DISCLAIMER: Harry Potter y sus adjuntos, son marca registrada de WB y JK Rowling, solo me adjudico la historia que leerán en la que se ven envueltos sus personajes


Una soleada mañana de primavera. La familia Potter -incluyendo a dos de los merodeadores pues hasta donde sabían, el tercero, andaba de vacaciones por Rumania- disfrutaba de ese inusual sol en el patio trasero donde habían dispuesto una mesa, sillas y un radio donde escuchar el partido de la final de quidditch. James Potter miraba divertido a su pequeño hijo de 9 meses de edad que con el entrecejo junto intentaba quitarse esa especie de arnés o chaleco que su madre había hechizado al poste que usaban cuando jugaban quidditch en el jardín. Un delgado hilo plateado salía del chaleco del pequeño y envolvía el poste. Harry intentaba alejarse más de dos metros del poste y el hilo plateado lo detenía y por más que tirara o mordiera no podía romperlo o quitarse el chaleco.

El pequeño intentaba, de nuevo, alejarse más de dos metros, estaba concentrado tirando del hilo plateado cuando un fogonazo lo hizo caer sentado, atento levantó la cabeza. Ni siquiera se emocionó cuando su padre corrió hacia él con intención de liberarlo. Lily se apresuró a salir y boquiabierta miró como algo de piel se asomaba entre tanto humo, fue directo hacia su esposo que se había girado al escuchar voces.

— ¡Sirius Black!

Sirius salió de la cocina con un tazón repleto de dulces en las manos y como si estuviera en el colegio y hubiera sido sorprendido por la profesora McGonagall levantó las manos arrojando los dulces hacia atrás mientras gritaba:

— ¡Yo no fui, la culpa fue de Snivellus!

—Pedazo de animal, no hablo de lo que sea que estés pensando de lo que no me quiero enterar —murmuró Lily, Sirius se encogió en su lugar — ¿pediste servicio a domicilio?

— ¿Qué es eso?

Ella le señaló hacia la derecha. Era común que aparecieran chicas con muy poca ropa por petición del señor Black que seguía dando mal la dirección. Pero esa imagen no coincidía con lo que imaginaba eran las fantasías de Sirius Black. Sin embargo, la sonriente voz de su esposo la hizo mirarlo molesta.

—¡Moony! —llamó el animago a la cocina —pediste un hombre semidesnudo para navidad? Porque se te cumplió aunque falta mucho aún —el licántropo salió rápidamente de la casa con una mirada de pocos amigos

—Remus picarón y te gustan salidos de explosiones —rió Sirius —entonces… ¿quién fue el degenerado que pidió tres niños?! ¡James Potter no te basta con uno! —agregó mirándolo falsamente ofendido.

Lily bufó molesta, esos bien podían ser mortífagos y ellos ahí bromeando. Sacó su varita y se puso frente a su esposo que reía mirando a los cuatro extraños que a su vez miraban alrededor confundidos y asustados, o al menos eso creía, Estaban completamente tiznados por no decir que despeinados y con la poca ropa que llevaban destrozada. El adulto se parecía horrores a Sirius y los otros tres eran unos niños, dudaba mucho que llegaran a los 15 años, un pelirrojo, una castaña y un muchacho que se parecía a James, más aún que el adulto que se parecía a Sirius.

El adulto no sabía si moverse o no, era tan irreal. A su lado, el chico que se parecía a James no dijo una sola palabra pues esperaba un acto de prudencia por parte del adulto congelado, no contaba con que Sirius se levantaría y se le resbalaría lo que le quedaba de su túnica nueva carísima, se pudo ver su trabajado cuerpo.

—Apuesto señor ¿en qué puedo ayudarle? —preguntó Sirius con una sonrisa .

"El apuesto señor" dejó que el resto de su túnica cayera, no le importó el grito de la pelirroja para que se cubriera un poco o el sonrojo. Eso era bizarro, demasiado si era sincero. Sintió el codazo que le dio alguien a su lado, el clon de James se encargó de sujetar perfectamente su ropa cuando se puso de pie, pero ni así pudo reaccionar.

—Mortífagos —dijo la pelirroja estrechando los ojos y apuntándoles con la varita.

