Epílogo

Madlax recorría en su moto un sendero perdido en el norte del país, donde las montañas marcaban la frontera natural con la nación limítrofe. Ya había transcurrido una semana desde que había llevado a cabo su última misión. Al parecer, el haber eliminado a la líder de la Guardia de Elite le había prodigado más beneficios de los que había imaginado. Por su buena acción para con el país, los cargos creados por Enfant en su contra habían sido totalmente removidos. Su agencia no sólo había aprobado sus vacaciones, sino que se las habían extendido por un mes.

Sin embargo, lo que la llevaba a un lugar tan inhóspito no eran sus vacaciones sino una misión que había recibido personalmente sin intermediación de SSS. No le molestaba aceptar un trabajo pequeño y sencillo. Y más aún cuando podía aprovechar del sitio para descansar por unos días.

Su viaje terminó al llegar a una posada que encabezaba un complejo de cabañas al pie del cordón montañoso. Estacionó su moto frente al lugar y entró. La recepción era pequeña y el espacio principal lo ocupaba una fonda que servía tanto para la gente que se hospedaba en el complejo como para el viajero de paso. Madlax se adentró entre las mesas buscando a la persona que debía contactar.

Sentada en una mesa para dos en el medio de la fonda se encontraba una religiosa de largos hábitos negros y anteojos, leyendo un libro mientras bebía con tranquilidad su té. Ni bien la agente la divisó se aproximó y se le plantó expectante.

- ¿Hermana Sadaka? – preguntó Madlax.

- ¿Sí? – respondió la mujer, retirando momentáneamente la vista de su lectura.

- Hola, vengo a entregarle algo.

La mujer la observó con curiosidad y detenimiento mientras daba el sorbo final a su té.

- ¡Ah! Tú debes ser la chica que trae el donativo de la Capital. – La religiosa hizo una breve pausa como si tratara de recordar algo. -¿Eres Leticia, verdad?

- Sí, Leticia Luna.- replicó Madlax .

- Por favor, toma asiento. – se apresuró a decir la hermana con un tono amable a la vez que con un ademán de su mano señalaba la silla desocupada que estaba al lado opuesto de la mesa. La joven se dispuso a ocuparla mientras echaba una sutil mirada escudriñadora en rededor.

- Debes estar cansada después de viajar desde tan lejos... ¿Gustas algo? - inquirió la religiosa mientras estudiaba el rostro de la muchacha.

- Si por supuesto...un té estaría bien.

La mujer llamó a la mesera con un gesto delicado y ordenó el té para la agente. La joven abrió su mochila y sacó un paquete de tamaño mediano que procedió a ofrecérselo a la monja.

- Aquí tiene, hermana.

En el rostro de la monja se dibujó una sonrisa mientras tomaba el paquete de manos de la chica. - Te agradezco mucho este donativo, sé que será bien recibido en la orden.

- Si precisa que lleve algo a la Capital no dude en contar con mi ayuda. – dijo la joven respondiendo a la sonrisa de la religiosa con una similar mientras la mesera le aproximaba el té humeante.

- Eres muy amable...de hecho tengo algo para enviar a la orden pero no me gustaría abusar de tu generosidad.

- No se preocupe, me quedare unos días por aquí pero luego tengo que regresar a la Capital, así que no será ninguna molestia.

- Bueno, en ese caso aprovecharé tu ofrecimiento. ¿Te parece que nos encontremos mañana temprano?

Madlax dejó escapar una risita. La hermana la miró intrigada. – Disculpe, me temo que no soy tan madrugadora como ustedes. - dijo la joven a manera de explicación. ¿No le molestaría que lo buscáramos mejor ahora?

- Está bien. Mi cabaña no está muy lejos de aquí. La agente terminó el té mientras la religiosa le daba una hojeada a su libro. Al notar que la joven ya se disponía a pararse, la mujer tomó sus cosas. Se encaminó hacia el mostrador de la recepción para solicitar la llave y finalmente se dirigió a la salida secundada por Madlax.

- Es por aquí.- señaló la monja, mientras tomaba el sendero de la derecha que se hallaba delineado por unos arbustos.

Efectivamente a pocos metros se encontraba una cabaña no muy grande de aspecto sencillo. La religiosa abrió la puerta de madera rústica e hizo pasar a Madlax. Antes de cerrar la puerta, se asomó en actitud precavida, miró a ambos lados hasta que entró nuevamente y aseguró la misma con el cerrojo y la traba. La Hermana Sadaka guardó el donativo en una gaveta de la cómoda y luego la aseguró con una llave que llevaba colgando debajo de su hábito mientras Madlax caminaba casualmente observando con curiosidad el lugar.

