muy sobreprotector con ella desde que eran pequeños, lo que le agradaba que ella fuera tan fría con los pretendientes que su tío traía a casa para conocerla. Para él, eran un montón de mocosos que no servían para nada.
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- No veo el motivo por el que tengas que hacer una fiesta de bienvenida, Itachi – confiesa Sasuke de manera cortante a su hermano – Sabes que no me gusta las fiestas.
- Es una manera de que conozcas a los terratenientes más importantes que hay por estos llanos, y a sus respectivas familias. – le respondió Itachi ignorando la molestia de su hermano – Konoha es muy diferente a la ciudad, la gente sigue siendo agradable como lo era cuando te marchaste. Te gustará quedarte.
- Como sea. – refutó Sasuke entrado a las caballerizas.
Le molestaba aquellas dichosas reuniones en que las señoritas lo acosarían hasta el cansancio. Paso su mirada por los caballos que cuidaba su hermano hasta que su vista se detiene en un semental árabe de pelaje negro brillante. Kuroi, su caballo desde que tenía memoria, al que crío desde que era un potrillo. Daría un paseo por el pueblo antes de enfrascase en esa dichosa fiesta.
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- Hinata, porque no vas con Kiba al pueblo por avena. – le dijo Nenji mientras guiaban el ganado a la zona donde pastaban – Los caballos le falta alimentos.
- Está bien – respondió con una sonrisa arriando a Shiroi para cumplir con el pedido de su primo. - ¡Vamos Kiba!
Los jóvenes se adentraron por el camino del palmar que lo llevaba al pueblo. Tenían tiempo que no veían a sus amigos, y esta era una oportunidad perfecta para saludarlos.
Las calles de Konoha estaban pobladas, la gente compraba y algunos paseaban por los lugares. Hinata y Kiba pararon sus caballos a la entrada del establecimiento de Juugo, una tienda en donde había todo lo que pudieras necesitar para los animales del campo o domésticos, y muchas cosas más.
- Te dije Kiba que Akamaru no entra. – dijo Juugo desde atrás del mostrador con los brazos cruzados mirando de manera severa al enorme can que acompañaba al Inuzuka – Déjalo afuera con los caballos amarrado, para que no persiga otro auto como la última vez. No quiero que se vuelva a comer la comida de los sacos si no la vas a terminar pagando.
- Tranquilo Juugo, Akamaru no… - el castaño no pudo terminar de hablar cuando frente a él se plantaron amenazadamente los dos metros de altura y su gran musculatura del pelinaranja.
- O le pones un bozal o no entra. No tienes más opción.
Kiba tardo en reaccionar por unos segundos, hizo una mueca de molestia pero no dijo nada, no quería molestar al "Demonio de los Llanos", nombre que le dieron debido al trastorno de doble personalidad que sufría si se molestaba enormemente. Se convertía en una bestia feroz, cosa que lo ha ayudado en cierta forma a ganar numerosos torneos en los "Toros Coleados". El Inuzuka hace tal como Juugo le había dicho y fue a fuera a amarrar al perro.
Hinata observa todo con una sonrisa, conocía a Juugo desde hace mucho tiempo. Él había trabajado en la hacienda de su padre, hasta que sus padres murieron y se tuvo que hacerse cargo de la tienda de su padre. De eso ya un año y medio, y desde entonces no ha vuelto a la hacienda.
- Cada día estas más hermosa Hina – comentó Juugo con una sonrisa amable, a lo que Hinata respondió con una igual – Si no te conociera como te conozco, creería en todos esos cuentos que dice la gente sobre ti.
- ¿Qué es lo que comentan ahora? – pregunta Hinata sin darle la debida importancia al asunto.
- Que eres una mujer indomable como el llano, una potra salvaje que no quiere que le ponga las riendas. Caprichosa y rígida, incluso en ocasiones puedes ser muy fría y cortante. Lo de rebelde lo se muy bien, no lo sabré yo que viví en la finca de tu padre y te veía fugarte con Kiba o con Nenji al campo, incluso por las noches te ibas por ahí sola – le contestaba mientras acariciaba la cabeza a la chica con ternura. – Tienes dos sobrenombres: "La espanta hombres" – río un rato y luego añadió – tu padre ya debió cansarse de que espantes a todos los pretendientes que te lleva. Y el que más me gusta, "La potranca Zaina", la flor de la llanura e indomable como ninguna.
Hinata río con Juugo por los comentarios de la gente. Era con muy pocas personas con quien ella demostraba ser amable y tierna, y Juugo era una de ellas. Había aprendido a ser como es ahora con el tiempo, porque en estas tierras si eres frágil, los depredadores acabaran contigo. A sus dieciséis años había alcanzado la fama en las competencias de equitación y en Paso Fino, se había adentrado al "Corte y Punto" y La Doma de Caballos con su primo y Kiba, cosa que ha muchos hombres no le había agradado. Pero ahora con sus casi veintiún años era la favorita de todos, y se había ganado la fama de una mujer temeraria.