—Me van a negar que ese mortífago es apuesto —dijo Sirius que seguía junto a Moony, sonrió y les apuntó con su varita.

—Obvio que soy apuesto —dijo el semidesnudo mortífago mal disfrazado de Sirius —pero ya… saquen la cámara escondida ¿en qué programa muggle estoy? Buena broma… —balbuceó. Miró hacia todas partes. Intentó acercarse al bebé que pretendían hacer pasar por Harry — ¡mira Harry, es igualito a ti cuando eras bebé! —agregó mirando al pequeño que intentaba acercarse a él pero su chaleco no lo dejaba —siempre dije que parecías más un cachorro que la cría de un ciervo con eso —agregó señalando el chaleco.

Remus arrugó el entrecejo al escucharlo, Lily miraba a su bebé mientras James lo tomaba en brazos.

— ¡Aléjese de mi bebé! —exclamó Lily jalando a James con su retoño. Pero Sirius seguía aferrado a la broma.

—Lindo niño, ¿cómo hicieron para que se pareciera tanto a Harry?

—No te hagas el inocente —gruñó el joven Sirius al ver que el otro insistía en acercarse a Harry —no estás en ninguna…

Pero el chico parecido a James no escuchaba al muchacho que los apuntaba con la varita y tenía un gran parecido con el hombre que tenía a un lado, él miraba a los otros dos. A esos que abrazaban al bebé pero que aún así los amenazaban con sus varitas.

—Eh… Sirius, no creo que sea alguna broma —murmuró Harry tocando el hombro de su padrino

— ¿Qué?, no digas tonterías ¿te golpeaste la cabeza Harry?

— ¿Harry? —repitió Remus era el único que se mantenía con la mente fría, empezaba a atar cabos y es que los parecidos eran increíbles

— ¿Sí? —murmuró el adolescente mirándolo. Había sido por inercia más que otra cosa, pero al mismo tiempo en que él miró a su antiguo o quizá futuro profesor, también lo hizo el bebé que James mantenía abrazado y soltó un balbuceo.

—Oh por Merlín —susurró Remus

— ¿Con qué tú pediste el privado picarón —dijo Sirius — ¿pero por qué querías que se pareciera a mí?, sé que soy irresistible moony pero somos amigos…

—Eres un bruto —dijo Remus acercándose al cuarteto salido de la explosión.

—Moony cuidado —le alertó James, pero Remus siguió caminando

— ¿Cuándo y dónde fue la primera vez de Sirius Black? —preguntó el licántropo parándose frente al Sirius al que se le asomaban unas canas.

— ¿Para qué quieres que lo revele? —se defendió —no frente a mi ahijado —susurró, Remus le acercó la varita al cuello mientras el Sirius que tenía detrás, alzaba la mano para contestar la pregunta como si le valiera una calificación

—Ya, ya —dijo el hombre semidesnudo —luego tú pagarás la terapia de ellos —señaló a los gryffindors que se habían amontonado junto a Sirius —fue el 23 de diciembre cuando tenía… poco más que ellos —volvió a señalar a los chicos —y fue en la sala común frente a la chimenea, entonces la torre estaba completamente sola porque era luna llena y Prongs y la rata se habían ido contigo

—No puede ser que hasta eso compartan —bufó Lily incrédula.

Remus bajó la varita satisfecho con la respuesta.

—Ahora quisiera saber que significa esto —Remus suspirando, no quitaba la vista de Sirius Black, y sus amigos no entendían nada.

—Pues que interrumpieron nuestro partido —obvió el joven Sirius Black

—No Sirius —le contestó seriamente el licántropo —yo creo que no habrá partido —agregó señalando el radio echo mil pedazos

—Pues no entiendo —masculló padfoot —y me deben un radio nuevo

—Yo creo comprender pero no estoy seguro. Es que es imposible —murmuró Remus volviendo a mirar a los cuatro frente a él.

—Entonces profesor… moony… Remus —balbuceó Harry ante los dos golpes que le mandaron Ron y Hermione —quiere decir que ellos son James y Lily Potter, Sirius Black y… oh por Merlín —no pudo decir que era él de unos meses de edad, miraba todo sorprendido.