- ¿Cómo estuvo tu viaje? – preguntó la religiosa mientras se dirigía hacia la joven.

- Tranquilo.

- ¿Te aseguraste de que nadie te estuviera siguiendo, verdad? – inquirió la mujer con un tono serio mientras se quitaba los lentes y los dejaba sobre una mesa.

- Aja, nadie me siguió.- respondió la joven de manera casual. En su recorrido por la habitación se había asegurado de que las ventanas estuvieran debidamente trabadas y que las cortinas las cubrieran debidamente.

- Perfecto.

- ¿Y qué es lo que tiene que darme?

- Me temo que sólo mi compañía.- fue la respuesta que ofreció la monja mientras se descubría la cabeza y dejaba que una sonrisa cómplice se curvara en sus labios.

Madlax giró sobre sus talones y le devolvió la sonrisa al tiempo que se le acercaba.

- Me parece bien.

- ¿Crees que los militares se convencieron de mi deceso?

- Sí, el jeep y los dogtags funcionaron, aunque esperaban algo más como evidencia…

- ¿Te refieres al "donativo", no es así?

- Así es. Pero mi hinchazón en la cara y los raspones los convencieron de "nuestra pelea". – dijo la joven mientras se llevaba la mano a la mejilla que aún mostraba un leve rastro del golpe.

- No me agradó mucho lo del golpe pero si fue convincente entonces valió la pena.

Madlax se apoyó contra la mesa y se cruzó de brazos mientras observaba como Limelda Jorg soltaba su larga cabellera negra, después de haberla tenido atada y recogida dentro del velo del hábito.

- ¿Escuchaste la frecuencia de radio de los militares en estos días? – le preguntó la agente.

- Me mantuve pendiente, la ventaja de ser la "Hermana Sadaka" es que puedo estar por largos períodos alejada de la gente porque todos suponen que estoy meditando.

- ¿Te enteraste de la explosión?

- ¿Explosión?

- En el precipicio.

- ¿A eso se debió la movilización de tropas especiales a esa área?

- Aja, se ve que cuando fueron a buscar tu "cadáver" los explosivos que había puesto en el jeep cumplieron con su misión.

- Fue un detalle muy ingenioso. – replicó Limelda con una sonrisa cómplice.

Madlax la seguía observando, la manera en que cepillaba su cabello, el cuidado con el que doblaba el velo y lo guardaba en una de las gavetas del armario y la forma en que aún luciendo una vestimenta religiosa, Limelda se las apañaba para seguir luciendo temible.

- No ha sido fácil aguardar todo este tiempo sin saber si los militares o tu agencia habían sospechado algo.- el tono de voz de la ex teniente denotaba cierto quiebre, como si todavía manifestase parte de la angustia.

- Y no ha sido fácil para mí esperar una semana para volver a verte.

- ¿Lo dices enserio?

- Por supuesto. – la muchacha se aproximó hacia Limelda con paso firme.

- ¿Y cuáles son tus planes?

- Ya estoy de vacaciones, así que me gustaría descansar un poco antes de volver a mi trabajo.

Limelda se quedó pensativa por un instante con una mirada un tanto sombría.

- ¿Realmente crees que se hayan tragado todo este teatro, Madlax?

- Claro que sí, no tienes de que preocuparte. La explosión la adjudicaron a la pérdida de combustible del jeep, así que tampoco sospechan de eso. – la joven hizo una pausa.- Junto con el disco hay unos documentos con tu nueva identidad…

- ¿No será la de otra hermana, no? – preguntó Limelda divertida sin ocultar del todo el temor de tener que vivir como una monja por mucho tiempo más.

Madlax soltó una risa sonora.

- No, quédate tranquila que ya no precisarás seguir siendo una religiosa...aunque el atuendo no te queda nada mal…

Limelda le ofreció una mueca de desaprobación. - Claro, como no eres tú la que tiene que soportar el calor en esto…

- Apuesto que ganarías muchos fieles si fueses una monja de verdad.- comentó Madlax disfrutando de la evidente incomodidad de la ex oficial ante la idea de seguir adoptando la identidad de una monja.

- Dudoque pudiera dirigirlos hacia una vida virtuosa.

- ¿Acaso tienes intenciones de convertirme a mí?

- Tú no necesitas conversión, estás muy bien así. – y mientras soltaba su afirmación Limelda le echaba un mirada de arriba abajo a la joven.

- ¿Y cuáles son tus planes de ahora en más?- preguntó Madlax cambiando ligeramente el tema de la conversación mientras disimulaba el incipiente tono carmesí de sus mejillas.

