Primera capítulo con esta parejita que adoro, hecho con amor para la Tabla Opuesta de musa_hetaliana.


Del ruido al silencio

Sealand se encontraba muy emocionado. Esto se notaba en la forma en que su pequeña mochila se balanceaba al compás de sus pasos, en un ligero trote. No era para menos, hace bastante tiempo no veía a Letonia y había decidido hacerle una visita sorpresa.

"Se quedará sin palabras cuando me vea" pensó la joven nación y continuó su camino.

Hacía bastante frío en donde vivía su amigo, por lo que, aún cuando se lo había pensado varias veces antes de usarlo, llevaba puesto el suéter que el idiota de Inglaterra le había regalado en navidad. También vestía pantalones de lana que hacían juego con sus guantes azules. Mamá Finlandia se los había hecho, y se sentía muy afortunado. Tenía personas que se preocupaban por él (incluyendo al tonto de Inglaterra, aunque nunca lo admitiría). Estaba tan sumido en sus pensamientos que casi no se percató de haber llegado a la casa de Raivis.

Fue recibido por Estonia, quien lo hizo pasar a la casa temeroso y mirando hacia todo lados para asegurase de que…

- ¿Letonia no me vea y se arruine la visita sorpresa, verdad?

… Rusia no los viera.

- Sí… e… es por eso Peter –dijo el mayor con una sonrisa nerviosa acompañándolo al cuarto de Raivis. Temía que Sealand armase algún lío en el camino. Estaba seguro que las jóvenes naciones podían hacer bastante ruido, y aunque estaba casi seguro de que Rusia había salido, había que ser precavido.

- ¡Suena muy bien! – dijo el pequeño rubio muy animado

- Peter… no hagan mucho alboroto, ¿de acuerdo?... es que… - comenzó Estonia pensando algo rápido- a Letonia le ha dado un dolor de cabeza muy fuerte y necesita reposar

- Entiendo, espero que mejore – dijo Peter, pero al abrir la habitación faltó muy poco para que se le olvidase la petición

- ¡RA…! – comenzó el pequeño de ojos azules, pero calló poniendo sus manos alrededor de su boca. Al menos no había gritado… todo el nombre.

El aludido estaba un poco sobresaltado por aquella "semi-llamada", pero al ubicar al causante del barullo hizo acopio de todas sus fuerzas para no hacer tan evidentes sus nervios y saludarlo.

- Hola Peter – dijo tímidamente y cruzó miradas con Estonia, quien se retiró despidiéndose de ambos, cerrando la puerta lo más despacio que pudo y rogando al cielo que Rusia no estuviese en casa, o que al menos no hubiera escuchado nada.

En el cuarto del menos de los "hermanos bálticos" se encontraba Peter, mirando fijamente a Raivis, que temblaba un poco.

- ¿No has notado nada en mí? – Preguntó animado Sealand - ¿algún cambio?

Letonia no entendía a qué se refería el otro, pero comenzaba a sentir como la sangre le subía al rostro y los nervios lo traicionaban, haciéndolo temblar de forma más visible.

- Lo... lo siento pe… pero no entiendo – tartamudeó el de uniforme rojo, sintiendo la mirada del otro rubio en su persona, expectante.

Quedaron en silencio por unos segundos, en los que Letonia se sentía desfallecer y Peter algo impaciente.

- He crecido, pensé que te darías cuenta – dijo Peter haciendo un puchero, cruzando los brazos y apoyándose en la puerta.

Letonia lo miró sorprendido y volvió el silencio a la habitación. Raivis creyó entender y sonriendo a su amigo dijo

- Es cierto, estás un poco más alto en comparación… a… a la última vez que nos vimos

Luego de ello se acercó al de gorrita azul y poniendo una mano en su hombro continuó

- Vaya, a este paso… vas a ser muy alto – luego de ello sonrió, pero pese a que se había esforzado en no ponerse nervioso y hablar con claridad a su amigo, al mirarse, lentamente las mejillas de ambos se fueron tiñendo de color carmín y quedaron sin palabras. Pero ese silencio era diferente…

Si le hubiesen dicho que el pequeño (y adorable) ruidoso que tenía mirándolo se quedaría en total silencio por un intervalo de tiempo tal largo, no se lo hubiese creído.

Pero había un ligero detalle.

Ellos realmente habían crecido.

Puede que Sealand fuese muy joven todavía, pero podía darse cuenta de ciertas cosas. De que realmente había un gran riesgo en venir a la casa de Letonia (aunque tal vez el no saber muy bien quién era ese tal "Rusia" ayudaba), pero que no le importaba porque era Raivis, simplemente por eso. Se miraban fijamente y, casi sin pensarlo, fueron acercándose lentamente y con algo de torpeza, y cuando casi podían sentir la respiración del otro…

- ¡TORIS! – gritó Polonia, entrando abruptamente a la habitación sin avisar - O sea, como que estoy totalmente convencido de que… ¿Qué hacen ustedes en la habitación de Toris?

A los aludidos poco les faltó para desmayarse del susto. ¿Quién se podría esperar tal ruido? ¡Ese chico era un suicida!

- Es la habitación de Raivis- dijo Sealand con súbita determinación, cerrando la puerta dejando fuera al dolor de cabeza de Lituania y finalmente plantando un beso a Letonia, que sin más cayó desmayado. Eran muchas emociones en tan poco tiempo.

Por suerte, Rusia no estaba en casa.


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