- Ven – dijo Juugo llevándola a la parte trasera de la tienda – tengo algo que mostrarte.
El patio trasero estaba lleno de cajas de mercancías en uno de los flancos, mientras que en el otro había diferentes tipos de jaulas. Animales de todo tipo había en ellas, desde aves cantarinas hasta un fuerte halcón, un pequeño gato o perro hasta hermosos sementales. Se detiene en una apartada de todas las demás, donde habitaba un pequeño felino manchado como un leopardo.
- Lo trajeron esta mañana de las tierras de Hatake – confesó Juugo a Hinata sacando al animal cargándolo en sus brazos. – Es un pequeño cunaguaro de aproximadamente tres meses. Estaba solo cuando lo encontraron.
- Es hermoso, Juugo. – Hinata lo tomo en sus brazos acariciando el suave pelaje del animal. - ¿Puedo quedármelo?
- Por supuesto, se que lo cuidaras muy bien, como lo has hecho con Kibo. – respondió sonriente refiriéndose al gavilán que le obsequió a Hinata en su cumpleaños dieciocho - ¿Qué nombre le pondrás? Es macho
- … Ryu…
- ¿Ryu? Si tú lo dices.
- ¡Hey Juugo! – grito Kiba desde adentro de la tienda - ¡Danos la cantidad de avena de siempre y vente! ¡Tienes clientes!
- ¡En seguida voy! Ten, - dándole una manta a Hinata – cúbrelo con esto. Se puede asustar cuando salga a la calle.
Hinata agradeció a Juugo y lo siguió al interior de la tienda. Kiba esta recostado en el marco de la puerta con los brazos cruzados, mirando curioso el pequeño "paquete" que llevaba la chica en sus brazos. Efectivamente si tenía clientes, joven pelinegro observaba la mercancía detalladamente.
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Sus ojos negros se posaron en Juugo y bajaron para encontrarse con unos ojos lavanda que lo observaba con intriga. No podía negar que la chica era hermosa, pero seguramente era igual de irritante que las otras y de que un momento a otro se le lanzaría encima. Pero nada de eso sucedió. La chica desvió la mirada con indiferencia dirigiendo su atención al encargado y luego dirigirse a su dirección con una diminuta sonrisa, sabía que era como las otras. Sin embargo, ella lo volvió a ignorar siguiendo de largo y tomo un pequeño collar de cuero informando al joven encargado de que lo anotara en su cuenta. La observa de reojo salir de la tienda junto con aquel escandaloso castaño. Le había parecido una chica completamente extraña.
- ¿Le puedo ayudar en algo? – la voz de Juugo lo sacó de su trance, enfocando sus frías orbes negras en él.
- Creí que después de todos estos años, recibiría un mejor recibimiento – le contesto cortante.
Juugo tardo unos segundos en reaccionar, meditaba y trataba de recordar quien era esa persona frente a él. Se sorprendió al darse cuenta de quien se trataba en realidad, nunca creyó volverlo a ver por estos lados.
- ¿Sasuke? – pregunto dudoso por la respuesta. El aludido solo sonríe de medio lado. - ¡Sí eres Sasuke! Nunca imagine que regresarías a Konoha.
- Pues ya me vez – respondió – Veo que no has estado nada mal.
A Juugo le parecía muy extraño tener al Uchiha frente a él, recordando que él mismo había jurado jamás volver a la hacienda Sharingan. ¿Qué pudo haberlo hecho regresar después de tanto tiempo?
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- Bienvenidos – exclamó Itachi con una sonrisa llamando la atención de todos los presentes – Les agradezco enormemente el que hallan venido a la fiesta de bienvenida de mi pequeño hermano. Espero que la disfruten.
Dichas esas palabras la música comenzó a sonar y la gente se apodero de la pista de baile. Logra ver entre los invitados a una chica vestida con unos jeen y una blusa blanca ligera, era a ella a quien deseaba encontrar. Toma unas bebidas que uno de los meseros llevaba, y se acerca a la chica que no había reparado en su presencia.
- Hermosa, como una orquídea. – susurro Itachi al oído de la peliazul, quien se sobresalta ante la cercanía de él.
- ¡Itachi! – exclamó Hinata con un leve sonrojo. – Gracias por la invitación.
- Es un placer de tener a tan hermosa dama entre mis invitadas de honor. – le extiende la bebida a lo que Hinata agradece.
- ¿Cómo esta Konan? – cortó la ojiblanca a lo que Itachi sonreía, esa era la Hinata que conocía.
- Está muy bien, visitando a sus hermanos al País de la Lluvia. – volvió su mirada a su hermano quien practicaba con su viejo amigo de la infancia, Naruto. – Quisiera presentarte a alguien.