- Cambiarme este hábito antes de que me cocine y luego podemos decidir qué hacer.

- Puedo ayudarte si quieres.

- No diré que no a esa oferta.

Madlax rodeó a Limelda y tanteando el cierre de la espalda, empezó a desabrocharle el pesado hábito. La teniente le dirigió una mirada que conjugaba una mezcla de ternura y admiración mientras sentía la respiración de la muchacha cerca de su rostro.

- Me alegro que no haya quedado casi rastro del golpe.- le dijo en un tono suave al tiempo que le acariciaba la mejilla, donde contra su voluntad había tenido que calzarle un fuerte golpe hacía una semana atrás.

- Y a mí me alegra tenerte aquí vestida de religiosa y no en el fondo del precipicio.- respondió Madlax en el mismo tono delicado que había usado la ex teniente con ella. Ya había logrado bajar por completo el cierre.

- ¿Te agradaría tener otra cita? La primera estuvo muy buena pero eso fue sólo el comienzo…

- Claro que me gustaría.

- El lugar podría ser mejor, pero al menos está lo más importante…

- ¿Ajá?

- Tú.- La ex teniente le rodeó la cintura mientras contemplaba a la muchacha.

- El sitio me parece muy romántico para una cita.- dijo Madlax mirando a su alrededor hasta terminar su recorrido visual en el rostro de Limelda. La joven permaneció quieta y en silencio por unos instantes hasta que aproximó su rostro hacia el de la mujer morena y se decidió a besarla. Limelda le respondió con ahínco haciendo más posesivo el abrazo.

Después de un instante prolongado, la ex oficial rompió primero el beso y mientras sujetaba el rostro de la muchacha entre sus manos, apoyó su frente en la de ella. Se mantuvo en esa posición por un instante, con Madlax esbozando una sonrisa. Limelda soltó un suspiro largo que mezclaba en partes iguales placer y tormento.

- ¿Madlax, has pensado que vas a hacer con respecto a tu agencia? No sé si podrás ocultarme toda la vida…

- Ya te dije que junto con el disco está tu nueva identidad…

- Me refiero a si crees que sea para ti conveniente tenerme a tu lado con esta evidencia mientras sigas trabajando para tu agencia. – La ex oficial levantó su rostro.- No sé siquiera si ellos aprueben de que andes acompañada…

- Nunca he estado acompañada...no sé como lo tomarían...

- Posiblemente como un riesgo a la confidencialidad de tu trabajo, hasta podrían investigarme…- Limelda hizo una pausa.- y tiraríamos por tierra todo lo que logramos con esta misión.

- No preciso hacer público lo nuestro.

- Pero yo no puedo vivir oculta toda mi vida ni tampoco pretendo que tengas que pasar por todo el esfuerzo de esconderme constantemente. Agradezco el que no hayas cumplido tu misión y me gustaría de alguna manera poder corresponderte…

- ¿Y cómo piensas hacerlo? – en la pregunta de Madlax podía percibirse un tono desafiante que quizás no era consciente de parte de la joven, pero era evidente que poco había podido disimular el malestar que le provocaba el planteamiento. Limelda se separó de la joven, y comenzó a caminar sistemáticamente en el reducido trecho que separaba la mesa de un sillón.

- Tal vez sea necesario alejarme de ti para que puedas continuar con tu vida sin ninguna complicación. – el rostro de la ex oficial se ensombreció con seriedad al tiempo que su voz se había tornado aún más grave.

Madlax observó con detenimiento cada una de sus actitudes y logró percibir con su sexto sentido de que la mujer no estaba totalmente convencida de su resolución.

- ¿Y si yo no quiero continuar con esta vida? – Inquirió la joven con la mirada penetrante.

- ¿De qué hablas?

- Dejar de ser agente...llevar una vida normal…

- ¿Tú crees que eso sea posible para gente como nosotras?

- ¿Y por qué no? No he conocido otra cosa en mi vida pero soy consciente de que me estoy perdiendo muchas otras.

- Madlax, no sé...ya ha sido mucho el que rehusaras cumplir órdenes, ¿y ahora hablas de dejar tu profesión? – Limelda bajó su vista tratando de ocultar su momentánea turbación.- Ya es mucho a lo que te has arriesgado por mí y no quiero ser una carga para ti…

La agente recorrió el corto espacio que las separaba para aproximarse a la ex teniente, con un gesto suave le acarició la mejilla y le prodigó una mirada tranquilizadora.

