|La serie Naruto y sus personajes no me pertenecen, sino a su respectivo creador (M. Kishimoto)|
|Para entender mejor: |
…Narración…
-conversación-
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Oh Dios, si que amaba las noches de sauna después de una ardua labor en ese hotel.
Es cierto, le encantaba ser una buena médico ninja, pero cuando hacía estas misiones voluntarias para alguna aldea con poca comunicación con otras, y un deficiente y antiguo equipamiento médico vaya que si valoraba el vapor y el agua caliente aflojando sus músculos.
Además desde que, según ella, le falló a Naruto por arrepentirse y no traer al Uchiha de vuelta vivo o muerto , le costaba trabajo poder mirar al rubio a la cara, a pesar de que el la tratase como siempre, alegre, repartiendo abrazos para ella y su querida Hinata… Ella si que se lo merecía, ella siempre estuvo ahí para él, ella nunca le fallaría, nunca dudaría en entregarle el amor que ella no pudo. Por eso, por Naruto, ella trataba de mantenerse lo más alejada de la ladea que pudiese, haciendo esa clase de misiones, y esta era la quinta misión voluntaria que realizaba en el año.
-Mmm…- Odiaba que se le vinieran esos recuerdos a la mente - Bueno, ya pasó… no puedo seguir llorando sobre la leche derramada, ¿verdad?... ¿verdad?- dijo mientras hundía media cabeza en el agua, haciendo pucheros que provocaron un par de burbujas.
El sonido de la puerta corrediza la alertó, ya no estaría sola en el agua, así que decidió salir detrás de la roca donde se encontraba y ver a la mujer que sería su acompañante de relajación, quizá podría sacarle conversación.
Se quedó quieta como una estatua cuando vio a la chica que se encontraba medio recostada sobre una de las roca, estaba boca abajo; era pelirroja, le pareció conocida pero no recordaba donde la había visto, de todos modos eso no importaba ahora porque lo más impactante eran las cicatrices que tenía en sus brazos, extendiéndose hasta la base de su cuello, rodeándolo. ¿Quién podría haberle hecho algo así? Se veía muy débil, estaba casi inconsciente sobre aquella roca.
-Disculpa, ¿te sientes bien?- dijo posando su mano sobre el hombro de la aludida haciendo que se sobresaltara.
-¿Quién eres tú?- le dijo entre aturdida y asustada por la intromisión
- Oh, sí lo siento, mi nombre es Sakura, y soy médico – Le respondió ante la, repentinamente, adormilada mirada de la pelirroja - ¡Hey! No te duermas – le dijo colocándose enfrente de la chica – Mírame, ¿Cómo te llamas?-
- Karin…- respondió apenas audible, mientras se quedaba más y más dormida.
-Tengo que sacarte de aquí- dijo jalándola del brazo.
-¿por qué?- dijo casi inconsciente haciendo vanos intentos de zafarse.
- Porque te estás desmayando, también estás sudando frío y el agua caliente y el vapor no son de ayuda para tu estado- le habló mientras salían del agua – procura no dormirte -
Una vez adentro del vestidor de chicas, ayudó a sentarse a Karin en uno de los banquillos, revisó una por una las cicatrices, eran bastante similares, todas se trataban de mordidas humanas, y una que otra no tan humanas, más finas pero con apariencia de haber desgarrado profundo, encontró un par bastante infectadas, observó estupefacta el rostros de la chica.
- Dios, esto sí que debe haber dolido, ¿Quién te hizo esto Karin?-
- Mi equipo… – respondió algo mareada.
- Con que tu equipo- meditó unos segundos - si tienes esa clase de amigos, para que quieres enemigos- dijo levantando los hombros.
- No, yo quería curarlos-
-¿Curarlos?- dijo agachándose frente ella y sujetándola de los brazos como si fuese una niña pequeña acusando a sus amiguitos.
-Sí, yo puedo darles mi chakra para que sanen, pero ellos deben… deben morderme-
-Bueno pero si te necesitan tanto deberían preocuparse más por ti no lo crees Karin, ¿Karin? – Pero ya era tarde la pelirroja estaba profundamente dormida y seguía sudando frío – por lo menos ahora ya sé lo que tienes-
Se cambió y fue por el equipo de primeros auxilios del vestidor y comenzó a desinfectar la heridas de Karin, una vez desinfectadas procedió a cerrar las heridas más recientes con su chakra y de paso le suministró un antibiótico para los agentes patógenos que pudiesen estar en su interior.
