Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer.
¡Siguiente cap!
Séptima Lección – La seducción es un arte, no una asignatura.
Vale, lo reconozco, no le dí ni dos semanas de plazo al pobre chico. Y Alice, con la que había llegado a tener bastante confianza, no ayudaba demasiado pinchándome todos los días. "¿Cuando lo vas a hacer? ¡Venga Bella, que lo has prometido!" Era enervante.
Sinceramente, no me resultó demasiado fácil conseguir acercarme a él, ya que si él estaba disponible, yo tenía que estudiar algo. Las cosas se complican en la universidad. A mí nadie me dio a leer la letra pequeña... Pero bueno, yo tenía mi tiempo para hacer lo que tenía que hacer y también para intentar abordarle, ya que parecía pasar de mí fuera de las clases. Qué cabrón. Primero me besa y después me ignora.
Tenía que intentar que me llevara de nuevo a su despacho, pero ¿Cómo hacerlo? Para lo único que me hablaba era para acribillarme a preguntas imposibles durante las clases, que yo ignoraba, como es obvio. Pero en lugar de enfadarse, volvía a pasar de mí y siempre había alguien que respondía. A ver, ya me vas a explicar tú ¿Cómo coño acosas a alguien que te ignora? Estaba frustrada y enfadada, y Alice lo notaba, o al menos eso me hizo creer la mañana del sábado mientras hundía una galleta en su tazón de leche. Me miró con las cejas enarcadas y le pegó un mordisco a su galleta.
-¿Qué tal va tu proyecto? - preguntó distraidamente mientras masticaba. Claro, lo pregunta como quien habla del tiempo que hace. Hay que ver.
Rosalie, que había estado escuchando se arrimó a nuestro lado y pegó la oreja. Hay que joderse con la rubia. Bueno, al menos es maja.
-¿Proyecto? - preguntó. Después se llevó la taza a los labios y bebió un gran trago.
-Si, quiere follarse al de anatomía.
Rosalie tragó abruptamente la leche y tosió. Huy, eso ha tenido que hacer pupa en la garganta. Un momento, ¿Follarse al de anatomía?
-¡Alice! -gemí-. Nadie ha dicho nada de follar -. Ja, y encima se encoje de hombros y sigue mojando la galleta. ¡Será bruja!
-Pues dile a ese tal nadie que está mal informado. A ver Bella, si llegas al beso... ¿Por qué no al polvo? Tú ya has hecho eso antes, ¿Verdad? -preguntó cautelosa.
-Si, claro-. Con mi ex, en su furgoneta, es que el chaval era cutre y con ganas.
Alice abrió otro paquete de galletas y se llevó otra a la boca. ¿Cómo puede comer tanto y estar tan delgada?
-Pues eso. Vas a ser el mito de la universidad, y el ejemplo a seguir por todas. -cogió otra galleta. Joder...- Además, ni que fuera una tortura. Estoy segura de que ese macizo sabe contentar a una a adolescente salidorra como tú-. No me puedo creer que me acabe de llamar salida a mí, que soy lo más casto que hay.
-¿Yo? ¿Salidorra? ¿Y quién es la que se mete al armario de mantenimiento con su novio? -estallé. Menos mal que no había chicos delante...
Ella alzó una ceja y me miró con una sonrisa torcida. Y el caso es que la chavala me cae bien y todo.
-Touché. - Entrecerró los ojos y me evaluó con la mirada. -Creo que ya sé porqué a Edward le gustas tanto.-Y dale, y sigue jodiendo la marrana.
-Alice, yo no le gusto-. Murmuré revolviendo la leche con la cucharilla. Ya vale Bella, que la vas a marear.
-¿No? ¿Y entonces como explicas que te esté mirando así?
Me dí la vuelta como impulsada por un resorte justo a tiempo para pillarle apartando la mirada. ¡Ja!, Pillado. Bueno, al menos no me ignora, pensé con una punzada de satisfacción. Si, hoy era el día.
-¿Sabes Alice? Creo que le voy a ir a hacer una visita al señor Cullen.
Alice asintió complacida y chupó el cacao de su cuchara. Parecía un gatito al que le acaban de dar un plato lleno de nata. Pobre Jasper...
Rosalie carraspeó.
-Chicas... No es por molestar y eso, pero... ¿Me podeis explicar de que va todo esto?
Alice rió y comenzó a explicarselo todo. Cuando terminó, Rosalie me miraba con la boca abierta. Joder, parece un besugo. Cierra la boca hija, que te van a entrar moscas.
-Tú... ¿Y Cullen?-. Sacudió la cabeza.- Imposible, si os pillan, os matan.
-Ya, pero por otra parte ahí está lo excitante, ¿No? Y además, mira como la está mirando, si parece que se la vaya a comer... Mmmm.
Y una mierda vuelvo a caer en su trampa. Seguí revolviendo la poca leche que quedaba -que ya estaba fría- y por el rabillo del ojo observé como Rosalie se volvía hacia la mesa de Edward y reía mientras se limpiaba con la servilleta.
-Ya, te está mirando fijamente. Tan fijamente que ni se ha enterado de que Alice y yo le estamos mirando a él. Y...-Añadió- ...creo que si lo que querías era abordarle... ahora es el momento. Se va.
Me volví a tiempo para verle salir de la cafetería. Que vaya a su cuarto por favor... Bueno, chicas, me piro, a ver si consigo ese beso...