- No lo serás. Ya cumplí con mis objetivos, siempre dije que seguiría llevando esta vida hasta encontrar a mi padre... Así que ya no tengo motivos para seguir haciendo esto.

- ¿Estás segura? – Limelda le acomodó el cabello desordenado que se desparramaba sobre los hombros de la joven.- Mira que ahora eres la mejor en lo que haces, si optas por una vida normal serás una chica más.

- Y podré tener citas, ir al cine, salir de compras y hacer esas cosas que jamás pude hacer.

Limelda sonrió complaciente viendo la determinación en ese semblante juvenil que parecía emocionarse ante la perspectiva de una vida común y corriente.

- ¿Y sabes qué? – preguntó Madlax de manera juguetona.

- ¿Ajá?

- Me gustaría poder hacer todas esas cosas contigo.

- Madlax… -murmuró la ex teniente mientras trocaba su expresión por una de sorpresa ante semejante confesión.

- ¿Qué, no te gustaría? Se apresuró a preguntar Madlax, evidenciando en su rostro preocupación ante la reacción de la francotiradora.

- ¡No! No es eso...es que todo ha sido tan súbito… Realmente no sabía si te volvería a ver…

- ¿Tenías miedo de que yo no regresara, cierto?

- Sí…

La muchacha le recorrió el contorno de la cara con la yema del dedo índice mientras le sonreía con picardía. – Tontita.- le dijo con una voz dulce y a la vez traviesa.

- ¿Uh?

- Que eres una tontita por haber desconfiado de mí.

- No fue mi intención, es que pensaba que ya era demasiado bueno el que me perdonaras y me permitieras darte tu primera cita.

- ¿Y qué decías de una segunda cita hace un rato? – Madlax había comenzado a tantear nuevamente el cierre del hábito para asegurarse de que realmente lo había bajado por completo un momento atrás.

- Que me gustaría mucho el que tuviésemos otra cita…

- Por mí no hay problema.- le susurró la muchacha al oído haciendo que la ex oficial sintiese un escalofrío por toda su espalda.

Madlax miró de reojo hacia la cama de dos plazas que se encontraba en el rincón opuesto de la cabaña.- Veo que cuidas todos los detalles…- dijo.

- ¿Uh?

- Pediste una sola cama…

- Eh…sí…¿Te molesta?

- Para nada, al contrario me alegra que me hayas tenido en cuenta. – respondió la muchacha con una sonrisa traviesa.

Limelda empezó a dispensarle breves besos en el rostro hasta llegar a los labios donde se detuvo y ambas se unieron un beso profundo. Madlax empezó a removerle el hábito sin interrumpir en absoluto lo que estaba haciendo. El hábito cayó al suelo revelando no sólo la esbelta figura de la ex teniente enfatizada por el conjunto de fina lencería que vestía, sino también un holster sujeto a la espalda del cual colgaba suBeretta en el costado izquierdo. La agente se topó con el arma mientras recorría sinuosamente la silueta de Limelda al tiempo que el beso se tornaba más profundo. Al cabo de un rato, Madlax interrumpió el beso, dejando que su mirada se deslizara con evidente admiración sobre la figura de su compañera.

-No me imaginaba que pudieras esconder tantas sorpresas debajo de ese hábito.- murmuró la agente mientras continuaba disfrutando del contraste entre indumentarias que se le antojaba decididamente profano pero perversamente atractivo.

-Dudo que ninguna orden lo aprobaría- respondió Limelda con una mueca maliciosa. Acto seguido, removió el arma que llevaba en el holster y se la ofreció a la muchacha.

-No la estaré necesitando ahora y gracias a ti, nunca más volveré a apuntarla hacia mí misma.

Ofreciéndole una mirada cargada de ternura y gratitud, Madlax aceptó la pistola, entendiendo el mensaje tácito que se ocultaba en el gesto. Sin decir palabra, colocó la Beretta de Limelda sobre la mesa y se removió sus SIGs para hacer lo mismo. Luego retomó su lugar junto a la francotiradora quien la aguardaba con una mirada expectante.

- Tampoco te hace falta esto, teniente.- dijo Madlax sacándole el holster lanzándolo sobre el sillón cercano, mientras le mordía con delicadeza el cuello. Limelda sólo se limitó a emitir un quejido.

- Madlax…

- ¿Ajá?

- Ya no precisas decirme teniente…

- Hmm tienes razón…respondió la agente separándose levemente de su compañera.- ¿Pero, sabes algo?

- ¿Ajá?

- Está bien…no te diré más teniente, pero por más que ahora tengas una nueva identidad, yo voy a encargarme de mantener vivo tu nombre.