Harry no podía creer lo que estaba pasando. Presentía que habrían problemas aunque al menos su tutor legal estaba con ellos y él había sido el causante de todo. Harry sintió como su padrino caía junto a él y su cabeza rebotaba al dar contra el piso pero no hizo nada. Estaba más ocupado mirando boquiabierto a sus padres. Ninguno de los tres gryffindors se movió, solo miraban expectantes a los que estaban frente a ellos: dos muertos y un mini Harry.

—Quiero una explicación —dijo Lily decidida y se acercó a esos tres. Con una intensidad increíble miró fijamente a Harry, parecía una serpiente cazando un pequeño ratón o al menos así se sintió Harry porque no pudo moverse —y tú pareces el indicado para dármela —agregó jalándolo.

Ron y Hermione intentaron defender a su amigo pero nunca se habían enfrentado a una pelirroja furiosa y la señora Weasley no se acercaba ni de lejos. Solo bastó una mirada de Lily para que los dos dejaran libre a Harry.

—Valientes amigos —murmuró Harry.

Lily soltó a Harry cuando llegaron a la estancia, con un solo movimiento de cabeza de la pelirroja, Harry cayó sentado en un pequeño sillón.

—Ahora… habla —ordenó la pelirroja

—Yo… este…

Con un rápido movimiento de varita y sin importarle si ahí seguía con el hilo que ponía el ministerio a los menores de edad, Harry lanzó un ennervatte al cuerpo de su valiente padrino quien se sentó abruptamente. Con la distracción, aprovechó para escapársele a Lily correr hacia Sirius y ocultarse tras él usando a su padrino como escudo. Se atrevió a asomarse un poco por entre el brazo de Sirius y se volvió a esconder. Lily ya había entendido que no eran mortífagos así que se les acercaba molesta. Ron y Hermione aparecieron rápidamente junto a él.

—Bueeeno pelirroja, verás lo que pasó fue que… pues no sé, no tengo ni idea de que fue lo que pasó y aún espero que alguien salte de la casa gritando "caíste en cámara escondida" es un buen programa muggle.

Remus suspiró con pesadez.

— ¿Qué hacían antes de aparecer aquí?

—No se puede decir —susurró Ron —se supone que es un secreto —la poción no había salido como debía después de todo.

— ¿Secreto? —susurró Sirius de forma tétrica mientras se giraba hacia ellos. Harry se maldijo, pues su plan de esconderse de la furia pelirroja que lo había arrinconado, había salido peor que la poción que intentaban hacer —estamos en 1981, si mis cálculos no me fallan —siseó Sirius de forma que a Harry se le antojó peligrosa — ¡y ustedes dicen que no pueden decir lo que hacían porque es un secreto! —Harry se encogió un poco

— Pero si fue tu culpa —dijo Hermione, pero rápidamente se cubrió la boca con las manos, aunque ya había hablado y los ojos de Sirius se volvieron dos pequeñas rendijas haciéndolo ver más peligroso. Al menos a ver de los de esa época que poco a poco iban entendiendo y conocían esa expresión.

— ¿Mía?! —gritó, los tres chicos dieron un pequeño brinco juntándose más entre sí — ¿de quién fue la maldita idea?

Ron y Hermione señalaron a Harry

— ¡Harry James Potter! —gritó Sirius de nuevo

—Ssh —balbucearon los chicos al mismo tiempo

— ¡Ssh madres! —volvió a gritar Sirius. Lily pareció más tranquila con la explosión de Sirius, aunque su mirada viajó hacia el chico que se parecía horrores a James — ¡explícame que hacían encerrados en mi biblioteca! —exigió mirando a Harry

—Nosotros… estábamos… ¿pasando el tiempo? —intentó mentir Harry

—Mis polainas… ustedes no saben otra más que meterse en problemas, ¡maldita genética Harry que te hace cometer las mismas barbaridades que tu padre, sin mencionar que tu madre…!

