Todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer.

RECUPERANDO LA VIDA

POV Bella

Epílogo: Las pequeñas cosas que te da la vida.

Vi salir corriendo a Renesmee del establecimiento con una risa demasiado angelical, miré a Edward cuando observé que mi pequeña se giraba para saludarle con la mano y se me iluminó el rostro. Nunca me cansaría de su perfección, estaba segura, Edward sonreía tan embobado mirando a nuestra hija, con tanto orgullo a la vez, que por un momento el mundo se paró dejándome apreciar solo a aquel ser tan maravilloso. Me miró y me encontré con su mirada esmeraldina.

-¿Pasa algo, amor? - Entonces noté que mis pies habían dejado de caminar, y seguramente no era en ese preciso instante, porque Edward estaba más adelantado que yo al menos un par de pasos. Sonreí negando con la cabeza y me acerqué. - Tenemos que llamar a… ¡Renesmee! Deja al perro te puede morder.

Fui en busca de mi pequeña, quien estaba acariciando el lomo de un perro. El dueño era un señor mayor, de unos 65 años, quien sonrió con dulzura hacia mi pequeña.

-No se preocupe, a Blacki le encantan los niños, y sobretodo si son tan bonitos como esta pequeña.- Dijo acariciándole el pelo a Renesmee, me detuve al lado del hombre y la cogí en brazos.

-Es muy confiada.- Aseguré. - Un día no vas a tener tanta suerte, señorita.

Mi niña me sonrió enseñándome sus primeros dientes de leche, con aquel rubor en sus mejillas tan adorable como toda ella. Sus tirabuzones del mismo color tan peculiar que el cabello de Edward bailaban con la suave brisa que corría y sus ojos marrones entrecerrados me miraban apenados. No pode evitar darle un beso en la mejilla y ella me abrazó por el cuello.

-Lo siento. - Me disculpé con el hombre.

-Oh, no, mujer, ya le he dicho que a este viejo perro le encantan los niños. Disfruta cuando mis nietos vienen a casa.- Miré al perro, el cual no paraba de mover la cola mirando a Renesmee y luego busqué a Edward con la mirada, dándome cuenta que nos esperaba. - Vaya, espero verla algún otro día. Y a ti también pequeña. - Le dijo a mi hija acariciando su barbilla con un dedo.

Ese día Renesmee cumplía tres años, y me parecía mentira. Cuando la miraba fijamente a los ojos podía volver rápidamente al día de su nacimiento, era increíble como pasaba el tiempo y como mi pequeña se había puesto tan guapa y preciosa. Parecía un angelito caído del cielo, parecía que Carlie la había mandado especialmente para nosotros.

-Ey… - Murmuré cuando sentí los brazos de Edward rodearme la cintura. Aún me encontraba contando las chucherías para cada paquete.

-¿Necesitas que lleve algo más?

-Mm… ¿Te importa llevar esa bandeja de sándwiches? Creo que los niños han venido bastante hambrientos.

-Por supuesto que no me importa. - Me dio un beso en la mejilla.

Edward se portaba cada día mejor conmigo y con Renesmee. Era la persona idonea con la que quería pasar el resto de mi vida, era aquella persona que sabía con certeza que jamás dejaría de necesitarla, porque en él podría apoyarme siempre, aunque alguna vez no lo hiciese, porque en él sabía que tenía a un amigo incondicional, al que podría confiar cualquier miedo, cualquier alegría, cualquier deseo…

Era mi marido, y me sentía tan orgullosa de él, como de nuestra pequeña, quien había sido la prueba una vez más de todo el amor que nos teníamos y la experiencia más preciosa que jamás podría tener, junto con Carlie, quien por desgracia ya no nos acompañaba.

-¿Te ayudo?- Preguntó Alice, quien pasaba a la cocina con su bebé en brazos.

-Ya he acabado. ¿Dónde está la cosita más pequeña de esta casa? - Murmuré cogiendo a Clare, quien tenía sus ojitos abiertos de par en par. Frunció sus labios, arrugando todo su semblante y soltó una risotada.

-Renesmee está guapísima con el vestido que le he regalado, parece una princesita.

-Está disfrutando. - Ella asintió. - ¿Me ayudas? - Pregunté pasándole a Clare. - Quiero sacar la tarta.

La fiesta transcurrió agradablemente. Aunque algunos de los padres de los amiguitos de Renesmee no paraban de reñir a sus hijos, todos los niños se portaron bastante bien. Rose y Emmett no habían podido asistir, pues se habían ido a uno de sus famosos viajes.

