Para todas las que me pedisteis la continuación. Con cariño.
Luver Black. 0_=
Observó su reflejo en el cristal cubierto de gotitas de lluvia y dio otra vuelta a la cinturilla de su falda con una mirada evaluadora, su pierna robó así unos centímetros más a la tela oscura. Se abrió otro botón de la camisa, y dejó que la túnica se abriera dejando una visión estratégica de su escote. Agarró el frasco de amortentia a través de la tela para darse ánimos, y anduvo los pasos que faltaban hasta el dormitorio de Snape.
Severus daba vueltas por su habitación, nervioso. Eran más de las once de la noche, pero el recuerdo ardiente de esa clase con Gryffindor lo mantenía víctima del insomnio por tercera noche consecutiva. Unos golpes decididos se oyeron en su puerta y volvió la cabeza sorprendido. No sabía quién diablos vendría a molestarlo a esas horas.
Entreabrió el portón de madera, encontrándose el rostro rosado que lo mantenía en vilo día y noche.
"Profesor. Estaba estudiando y me surgió una duda. Me preguntaba si usted podría..." El plan era mucho mejor en teoría que llevándolo a la práctica. Y eso que, en teoría, ya tenía demasiados puntos flacos. Por lo menos, parecía no haberlo despertado, así a lo mejor se limitaba a vacíar el reloj de su casa en vez de expulsarla de Hogwarts.
"Por supuesto. Pase Granger, no puedo dejar de resolver una duda a una alumna tan aplicada como usted, por muy... inadecuada que sea la hora de su visita." Se apartó para dejarla entrar, y la alumna pasó sin creerse que lo hubiera conseguido.
"Iba a tomarme un té. ¿Le apetecería una taza?" Té a las doce de la noche. Snape tuvo ganas de golpearse la cabeza contra la pared, en plan elfo doméstico, por hacer una proposición tan estúpida.
"Claro." Sonrió ella. ¡Era la oportunidad ideal para deslizar unas gotas de poción en la bebida de él!
Severus se metió en una habitación del fondo para preparar el té, una excusa bastante estúpida teniendo en cuenta que Granger sabía a la perfección que cualquier profesor podía convocar una tetera directamente de las cocinas. Sin embargo la chica no puso objeción y siguió sonriendo radiante hasta que él desapareció tras la puerta.
Debía estarse volviendo loco, pensó mientras cogía un frasquito minúsculo y vertía un par de gotas en la infusión. Echar un filtro de amor en la taza de su alumna más aventajada en pociones, y encima de una forma tan burda y poco discreta.
Llevó las tazas hasta la mesa y le tendió una a ella. Luego se quedó mirándola tratando de ocultar su ansiedad. ¿Por qué demonios no bebía?
"¿Tiene azúcar?"
"Azúcar... ¡Azúcar! Claro que tengo azúcar. Disculpe un momento."
El profesor volvió a desaparecer tras la puerta y la chica aprovechó para echar la poción en la taza de él. ¡Mierda! Había echado demasiada. Sería un milagro si no lo notaba. Pensó mordiéndose el labio. Snape volvió con el aúcar y ella se echó dos cucharadas.
Bebe por Dios...
Por Merlín bebe...
Se llevaron los dos la taza a los labios. El profesor abrió mucho los ojos al acercar su taza, pero enseguida empezó a beber. ¿Lo estaba haciendo aún sabiéndo lo que tomaba?
Hermione iba a beber cuando notó el olor a hierba recién cortada, a pergamino nuevo, al aula de pociones. Le sonrió y empezó a beber. Se miraron a los ojos mientras apuraban del todo el contenido de sus tazas. Las apoyaron de nuevo en la mesa al mismo tiempo y Hermione empezó a notar cómo el corazón se le aceleraba.
"Podrían expulsarla por intentar esto con un profesor Granger." susurró él mientras se humedecía los labios.
"Y usted podría ir a Azkaban por intentar esto con una alumna." Siguió Hermione mientras se subía a la mesa y empezaba gatear hacia él, quién la esperaba sonriendo sugerentemente.