— ¿Su madre que? —escucharon un siseo tras Sirius y Harry se alegró de que Lily captara todo rápido, le sonrió a Sirius instándolo a seguir, pero el animago estrechó los ojos aún más, algo que a Harry no le agradó en nada

—Su madre era responsable y no sé porque no sacó a ella —agregó Sirius sonriéndole a Harry —ahora me explicas que demonios hacían ahí adentro o te juro Harry que... —se agachó hasta quedar cara a cara con su ahijado y le susurró al oído —le inventaré unas buenas a Lily y te acompañarás con la correa —siseó señalando al bebé que habían vuelto a dejar en el piso y que se jalaba hacia ellos

—Era un regalo de cumpleaños —se apresuró a responder Harry

— ¿Qué regalo de cumpleaños te hace salirte de tu época? —preguntó Lily que había tenido que leer los labios de Harry quien no se atrevió a mandar la mirada envenenada que se le antojaba

—Uno en el que tiene que haber mucha tranquilidad y de repente abren la puerta sin llamar cuando ésta está cerrada, cuando la baba de sapo es crucial en la poción y si agregas de más, explota el caldero y si se intenta apagar con una varita… —conforme Hermione hablaba, su voz iba decreciendo ante la atenta mirada seria de Sirius

—Una poción —dijo Remus pensando a cuál se podían referir, los chicos asintieron — ¿cuál era?

—No…

—Hermione —masculló Sirius empezando a caminar frente a todos.

Sirius acababa de caer en cuenta de donde estaban, miró a James que acariciaba la cabecita de su bebé y suspiró, se tragó las ganas de llorar y brincarle encima para abrazarlo y siguió caminando.

—Es que no recuerdo el nombre —respondió la castaña avergonzada, Sirius dejó de caminar e incrédulo la miro

—Y supongo que ustedes tampoco —miró a los dos muchachos, que se apresuraron a negar

—Debemos ir con el profesor Dumbledore, no tenemos otra opción

Sirius miró a Remus y asintió.

—Pero es la final —Padfoot pateó el piso —quiero escuchar el partido

—Black, es más importante que visitantes del futuro aparezcan en medio del jardín —lo regañó Lily.

Sirius iba a refutar aquello pero el pequeño Harry se había sentado y lloraba a gritos estirando los bracitos hacia el Sirius mayor. James deshizo el hechizo y lo levantó con más comodidad pero Harry pataleaba y se retorcía. Lily se apresuró a sujetarlo e intentar calmarlo, pero el bebé solo aumentó el tono de sus gritos. Ron se burlaba del bebé con su versión adolescente mientras Hermione decía que era lindísimo ante la incrédula mirada de Ronald, en cambio el Harry adolescente se sonrojaba al ver como su madre lo besaba y le hablaba en susurros. Sin embargo, ni siquiera el caramelo de su joven padrino logró tranquilizar al niño. El mayor sonreía melancólicamente mirando la desesperación de esos 4 jóvenes que querían comerse el mundo de un solo bocado, suspiró, mientras estuvieran ahí mantendría alejada la desgracia.

— ¡NO!

—Su primera palabra —murmuró Lily mirando a su bebé con los ojos llenos de lágrimas, James con una enorme sonrisa miró a su hijo.

—Debía haber dicho Sirius —se quejó el susodicho mirando al niño en sus brazos.

Y después de esa palabra, nació una lluvia de "no" entre pataleos, balbuceos y llantos. El Sirius mayor se acercó con esa sonrisa melancólica y se detuvo frente a su contraparte pasada. Levantó la mano y saludó al bebé con la señal de paz, el niño dejó de gritar y lo miró con adoración.

—Tengo tu nariz —rió sujetando con "la señal de paz" la nariz del bebé que hizo bizquitos al intentar mirar la mano del hombre. Sirius soltó una carcajada que parecía más un ladrido de un perro grande y con la mano en puño la agitó frente al niño que soltó un ronco gorjeo y aplaudió feliz —ven acá —con cariño tomó al bebé que en cuanto le estiró los brazos se le echó encima.

Harry solo hipaba de vez en cuando mientras pasaba sus manitas por el rostro marcado por la vida de quien él había reconocido como su padrino y un buen compañero de juegos. Los demás lo miraban sin creerlo. Hermione fue la primera en acercarse.