-Ya está – Se levantó y vio el cuerpo casi inerte de Karin envuelto en una toalla – ahhh… -suspiró – ni que fueras una niña… - Seguido de eso la vistió rápidamente, y encontró entre sus ropas dobladas la llave de su dormitorio -201.. Ahora tendré que cargarte… y yo que pensé que por fin podría relajarme – espetó con su tono más dramático. Su semblante empeoró cuando estuvo frente las escaleras y recodó que allí no había un ascensor – Dios... malditas aldeas antiguas- refunfuñó mientras subía hasta el tercer piso, con Karin en la espalda. Una vez frente a la puerta de entrada tomó las llaves de su bolsillo con cuidado de no dejar caer a la pelirroja, pero escuchó voces dentro de la habitación. Decidió tocar, escuchando un "Debe ser la Zanahoria", a lo que la pelirrosa puso mala cara.
-Equipo, si como no-
Lo siguiente que vio fue que se abría la puerta dejando ver a un enorme hombre con el cabello naranja, con los ojos abiertos como platos al ver a Karin inconsciente en la espalda de esa desconocida.
-Hola, tu debes ser del equipo de Karin ¿no? – Simuló una sonrisa.
- Si - soltó seco.
-Este… se desmayó mientras tomaba un baño en las termas de abajo -
-Ya me parecía que había tardado- se limitó a decir aquel hombre en un leve suspiro.
- Si, bueno… si no te molesta podrías decirme dónde puedo dejarla-
-Si, por supuesto, pasa- dijo abriéndole paso a la pelirrosa.
- Vaya, que le ocurrió ahora a la zanahoria - dijo un hombre con una peculiar y afilada sonrisa apareciendo por el pasillo que daba a los respectivos cuartos.
- Puedes dejarla en el sofá por ahora, em… ¿Cuál es tu nombre?- pregunto el gigante de cabello naranja.
- Mi nombre es Sakura Haruno, y soy médico- le respondió mientras dejaba a la pelirroja en el sofá y estiraba su pobre espalda. – Por cierto, Karin tiene muchas mordidas, ella dijo algo de que podía traspasarles su chakra para curarlos, y bueno, algunas de esas mordidas se infectaron bastante, deben saber que una infección por mínima que sea puede matarla si no se trata a tiempo, es por eso que está tan débil ahora. Deberían cuidarlas más, a juzgar por la cantidad de cicatrices la necesitan bastante - dijo entregándole una loción al Hombre gigante – por favor…
-Juugo -
-Por favor, Juugo, dale esto cuando despierte y dile que se las aplique sobre las heridas cuando sea necesario-
- De acuerdo Sakura-san -
-Bien – dijo regalándole una sonrisa –Si empeora por favor no duden en llamarme, estoy en le habitación 109 - le informó para luego salir de la habitación seguida por los dos ninjas –Hasta luego Juugo y …? -
-El es Suigetsu – Juugo habló por el encandilado Suigetsu
- Hasta luego entonces Suigetsu- se despidió con la mano para luego desaparecer por el pasillo.
- ¡Adios, Sakura-chan! – saliendo de su ensimismamiento -¿Te fijaste? – Preguntó el chico de afilada sonrisa y cabello celeste muy claro.
-¿Si me fijé en qué? – preguntó un Juugo muy serio.
- Esa chica no dejaba de mirarme ¿No lo notaste?-
- Para nada – dijo cerrando la puerta tras de sí.
- Vamos Juugo, por qué tan amargado -
- Porque a Sasuke no le va a gustar nada esto – Entonces la sonrisa del peliceleste se esfumó.
- Es cierto, nos va a tener cuidando a Karin de ahora en adelante -
- No finjas que no te importa Suigetsu -
-No finjo, es la verdad -
- Claro… ¿Por qué no llevas a Karin a su cuarto? Yo haré… la cena-
- Si como no – dijo llevándosela.
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Ahora sí que estaba enfadada, no podía sentir otra cosa que lástima por esa chica, tenía un compañero de equipo que intimidaba a simple vista solo por su tamaño y otro que era un burlón pervertido, el solo hecho de recordar esa mirada lasciva, le daban ganas de ahorcar a su almohada. No le sorprendería si hubiesen obligado a Karin a pagar el hospedaje, después de todo la habitación en la que encontraban no era de las más económicas, pues incluida cocina y salón de estar. Llevaba suficiente tiempo en ese hotel como para saber todo con respecto a la administración, los cuartos más sencillos estaban en los primeros dos pisos, eran solo cuartos con un baño. Suficiente para ella, pero no para el equipo de ingratos.