A Jasper se le caía la baba con su pequeña, me recordaba mucho a Edward. Carlisle y Esme hablaban con Renee y Charlie muy animadamente. Me había gustado que volviéramos a retomar aquellas comidas y cenas familiares, todo era perfecto ahora.

Cuando comenzó a anochecer los niños se fueron con sus padres y Alice se quedó conmigo un rato recogiendo todo el desastre.

-¿Ya está todo listo? - Preguntó mi amiga.

-Sí, gracias Alice, de verdad, no sé que haría de no ser por ti.

-De nada amiga, voy a por Clare y Jasper, y tú descansa que ya es tarde.

-Te acompaño a la puerta.

-No Bella, está aquí al lado, no hace falta, sube ya a tu habitación.

-Está bien. - Acepté bostezando.- Hasta mañana, Alice.

-Hasta mañana.

Me deshice la coleta alta solo para volver a hacérmela baja. Bebí un vaso de agua y escuché como la puerta se cerraba, señal de que Alice ya se había ido. Caminé por el pasillo y vi la lis de la lamparita de Renesmee encendida.

-¿Entonce me vai a taer un hermanito?- Sentí la suave risa de Edward y sonreí, escondida en la pared contigua a la puerta de la habitación de mi pequeña.

-¿Eso quieres de regalo para tu cumpleaños, princesa? - Preguntó mi esposo.

-Sí, quero cuidarle.

-¿No eres pequeña para eso?

-No… soy gande. - Edward volvió a reír.

-Cariño, los hermanitos no se pueden pedir de un día para otro. No llegan tan rápido.- Renesmee no habló. Escuché un beso, seguramente de Edward a Renesmee. - Pero puedes pedir un deseo… a lo mejor en unos meses se cumple. - Sonreí más negando con la cabeza, este Edward era tremendo.

-¿Shí?

-Claro, tesoro. Ahora duérmete.

-Sí, papi.

Me asomé y pude ver como Edward tapaba a Renesmee hasta el cuello y pasé rápidamente. Me quité la ropa y me metí entre las sábanas de nuestra cama completamente desnuda, después apagué la luz. Noté sus pasos sigilosos caminar hasta dentro de la habitación.

-¿Bella? - Susurró, comprobando si estaba dormida.

No contesté y el suspiró. Escuché cómo se iba deshaciendo de sus prendas lentamente y como se colaba el pantalón de pijama para volver a la cama. Cuando se metió me di la vuelta y antes de que sus manos rozaran mi cintura desnuda, me posicioné sobre él, rió entre dientes y complacido.

-No esperaba esto. - Susurró acariciando con sus manos mi espalda desnuda y dándome un beso en los labios.

-Supongo que te gustaría cumplir el deseo de Renesmee. - Murmuré. Me empujó para quedar sobre mí y pude notar en primera persona aquella enorme erección que amenazaba con salir. Suspiré fuertemente.

-¿Escuchando conversaciones ajenas?- Preguntó en mi oído lamiendo el lóbulo de mi oreja. Me estremecí de pies a cabeza.

-Escuchando conversaciones que me incumben. - Aseguré, mientras bajaba mis manos por su espalda, hasta entrar bajo sus boxers y presioné fuertemente sus perfectas nalgas para notar aún más su excitación. Soltó un breve gruñido.

-Bella. - Susurró, besándome pasionalmente, una vez más grabándose todos los recovecos de mi boca y yo los suyos.

-¿Entonces que dices? - Inquirí jugando con el elástico de su pantalón contra su boca.

-Que tendremos que complacer a Renesmee. - Acaricié la extensión de su miembro por encima de la tela, mientras él besaba mi cuello.

-Te amo, Edward. - Murmuré cuando elevó su rostro para observarme.

-Y yo a ti, amor.

Y una vez más nos dejamos pasar por el amor y la pasión que demandaban nuestros cuerpos. Cosas como las que vivía en ese momento me hacían pensar que teníamos el poder de hacer grandes aquellas cosas pequeñas que nos ofrecía la vida. Yo era feliz, era feliz a pesar de que en algún momento de mi vida pensé en que mejor hubiese sido desaparecer. Pero no podía hacerlo, porque personas tan importantes como Edward y Renesmee me necesitaban y yo había aprendido a darlo todo por ellos.

Bueno aquí dejo el epílogo chicas, he tardado por lo que ya he explicado... lo siento :) Y otra cosa, no creo que haya secuela, ya que algunas me lo habeis preguntado :)

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Un besitoo y nos leemos en mis otras historiaas.