—Se te ven mejor los ojos sin lentes Harry —sonrió la castaña jugando con la manita del bebé que había ido a dar a su cabello y la palmeaba como si fuera un buen cachorro — ¡aaayy! —gritó poco después y es que el niño se había emocionado y le jalaba el cabello — ¡Harry suéltame! —ordenó y para sorpresa de todos, y más del hombre que sostenía al bebé pues él sabía lo difícil que era que Harry soltara un mechón de cabello, el pequeño abrió la manita y volvió su atención al rostro de Sirius haciéndole muecas a las que el animago reía y le festejaba.

—Vaya amigo —dijo Ron al oído de Harry —hasta antes del año te dominaba —y soltó una carcajada que se obligó a ahogar mordiéndose el puño cuando Hermione lo miró

—Pues espera a que te conozca a ti Ronald —sonrió Harry seguro de que tendrían que encontrarse con los Weasley, Ron hizo una mueca que hizo a Harry soltar una carcajada, pero la de él se apagó al ver a una pelirroja enfrente que lo miraba detenidamente.

Lily se había acercado a los dos muchachos justo cuando miró la confianza que su bebé tenía para con el adulto. Y ahora miraba al chico que se parecía tanto a James. Una lágrima se le escapó.

— ¿Harry? —preguntó en un susurro, otra lágrima bajó por su mejilla cuando el chico asentía inconscientemente —mi niño —murmuró antes de abrazarlo.

Harry correspondió el abrazo algo lento, no estaba tan acostumbrado y además lo había tomado por sorpresa. Algunas lágrimas se le escaparon pero se apresuró a secarlas. No podían rebelarles nada sobre su futuro, así sufriera mientras estuviera ahí, pero… pero… no, después pensaría en eso.

— ¡Es calcado a ti Prongs, no puede ser! —exclamó el joven Sirius, para cuando Harry salió de entre los brazos con los que tanto había soñado, se dio cuenta de que los merodeadores lo rodeaban y agradeció que Peter no estuviera ahí.

Lily se desapareció con el pretexto de avisarle al profesor Dumbledore mientras Harry fue pasando por los brazos de su joven padrino y de su padre entre tropezones, Remus lo abrazó más decente, él sí se acordó que era un muchacho y no una pelota. Después de presentarse y por más que Ron intentó evitar decir su apellido pues según él, no había necesidad de alterar a sus padres en esa época (aunque le pareció interesante ver a Fred y George pequeños), fueron a Hogwarts.

El castillo se miraba igual según lo que ellos recordaban y de pronto se sentían como si no hubieran ido a Hogwarts en mucho tiempo. Todo se miraba verde y los alumnos platicaban bajo la sombra de los árboles, los más pequeños jugaban y otros practicaban ajedrez o leían. Harry, Hermione y Ron miraban a su alrededor, más que nada mirando el uniforme que no se parecía en nada al suyo, exceptuando el escudo de las casas. Iban tan ensimismados mirando a su alrededor que no se dieron completa cuenta de cuando llegaron a la oficina del director hasta que Lily, los recibió.

— ¡No es posible! —dieron un brinco con el grito de la pelirroja — ¡pudieron haberse puesto algo de ropa!

James se giró hacia los del pasado y murmuró:

—Por eso tantas miradas y sigo sin entender como encuentras cómodos esos bóxers tan ajustados

—Marca lo que debe marcar —contestó orgulloso el joven Sirius

Los tres adolescentes rompieron a reír ante el bufido molesto de Lily que agitó su varita y en un instante aparecieron algunas túnicas en los brazos de cada uno.

—Bien, entonces subiremos a hablar con el director —dijo el Sirius mayor poniéndose tranquilamente la túnica —y ustedes cuidarán de Harry

—Me encargaré de que no hagan nada —empezó a decir Hermione, pero Sirius alzaba al bebé

—Le gusta demasiado el despacho del director y siempre termina hecho un desastre, la pelirroja disculpándose y yo golpeado por haberlo dejado hacer lo que quería —le sonrió al bebé mientras lo giraba y le ponía una mano en el cabello de Hermione, el pequeño ni notó que cambiaba de brazos.

—Pañalera —dijo Lily dándoles un enorme bolso —juguetes, leche, galletas, talco y pañales, todo dentro

— ¿Pañales? —murmuraron Harry y Ron al mismo tiempo

—Acaba de comer —rió maléficamente el joven Sirius mientras comenzaban a subir las escaleras.