-Son tan, son tan ¡estúpidos! – dijo mientras frotaba su cabeza con una toalla para secar su cabello, acababa de darse un baño, tratando de disipar su aura asesina y terminar de relajarse como tenía planeado antes del encuentro con la pelirroja. Esperó que llegasen lo compañeros de Karin diciendo que había empeorado por unos minutos para luego irse a dormir satisfecha por su labor.
-¡Sasuke, ni te imaginas lo que ha ocurrido hace un rato!- Exclamó el peliceleste a lo que el moreno solo respondió con una mirada para que siguiera - La vaga de Karin fue traída por un bombón de mujer, era médico, dijo algo de que deberíamos preocuparnos más por ella, pero ni te imaginas el cuerpazo que tenía era -
-Suficiente, Suigetsu- Esas palabras fueron suficientes para que el chico con sonrisa afilada callara – Juugo, ¿Cómo esta Karin? -
- Bien, hace un rato la desperté pero dijo que se sentía cansada, así que la deje seguir durmiendo- respondió para seguir fregando platos.
- Esa médico… ¿te dijo por qué? – le preguntó a Suigetsu, el que solo levantó los hombros.
- Ni idea-
- ¿Juugo? -
- Dijo que algunas de las mordidas se han infectado, y que una infección, por minúscula que fuese podría terminar matándola, así que nos ha pedido que la cuidemos, y que si empeoraba no dudáramos en llamarla -
- De esa parte si me acuerdo, he pensado en llamarla, tal vez le pida que me revise, solo para estar con ella, no es que me duela algo, no soy tan débil, además quizá consiga que me.. -
-Suigetsu, no deberías abusar de la hospitalidad de la señorita Haruno – A ambos escucharon como el vaso que Sasuke tenía en la mano se quebraba seguido de hilillos de sangre que comenzaban a gotear desde el puño del moreno.
- Sólo tenías que pedir que me calle, no tenía para que hacer una escenita Sasuke – A lo que sasuke respondió con una amigable mirada asesina – Ya me callo… aunque quizá consigas ver a mi Sakurita, estoy seguro de que ella te cura, pero cuidado que yo la vi primero y-
- Suigetsu cállate- dijo el moreno levantándose
- Algo de razón lleva Suigetsu, sabes que Karin no podrá curarte esta vez, y Sakura-san nos ha dejado su número de habitación para que la busquemos si lo necesitamos - seguido de un gran silencio, tanto Juugo como Suigetsu pensaron que eran sus últimos segundos de vida.
-¿Cuál es el número?-
La despertó un fría brisa que golpeó su rostro con crueldad, había olvidado cerrar la ventana de baño, seguro que el vapor de la ducha ya se había ido, realmente debe haber estado muy cansada después de todo también olvido cerrar la puerta del bendito baño…
- Que tonta…- dijo estirándose para alcanzar la ventana y cerrarla, pero la presencia de otro chakra la alertó, decidió seguir como si nada hasta que tuviera al alcance su porta armas. Salió del baño con pesadez y una mirada cansina, arrastrando los pies se acercó hasta la cama donde se sentó, y buscó disimuladamente bajo la almohada, acompañada de un bostezo, cuando lo tuvo seguro en su mano lo lanzó hasta la posición del extraño que se atrevía a meterse en su alcoba – Sal de una vez – dijo seguido por un molesto silencio.
- ¿Así recibes a tus pacientes Sakura? – Eso sí que no se lo esperaba, ¿de verdad era Sasuke?
- Los pacientes saben tocar la puerta, las ratas se meten por la ventana. Así que te pediré que te retires Uchiha – Trató de sonar lo más amable pero no podía evitar el sarcasmo en su voz, pues por dentro quería matar a ese desgraciado por ser un traidor, por ser la causa de no poder mirar a Naruto a los ojos, por meterse a su cuarto, mientras que ella vestía su corto camisón favorito, y sobre todo por estar mirándola de esa forma mientras se acercaba lentamente. Reaccionó y le lanzó un kunai hacia los pies, provocando que el Uchiha de detuviese por unos segundos, para luego volver su vista nuevamente a los ojos verdes de la chica y seguir acercándose.
- Creo haberte dicho que te largaras Sasuke-
- Creo que no lo haré Sakura -
-Me estás hartando Uchiha- le advirtió mientras el moreno acortaba el escaso metro que quedaba entre ellos.
-No me digas, Haruno- Ya no quedaban más que centímetros entre sus cuerpos…