Hinata lo siguió pisándole los talones al Uchiha mayor hasta el otro extremo del lugar. Pudo ver entre la multitud la caballera rubia característica del Uzumaki, el joven hacendado más problemático e hiperactivo de la región. A la Hyuga le era indiferente, era uno de los pocos hombres que no la miraban como un objeto al cual desear, sino que lo hacía como su igual, y eso le gustaba. Notó que a su lado estaba otro joven de cabellos y ojos negros, el mismo que había visto en el local de Juugo, no sabía que ambos se conocían, y por la forma que le hablaba el rubio, había de ser desde hace mucho tiempo.
- Sasuke – llamó Itachi llamando la atención de ambos chicos -, quisiera presentarte a Hinata Hyuga. Es hija de Hiashi, el terrateniente de la hacienda Byakugan, son nuestros vecinos.
- Es un placer conocer por fin a Sasuke Uchiha – comentó Hinata con una cortés sonrisa estrechando su mano con el Uchiha menor. – Su hermano me ha hablado mucho de usted.
- La flor de la llanura– soltó Sasuke con frialdad desconcertando a Hinata por un segundo – He escuchado muchas cosas de usted cuando llegue al pueblo, parece que ninguna es mentira. Usted es de esas mujeres a la que hay que enseñarles a las malas su lugar en la casa… O por lo menos es lo que he escuchado decir.
Ambos se miraron desafiantes, Hinata soltó su mano de la de Sasuke con un poco de brusquedad. Sabía que él era como todos los hombres, unos perros que solo sirve para arriar el ganado. Para él, ella sólo era una chica carente de importancia como todas las demás.
- Estás muy linda hoy Hinata – dijo Naruto buscando de relajar la tensa atmósfera que se había formado.
- Gracias, Naruto – le respondió cortante sin apartar la mirada del Uchiha – Por lo menos existen hombres que saben ser educados, no como otros que son como los burros cuando se trata de cómo tratar una dama.
¿Esta mujer que se creía?, se preguntaba mentalmente Sasuke con molestia. Ella ha sido la única mujer que se ha portado hacia él de una manera tan insolente. Se había equivocado al creer que era como las otras.
El sonido del arpa y el cuatro le hicieron sonreír a Itachi, sólo había una forma de separar a esos dos testarudos sin ser demasiado obvio. Hace una leve reverencia extendiendo su mano derecha hacia Hinata, que lo observaba confundida.
- Me darías el honor de bailar esta pieza conmigo.
Hinata lo medito por unos segundos. Pero, con una pequeña sonrisa, toma la mano del Uchiha mayor aceptando el baile.
- Estúpida – masculló Sasuke cuando su hermano se perdió en la pista de baile con la Hyuga.
- Ella es la potra Zaina– dijo Naruto a su amigo – Es la única mujer a quien ningún hombre a logrado conquistar, y la que se dedica de lleno al trabajo fuerte que hay en los llanos de Konoha. Y es la primera que veo que no se derrite por el "Gran Sasuke"
El rubio río ruidoso, ganándose una mirada matadora de su amigo que ignoro olímpicamente.
- Apuesto que no podrás conquistarla – bromeó Naruto – No tienes chance con esa mujer, ningún hombre en todo el País del Fuego lo tiene.
- Eso esta por verse – dijo Sasuke con una sonrisa maliciosa.
- ¿Qué?
- Apuesto que yo, Uchiha Sasuke, domare a Hinata cueste lo que cueste – declaró sin aparta la mirada de la mujer que bailaba animadamente con su hermano.
- Yo solo bromeaba Sasuke – le aclaró Naruto, pero su amigo ya estaba decidido en llevar acabo aquella apuesta. Soltando un suspiro frustrado agrega – Lo que digas, pero dudó que lo logres. Nadie ha logrado domar a la potra Zaina.
- Y no soy nadie, Naruto. Yo siempre obtengo lo que quiero, e Hinata no será la excepción.
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oOoOoOoOoOoOo~ Las apuestas y los pactos se hacen con los ángeles. O con los demonios.oOoOoOoOoOoOo
- Pablo Cohelo -
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Mi primera historia que no es un one-shot, ni una adaptación XP....Un universo alterno que espero que sea de su agrado
Habrán cosas que están muy a nuestras constumbres de los llanos, por lo que tratare de dejarle una explicación, como ha sido en este caso el del Silbon:
(1)La leyenda del Silbón nació a mediados del siglo XIX y algunos estudiosos creen que era una forma de control social que la tradición creó para evitar las infidelidades de los hombres. Se trata, según la leyenda, del fantasma un joven que asesinó a sus padres, y por ello está condenado a vagar como un alma en pena eternamente con un saco lleno de los huesos de sus progenitores. Tiene un silbidocaracterístico que se asemeja a las notas musicales do, re, mi, fa, sol, la, si, en ese mismo orden subiendo el tono hasta fa y luego bajando hasta la nota si. Se dice que cuando su silbido se escucha muy cerca no hay peligro, ya que el silbón está lejos, pero si se escucha lejos es porque está cerca. También se dice que escuchar su silbido es presagio de la propia muerte. Otra tradición señala que El Silbón se presenta en las casas, de noche, a contar los huesos que lleva en el saco. Si nadie lo escucha, alguien de la familia muere al día siguiente.
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