Ron y Harry intercambiaron una mirada aterrada. Hermione se había sentado en el piso y le sonreía al bebé que de repente miró a su alrededor. Arrugó el entrecejo, sus labios temblaron y… soltó un grito ensordecedor para posteriormente llorar de forma escandalosa.

— ¡Denle un juguete! —exigió Hermione mirando a Harry que a su vez la miraba con el bolso colgado al hombro, no tuvo tiempo de sonreír al ver esa escena pues el chiquillo le daba un gran tirón del cabello y ahora el que lo regañara solo hizo que llorara más y tirara más.

Los juguetes empezaron a desfilar, desde muñecos inflables, sonajas, mordederas de miles de formas y muñecos de peluche con las formas más descabelladas hasta juguetes de plástico realmente duro y lo comprobaron con uno en forma de zanahoria que logró hacerlo callar y entusiasmar un poco a los adolescentes pero dos segundos después la zanahoria dio justo en la cabeza del Harry adolescente y vaya que estaba dura como piedra.

—Ese niño me hará otra cicatriz —se quejó el chico sobándose la frente

—Ese niño eres tú amigo —rió Ron tendiéndole al bebé una sonaja, sonrió orgulloso cuando el niño la tomó pero rápido arrugó el entrecejo, Hermione le iba a decir a Ron que se apartara pero fue demasiado tarde y el pequeño agarró al pelirrojo como tambor —eras un demonio Harry —se quejó apartándose, pero el bebé que recién se callaba volvió a llorar. Harry empujó a Ron de nuevo frente a su versión infantil y en cuanto el bebé lo miró, volvió a golpearlo con la sonaja en la cabeza y a reír

— Ahí quédate —gritaron Hermione y Harry al mismo tiempo

Ron suspiró y se sentó frente a Hermione quien sostenía al pequeño niño que se había puesto de pie para golpear mejor su tambor pelirrojo, que se dejaba más que nada porque no quería volver a escuchar ese chillido. Pero media hora después, Ron se puso de pie argumentando un fuerte dolor de cabeza. El bebé lo miró ofendido y dolido, poco después volvió a llorar escandalosamente tirado boca abajo en el piso.

—Quizá tenga hambre —dijo Hermione rindiéndose en su intento de levantar al bebé Harry

—Pero Sirius dijo que acababa de comer —suspiró Harry mirando incrédulo el berrinche que tenía

—Los bebés comen muy seguido ¿no?

—Eso lo sabremos cuando te conozcamos a ti Ronald —susurró Hermione acuclillándose para buscar en la pañalera, Harry rió y se agachó también. Poco después los dos estallaron en carcajadas, incluido Ron que se acercó también.

Empezaron a trastear en la bolsa aunque terminaron volteando todo su contenido sobre el piso al no encontrar nada de lo que buscaban. Casi cinco minutos después, Ron encontró un biberón y seis minutos más tarde, Hermione dio con la botella del agua, ahora solo les faltaba la leche en polvo pero aparecían más juguetes, ni siquiera una galleta y Lily había dicho que llevaba galletas. Casi quince minutos pasaron y los chicos no encontraban la leche, habrían cada botella o bote que encontraban pero no era nada comestible, parecían pociones o pastas que no conocían, pero se miraron extrañados… ya no escuchaban el llanto famélico. Cerraron los ojos y tragaron al mismo tiempo mientras se giraban. Abrieron los ojos de nuevo, deseando que el pequeño estuviera dormido o se hubiera entretenido con algo.

—Tenía que ser —murmuró Hermione poniéndose de pie de un brinco

— ¿Es mi imaginación o ya bajan de la oficina del director? —susurró Harry mirando aterrado hacia la gárgola tras de la cual, efectivamente se escuchaban pasos y algunas voces que sonaban a algo como: "espero que no les haya dado muchos problemas" o "no le gustan los desconocidos".

Los tres chicos se miraron, volvieron la vista hacia la pared y después recorrieron el pasillo… estaban solos, acababan de perder al pequeño Harry Potter en un castillo enorme en el que podías perderte para siempre y jamás, jamás volver a salir de ahí…


Holaa, soy nueva y no tengo mucha experiencia con esto. Por favor, díganme si les gusta mi historia para continuarla.