Limelda le depositó un beso en la frente, luego otro en la punta de la nariz y por último un piquito en la boca. - ¿Serás la guardiana de mi nombre entonces? – le dijo en un tono seductor mientras tomaba las manos de la joven entre las suyas.

- Así es.

Madlax le echó una mirada a Limelda y se le dibujó una expresión juguetona al ver los encajes del corpiño en sintonía con los de las pantis, y las medias que sobrepasaban la rodilla sujetas con un portaligas. – Veo que has venido preparada, Limelda.

- Me pareció una justa recompensa por todo tu trabajo.- y diciendo eso, guio a la joven hasta la cama mullida. Allí tomó asiento, y al instante Madlax hizo lo mismo.

La agente se quitó su chaqueta, la lanzó lejos y acabó aterrizando en una silla, luego se removió el holster y lo dejó en el suelo.

- ¿Necesitas ayuda? – inquirió Limelda observando como la muchacha se desembarazaba de su atuendo con rapidez para alcanzarla a ella.

- ¿Puedes quitarme esto? – le solicitó Madlax, mientras señalaba su remera. La ayuda no se hizo esperar y en un santiamén ambas se hallaban en igualdad de condiciones.

- No tengo una lencería tan bonita como la tuya.- dijo la joven con un rictus en su boca como si estuviese haciendo pucheros.

- Oooww, pero no te aflijas, por lo que te hubiese durado puesta…

Madlax se sonrió mientras se mordía su labio inferior como si estuviese pensando en algo. De un momento a otro se arrojó sobre su compañera y empezó a besarla. El asalto tomó por sorpresa a Limelda hasta que se dejó llevar.

- ¿Sabes? – logró mascullar entre los besos que la muchacha le iba dejando en el cuello y la clavícula.

- ¿Sí?

- Mi nombre no puede estar en mejores manos que las tuyas…

- Lo mismo digo de mi existencia…no encontrará mejor guardiana que tú.

Limelda le removió el short y lo arrojó lejos, luego empezó a desabrocharle el corpiño mientras las piernas de Madlax se entrelazaban con las suyas. Empezó a sentir como la muchacha la despojaba de su lencería y un aliento cálido resopló en su oído.

- Gracias por hacerme sentir viva, Limelda Jorg.- dijo la agente con un susurro jadeante.

- No Madlax, gracias a ti por devolverme la vida.

FIN

NOTAS DE LA AUTORA

¡Wow! Primer fic terminado, parece un milagro. Ante todo debo agradecer infinitamente a mi beta reader, asistente en diálogos y situaciones y cómplice en el crimen, Regie027; porque sin duda sin su apoyo e insistencia este fic nunca hubiese visto la luz.

Ahora bien, para hacer un poquito de historia, hace exactamente 3 años que vi Madlax por primera vez. Hacía 3 años que un amigo me la había pasado pero había quedado enterrada en la pila interminable de series que tengo pendiente por ver. Así que hace 3 años y también por sugerencia/insistencia de Regie la vi. Obviamente era una asignatura pendiente que tenía conmigo misma siendo ya fan de Noir como era. Bueno de más está decir que Madlax se convirtió en una de mis series favoritas automáticamente. Allí empecé a esbozar ideas de fics, hasta que abrí una caja de Pandora y topé con un concepto que estoy trabajando en un fic que mutó en un monstruo y que espero poder empezar a publicar pronto. Trabajando con Regie ese monstruo llamado con cariño por nosotras "Clover" por su pariente Cloverfield =P, surgió esta historia que ven publicada. ¿Cómo? Uno de nuestros métodos de trabajo además de las sesiones de brainstorming, son los juegos de rol, donde interpretamos a los personajes trabajando diálogos y situaciones totalmente improvisadas (sí estamos locas, ya lo sabemos). De esas improvisaciones ha salido cada cosa…y entre ellas nació la historia de La Primera Cita a mediados del 2008. Básicamente estaba todo, todos los diálogos y situaciones, teníamos el esqueleto sólo había que llenarlo. Y debido a mis múltiples ocupaciones mezclado con vagancia y olvido, es como llegamos al 2010 XD. En cierto modo logré llevar un ritmo semanal porque tenía bastante escrito, sólo faltaba el capítulo final y este epílogo para completarla (de ahí mi desaparición y demora XD). Pero al fin está completado y espero que lo disfruten. En cuanto a mis futuros proyectos, comenzaré a trabajar en la traducción al inglés de esta historia y en terminar de darle forma al monstruo para ver si este año puedo comenzar con su publicación. En fin, sigan en sintonía que todavía hay Madlax para rato ;).