-Adíós, luego vuelvo.-Farfullé mientras me levantaba de la silla.
-¡Suerte!- gritaron a dúo. Si, suerte... la voy a necesitar.
Conseguí escabullirme a la zona de las habitaciones de los profesores gracias a que era muy pronto y no había nadie por los pasillos. Y cuando llegué allí, la **** parte de mi conciencia que no estaba dominada por saborear ese beso me gritó que lo que estaba haciendo estaba mal. Estaba muy mal. Pero joder Bella, ¿Has llegado hasta aquí para tener principios ahora? ¡Con dos ovarios! Avancé por el pasillo confiando en que mi racha de buena suerte me sonriera y me paré delante de la habitación con la chapita "Edward Cullen". ¿Quién inventó los grabados en el metal? Voy a mandarle flores.
Inspiré hondo y con un valor que rayaba en la temeridad, golpeé la puerta con el puño.
Toc, toc. Nada. Vamos Edward, no me digas que te has ido a tu despacho o algo por el estilo porque me la lias parda...
-¿Sí?- Contestó una voz desde el otro lado de la puerta. Menuda voz, podría ser cantante... Joder, Bella, a lo que has venido.
-Esto... ¿Profesor Cullen?- titubeé.
La puerta se abrió y... ¡Oh Dios mío! Este tío tendría que estar prohibido. Estaba sin camisa, y tenía el pelo mojado. ¿Cómo le había dado tiempo? Da igual, ese cuerpo debería enmarcarse. No había ni un centímetro de grasa en él. Era como uno de esos modelos de Kalvin Klein que solo se ven en las revistas, solo que este era real y estaba a mi lado... Bueno, Bella, aún estás a tiempo de recoger tu baba y largarte...
-¿Querías algo?- debería estar molesto, pero en lugar de eso sonreía de una manera que me dejó la boca seca.
-Si, ¿Puedo pasar? Necesito que me expliques algo relacionado con Darwin.- Alzó una ceja.
-¿Y los libros?- replicó. No me vengas de listo...-Está bien, pasa.
Se apartó a un lado y entré en la habitación conteniendo la respiración. ¡Qué bien olía allí dentro! Claro, como él... Cerró la puerta tras de sí y se apoyó en la pared, cruzándose de brazos.
-¿Y bien?- Sacudió el pelo. Tiene que ser muy suave...
-Bueno... -Haz de tripas corazón...- Vale, me debes algo.-Volvió a enarcar la ceja. ¿Por qué todo el mundo sabe hacerlo menos yo?
-¿Qué te debo?- respondió. Hijo, cuando te pones chulo no hay quien te aguante.
Apreté los puños y me acerqué a él, rezando mentalmente.
-Lo sabes muy bien. El beso del otro día fue una mierda.- Se puso a reír.
-Vaya, Bella ¿Te dejé con las ganas de más? Pues déjame que te diga que si esperas seducirme vas muy mal.
Fruncí los labios y entorné los ojos. Tú hoy me besas como que me llamo Bella.
-Ya sé que eres el profesor Cullen, la reencarnación de Darwin en el siglo veintiuno, el más inteligente de esta habitación, pero déjame que te diga que la seducción no es ninguna asignatura, y tú me debes un beso.- Contesté cortante. Dios... ¿Desde cuando soy así?
Él sonrió, dejando al descubierto la blancura de sus dientes. ¿De verdad este tío tiene treinta y tres años? Pero negó con la cabeza.
-Si quieres un beso, ven a buscarlo, demuéstrame que no eres la cría que creo que eres.- Se irguió cuan alto era y parpadeó, esperando. Muy bien, allá voy. Me pegué a él, casi esperando que se alejara, pero el lugar de eso, me miró con los ojos verdes centelleando.
En cuanto puse mis manos en sus brazos, supe que no iba a poder despegarme de él facilmente. La corriente eléctrica que atravesó mi brazo parecío quedarse en mis labios, y alcé la cabeza, esperando que él acallara el cosquilleo. La de él se inclinó y sus manos se instalaron en la parte más baja de mi espalda, apretándome contra él.
Y entonces, sus labios se encontraron con los míos. Un roce suave al principio, como si no hubiera querido besarme. Un roce que después se volvió fiero, urgente. ¡Qué bien besaba el cabrón! Sus manos me apretaron aún más contra él de manera que nuestras costillas chocaron mientras que su lengua instaba a mis labios a abrirse fieramente. Su sabor era adictivo, como la mejor droga del mundo. Pero acabó. Pareció recuperar el control momentáneamente perdido, y me alejó de él tan rápido como me había acercado.
-¿Te han dicho alguna vez que tu apariencia engaña? Pareces una niña y besas como toda una mujer-. Murmuró mientras intentaba recuperar el control. Imaginé como debía estar yo en ese momento, con los labios hinchados y los ojos brillantes. Más o menos como él.- Pero lo siento, Bella. No pienso enrrollarme con una de mis alumnas. Sal de aquí.
Ni siquiera protesté. Estaba tan idiotizada por el beso que me acababa de dar que ni siquiera me enteré de cuando cerró la puerta. Increíble, simplemtente sublime, mucho mejor que cualquiera que me hubieran dado antes. Me apoyé en la pared y suspiré, como atontada. Simplemente algo irrepetible, ¿O tal vez no?